Mujeres y guerra
Un aspecto común en todas las guerras es el papel fundamental que desempeña la mujer; madres, esposas, hijas, se ven obligadas a quedarse en retaguardia al cuidado de la familia. Una imagen impactante que retienen nuestras retinas es ver paritorios improvisados, deficientes, en las que las mujeres dan a luz a criaturas que lo primero que oyen es el fragor de la guerra. El llanto de un recién nacido, una nueva vida, se entremezcla con el sollozo de quien sufre las consecuencias de la barbarie, unos mueren para que otros vivan. Mujeres tras las cortinas que al ver un coche oficial gritan en su interior para que no se detenga junto a su portal y lo único que anhelan es que no suene el timbre o golpeen la puerta; no desean el mal a sus vecinas, pero mejor consolar que ser consoladas. Deben mostrarse fuertes, sin ningún talón de Aquíles, ni tan siquiera derramar una lágrima que entristezca a los demás. Kiev, Alepo, Kabul, el Donbass, Bagdad, Mogadiscio, no importa dónde ni cuándo: cambia la religión, el color de la piel, la forma de vida, pero todas ellas están unidas por un cordón umbilical que es luchar por sus familias antes que por ellas mismas. Heroínas muy a su pesar, anónimas, humildes pero orgullosas y cuyas únicas armas son la fuerza de voluntad, perseverancia, tenacidad y espíritu de sacrificio cualidades todas ellas que son sinónimo de mujer. Por ellas siempre, no un único día.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Un aspecto común en todas las guerras es el papel fundamental que desempeña la mujer; madres, esposas, hijas, se ven obligadas a quedarse en retaguardia al cuidado de la familia. Una imagen impactante que retienen nuestras retinas es ver paritorios improvisados, deficientes, en las que las mujeres dan a luz a criaturas que lo primero que oyen es el fragor de la guerra. El llanto de un recién nacido, una nueva vida, se entremezcla con el sollozo de quien sufre las consecuencias de la barbarie, unos mueren para que otros vivan. Mujeres tras las cortinas que al ver un coche oficial gritan en su interior para que no se detenga junto a su portal y lo único que anhelan es que no suene el timbre o golpeen la puerta; no desean el mal a sus vecinas, pero mejor consolar que ser consoladas. Deben mostrarse fuertes, sin ningún talón de Aquíles, ni tan siquiera derramar una lágrima que entristezca a los demás. Kiev, Alepo, Kabul, el Donbass, Bagdad, Mogadiscio, no importa dónde ni cuándo: cambia la religión, el color de la piel, la forma de vida, pero todas ellas están unidas por un cordón umbilical que es luchar por sus familias antes que por ellas mismas. Heroínas muy a su pesar, anónimas, humildes pero orgullosas y cuyas únicas armas son la fuerza de voluntad, perseverancia, tenacidad y espíritu de sacrificio cualidades todas ellas que son sinónimo de mujer. Por ellas siempre, no un único día.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
