
Los nuevos totalitarismos europeos
Francia: Bajo el yugo liberal-progresista de Emmanuel Macron
![[Img #21250]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/01_2022/2396_screenshot-2022-01-10-at-17-48-10-francia-manif-busqueda-de-google.png)
Escándalo político. El régimen presidencialista francés en entredicho
Francia ha celebrado la Epifanía con una tormenta política provocada por unas inoportunas y violentas declaraciones de su presidente, Emmanuel Macron, reproducidas en Le Parisien y en Le Monde.
Reproducimos algunos párrafos escogidos, en los cuales, el Presidente galo habla de las medidas de retorsión que impondrá a los que no quieren vacunarse, y de sus motivos:
¿Qué piensa hacer con los irreductibles galos no vacunados?
“Se trata de una pequeña minoría refractaria a la que se puede reducir – perdón por decirlo así – jorobándola aún más.
Yo no quiero hacer la vida imposible a los franceses, de hecho, protesto continuamente contra la Administración pública cuando ésta los bloquea. No obstante, a los no vacunados tengo ganas de joderlos (les emmerder), y le aseguro que lo haremos hasta el final. Esa es mi estrategia.
Por supuesto, no los meteré en prisión ni los vacunaré por la fuerza, simplemente, a partir del 15 de enero, ya no podrán ir al restaurante ni a tomar una cerveza o beber un café en un bar, tampoco podrán ir al teatro o al cine …
De hecho, Macron recuerda – en la misma entrevista - que un no vacunado es un irresponsable y «un irresponsable no es un ciudadano».
De esta manera, el Presidente pretende instituir, con el culpable comportamiento colaboracionista de la mayoría de la Asamblea Nacional, ciega ante su líder carismático, un nuevo tipo de sanción: “la pérdida del estatuto de ciudadano para los no vacunados, una forma de "apartheid" a la francesa que instaura el “Certificado de Ciudadanía”.
Por supuesto, no se tratará de una sanción penal, en apariencia, pero dará autorización al “linchamiento” social, administrativo y económico, facilitando la quiebra de los no vacunados.
Además, como se puede leer en Le Figaro, al declarar todo lo que se refiere a la gestión de la pandemia como “secreto de defensa”, el Gobierno francés se asegura de que nadie pueda realizar investigaciones sobre las decisiones políticas, cuyas actas - bajo la cobertura del “Consejo de Defensa” - no serán consultables hasta que hayan pasado 50 años, por lo menos, lo que hará imposible encontrar a los responsables que han conducido a la sociedad francesa a este estado bipolar y psicopático.
Entre las diferentes medidas decretadas, podemos citar la instauración del Estado de Alarma hasta el 31 de julio de 2022, lo que permite a este Gobierno romper acuerdos sindicales y modificar las condiciones de los contratos de trabajo de manera unilateral, obligando a las empresas a aplicar de manera intensiva el teletrabajo, bajo amenaza de someterlas a importantes multas, en caso de incumplimiento. De esta manera, los no ciudadanos, los no vacunados, podrán ejercer su nuevo estatuto de esclavos a distancia.
¿Violencia gratuita del actual mandatario francés o maquiavélico comportamiento estratégico?
La última proposición de ley del Gobierno francés, que será debatida en el Senado el 18 de enero, y que pretende convertir el pasaporte sanitario en una obligación exclusiva de vacuna, fue precedida de las explosivas declaraciones de su presidente, haciendo decir a algunos comentaristas políticos que hemos entrado en una dictadura discriminatoria, que anula los derechos de una parte significativa de la población sin base legal ni sanitaria de apoyo, más bien, todo lo contrario. Recordemos que según la Directiva 2001/20/CE de 4 de abril 2001, art.2, d, mientras las vacunas disponibles en el territorio francés sigan en fase 3 de ensayos clínicos, son consideradas “experimentales”, y el número de veces que se hayan aplicado sobre la población no cambia su categoría jurídica, lo que explica que la Agencia Europea del Medicamento solo les haya dado una autorización condicional. Para que dicha autorización pueda ser definitiva, los ensayos clínicos tienen que estar acabados y aprobados, según el Reglamento n° 726/2004 de 31 de marzo 2004, art. 6. Por lo tanto, la vacuna en fase 3 experimental solo puede proponerse a personas voluntarias que, habiendo sido bien informadas, dan su consentimiento libre y con conocimiento de causa, como marca el art. L. 1122 – 1 – 1, del Código de la Salud Pública y el Código de Nuremberg de 1947. En tales circunstancias, obligar a alguien a vacunarse, bajo amenazas tanto físicas como psicológicas, administrativas o económicas, ataca el derecho fundamental de respeto a la integridad física y entra en el campo de la ilegalidad. Asumir este estado permanente de amenaza como algo normal es legitimar la caducidad de la democracia para entrar en un nuevo totalitarismo de espectro global.
Aunque estos argumentos jurídicos pudieran servir de base a toda protesta legítima, lo que realmente ha golpeado con más fuerza la sensibilidad de los franceses fue la violencia de las amenazas públicas y discriminatorias lanzadas por el presidente Macron contra una porción de sus ciudadanos, convirtiéndolo – según algunas personas entrevistadas - en un despreciable matón de barrio.
Entre el miedo generado por la enfermedad, la sensación de que el Gobierno miente para ocultar su mala gestión sanitaria, y la constatación de una restricción completa y autoritaria de las libertades fundamentales, ejercida sobre una parte de la ciudadanía, que se siente discriminada y amenazada, el ambiente se está volviendo irrespirable y la explosión social ya no parece tan hipotética o lejana.
Constatamos, pues, una estrategia voluntaria y violenta basada en amenazas de limitación de las libertades constitucionales de circulación, de expresión y de acceso al trabajo y a las actividades sociales, observamos una polarización de la sociedad a través del miedo y la manipulación de la información, y de la creación de parias o ciudadanos de segunda…, eso es lo que está pasando en Francia, pero, como decíamos antes, cuando hablábamos de espectro global, ¿esto solo ocurre en Francia?
Francia no es un caso aislado. Generalización mundial del caos
En Canadá, por ejemplo, se han suspendido las indemnizaciones de paro a los no vacunads. El Ministro de Empleo y Seguridad Social explica que mientras la salud pública colectiva de los canadienses esté amenazada y, por lo tanto, también la economía, las decisiones en materia de salud pública serán prioritarias frente a cualquier otra decisión en los sectores de empleo o de trabajo. En Quebec, además, se exigirá el pasaporte de vacunado para acceder a los comercios de venta de alcohol y cannabis. Sin embargo, en Singapur, las autoridades han anunciado que los no vacunados son libres de su decisión, pero que cuando sean admitidos en cuidados intensivos deberán pagar el coste de la hospitalización, en torno a los 16.000 euros. En Indonesia, por ejemplo, a loso vacunados se les niega el permiso de conducir o se les incautan los correos y cortan las ayudas sociales. En una ocasión, una mujer vio rechazada una denuncia por violación porque al no esar vacunada no se le permitió el acceso a la Policía.
Como se puede observar, en el resto del mundo las situaciones son muy variadas, con el uso y abuso sistemático de medidas coercitivas de tipo administrativo o económicas pero, que yo sepa, ningún representante máximo ha proferido amenazas verbales como las del presidente francés, por lo que podríamos preguntarnos si dichas declaraciones fueron premeditadas dentro del marco de la campaña electoral que apenas comienza en Francia o si obedecen a una implantación institucional de la violencia como principal manifestación de la crisis de valores que padece la sociedad francesa.
Crisis de valores, crisis social e identitaria, miedo, anomia…
La utopía europea se está convirtiendo en una pesadilla orwelliana, y cabe preguntarse si estamos viviendo una simple crisis sanitaria y económica o, por el contrario, lo que sucede es el reflejo de importantes transformaciones de fondo, que afectan a los valores y a la identidad del pueblo francés.
Para comprender la situación, sabiendo que sacudir las emociones permite hacer emerger del subconsciente las sensaciones y miedos relegados, empecé por verificar el Estado de Alarma de algunos ciudadanos, comunicando el siguiente texto a una pequeña muestra:
“Imagínese que, de repente, en su teléfono móvil aparece el siguiente mensaje:
¡ATENCION! PASAPORTE DE VACUNA CADUCADO
Su teléfono no puede enviar ni recibir llamadas, no puede acceder a Internet ni pagar los servicios de transporte mientras no se haya puesto al día.
Programe, por favor, una visita al Centro de Vacunación más próximo”
¿Cuáles fueron las reacciones?
Nadie quiso creer que esto pudiera pasar, sin embargo, cuando les expliqué que estaba ocurriendo en la provincia de Pendjab, Pakistán, donde las autoridades ya han aislado numéricamente a los no vacunados, bloqueando sus tarjetas SIM, para que no puedan utilizar sus teléfonos, me dijeron, “pero eso no es Europa, aquí se montaría una revolución”
Primero rechazaron la posibilidad de que fuera real y, en segundo lugar, cuando anuncié donde estaba pasando realmente, al miedo le substituyó el confort de la lejanía, “a nosotros eso no puede pasarnos, es imposible, estamos en Europa, protegidos por nuestro Estado Providencia”.
Entonces, para incrementar el estrés, pregunté: ¿qué diferencia de grado represivo encontráis entre las autoridades de Pendjab y las italianas, teniendo en cuenta que éstas últimas obligan a vacunarse a todos los que han pasado de los 50 años y se encuentran en plena actividad profesional, bajo la amenaza de perder el empleo y los derechos de pensión adquiridos por el pago de sus respectivas cuotas de Seguridad Social? ¿O qué diferencia encontráis con las autoridades francesas que, además de restringir a cero la vida social de los no vacunados, creando ciudadanos de segunda, impiden la movilidad interregional en transporte público y amenazan con perseguirlos y hacerles la vida imposible hasta el final?
No hubo respuesta, al menos no una respuesta clara. El ambiente se enrareció, generando angustia en unos y agresividad en otros.
Acoso a una cirujano dentista
Frente a las dudas de mi audiencia, expliqué el caso presentado en Sud Radio (Francia) de una dentista no vacunada, a la que se le negó el derecho a seguir practicando su profesión. Esta dentista, para garantizar el servicio a sus pacientes, buscó un remplazante vacunado, de esta manera garantizaba el servicio y podía hacer frente a los costes estructurales de la clínica dental. Al cabo de un mes, el Colegio de Cirujanos Dentistas le comunica la obligación de anular el contrato con el remplazante vacunado, pues no solo es ella, la no vcnad, la que no puede ejercer, sino que la clínica que lleva su nombre tampoco puede dar los servicios, aunque contrate dentistas vacunados. Para no dejar a los pacientes sin atención intenta ceder la clínica, pero le niegan la autorización, por lo que tiene que seguir asumiendo los costes de estructura sin ingresos. Denuncia el caso ante los tribunales, pero sin respuesta hasta la fecha (cuatro meses más tarde). Desesperada, intenta por todos los medios contaminarse para, gracias a la inmunidad natural adquirida, disponer de una autorización de 6 meses, pero la ley que pasará entre el 15 y el 18 de enero prevé que la inmunidad natural equivale a la primera dosis de vacuna, por lo que, al cabo de dos meses, si quiere seguir beneficiándose del pasaporte sanitario-vacuna, tendrá que inocularse lo que sería la segunda dosis o perder la autorización de ejercer. La situación parece kafkiana, pero es lo que está pasando en Francia en estos momentos.
Estos detalles acabaron de escandalizar al auditorio y, ofuscados, algunos justificaron lo que le pasaba al dentista y otros, enfrentados a los primeros, me preguntaron: ¿Cuál es el objetivo de esta serie de medidas?
Si nos atenemos a las declaraciones del presidente Macron, cuyas razones la razón ignora, el objetivo es, como dijo él, “joder” a los no ciudadanos o nuevos parias hasta el final, es decir, hasta que inexorablemente sean conducidos a la quiebra económico-administrativa y, eventualmente, se les retiren los derechos políticos (efectivamente, nada garantiza que, en abril, los no vacunados puedan presentarse en las oficinas de voto para elegir a su nuevo presidente, lo que constituiría una violación de sus derechos constitucionales y de la Resolución 2361 del Parlamento Europeo, que especifica que nadie puede ser víctima de discriminación por el hecho de estar, o no, vacunado y que nadie debe sufrir presiones políticas, sociales u otras para obligarla a vacunarse).
Ahora bien, esta explicación sobre nuestros derechos y sobre el comportamiento traumatizante del residente francés no aclara el fondo de la cuestión ni la deriva social en la que nos encontramos.
¿Cuáles pueden ser las otras razones?
1.- Transformación social subyacente.
Prescindamos de lo anecdótico del comportamiento de una persona o de un grupo de poder y analicemos el cambio social subyacente que se está produciendo desde hace décadas en todo el mundo occidental y especialmente en Francia, donde los “delirios libertarios” surgidos recientemente de un núcleo duro “Antivax” (“Antivcuna”) están sirviendo como catalizador de la ambición política en una sociedad que no admite que nuestro modelo social se vea invadido por la incertidumbre, el riesgo y el miedo al vacío de la muerte. Pero acaso, este tipo de dudas y angustia, ¿no han existido siempre? ¿qué ha cambiado o está cambiando nuestra sociedad?
La “razón” parece esconderse del “miedo”, y el miedo ha sido la constante de esta epidemia, que solo ha sabido despertar comportamientos irracionales y dogmáticos, incentivados por el discurso monocromático de la prensa “oficial”, ampliamente nutrida por las dádivas interesadas del poder.
Sin embargo, el miedo a la incertidumbre, a la ruina económica, a la enfermedad y a la muerte, no siempre ha desatado la violencia como respuesta.
En otras épocas, ese miedo quedó relegado a un segundo plano, dejando paso al desarrollo social, económico y espiritual de las sociedades occidentales. Existe pues, un factor, del que no tenemos consciencia y que, al cambiar los comportamientos sociales, influye sobre la evolución más o menos positiva de la sociedad.
¿Cuál es el elemento imperceptible o subyacente que forma parte de nuestra identidad y que cada vez que se intenta prescindir de él se generan períodos convulsivos con tsunamis de violencia?
Para algunos es la consolidación de la filosofía liberal, para otros es la tradición greco-romana y para otros son los derechos humanos nacidos de la Revolución francesa, cuando ésta acabó con el viejo mundo de castas y privilegios. Sin embargo, pocos hacen referencia al cristianismo que, a través de la Escuela de Salamanca, erigió los cimientos del liberalismo, de la Ilustración y de la moderna declaración de derechos del hombre, dando forma y consistencia a las sociedades occidentales, convertidas en democracias modernas donde se protegen los derechos individuales.
La argamasa de la construcción liberal europea, aunque muchos hayan querido ocultarlo, es el cristianismo. Filosofía que subyace en nuestras constituciones nacionales y en el propio Tratado de Roma de 1957.
El cristianismo es el punto común, espiritual y cultural, de cada Estado nación europeo, que ha facilitado nuestro entendimiento y permitió crear la conciencia de pertenecer a la misma civilización sin poner en duda las identidades nacionales. No obstante, cada vez que hemos intentado erigir la ciencia, el consumo, la ecología o la filosofía igualitarista y colectiva en fundamentos de una nueva sociedad, excluyendo la inspiración cristiana, se han producido convulsiones político-sociales violentas.
Los acontecimientos históricos no faltan, así, por ejemplo, la Revolución Francesa generó casi 40.000 muertos en tan solo 10 meses; la Revolución Bolchevique, al eliminar el cristianismo de su sistema político igualitario colectivo, facilitó un totalitarismo sin frenos donde las muertes se cuentan por millones;el Nacional-Socialismo de los años 30 en Alemania, al eliminar de sus pautas la tradición judeo-cristiana (en el Mein kampf se podía leer “el individuo no es nada, la comunidad nacional (racial) lo es todo … “), engendró un monstruo que arrasó los condados de Europa en una guerra sin cuartel, hasta que, a partir de los años cincuenta del pasado siglo XX, la tradición cristiana vuelve a federarnos para construir la CEE en abril de 1957, la cual, aun siendo cristiana de espíritu, nunca tuvo el valor de explicitarlo, dejando la puerta abierta a nuevas “utopías”.
2.- Consumo y Estado Providencia
¿Qué está pasando hoy en día en Europa, y en Francia, más concretamente?
Los años de crecimiento económico (Los llamados ‘30 Gloriosos’ --1945-1975-, en Francia) asentaron el Estado del Bienestar en nuestras conciencias. De esta manera, la protección de Papá Estado (Estado Providencia) y un mundo basado en el consumo como forma de realización de las aspiraciones sociales, fue desplazando poco a poco, y de manera imperceptible, la espiritualidad cristiana, la que nos hace responsables individuales de nuestros actos frente a la promesa de trascendencia y de acceso a un mundo mejor. Por lo tanto, nuestra capacidad para afrontar la incertidumbre, el riesgo y el miedo, se fue reduciendo, en la medida que Papá Estado se ocupaba de nuestra seguridad, dicho de otra manera, nuestros derechos y deberes individuales se fueron substituyendo progresivamente por la protección colectiva lo que, indirectamente, significaba acumular más poder en las élites gestoras de nuestro bienestar, es decir, creando más privilegios para una élite sin rostro, la cual, con el advenimiento de las Nuevas Tecnologías y la Inteligencia Artificial, empezó a controlar nuestras vidas a través de la satisfacción y manipulación de nuestras necesidades, beneficiándose de no tener enfrente a un verdadero contrapoder como la moral cristiana, poco a poco degradada por continuos los ataques mediáticos a la integridad de sus estamentos.
En tales circunstancias, las crisis económicas que recurrentemente aparecen han reforzado el poder de las nuevas élites, convirtiéndolas en castas como las del Antiguo Régimen. Además, los mensajes subliminales de la publicidad y la insistente incitación al consumo objeto de deseo, cada vez más inaccesible, genera frustración, polariza y divide la sociedad, haciendo que el individuo busque con ansiedad lo colectivo, como refugio de una identidad ya difícilmente reconocible.
La dependencia social del individuo actual, sin el refugio de la espiritualidad cristiana, es el germen de la violencia social, lo que explica que, como compensación al vacío dejado por el cristianismo, haya surgido la religión de la ecología, del clima, en fin, de la “Pachamama”, religión con dogmas, pero sin espíritu, que antepone lo colectivo al individuo, transformando los Derechos Humanos del Individuo en Derechos Colectivos. Este fenómeno ha generado una brecha por donde se infiltran tanto el totalitarismo burocrático y colectivista como otras religiones universalistas, entre las que destaca el islam. Este es el panorama de fondo de la sociedad francesa actual, con grandes dificultades para reconocerse en sí misma y defender su identidad.
3.- La identidad como telón de fondo del debate electoral
Establecidas estas bases y volviendo al comportamiento de Macron, es legítimo preguntarse cuál es la parte que ha determinado su insultante y discriminatoria explosión teatral. ¿La fría estrategia política electoral? ¿los sentimientos desbordados de impotencia y frustración? o ¿su globalismo progresista anti-soberanista?
Falsear la historia de la construcción de nuestros derechos, hoy constitucionales, desvinculando el nacimiento de estos de la tradición cristiana, está creando un problema de identidad en los pueblos europeos, y Francia no escapa a esta dinámica.
Observamos que la radicalización violenta de los ecologistas, cuyos dogmas convierten la salvaguarda del planeta en la nueva religión, justifica las acciones violentas dirigidas hacia aquellos que no aceptan diluirse en el globalismo colectivista reinante y polariza aún más la sociedad, creando un vacío, una grieta, por donde otra corriente espiritual universalista se está infiltrando en la sociedad francesa: el islam.
Esto explica la aparición de un candidato sorpresa: Eric Zemmour, que ha hecho irrupción en la campaña electoral enarbolando el tema de la identidad, como una construcción histórica de la nación francesa basada en la espiritualidad judeocristiana que se apoya en el individuo y en su libre albedrío, la que hay que defender frente al multiculturalismo globalista y colectivista que solo beneficia a las nuevas élites en el poder. Elementos que Zemmour ha marcado de su impronta a través del problema de lo que él llama “gran remplazo o gran substitución”, poniendo el dedo en la llaga de una inmigración masiva que reclama, en la sociedad francesa, el respeto de sus diferencias y sin querer asimilarse, lo que no solo genera una presión a la baja del salario medio en Francia, sino que además, altera el equilibrio de ciertos sectores productivos característicos de la identidad francesa como son el vitivinícola y el de los derivados del cerdo, pero no solo eso, su concepción religiosa además de generar tabús alimenticios intenta legitimar diferentes estatutos entre los ciudadanos (hombre – mujer), con diferentes derechos y deberes, lo que ya ha creado un reflejo, en una parte de la sociedad francesa, que permite abrir la puerta a la diferenciación de derechos entre vacunados y no vacunados.
Contrariamente a lo que muchos piensan, y de lo que acusan a Zemmour, su lucha por la salvaguarda de la identidad francesa no es racial, sino cultural y espiritual. El éxito del libro Sumisión del escritor francés Houelbecq, es una clara muestra de la situación a la que intenta hacer frente Zemmour, y lo que explica, en parte, la lucha política actual y las maniobras “macronistas” para que la campaña electoral no se le escape de las manos, pues en pocos meses Zemmour ha impuesto los temas clave de la campaña electoral:
- Identidad nacional
- Origen cristiano de nuestras libertades
- Frenar imperiosamente el gran remplazo, controlando la inmigración originaria, fundamentalmente, de los países musulmanes.
Además, su movimiento, llamado “Reconquista”, ha conseguido más de 70.000 afiliados que pagan su cuota en pocos meses, lo que prácticamente ningún partido había conseguido hasta ahora, y las encuestas le dan en torno a 20% de las intenciones de voto en la primera vuelta. Estos datos confirman las encuestas que demuestran que casi el 70% de la población francesa acepta su posicionamiento, en lo que se refiere a la inmigración, al gran remplazo y a la identidad, lo que implica que, sin haber utilizado el tema de la pandemia, está en posesión de un argumento electoral de peso que puede dañar profundamente las expectativas de Macron.
Frente a un posicionamiento basado en la salvaguarda de los derechos individuales inspirados del cristianismo y de defensa de la identidad de la nación como unas construcción histórica que no solo da sentido al Ser, sino que además ofrece un destino, fuera del globalismo multicultural, que para Zemmour implica frenar inmediatamente el gran remplazo y defender la soberanía nacional de la intromisión de organizaciones internacionales, la opción de Macron parece ser el uso, aunque sea por la violencia verbal y administrativa, del miedo inmediato a la perdida de la salud y la vida, unido a la pérdida de todos tus derechos individuales, en aras del bienestar y de la protección colectiva y solidaria.
Las oposiciones, que subliminalmente se introducen en todos los hogares, a través de una prensa sometida, son claras:
- Individualismo egoísta frente a colectivismo solidario
- Identidad nacional frente a multiculturalismo globalista
- Cristianismo rancio frente a laicismo
- Extrema derecha fascista frente a liberalismo progresista e internacionalista
El objetivo es que el tema “Seguridad” pueda vencer al tema “Identidad”, y la violencia y el miedo, son factores esenciales del discurso.
Por el momento no sabemos si Eric Zemmour podrá obtener las 500 firmas de alcaldes que necesita para poder presentarse, pues la mayor parte de los elegidos locales reciben presiones para no apoyar la candidatura de Zemmour, y desde el mandato de François Hollande, las firmas apoyando a uno u otro candidato se han vuelto públicas. De ahí que la estigmatización de Eric Zemmour sea tan importante y que la política del miedo-seguridad quiera imponerse en esta campaña, aunque Macron tenga que insultar a una parte de la población y crear ciudadanos de segunda zona, pues sabe que, para los otros, dicha situación es como una espada de Damocles permanente.
Escándalo político. El régimen presidencialista francés en entredicho
Francia ha celebrado la Epifanía con una tormenta política provocada por unas inoportunas y violentas declaraciones de su presidente, Emmanuel Macron, reproducidas en Le Parisien y en Le Monde.
Reproducimos algunos párrafos escogidos, en los cuales, el Presidente galo habla de las medidas de retorsión que impondrá a los que no quieren vacunarse, y de sus motivos:
¿Qué piensa hacer con los irreductibles galos no vacunados?
“Se trata de una pequeña minoría refractaria a la que se puede reducir – perdón por decirlo así – jorobándola aún más.
Yo no quiero hacer la vida imposible a los franceses, de hecho, protesto continuamente contra la Administración pública cuando ésta los bloquea. No obstante, a los no vacunados tengo ganas de joderlos (les emmerder), y le aseguro que lo haremos hasta el final. Esa es mi estrategia.
Por supuesto, no los meteré en prisión ni los vacunaré por la fuerza, simplemente, a partir del 15 de enero, ya no podrán ir al restaurante ni a tomar una cerveza o beber un café en un bar, tampoco podrán ir al teatro o al cine …
De hecho, Macron recuerda – en la misma entrevista - que un no vacunado es un irresponsable y «un irresponsable no es un ciudadano».
De esta manera, el Presidente pretende instituir, con el culpable comportamiento colaboracionista de la mayoría de la Asamblea Nacional, ciega ante su líder carismático, un nuevo tipo de sanción: “la pérdida del estatuto de ciudadano para los no vacunados, una forma de "apartheid" a la francesa que instaura el “Certificado de Ciudadanía”.
Por supuesto, no se tratará de una sanción penal, en apariencia, pero dará autorización al “linchamiento” social, administrativo y económico, facilitando la quiebra de los no vacunados.
Además, como se puede leer en Le Figaro, al declarar todo lo que se refiere a la gestión de la pandemia como “secreto de defensa”, el Gobierno francés se asegura de que nadie pueda realizar investigaciones sobre las decisiones políticas, cuyas actas - bajo la cobertura del “Consejo de Defensa” - no serán consultables hasta que hayan pasado 50 años, por lo menos, lo que hará imposible encontrar a los responsables que han conducido a la sociedad francesa a este estado bipolar y psicopático.
Entre las diferentes medidas decretadas, podemos citar la instauración del Estado de Alarma hasta el 31 de julio de 2022, lo que permite a este Gobierno romper acuerdos sindicales y modificar las condiciones de los contratos de trabajo de manera unilateral, obligando a las empresas a aplicar de manera intensiva el teletrabajo, bajo amenaza de someterlas a importantes multas, en caso de incumplimiento. De esta manera, los no ciudadanos, los no vacunados, podrán ejercer su nuevo estatuto de esclavos a distancia.
¿Violencia gratuita del actual mandatario francés o maquiavélico comportamiento estratégico?
La última proposición de ley del Gobierno francés, que será debatida en el Senado el 18 de enero, y que pretende convertir el pasaporte sanitario en una obligación exclusiva de vacuna, fue precedida de las explosivas declaraciones de su presidente, haciendo decir a algunos comentaristas políticos que hemos entrado en una dictadura discriminatoria, que anula los derechos de una parte significativa de la población sin base legal ni sanitaria de apoyo, más bien, todo lo contrario. Recordemos que según la Directiva 2001/20/CE de 4 de abril 2001, art.2, d, mientras las vacunas disponibles en el territorio francés sigan en fase 3 de ensayos clínicos, son consideradas “experimentales”, y el número de veces que se hayan aplicado sobre la población no cambia su categoría jurídica, lo que explica que la Agencia Europea del Medicamento solo les haya dado una autorización condicional. Para que dicha autorización pueda ser definitiva, los ensayos clínicos tienen que estar acabados y aprobados, según el Reglamento n° 726/2004 de 31 de marzo 2004, art. 6. Por lo tanto, la vacuna en fase 3 experimental solo puede proponerse a personas voluntarias que, habiendo sido bien informadas, dan su consentimiento libre y con conocimiento de causa, como marca el art. L. 1122 – 1 – 1, del Código de la Salud Pública y el Código de Nuremberg de 1947. En tales circunstancias, obligar a alguien a vacunarse, bajo amenazas tanto físicas como psicológicas, administrativas o económicas, ataca el derecho fundamental de respeto a la integridad física y entra en el campo de la ilegalidad. Asumir este estado permanente de amenaza como algo normal es legitimar la caducidad de la democracia para entrar en un nuevo totalitarismo de espectro global.
Aunque estos argumentos jurídicos pudieran servir de base a toda protesta legítima, lo que realmente ha golpeado con más fuerza la sensibilidad de los franceses fue la violencia de las amenazas públicas y discriminatorias lanzadas por el presidente Macron contra una porción de sus ciudadanos, convirtiéndolo – según algunas personas entrevistadas - en un despreciable matón de barrio.
Entre el miedo generado por la enfermedad, la sensación de que el Gobierno miente para ocultar su mala gestión sanitaria, y la constatación de una restricción completa y autoritaria de las libertades fundamentales, ejercida sobre una parte de la ciudadanía, que se siente discriminada y amenazada, el ambiente se está volviendo irrespirable y la explosión social ya no parece tan hipotética o lejana.
Constatamos, pues, una estrategia voluntaria y violenta basada en amenazas de limitación de las libertades constitucionales de circulación, de expresión y de acceso al trabajo y a las actividades sociales, observamos una polarización de la sociedad a través del miedo y la manipulación de la información, y de la creación de parias o ciudadanos de segunda…, eso es lo que está pasando en Francia, pero, como decíamos antes, cuando hablábamos de espectro global, ¿esto solo ocurre en Francia?
Francia no es un caso aislado. Generalización mundial del caos
En Canadá, por ejemplo, se han suspendido las indemnizaciones de paro a los no vacunads. El Ministro de Empleo y Seguridad Social explica que mientras la salud pública colectiva de los canadienses esté amenazada y, por lo tanto, también la economía, las decisiones en materia de salud pública serán prioritarias frente a cualquier otra decisión en los sectores de empleo o de trabajo. En Quebec, además, se exigirá el pasaporte de vacunado para acceder a los comercios de venta de alcohol y cannabis. Sin embargo, en Singapur, las autoridades han anunciado que los no vacunados son libres de su decisión, pero que cuando sean admitidos en cuidados intensivos deberán pagar el coste de la hospitalización, en torno a los 16.000 euros. En Indonesia, por ejemplo, a loso vacunados se les niega el permiso de conducir o se les incautan los correos y cortan las ayudas sociales. En una ocasión, una mujer vio rechazada una denuncia por violación porque al no esar vacunada no se le permitió el acceso a la Policía.
Como se puede observar, en el resto del mundo las situaciones son muy variadas, con el uso y abuso sistemático de medidas coercitivas de tipo administrativo o económicas pero, que yo sepa, ningún representante máximo ha proferido amenazas verbales como las del presidente francés, por lo que podríamos preguntarnos si dichas declaraciones fueron premeditadas dentro del marco de la campaña electoral que apenas comienza en Francia o si obedecen a una implantación institucional de la violencia como principal manifestación de la crisis de valores que padece la sociedad francesa.
Crisis de valores, crisis social e identitaria, miedo, anomia…
La utopía europea se está convirtiendo en una pesadilla orwelliana, y cabe preguntarse si estamos viviendo una simple crisis sanitaria y económica o, por el contrario, lo que sucede es el reflejo de importantes transformaciones de fondo, que afectan a los valores y a la identidad del pueblo francés.
Para comprender la situación, sabiendo que sacudir las emociones permite hacer emerger del subconsciente las sensaciones y miedos relegados, empecé por verificar el Estado de Alarma de algunos ciudadanos, comunicando el siguiente texto a una pequeña muestra:
“Imagínese que, de repente, en su teléfono móvil aparece el siguiente mensaje:
¡ATENCION! PASAPORTE DE VACUNA CADUCADO
Su teléfono no puede enviar ni recibir llamadas, no puede acceder a Internet ni pagar los servicios de transporte mientras no se haya puesto al día.
Programe, por favor, una visita al Centro de Vacunación más próximo”
¿Cuáles fueron las reacciones?
Nadie quiso creer que esto pudiera pasar, sin embargo, cuando les expliqué que estaba ocurriendo en la provincia de Pendjab, Pakistán, donde las autoridades ya han aislado numéricamente a los no vacunados, bloqueando sus tarjetas SIM, para que no puedan utilizar sus teléfonos, me dijeron, “pero eso no es Europa, aquí se montaría una revolución”
Primero rechazaron la posibilidad de que fuera real y, en segundo lugar, cuando anuncié donde estaba pasando realmente, al miedo le substituyó el confort de la lejanía, “a nosotros eso no puede pasarnos, es imposible, estamos en Europa, protegidos por nuestro Estado Providencia”.
Entonces, para incrementar el estrés, pregunté: ¿qué diferencia de grado represivo encontráis entre las autoridades de Pendjab y las italianas, teniendo en cuenta que éstas últimas obligan a vacunarse a todos los que han pasado de los 50 años y se encuentran en plena actividad profesional, bajo la amenaza de perder el empleo y los derechos de pensión adquiridos por el pago de sus respectivas cuotas de Seguridad Social? ¿O qué diferencia encontráis con las autoridades francesas que, además de restringir a cero la vida social de los no vacunados, creando ciudadanos de segunda, impiden la movilidad interregional en transporte público y amenazan con perseguirlos y hacerles la vida imposible hasta el final?
No hubo respuesta, al menos no una respuesta clara. El ambiente se enrareció, generando angustia en unos y agresividad en otros.
Acoso a una cirujano dentista
Frente a las dudas de mi audiencia, expliqué el caso presentado en Sud Radio (Francia) de una dentista no vacunada, a la que se le negó el derecho a seguir practicando su profesión. Esta dentista, para garantizar el servicio a sus pacientes, buscó un remplazante vacunado, de esta manera garantizaba el servicio y podía hacer frente a los costes estructurales de la clínica dental. Al cabo de un mes, el Colegio de Cirujanos Dentistas le comunica la obligación de anular el contrato con el remplazante vacunado, pues no solo es ella, la no vcnad, la que no puede ejercer, sino que la clínica que lleva su nombre tampoco puede dar los servicios, aunque contrate dentistas vacunados. Para no dejar a los pacientes sin atención intenta ceder la clínica, pero le niegan la autorización, por lo que tiene que seguir asumiendo los costes de estructura sin ingresos. Denuncia el caso ante los tribunales, pero sin respuesta hasta la fecha (cuatro meses más tarde). Desesperada, intenta por todos los medios contaminarse para, gracias a la inmunidad natural adquirida, disponer de una autorización de 6 meses, pero la ley que pasará entre el 15 y el 18 de enero prevé que la inmunidad natural equivale a la primera dosis de vacuna, por lo que, al cabo de dos meses, si quiere seguir beneficiándose del pasaporte sanitario-vacuna, tendrá que inocularse lo que sería la segunda dosis o perder la autorización de ejercer. La situación parece kafkiana, pero es lo que está pasando en Francia en estos momentos.
Estos detalles acabaron de escandalizar al auditorio y, ofuscados, algunos justificaron lo que le pasaba al dentista y otros, enfrentados a los primeros, me preguntaron: ¿Cuál es el objetivo de esta serie de medidas?
Si nos atenemos a las declaraciones del presidente Macron, cuyas razones la razón ignora, el objetivo es, como dijo él, “joder” a los no ciudadanos o nuevos parias hasta el final, es decir, hasta que inexorablemente sean conducidos a la quiebra económico-administrativa y, eventualmente, se les retiren los derechos políticos (efectivamente, nada garantiza que, en abril, los no vacunados puedan presentarse en las oficinas de voto para elegir a su nuevo presidente, lo que constituiría una violación de sus derechos constitucionales y de la Resolución 2361 del Parlamento Europeo, que especifica que nadie puede ser víctima de discriminación por el hecho de estar, o no, vacunado y que nadie debe sufrir presiones políticas, sociales u otras para obligarla a vacunarse).
Ahora bien, esta explicación sobre nuestros derechos y sobre el comportamiento traumatizante del residente francés no aclara el fondo de la cuestión ni la deriva social en la que nos encontramos.
¿Cuáles pueden ser las otras razones?
1.- Transformación social subyacente.
Prescindamos de lo anecdótico del comportamiento de una persona o de un grupo de poder y analicemos el cambio social subyacente que se está produciendo desde hace décadas en todo el mundo occidental y especialmente en Francia, donde los “delirios libertarios” surgidos recientemente de un núcleo duro “Antivax” (“Antivcuna”) están sirviendo como catalizador de la ambición política en una sociedad que no admite que nuestro modelo social se vea invadido por la incertidumbre, el riesgo y el miedo al vacío de la muerte. Pero acaso, este tipo de dudas y angustia, ¿no han existido siempre? ¿qué ha cambiado o está cambiando nuestra sociedad?
La “razón” parece esconderse del “miedo”, y el miedo ha sido la constante de esta epidemia, que solo ha sabido despertar comportamientos irracionales y dogmáticos, incentivados por el discurso monocromático de la prensa “oficial”, ampliamente nutrida por las dádivas interesadas del poder.
Sin embargo, el miedo a la incertidumbre, a la ruina económica, a la enfermedad y a la muerte, no siempre ha desatado la violencia como respuesta.
En otras épocas, ese miedo quedó relegado a un segundo plano, dejando paso al desarrollo social, económico y espiritual de las sociedades occidentales. Existe pues, un factor, del que no tenemos consciencia y que, al cambiar los comportamientos sociales, influye sobre la evolución más o menos positiva de la sociedad.
¿Cuál es el elemento imperceptible o subyacente que forma parte de nuestra identidad y que cada vez que se intenta prescindir de él se generan períodos convulsivos con tsunamis de violencia?
Para algunos es la consolidación de la filosofía liberal, para otros es la tradición greco-romana y para otros son los derechos humanos nacidos de la Revolución francesa, cuando ésta acabó con el viejo mundo de castas y privilegios. Sin embargo, pocos hacen referencia al cristianismo que, a través de la Escuela de Salamanca, erigió los cimientos del liberalismo, de la Ilustración y de la moderna declaración de derechos del hombre, dando forma y consistencia a las sociedades occidentales, convertidas en democracias modernas donde se protegen los derechos individuales.
La argamasa de la construcción liberal europea, aunque muchos hayan querido ocultarlo, es el cristianismo. Filosofía que subyace en nuestras constituciones nacionales y en el propio Tratado de Roma de 1957.
El cristianismo es el punto común, espiritual y cultural, de cada Estado nación europeo, que ha facilitado nuestro entendimiento y permitió crear la conciencia de pertenecer a la misma civilización sin poner en duda las identidades nacionales. No obstante, cada vez que hemos intentado erigir la ciencia, el consumo, la ecología o la filosofía igualitarista y colectiva en fundamentos de una nueva sociedad, excluyendo la inspiración cristiana, se han producido convulsiones político-sociales violentas.
Los acontecimientos históricos no faltan, así, por ejemplo, la Revolución Francesa generó casi 40.000 muertos en tan solo 10 meses; la Revolución Bolchevique, al eliminar el cristianismo de su sistema político igualitario colectivo, facilitó un totalitarismo sin frenos donde las muertes se cuentan por millones;el Nacional-Socialismo de los años 30 en Alemania, al eliminar de sus pautas la tradición judeo-cristiana (en el Mein kampf se podía leer “el individuo no es nada, la comunidad nacional (racial) lo es todo … “), engendró un monstruo que arrasó los condados de Europa en una guerra sin cuartel, hasta que, a partir de los años cincuenta del pasado siglo XX, la tradición cristiana vuelve a federarnos para construir la CEE en abril de 1957, la cual, aun siendo cristiana de espíritu, nunca tuvo el valor de explicitarlo, dejando la puerta abierta a nuevas “utopías”.
2.- Consumo y Estado Providencia
¿Qué está pasando hoy en día en Europa, y en Francia, más concretamente?
Los años de crecimiento económico (Los llamados ‘30 Gloriosos’ --1945-1975-, en Francia) asentaron el Estado del Bienestar en nuestras conciencias. De esta manera, la protección de Papá Estado (Estado Providencia) y un mundo basado en el consumo como forma de realización de las aspiraciones sociales, fue desplazando poco a poco, y de manera imperceptible, la espiritualidad cristiana, la que nos hace responsables individuales de nuestros actos frente a la promesa de trascendencia y de acceso a un mundo mejor. Por lo tanto, nuestra capacidad para afrontar la incertidumbre, el riesgo y el miedo, se fue reduciendo, en la medida que Papá Estado se ocupaba de nuestra seguridad, dicho de otra manera, nuestros derechos y deberes individuales se fueron substituyendo progresivamente por la protección colectiva lo que, indirectamente, significaba acumular más poder en las élites gestoras de nuestro bienestar, es decir, creando más privilegios para una élite sin rostro, la cual, con el advenimiento de las Nuevas Tecnologías y la Inteligencia Artificial, empezó a controlar nuestras vidas a través de la satisfacción y manipulación de nuestras necesidades, beneficiándose de no tener enfrente a un verdadero contrapoder como la moral cristiana, poco a poco degradada por continuos los ataques mediáticos a la integridad de sus estamentos.
En tales circunstancias, las crisis económicas que recurrentemente aparecen han reforzado el poder de las nuevas élites, convirtiéndolas en castas como las del Antiguo Régimen. Además, los mensajes subliminales de la publicidad y la insistente incitación al consumo objeto de deseo, cada vez más inaccesible, genera frustración, polariza y divide la sociedad, haciendo que el individuo busque con ansiedad lo colectivo, como refugio de una identidad ya difícilmente reconocible.
La dependencia social del individuo actual, sin el refugio de la espiritualidad cristiana, es el germen de la violencia social, lo que explica que, como compensación al vacío dejado por el cristianismo, haya surgido la religión de la ecología, del clima, en fin, de la “Pachamama”, religión con dogmas, pero sin espíritu, que antepone lo colectivo al individuo, transformando los Derechos Humanos del Individuo en Derechos Colectivos. Este fenómeno ha generado una brecha por donde se infiltran tanto el totalitarismo burocrático y colectivista como otras religiones universalistas, entre las que destaca el islam. Este es el panorama de fondo de la sociedad francesa actual, con grandes dificultades para reconocerse en sí misma y defender su identidad.
3.- La identidad como telón de fondo del debate electoral
Establecidas estas bases y volviendo al comportamiento de Macron, es legítimo preguntarse cuál es la parte que ha determinado su insultante y discriminatoria explosión teatral. ¿La fría estrategia política electoral? ¿los sentimientos desbordados de impotencia y frustración? o ¿su globalismo progresista anti-soberanista?
Falsear la historia de la construcción de nuestros derechos, hoy constitucionales, desvinculando el nacimiento de estos de la tradición cristiana, está creando un problema de identidad en los pueblos europeos, y Francia no escapa a esta dinámica.
Observamos que la radicalización violenta de los ecologistas, cuyos dogmas convierten la salvaguarda del planeta en la nueva religión, justifica las acciones violentas dirigidas hacia aquellos que no aceptan diluirse en el globalismo colectivista reinante y polariza aún más la sociedad, creando un vacío, una grieta, por donde otra corriente espiritual universalista se está infiltrando en la sociedad francesa: el islam.
Esto explica la aparición de un candidato sorpresa: Eric Zemmour, que ha hecho irrupción en la campaña electoral enarbolando el tema de la identidad, como una construcción histórica de la nación francesa basada en la espiritualidad judeocristiana que se apoya en el individuo y en su libre albedrío, la que hay que defender frente al multiculturalismo globalista y colectivista que solo beneficia a las nuevas élites en el poder. Elementos que Zemmour ha marcado de su impronta a través del problema de lo que él llama “gran remplazo o gran substitución”, poniendo el dedo en la llaga de una inmigración masiva que reclama, en la sociedad francesa, el respeto de sus diferencias y sin querer asimilarse, lo que no solo genera una presión a la baja del salario medio en Francia, sino que además, altera el equilibrio de ciertos sectores productivos característicos de la identidad francesa como son el vitivinícola y el de los derivados del cerdo, pero no solo eso, su concepción religiosa además de generar tabús alimenticios intenta legitimar diferentes estatutos entre los ciudadanos (hombre – mujer), con diferentes derechos y deberes, lo que ya ha creado un reflejo, en una parte de la sociedad francesa, que permite abrir la puerta a la diferenciación de derechos entre vacunados y no vacunados.
Contrariamente a lo que muchos piensan, y de lo que acusan a Zemmour, su lucha por la salvaguarda de la identidad francesa no es racial, sino cultural y espiritual. El éxito del libro Sumisión del escritor francés Houelbecq, es una clara muestra de la situación a la que intenta hacer frente Zemmour, y lo que explica, en parte, la lucha política actual y las maniobras “macronistas” para que la campaña electoral no se le escape de las manos, pues en pocos meses Zemmour ha impuesto los temas clave de la campaña electoral:
- Identidad nacional
- Origen cristiano de nuestras libertades
- Frenar imperiosamente el gran remplazo, controlando la inmigración originaria, fundamentalmente, de los países musulmanes.
Además, su movimiento, llamado “Reconquista”, ha conseguido más de 70.000 afiliados que pagan su cuota en pocos meses, lo que prácticamente ningún partido había conseguido hasta ahora, y las encuestas le dan en torno a 20% de las intenciones de voto en la primera vuelta. Estos datos confirman las encuestas que demuestran que casi el 70% de la población francesa acepta su posicionamiento, en lo que se refiere a la inmigración, al gran remplazo y a la identidad, lo que implica que, sin haber utilizado el tema de la pandemia, está en posesión de un argumento electoral de peso que puede dañar profundamente las expectativas de Macron.
Frente a un posicionamiento basado en la salvaguarda de los derechos individuales inspirados del cristianismo y de defensa de la identidad de la nación como unas construcción histórica que no solo da sentido al Ser, sino que además ofrece un destino, fuera del globalismo multicultural, que para Zemmour implica frenar inmediatamente el gran remplazo y defender la soberanía nacional de la intromisión de organizaciones internacionales, la opción de Macron parece ser el uso, aunque sea por la violencia verbal y administrativa, del miedo inmediato a la perdida de la salud y la vida, unido a la pérdida de todos tus derechos individuales, en aras del bienestar y de la protección colectiva y solidaria.
Las oposiciones, que subliminalmente se introducen en todos los hogares, a través de una prensa sometida, son claras:
- Individualismo egoísta frente a colectivismo solidario
- Identidad nacional frente a multiculturalismo globalista
- Cristianismo rancio frente a laicismo
- Extrema derecha fascista frente a liberalismo progresista e internacionalista
El objetivo es que el tema “Seguridad” pueda vencer al tema “Identidad”, y la violencia y el miedo, son factores esenciales del discurso.
Por el momento no sabemos si Eric Zemmour podrá obtener las 500 firmas de alcaldes que necesita para poder presentarse, pues la mayor parte de los elegidos locales reciben presiones para no apoyar la candidatura de Zemmour, y desde el mandato de François Hollande, las firmas apoyando a uno u otro candidato se han vuelto públicas. De ahí que la estigmatización de Eric Zemmour sea tan importante y que la política del miedo-seguridad quiera imponerse en esta campaña, aunque Macron tenga que insultar a una parte de la población y crear ciudadanos de segunda zona, pues sabe que, para los otros, dicha situación es como una espada de Damocles permanente.