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Pablo Mosquera
Sábado, 22 de Enero de 2022 Tiempo de lectura:

La política y sus distancias con la gente

He repasado los acontecimientos que dieron lugar a la fundación de Unidad Alavesa y el éxito que tuvo en los años 1990 y 1991, en detrimento del PP, y en alguna medida del PSE. Y tengo que decir una vez más que volvemos a tener las mismas coordenadas con algunos añadidos al espacio de la relación política-ciudadanía.

 

Sería deseable por el bien del sistema democrático que alguien hiciera análisis verdaderos, sin trampas en el solitario, y mucho más por dos coordenadas que deben preocupar a los defensores de las libertades democráticas. Los enfrentamientos que dividen y apenas encuentran esos matices que son problemas de Estado para resolverlos con acuerdos de Estado. La radicalización de los partidos políticos, que le dedican mucho más tiempo al insulto, a la descalificación que al diagnóstico y tratamiento de los problemas sociales, con lo que la sima entre política y sociedad cada día se hace mayor.

 

Hay convocadas elecciones en Castilla y León. Todo apunta a que ganará el centro-derecha que representa el PP. Otras cuestiones serán: el alcance de la extrema derecha, la presencia de partidos de provincia que representan a la España olvidada, y si se nutre de los votantes que han quedado huérfanos por la crisis de Ciudadanos. 

 

En los años a los que me he referido antes -1990 y 1991- Álava era una provincia olvidada por el Gobierno Vasco que controlaba el nacionalismo con la cooperación del socialismo. Pero también una provincia olvidada por el PP, que a la postre sólo consideraba fuera de pacto al socialismo, ya que para lo útil en las Cortes no les importaba pactar con nacionalistas vascos y catalanes, lo que dejaba huérfanos a catalanes no nacionalistas y desde luego a los alaveses.

 

El éxito "sorprendente para la cátedra" de UA estuvo en dos hechos fundamentales. La mejor respuesta al nacionalismo vasco era hacer de Álava una Comunidad Foral como Navarra y dentro de España, precisamente amparados en la disposición Constitucional que garantizaba los derechos históricos de los Territorios Forales. Pero también, el saber qué problemas culturales, económicos y sociales, sufrían los ciudadanos alaveses, y que tanto socialistas como populares ignoraban. Algo muy semejante a lo que sucede ahora en Castilla y León. Y es que habría que analizar si las autonomías más allá de incrementar el gasto público por ineficiencias de toda índole, son capaces de evitar otros centralismos y se hacen respetar en el Gobierno de España como lo consiguen los nacionalistas, que siempre sacan tajada a costa de apoyar investiduras, leyes y presupuestos. De tal desgracia que no sólo construyen un Estado asimétrico, ese mismo modelo asimétrico lo han instalado en las comunidades autónomas: Valladolid, Sevilla, Barcelona, Vigo, Bilbao, han ocupado el tradicional papel de Madrid.

 

Y lo más grave. Algo que no hemos sido capaces de resolver. No sólo las listas electorales están cerradas y se vota a las siglas, es que los representantes que logran acta de diputados, se olvidan al día siguiente de las elecciones de la circunscripción que les ha elegido y sólo obedecen al partido, que les exige fidelidad y obediencia debida. Puede que en este espacio también se haya producido el éxito de la presidenta Ayuso por su "rebeldía" con la sede central del PP y su dedicación a los madrileños.    

 

Informe Cáritas. Así los contenidos "espeluznantes" para quien tenga sensibilidad social del último informe de Cáritas sobre la pobreza en España. 11 millones de españoles en los parámetros de la denominada exclusión social. La cifra más elevada desde 2007. ¿Cuál debería ser la conducta de los poderes públicos democráticos?. Sin duda alguna analizarla, conocer los nichos de tal, identificar a los protagonistas, establecer un plan urgente e integral para paliar la situación, mucho más en un país dónde los identificados como ricos han aprovechado las coordenadas de la pandemia para aumentar sus caudales.

 

Tengo que recordar que incluso en aquel País Vasco en "los años del plomo" 1987, personalmente, como parlamentario por Álava, propuse y logré un gran acuerdo de todas las fuerzas parlamentarias -HB pasó y no fue- para constituir una comisión que elaborara el mapa de la pobreza en Euskadi, con todas sus propiedades, y en un pleno monográfico se adoptaron soluciones a corto y medio plazo. Pero lo más importante: dejamos a un lado lo que nos separaba y acordamos.

 

Echo de menos tal actitud y aptitud en los Parlamentos del Estado de las autonomías y en Las Cortes de España. Resulta miserable y señala el fracaso de muchas políticas centralizadas o descentralizadas, la situación, por otra parte muy ligada a la pandemia y las derivadas que ha instalado en la sociedad, más allá de cifras o atenciones para la morbilidad y mortalidad.  Claro que muchas de sus señorías ni habrán leído el informe de Cáritas. Incluso aquellos que van de progresistas y rompedores feministas, ni habrán reparado en esos cohortes poblacionales que tienen perfil de género y jóvenes.

 

Gregorio Ordóñez. No quiero dejar pasar estos días sin el recuerdo a Goyo Ordoñez. El 23 de enero de 1995 lo asesinaron. Para sus amigos y familia supongo sigue siendo una fecha que les coloca entre los que ni olvidan ni perdonan. Les hace sentir el recuerdo de un hombre que conectaba con la realidad social desde el Ayuntamiento de la capital de Guipúzcoa, en la que avanzaba con su valor hacia la Alcaldía.

 

Goyo era un político honrado, muy cercano al pueblo, trabajador incansable, con un lenguaje sin tapujos, políticamente incorrecto, rebelde con su propio partido, símbolo para muchos jóvenes que a pesar del terrorismo entraron en la política por el carisma del líder. Asesinar a Goyo fue enaltecer su figura y su ejemplo.

 

Por eso sigo pensando que no se puede pactar con quienes justificaron, alentaron, incitaron a los asesinatos como herramienta política. Es una cuestión que nada tiene que ver con las derechas o las izquierdas, es simplemente una cuestión de moral. Algo que el sanchismo ha perdido hace mucho tiempo.  

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