Conciencia
Se dice que la conciencia es testigo, fiscal y juez. Hemos asistido hace unos días a la actuación de dos diputados de UPN que han roto la llamada disciplina de voto y su comportamiento fue acorde a la voluntad de quienes les eligieron como sus representantes y no se avinieron a convertirse en miembros de un Patio de Monipodio o en puesteros en un rastro: <<Se revenden conciencias y compramos la piel, le cambiamos la cara, le compramos a Vd.>> que cantaba el añorado Patxi Andion". Desgraciadamente vemos día a día cómo la clase política en general se ha metamorfoseado en chalanes donde las cúspides de los partidos políticos convierten a sus compañeros de más abajo en meras marionetas que gesticulan y parece que hablan cuando en realidad lo hacen sus jefes convertidos en ventrílocuos. No todo vale con tal de conseguir un objetivo; el pueblo, la sociedad, comprueba atónito cómo a menudo sus representantes no son el espejo donde mirarse e incluso la forma de expresarse y los gestos son zafios y más propios de un garito que del llamado templo de la democracia. No deben olvidar que sus decisiones deben ser tomadas a conciencia: es decir sin fraude ni engaño. No valen los apaños inmorales donde se compra y se vende la dignidad y el honor. ¿Acaso no sienten el gusanillo de la conciencia?.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS
Lasarte-Oria
Se dice que la conciencia es testigo, fiscal y juez. Hemos asistido hace unos días a la actuación de dos diputados de UPN que han roto la llamada disciplina de voto y su comportamiento fue acorde a la voluntad de quienes les eligieron como sus representantes y no se avinieron a convertirse en miembros de un Patio de Monipodio o en puesteros en un rastro: <<Se revenden conciencias y compramos la piel, le cambiamos la cara, le compramos a Vd.>> que cantaba el añorado Patxi Andion". Desgraciadamente vemos día a día cómo la clase política en general se ha metamorfoseado en chalanes donde las cúspides de los partidos políticos convierten a sus compañeros de más abajo en meras marionetas que gesticulan y parece que hablan cuando en realidad lo hacen sus jefes convertidos en ventrílocuos. No todo vale con tal de conseguir un objetivo; el pueblo, la sociedad, comprueba atónito cómo a menudo sus representantes no son el espejo donde mirarse e incluso la forma de expresarse y los gestos son zafios y más propios de un garito que del llamado templo de la democracia. No deben olvidar que sus decisiones deben ser tomadas a conciencia: es decir sin fraude ni engaño. No valen los apaños inmorales donde se compra y se vende la dignidad y el honor. ¿Acaso no sienten el gusanillo de la conciencia?.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS
Lasarte-Oria