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Pedro Chacón
Sábado, 05 de Febrero de 2022 Tiempo de lectura:

Rentería / Errenteria (I)

Rentería es un municipio muy representativo de la situación de imposición en todos los órdenes (aquí nos ocupamos solo del “apellidístico”) que ha vivido y vive el País Vasco durante los últimos cincuenta años. Hoy gobierna EH Bildu, pero durante 25 años gobernó el PSE-EE. El año 1998, con Miguel Buen como alcalde por este último partido, decidieron cambiarle el nombre oficial a Rentería, que a partir de entonces pasó a llamarse Errenteria. Solo Errenteria. No dieron opción a llamarla de las dos maneras siquiera, una como se había llamado siempre –Rentería– y la otra como se empezó a llamar a partir de entonces.

 

Y todavía había un tercer nombre que se proponía como oficial por parte de la izquierda abertzale, y la presión debió ser tremenda en ese sentido, para que pasara a llamarse Orereta, puesto que la decisión del cambio oficial del nombre estuvo enmarcada por atentados terroristas a cargo de los partidarios de Orereta, que se cebaron especialmente con la localidad, seguramente por esa mezcla de inmigración, desarraigo e identidad impuesta que la caracterizó por entonces y cuyos resultados y consecuencias –en forma de predominio nacionalista– los viven actualmente sus habitantes y los de otras localidades similares de Guipúzcoa y Vizcaya, y se irradian a todo el País Vasco.

 

Las razones históricas respecto de la denominación de la localidad están clarísimas. Rentería se había llamado Rentería desde el principio mismo de su existencia como villa. Orereta, en cambio, era el nombre del pedazo de tierra o de la pequeña aldea sobre la que el rey Alfonso XI de Castilla fundó Villanueva de Oiarso o de Oyarzun, en 1320. Pretender llamar hoy Orereta a la actual Rentería, prescindiendo de ocho siglos de historia, pertenece al género de la historia-ficción. Es lo mismo que hace Sabino Arana diciéndonos que todo lo que pasó desde la fundación del Señorío de Vizcaya en un nebuloso 888 hasta que apareció él, diez siglos después, fue una sucesión de errores y desvaríos por parte de los vascos. Pero es que, aparte de eso, desde 1340 hay documentos históricos que demuestran que la villa recién creada como Villanueva de Oiarso o de Oyarzun también se llamaba La Rentería o Rentería, que es el nombre que quedó a partir de entonces.

 

Doce personas fueron asesinadas en ese pueblo por la banda terrorista ETA entre 1979 y 1998,  tres guardias civiles, un policía municipal, un empresario hostelero, tres taxistas, uno de ellos jubilado, un empleado de telefónica, un pintor, un hombre de 24 años en paro al que se le acusaba de tráfico de drogas y, por último, el concejal del PP de su ayuntamiento, Manuel Zamarreño. Para palpar un poco el ambiente en el que se llevó a cabo el cambio de nombre oficial, digamos que la decisión de poner Errenteria como único nombre oficial de Rentería se tomó por acuerdo del pleno municipal de fecha 30 de enero de 1998. Solo unas semanas antes, el 11 de diciembre de 1997, ETA había asesinado en Irún al concejal del PP de Rentería, José Luis Caso. El que lo sustituyó en el cargo, Manuel Zamarreño, fue asesinado el 25 de junio de 1998 en la misma Rentería. Unos días antes, el 10 de junio, se publicaba en el Boletín Oficial del País Vasco el cambio de nombre oficial de Rentería. Quiere decirse que el cambio de nombre oficial del municipio vino precedido por el asesinato de uno de sus ediles y que luego su aparición en el BOPV fue corroborada por el asesinato de otro edil del mismo partido. El victimario en ambos casos fue ETA. Este era el ambiente social y político durante el proceso que duró el cambio de nombre oficial de Rentería. Como ven, de lo más propicio para tomar una decisión con tales consecuencias a largo plazo.

 

El 27 de octubre de 1995 se celebró en la sede de Euskaltzaindia de Bilbao una reunión para informar sobre el nombre eusquérico más adecuado para Rentería. El acta con el contenido de la sesión se recogió en la revista Euskera editada por Euskaltzaindia. Ahí se decidió que la opción más viable era Errenteria. Luego, la decisión de que ese fuera el único nombre oficial del municipio correspondió al Ayuntamiento, presidido por Miguel Buen, del PSE, e integrado por 8 concejales del PSE, 5 de Herri Batasuna, 2 de EA, 2 de Ezker Batua-Berdeak, 2 del PP y 2 del PNV. Pero hay un dato en ese informe de Euskaltzaindia que no quiero dejar de consignar aquí. Ante la presión de los partidarios de Orereta, la institución admite que la voz rentería pueda ser castellana, en cambio no tiene dudas con la voz Errenteria: “Dejando a un lado tales juicios y prejuicios, hay que repetir con toda claridad que Errenteria es una palabra vasca”. Y de nuevo, en cuanto a rentería, intenta rebajar la españolidad del término con afirmaciones como esta: “Es muy probable que (er)renteria sea de origen castellano. Sin embargo, la palabra no parece haya sido empleada en el castellano general, y sólo en Vasconia”. Y para apuntalar esta afirmación dice que “no consta en los diccionarios castellanos, y desde luego tampoco en el de la Real Academia Española; figuraba en la edición de 1737, pero con un significado muy diferente”.

 

Que la palabra solo se hubiera empleado en Vasconia y no en el castellano general, ¿qué quiere decir, que por ser más vasca es por eso menos española? Pero es que además ¿cómo se sabe que no se empleó en el castellano general? ¿No basta con que apareciera en los diccionarios? Pero el caso es que afirma literalmente que “no consta en los diccionarios castellanos…”. La palabra, suponemos que por desuso, no está en los diccionarios actuales, pero sí lo estuvo en los pasados. Era plenamente castellana. En la edición de 1737 del Diccionario de la Real Academia de la Lengua se dice que Rentería es: “la tierra o pago que está tomado a renta”. Y en las ediciones de 1780, 1783, 1791, 1803, 1817 y 1822, que es la última edición del DRAE que recoge el término “rentería”, el significado siempre es el mismo. Pero otros diccionarios del español, hasta ocho aparte del DRAE, lo siguen recogiendo, el último de ellos el de Rodríguez Navas de 1918, que da el mismo significado de DRAE de 1737 y además añade que se trata de una “villa en la provincia de Guipúzcoa (28 km. de Tolosa), partido judicial de San Sebastián, con 7.000 habitantes”. Por lo tanto, no sabemos a qué se refiere Euskaltzaindia cuando dice que el significado que da el DRAE de 1737 es “muy diferente”, ¿muy diferente de cuál? Si resulta que en todos los diccionarios del español consultados se da siempre el mismo significado. Y, por tanto, tampoco es verdad, como dice Euskaltzaindia, que el término “rentería” no conste en los diccionarios castellanos, puesto que ya hemos visto que está en siete ediciones del DRAE desde 1737 hasta 1822 y en otros ocho diccionarios del español recogidos por la RAE, el último de ellos de 1918. Por lo tanto, que “rentería” sea un término castellano no puede tener ninguna duda. Otra cosa es que luego dejara de usarse con ese significado y por eso dejó de aparecer en los diccionarios a partir de 1918.

 

Pero fijémonos en una cuestión verdaderamente ilustrativa del doble rasero con el que nos movemos en el País Vasco en estos temas, cuando se trata de euscaldunizar. Para los nombres de los municipios se pone solo uno oficial, generalmente, y no conozco ninguna excepción, el eusquérico. Estoy pensando en el caso de Bilbao, que sigue siendo Bilbao –menos mal–, pero también aquí se reconoce esa cosa extraña de poner Bilbo como forma de escribirlo en eusquera y articularlo con sus sufijos. Con los apellidos no ocurre así, a la gente no se le obliga (por lo menos hasta ahora y por razones más de índole práctica que ideológica) a ponerse su apellido en forma eusquérica, aunque se le den todas las facilidades para hacerlo. Pero en particular en los apellidos que tienen esta forma que hemos visto con Rentería y Errenteria ocurre algo muy significativo y curioso.

 

Hay cuatro municipios vascos que empiezan por la letra erre y que han visto cómo se cambiaba su nombre para ponerlo eusquérico del siguiente modo: Rentería pasó a ser Errenteria, Régil pasó a ser Errezil, Rigoitia pasó a ser Errigoitia y en el caso del alavés Ribera Alta tuvieron, parece ser, en consideración que allí nadie habla eusquera y pusieron dos nombres oficiales, el primero, eso sí, el eusquérico Erriberagoitia y luego, unido con guión, Ribera Alta. De estos cuatro topónimos, Rentería, Régil y Rigoitia funcionan también como apellidos. Rentería es el que más portadores tiene y luego Régil. Rigoitia ya no da portadores en el Padrón del INE, se ve que está extinguido como primer o segundo apellido o a punto de hacerlo (según las reglas del INE, como sabemos, técnicamente tiene de 0 a 4 portadores).

 

En los cuatro casos, como decimos, la letra erre inicial asume una letra “e” por delante. Pero si vamos al Nomenclátor de apellidos vascos de Euskaltzaindia, veremos que todos los apellidos que empiezan por letra erre, cuando se dispone cuál es su forma eusquérica, en todos los casos –salvo excepciones contadas– se admiten dos formas, una igual que la castellana, sin poner una letra “e” por delante, y otra, como hemos visto en Errenteria, poniéndosela. ¿Por qué lo que rige para los apellidos no pudo regir para los municipios, aceptándose las dos formas eusquéricas y se impuso solo una, la más alejada de su original castellano?

 

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