Sabino Arana y los apellidos vasco-españoles
Esta entrada es una especie de preámbulo de lo que conformará, en futuras entregas de esta serie, un diccionario de apellidos vasco-españoles, compuesto por apellidos mixtos (llamaremos así a los que son un solo apellido con dos partes claramente diferentes, una vasca y otra castellana) y apellidos compuestos (que son los de apellido castellano seguido de preposición “de” y apellido vasco) y que demostrará del modo más evidente lo que significa la mixtura consustancial entre lo vasco y el resto de lo español (castellano mediante) en lo que se refiere a los apellidos. Lo llamaré de modo genérico Diccionario Achicallende, en honor del primer apellido de Nicolasa, la mujer de Sabino Arana, a la que su propio marido le quiso suprimir el Allende de su apellido. Nosotros no solo no lo suprimiremos sino que daremos con él el nombre a un diccionario con todos los apellidos del mismo estilo. Será nuestro particular homenaje al mestizaje vasco-español y a la presencia secular e inextricable de lo español en lo vasco por lo que se refiere a la parte vasca al sur de los Pirineos.
Estamos hablando de un tema muy curioso y muy revelador a la vez del sectarismo y la discriminación nacionalista vasca en el tema de los apellidos. Sabido es que existen muchos apellidos considerados vascos que en realidad son una mezcla entre vascos y castellanos. Lo normal sería considerarlos, por tanto, vasco-castellanos, porque ambos componentes que los integran son españoles. Pero lo mismo que decimos país vasco-español o país vasco-francés, pues lo mismo podemos decir también apellidos vasco-españoles, porque son vascos y a la vez españoles, no porque tengan dos componentes separados y enfrentados entre sí, uno vasco y otro castellano. Ni tampoco porque intentemos equiparar de ningún modo lo vasco con lo español, ya que no tenemos ninguna duda de que lo vasco que aquí consideramos es español, lo mismo que es español lo catalán, lo gallego, lo andaluz o lo castellano propiamente dicho. Además, en los apellidos vascos no hay ningún otro grupo de apellidos mixtos o compuestos que mezcle otros componentes que no sean el castellano y el vasco. Y si se da algún otro caso son escasísimos los ejemplos que lo avalan. En cambio, la mezcla o combinación entre vasco y castellano es la usual, lo que indica una vez más su larga tradición de vida en común, por una intensa convivencia de siglos que de un tiempo a esta parte los nacionalistas quieren separar contra todo sentido histórico.
Sabino Arana se fijó en esta cuestión, como cabía esperar. Alguien que, como fundamento capital de su doctrina ideológica, quería separar completamente lo vasco del resto de la España a la que venía perteneciendo desde hacía diez o doce siglos por lo menos, tenía que sentirse preocupado por la existencia de apellidos donde hubiera un componente vasco imbricado con otro castellano. Es lo que pasó con el apellido de su esposa, Achicallende, compuesto de Achica y Allende. Su determinación fue suprimirle el Allende, como veremos con detalle en otro artículo próximo de esta serie.
Veamos ahora cómo trató estos apellidos mixtos y compuestos vasco-españoles en su Tratado Etimológico de los Apellidos Euzkéricos, libro que ya hemos citado aquí y que lo consultamos por su edición de 1930 accesible en Internet. El título exacto con el que Arana lo publicó por primera vez y recogido en las Obras Completas de Sabino Arana (San Sebastián, Sendoa, 1980, vol. I, pp. 702-809, donde aparece reproducida su primera edición, impresa en Bilbao por Sebastián Amorrortu en 1895), en lugar de Euzkéricos ponía Euskéricos, con ese. Aunque nos parezca una soberana gilipollez a la mayoría (que lo es), para muchos nacionalistas poner una zeta en lugar de la ese, por ejemplo, Euzkadi en lugar de Euskadi, sigue siendo algo sagrado. Una muestra más de que estamos ante una especie de religión (por ser benévolos y no decir una secta) con sus ritos y sus claves reservadas para iniciados.
Buena parte de los apellidos mixtos vasco-españoles son los formados por un nombre español y una terminación en eusquera, normalmente con el sentido de propiedad o de lugar: la casa de, el lugar de. Por ejemplo, Jaimerena (la casa de Jaime) o Alonsotegui (el lugar de Alonso).
En la serie de apellidos mixtos vasco-españoles que da Sabino Arana en su libro, naturalmente sin considerarlos como tales, sino solo vascos, como derivación todos ellos del sufijo de propiedad o pertenencia (–ena o –rena), recoge estos ejemplos: Albarena, (el de Álvaro), Andrena (el de Andrés), Domingorena (el de Domingo), Hernandorena (el de Hernando), Esteberena (el de Esteban), Felipena (el de Felipe), Garciarena (el de García), Gomena (el de Gome), Guillenea (el de Guillermo), Illanea (el de Julián), Isidorena (el de Isidoro), Isidroena (el de Isidro), Jaimerena (el de Jaime), Jesusena (el de Jesús), Juanarena (el de Juan), Juanmartiñena, Catalinena (el de Catalina), Cristobalena (el de Cristóbal), Loperena (el de Lope), Luisena (el de Luis), Marcosena (el de Marcos), Manurena (el de Manuel), Martiñena (el de Martín), Miguelena (el de Miguel), Michelena (el de Miguelín), Millanea (el de Emiliano), Perurena y Petrorena (el de Pedro), Rodrigoena (el de Rodrigo), Ramirena (el de Ramiro), Sancinena (el de Sanchito), Tellorena (el de Tello), Yagorena (el de Jacobo), Yanena y Yoanena (el de Juan). De todos estos apellidos citados –hay algunos más–, actualmente solo tienen portadores en el Padrón del INE (si incluimos Gillenea, la forma eusquérica de Guillenea, y Mitxelena, la forma eusquérica de Michelena), menos de la mitad, en concreto: Domingorena, Hernandorena, Esteberena, Garciarena, Guillenea (Gillenea), Jaimerena, Juanarena, Juanmartiñena, Cristobalena, Loperena, Michelena (Mitxelena), Miguelena y Perurena, todos ellos con muy pocos portadores, el que más tiene es Michelena y rebasa por poco los 1000. Esta desaparición de apellidos de este tipo constituye otra muestra de la deriva general de los apellidos vascos hacia la consunción sin remedio, por falta de reposición y de vitalidad en los mismos. En cualquier caso, son apellidos mixtos vasco-castellanos, y no solo vascos, aunque se originaran en el País Vasco y Navarra, y mucho menos solo eusquéricos, debido a que tienen una parte, la principal, inequívocamente castellana.
Sabino Arana se contradice a sí mismo cuando, refiriéndose a “los nombres de pila extranjeros [es decir españoles] que, al ser adoptados por la raza euskeriana, recibieron alguna modificación en su forma, euskerizándose”, se muestra tajante: “Los que no sufrieron alteración ninguna no pueden ser considerados como nombres euskéricos, por lo mismo que conservaron íntegra su forma erdérica” (página 69 del Tratado etimológico). Entonces, por este razonamiento, prácticamente todos los apellidos incluidos en la lista anterior (a excepción quizás de Albarena o Illanea), no podrían ser considerados eusquéricos, porque su parte española no ha sido alterada en lo más mínimo.
De este tipo de apellidos en el libro de Sabino Arana aparecen solo dos o tres con parte francesa y parte vasca: Joanessandy (Juan grande), Michelenecoa (el de Mitxelena) y Charlesena (el de Carlos traduce Arana), pero aun en estos casos, los traduce por su nombre español. Podía haber dejado las traducciones en el francés original, pero prefiere dárnoslas en castellano o en el caso de Michelenecoa en eusquera, pero no en su original francés. De estos apellidos hoy tampoco vemos que tengan portadores en las páginas web de apellidos franceses.
Otra forma de combinación de lo vasco con lo español se da en aquellos apellidos eusquéricos que adoptan la terminación castellana en –ez o –iz, típica de los apellidos españoles. Aunque hoy el tema está sujeto a discusión por los eusquerólogos, al considerar esas terminaciones en –ez o –iz tan típicas del eusquera como del castellano. Y por eso, de momento, no lo vamos a considerar aquí. No olvidemos que –ez se emplea en eusquera como terminación para indicar el modo o la materia de la que está hecho algo (“egurrez”, por ejemplo, significa de madera) y que se podría aplicar a los apellidos en origen: Fernández, de Fernando. Así tendríamos apellidos eusquéricos como Aranguiz (de Arango), Basáñez (de Basain), Echániz (de Etxano), Guerricaiz (de Gerrika), Lamíquiz (de Lamika), Lándiz (de Landa), Lemóniz (de Lemona), Lezámiz (de Lezama), Marquínez (de Marquina), Ozámiz (de Ozama). Aquí Sabino Arana también incluye Chavez (de Txabe). En cualquier caso, estamos ante otra muestra evidente más de imbricación de lo vasco y lo castellano o español, que Sabino Arana consideraba en su libro pero que al mismo tiempo (contradiciéndose, como era habitual en él) rechazaba tajantemente puesto que a los apellidos terminados en –ez los consideraba inequívocamente exóticos a lo vasco, por españoles.
Y por último tenemos los apellidos compuestos de dos apellidos, uno castellano y otro eusquérico, separados por la preposición “de”, del tipo de García de Cortázar, Ortiz de Zárate y demás. Que existan estos apellidos se debe, según Sabino Arana, entre otras razones, a que “cuando alguno lleva por primer apellido un patronímico español de la clase de López, procura ordinariamente remediar la vulgaridad de éste agregándole alguno de los demás que tenga, y con preferencia si es euskérico”. La grafía eusquérica que propone para estos apellidos es la de poner en primer lugar el apellido eusquérico y luego, seguido de un guión, relegar el apellido castellano al segundo lugar. Así, por ejemplo, Ortiz de Zárate, en eusquera, debería quedar, según él, Zarate-Ortiz, y Díaz de Mendíbil, Mendibil-Díaz y así con todos los de este tipo compuesto. En cualquier caso, Euskaltzaindia no ha hecho caso de esta indicación y en la forma eusquérica que propone para estos apellidos en su Nomenclátor ofrece dos alternativas, siempre manteniendo el orden originario: o eusquerizar solo el apellido vasco y mantener la “de” o convertir la preposición “de” en la terminación “-ko” detrás del apellido vasco: por ejemplo, para Martínez de Zuazo ofrece dos posibilidades: Martinez de Zuatzo o Martinez Zuatzoko y así con todos los demás apellidos compuestos de este tipo. Con lo cual el orden de los elementos no se altera en ningún caso. Ni que decir tiene que, así como hay algunos contados poseedores de estos apellidos combinados que han puesto la parte vasca en grafía eusquérica, manteniendo la preposición “de” en medio, a nadie, repetimos, a nadie le ha dado aún por poner eso de Martinez Zuatzoko o cosa parecida, suprimiendo la preposición “de” por el sufijo –ko. Y es que todo (incluida esta sarta de ocurrencias xenófobas) tiene un límite.
Esta entrada es una especie de preámbulo de lo que conformará, en futuras entregas de esta serie, un diccionario de apellidos vasco-españoles, compuesto por apellidos mixtos (llamaremos así a los que son un solo apellido con dos partes claramente diferentes, una vasca y otra castellana) y apellidos compuestos (que son los de apellido castellano seguido de preposición “de” y apellido vasco) y que demostrará del modo más evidente lo que significa la mixtura consustancial entre lo vasco y el resto de lo español (castellano mediante) en lo que se refiere a los apellidos. Lo llamaré de modo genérico Diccionario Achicallende, en honor del primer apellido de Nicolasa, la mujer de Sabino Arana, a la que su propio marido le quiso suprimir el Allende de su apellido. Nosotros no solo no lo suprimiremos sino que daremos con él el nombre a un diccionario con todos los apellidos del mismo estilo. Será nuestro particular homenaje al mestizaje vasco-español y a la presencia secular e inextricable de lo español en lo vasco por lo que se refiere a la parte vasca al sur de los Pirineos.
Estamos hablando de un tema muy curioso y muy revelador a la vez del sectarismo y la discriminación nacionalista vasca en el tema de los apellidos. Sabido es que existen muchos apellidos considerados vascos que en realidad son una mezcla entre vascos y castellanos. Lo normal sería considerarlos, por tanto, vasco-castellanos, porque ambos componentes que los integran son españoles. Pero lo mismo que decimos país vasco-español o país vasco-francés, pues lo mismo podemos decir también apellidos vasco-españoles, porque son vascos y a la vez españoles, no porque tengan dos componentes separados y enfrentados entre sí, uno vasco y otro castellano. Ni tampoco porque intentemos equiparar de ningún modo lo vasco con lo español, ya que no tenemos ninguna duda de que lo vasco que aquí consideramos es español, lo mismo que es español lo catalán, lo gallego, lo andaluz o lo castellano propiamente dicho. Además, en los apellidos vascos no hay ningún otro grupo de apellidos mixtos o compuestos que mezcle otros componentes que no sean el castellano y el vasco. Y si se da algún otro caso son escasísimos los ejemplos que lo avalan. En cambio, la mezcla o combinación entre vasco y castellano es la usual, lo que indica una vez más su larga tradición de vida en común, por una intensa convivencia de siglos que de un tiempo a esta parte los nacionalistas quieren separar contra todo sentido histórico.
Sabino Arana se fijó en esta cuestión, como cabía esperar. Alguien que, como fundamento capital de su doctrina ideológica, quería separar completamente lo vasco del resto de la España a la que venía perteneciendo desde hacía diez o doce siglos por lo menos, tenía que sentirse preocupado por la existencia de apellidos donde hubiera un componente vasco imbricado con otro castellano. Es lo que pasó con el apellido de su esposa, Achicallende, compuesto de Achica y Allende. Su determinación fue suprimirle el Allende, como veremos con detalle en otro artículo próximo de esta serie.
Veamos ahora cómo trató estos apellidos mixtos y compuestos vasco-españoles en su Tratado Etimológico de los Apellidos Euzkéricos, libro que ya hemos citado aquí y que lo consultamos por su edición de 1930 accesible en Internet. El título exacto con el que Arana lo publicó por primera vez y recogido en las Obras Completas de Sabino Arana (San Sebastián, Sendoa, 1980, vol. I, pp. 702-809, donde aparece reproducida su primera edición, impresa en Bilbao por Sebastián Amorrortu en 1895), en lugar de Euzkéricos ponía Euskéricos, con ese. Aunque nos parezca una soberana gilipollez a la mayoría (que lo es), para muchos nacionalistas poner una zeta en lugar de la ese, por ejemplo, Euzkadi en lugar de Euskadi, sigue siendo algo sagrado. Una muestra más de que estamos ante una especie de religión (por ser benévolos y no decir una secta) con sus ritos y sus claves reservadas para iniciados.
Buena parte de los apellidos mixtos vasco-españoles son los formados por un nombre español y una terminación en eusquera, normalmente con el sentido de propiedad o de lugar: la casa de, el lugar de. Por ejemplo, Jaimerena (la casa de Jaime) o Alonsotegui (el lugar de Alonso).
En la serie de apellidos mixtos vasco-españoles que da Sabino Arana en su libro, naturalmente sin considerarlos como tales, sino solo vascos, como derivación todos ellos del sufijo de propiedad o pertenencia (–ena o –rena), recoge estos ejemplos: Albarena, (el de Álvaro), Andrena (el de Andrés), Domingorena (el de Domingo), Hernandorena (el de Hernando), Esteberena (el de Esteban), Felipena (el de Felipe), Garciarena (el de García), Gomena (el de Gome), Guillenea (el de Guillermo), Illanea (el de Julián), Isidorena (el de Isidoro), Isidroena (el de Isidro), Jaimerena (el de Jaime), Jesusena (el de Jesús), Juanarena (el de Juan), Juanmartiñena, Catalinena (el de Catalina), Cristobalena (el de Cristóbal), Loperena (el de Lope), Luisena (el de Luis), Marcosena (el de Marcos), Manurena (el de Manuel), Martiñena (el de Martín), Miguelena (el de Miguel), Michelena (el de Miguelín), Millanea (el de Emiliano), Perurena y Petrorena (el de Pedro), Rodrigoena (el de Rodrigo), Ramirena (el de Ramiro), Sancinena (el de Sanchito), Tellorena (el de Tello), Yagorena (el de Jacobo), Yanena y Yoanena (el de Juan). De todos estos apellidos citados –hay algunos más–, actualmente solo tienen portadores en el Padrón del INE (si incluimos Gillenea, la forma eusquérica de Guillenea, y Mitxelena, la forma eusquérica de Michelena), menos de la mitad, en concreto: Domingorena, Hernandorena, Esteberena, Garciarena, Guillenea (Gillenea), Jaimerena, Juanarena, Juanmartiñena, Cristobalena, Loperena, Michelena (Mitxelena), Miguelena y Perurena, todos ellos con muy pocos portadores, el que más tiene es Michelena y rebasa por poco los 1000. Esta desaparición de apellidos de este tipo constituye otra muestra de la deriva general de los apellidos vascos hacia la consunción sin remedio, por falta de reposición y de vitalidad en los mismos. En cualquier caso, son apellidos mixtos vasco-castellanos, y no solo vascos, aunque se originaran en el País Vasco y Navarra, y mucho menos solo eusquéricos, debido a que tienen una parte, la principal, inequívocamente castellana.
Sabino Arana se contradice a sí mismo cuando, refiriéndose a “los nombres de pila extranjeros [es decir españoles] que, al ser adoptados por la raza euskeriana, recibieron alguna modificación en su forma, euskerizándose”, se muestra tajante: “Los que no sufrieron alteración ninguna no pueden ser considerados como nombres euskéricos, por lo mismo que conservaron íntegra su forma erdérica” (página 69 del Tratado etimológico). Entonces, por este razonamiento, prácticamente todos los apellidos incluidos en la lista anterior (a excepción quizás de Albarena o Illanea), no podrían ser considerados eusquéricos, porque su parte española no ha sido alterada en lo más mínimo.
De este tipo de apellidos en el libro de Sabino Arana aparecen solo dos o tres con parte francesa y parte vasca: Joanessandy (Juan grande), Michelenecoa (el de Mitxelena) y Charlesena (el de Carlos traduce Arana), pero aun en estos casos, los traduce por su nombre español. Podía haber dejado las traducciones en el francés original, pero prefiere dárnoslas en castellano o en el caso de Michelenecoa en eusquera, pero no en su original francés. De estos apellidos hoy tampoco vemos que tengan portadores en las páginas web de apellidos franceses.
Otra forma de combinación de lo vasco con lo español se da en aquellos apellidos eusquéricos que adoptan la terminación castellana en –ez o –iz, típica de los apellidos españoles. Aunque hoy el tema está sujeto a discusión por los eusquerólogos, al considerar esas terminaciones en –ez o –iz tan típicas del eusquera como del castellano. Y por eso, de momento, no lo vamos a considerar aquí. No olvidemos que –ez se emplea en eusquera como terminación para indicar el modo o la materia de la que está hecho algo (“egurrez”, por ejemplo, significa de madera) y que se podría aplicar a los apellidos en origen: Fernández, de Fernando. Así tendríamos apellidos eusquéricos como Aranguiz (de Arango), Basáñez (de Basain), Echániz (de Etxano), Guerricaiz (de Gerrika), Lamíquiz (de Lamika), Lándiz (de Landa), Lemóniz (de Lemona), Lezámiz (de Lezama), Marquínez (de Marquina), Ozámiz (de Ozama). Aquí Sabino Arana también incluye Chavez (de Txabe). En cualquier caso, estamos ante otra muestra evidente más de imbricación de lo vasco y lo castellano o español, que Sabino Arana consideraba en su libro pero que al mismo tiempo (contradiciéndose, como era habitual en él) rechazaba tajantemente puesto que a los apellidos terminados en –ez los consideraba inequívocamente exóticos a lo vasco, por españoles.
Y por último tenemos los apellidos compuestos de dos apellidos, uno castellano y otro eusquérico, separados por la preposición “de”, del tipo de García de Cortázar, Ortiz de Zárate y demás. Que existan estos apellidos se debe, según Sabino Arana, entre otras razones, a que “cuando alguno lleva por primer apellido un patronímico español de la clase de López, procura ordinariamente remediar la vulgaridad de éste agregándole alguno de los demás que tenga, y con preferencia si es euskérico”. La grafía eusquérica que propone para estos apellidos es la de poner en primer lugar el apellido eusquérico y luego, seguido de un guión, relegar el apellido castellano al segundo lugar. Así, por ejemplo, Ortiz de Zárate, en eusquera, debería quedar, según él, Zarate-Ortiz, y Díaz de Mendíbil, Mendibil-Díaz y así con todos los de este tipo compuesto. En cualquier caso, Euskaltzaindia no ha hecho caso de esta indicación y en la forma eusquérica que propone para estos apellidos en su Nomenclátor ofrece dos alternativas, siempre manteniendo el orden originario: o eusquerizar solo el apellido vasco y mantener la “de” o convertir la preposición “de” en la terminación “-ko” detrás del apellido vasco: por ejemplo, para Martínez de Zuazo ofrece dos posibilidades: Martinez de Zuatzo o Martinez Zuatzoko y así con todos los demás apellidos compuestos de este tipo. Con lo cual el orden de los elementos no se altera en ningún caso. Ni que decir tiene que, así como hay algunos contados poseedores de estos apellidos combinados que han puesto la parte vasca en grafía eusquérica, manteniendo la preposición “de” en medio, a nadie, repetimos, a nadie le ha dado aún por poner eso de Martinez Zuatzoko o cosa parecida, suprimiendo la preposición “de” por el sufijo –ko. Y es que todo (incluida esta sarta de ocurrencias xenófobas) tiene un límite.











