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Martes, 04 de Enero de 2022 Tiempo de lectura:
Estudio

Sobre el nacimiento de España, como nombre y como realidad

Breves comentarios sobre el libro del profesor Armando Besga Marroquín, Hispania: La Primera España [Letras Inquietas, 2021]


Armando Besga Marroquín (Bilbao, 1956) es, con seguridad, el más destacado especialista en Historia Altomedieval de nuestro país. Lejanos están los días en que don Claudio Sánchez-Albornoz (1893-1984) puso los cimientos de esta rama del saber y arrojó una luz inmensa sobre las cavernosas raíces del Reino de Asturias y de la propia Nación Española. Besga es un eminente continuador de la inmensa labor investigadora de Sánchez-Albornoz, labor centrada en la gestación de nuestra nación política. España es una realidad desplegada a través de un largo proceso histórico que se daría en llamar Reconquista.

 

Desde los tiempos de don Claudio, mucho se ha avanzado en el conocimiento del ser de España, un ser histórico, pero también es verdad que mucho ruido y humo se ha interpuesto entre la ciencia y el público. La llamada “Transición” y el desarrollo loco y centrífugo de las “autonomías”, como herencia de 1978 y como reacción desproporcionada al centralismo franquista (que también fue, herencia a su vez del centralismo liberal doctrinario del XIX), ha producido demasiado “ruido” en el sentido de la Teoría de la Información: ruido, pero también “furia”.

 

Es precisamente este profesor de Deusto, grandísimo conocedor del Reino de Asturias [su texto, Orígenes Hispanogodos del Reino de Asturias, 1998, fruto de su tesis doctoral, es esencial], así como de otras realidades de la alta edad media por él estudiadas (los vascones, el Reino de Navarra, etc.) quien se ha puesto en situación perfecta para datar “cuándo nace España”. Y lo hace valientemente en Hispania: la Primera España desde una parte esencial, pero malherida (moralmente hablando), de nuestra nación como son las provincias vascongadas, un sitio donde hoy ha llegado a estar casi prohibido pronunciar esta palabra tan antigua y tan objetiva, “España”, y todo por obra culpable de uno de los nacionalismos de peor especie de cuantos hay en Europa: el vasco.

 

[Img #21230]Parece mentira que un nombre tan antiguo, y no menos digno de gloria que otros nombres nacionales, como es el nombre de España, esté prácticamente prohibido y casi censurado dentro de sus propias fronteras (los extranjeros lo siguen empleando sin problemas). Pero, así es. Se prefiere, por censura, presión e ingeniería social (obrada por nacionalistas y por una izquierda siempre lacayuna ante ellos), emplear otras expresiones: “Estado español”, “Península Ibérica” …

 

Pero la verdad es que el nombre de España se ha empleado de una manera continua y bastante unívoca desde los tiempos de Roma. La Hispania de la época romana aludía a un territorio bien definido y con personalidad propia dentro del mundo común romano. Aquellos hispanorromanos de antaño no eran, realmente, los españoles de hoy, pero sí eran los antecesores rigurosos y directos nuestros. La Hispania romana, que abarcaba Portugal y coincidía geográficamente con lo que hoy se designa como “Península Ibérica”, fue el solar provincial unitario que los romanos configuraron para sus propios intereses políticos, dando unidad -por la Administración, la lengua y la cultura- al enjambre de etnias y territorios que previamente no la tenían. Correspondió luego a los godos, pueblo muy romanizado dentro del grupo de los “bárbaros” o “pueblos germánicos”, heredar esa configuración unitaria romana y gobernarla centralizadamente bajo una única corona, una monarquía con sede toledana. La Monarquía goda era la Hispania, no la Gothia, y ella tomó para sí la obligación de conquistar el reino de los suevos (Noroeste de España o Gallaecia) así como el sur bizantino, para “recuperar” esa unidad hispánica de la que siempre tuvieron conciencia (si bien la Septimania o Narbonense, esto es, el sur de la Galia, también era suya).

 

Fue el Reino de Asturias (718) nacido, como narran crónicas asturianas y otros documentos altomedievales, el siguiente sucesor de esa idea unitaria que, sin interrupción desde Roma, vino a ser Hispania o España. El Reino de Asturias, como ha demostrado el profesor Besga, más que ser un “reino de los asturianos” (Asturorum Regnum) fue el primer reino hispano que salvó la muy posible pérdida de continuidad que la invasión mahometana de 711 pudo ocasionar. De no ser por el levantamiento de Pelayo, esa continuidad se hubiera roto pues no existió, ni pudo existir, una “España musulmana”. La parte musulmana de Hispania dejó de ser España y no tuvo conciencia ni necesidad de serlo.

 

El Reino de Asturias (que sólo ocasionalmente se llamó así en las crónicas asturianas) fue al principio, sencillamente, el reino norteño de los cristianos o de los hispanos que pudieron escapar al yugo musulmán para regir sus propios destinos bajo la forma de una monarquía independiente ante los invasores. Pelayo y los astures eran tanto “hispanos” como “godos” en la medida en que ya en el siglo VIII los habitantes de la Hispania libre de los moros eran los sucesores de aquella Hispania centralizada en la monarquía toledana, una monarquía y un pueblo hispanogodos (ambas raíces, “hispanos” y “godos” se pueden emplear indistintamente en estas fechas). En una zona periférica, pero totalmente integrada en el reino godo antes de la invasión de 711 (como también ha demostrado el profesor Besga), los “astures” (pero también, y desde muy pronto los cántabros, vascones, galaicos, várdulos así como hispanogodos que emigraron desde el sur, esto es, hispanos en una palabra y en general) procedieron a la recuperación de lo que se les había arrebatado.

 

Hoy se quiere minimizar y negar la Reconquista, negando su existencia, alegando el carácter moderno del término (entre otros argumentos, como por ejemplo lo dilatado del proceso en el tiempo, las alianzas coyunturales entre reinos cristianos y moros, etc.). Con esta negación de una realidad histórica singularísima en Europa, bajo pretexto nominalista, se complace a la vez a los mahometanos y a los nacionalistas anti-españoles. Se incurre en un nominalismo (si no existe en aquel tiempo el término, no existe la realidad) y en un revisionismo ultraescéptico para con las fuentes, que son nuestra única base para reconstruir las más de las veces. De esa manera, la verdadera vértebra de la identidad nacional española, la Reconquista, queda destrozada y el solar abierto para proyectos centrífugos y separatistas (“deconstructivos” de España, como sostuvo Stanley G. Payne) u otros procesos deletéreos o estúpidos, como los “diálogos de civilizaciones” zapaterilmente impuestos, y bien regados en petrodólares, financiados por parte de quienes desean una revancha o “reconquista inversa” bajo el signo de la media luna.

 

De otro lado, la triste utilización del término “Reconquista” por parte del franquismo (un franquismo que, dicho sea de paso, reintrodujo de manera lamentable a los moros en el solar asturiano en 1934 y 1937, con todas sus depredaciones sexuales y carnicerías varias) no debe llevar a un rechazo de un proceso muy anterior y esencial para comprender la realidad de España. Hubo Reconquista y sin ella, no habría existido España, y harina de otro costal es el mal empleo del término y la ideología que acompañan al mismo en épocas distintas del medievo.

 

He aquí el problema de los nombres. La ciencia de la Historia debe ser muy rigurosa al tratar de nombres. Que no exista el nombre no quiere decir que no existiera el proceso (conquista y repoblación de un territorio unitario e integral que era la Hispania). De la misma manera que la existencia de nombres de estados medievales que hoy tienen resonancias regionales (y hasta resonancias de “nacionalidades”, Asturias, Galicia, Aragón…como consagra la Constitución de 1978) es un dato que no niega la existencia de una idea unitaria de España a lo largo de la Edad Media y el Antiguo Régimen. Habida cuenta, además, de la polisemia de muchos de esos nombres, y el muy diferente empleo que de ellos se hacía en el medievo.

 

Una obra esencial la del profesor Besga, de la que voy a seguir escribiendo en este periódico. Muy recomendable, diría que obligatoria.

 

http://www.letrasinquietas.com/hispania/

 

SINOPSIS aportada por la Editorial

 

Para que una historia pueda interpretarse correctamente tiene que saberse cuándo comienza. El nacimiento de España se ha fijado en todas las edades. Pero tan importante cuestión nunca ha sido abordada en un libro monográfico. España nació cuando los romanos le pusieron nombre, que ha sido un factor de hispanización decisivo, y unieron, por primera vez, a sus habitantes, por la fuerza. Desde entonces tuvieron un nombre, que fue objeto de orgullo, y se pudieron entender mediante una lengua extranjera. España apareció en su época como una patria y una nación, una nación gentilicia no menos real que la nación nacionalista que le debe la existencia. En este libro no se trata del ser, sino del estar. Y España está desde la conquista romana, un parto muy violento.

 

AUTOR

 

Armando Besga Marroquín nació en Bilbao en 1956. Se licenció en Geografía e Historia y se doctoró en la Universidad de Deusto. En 1983, obtuvo una cátedra de enseñanza media en las últimas oposiciones para cátedras y desde 1987 es profesor de historia medieval de la Universidad de Deusto. Su tesis de licenciatura («Consideraciones sobre la situación política de los pueblos del Norte de España durante la época visigoda del Reino de Toledo», Universidad de Deusto; Bilbao, 1983, 158 págs.) supuso la primera refutación de la teoría indigenista sobre los pueblos del norte de España, que culminó con la tesis de doctorado («Orígenes hispanogodos del Reino de Asturias», Real Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 2000, 635 págs.), que demostraba que la monarquía asturiana era un reino neogodo, que aseguraba la continuación de la historia de España, iniciada con la conquista romana. Sus investigaciones, que abarcan medio centenar de monografías, se han centrado en la Alta Edad Media, particularmente en el reino visigodo, el reino de Asturias y los Países Vascos. También ha publicado más de treinta artículos de divulgación.

 

DATOS DEL LIBRO

 

Título: Hispania: La primera España
Autor: Armando Besga Marroquín
Primera edición: Diciembre de 2021
Número de páginas: 178
ISBN: 979-8785-694-48-4

 

PVP: 16,99 euros

 

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