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Viernes, 11 de Marzo de 2022 Tiempo de lectura:

Alberto Núñez Feijóo: el hombre tranquilo

[Img #21606]Recientemente, Alberto Núñez Feijóo era proclamado candidato único para presidir el Partido Popular.  Este hecho supone el comienzo de una nueva etapa donde se entremezclan sentimientos de ilusión y esperanza, con la prudencia debida al enfrentarnos a un escenario político cada vez más volátil y cambiante.

 

Feijóo, sin duda, es un líder que atesora trayectoria, experiencia, liderazgo y una gran aceptación electoral. Pero tanto el escenario como el rol a desempeñar serán muy diferentes al que viene desarrollando en la actualidad. Galicia es el territorio más amable para el Partido Popular; Feijóo ha conseguido cuatro mayorías absolutas, pero reconociéndole todo el mérito, también Manuel Fraga las consiguió. Con ello, simplemente quiero poner de manifiesto que el tablero nacional es más diverso, heterogéneo y en determinados momentos, más hostil, que el oasis gallego y que, por tanto, sus excelentes resultados en Galicia no son miméticamente extrapolables al conjunto de España.

 

En consonancia con ello y en cuanto a su rol, el papel estrictamente institucional que ha venido desarrollando en tierras gallegas, deberá alternarlo, ya que existe un abismo entre ser presidente de una comunidad autónoma ideológicamente afín a ser el líder del principal partido de la oposición.

 

El ruido en el tablero nacional es en ocasiones ensordecedor, con un volumen de decibelios excesivo y en el que, si quieres ser escuchado, debes sin necesidad de exabruptos, elevar en determinados momentos el tono. Su primera e importe decisión respecto a la gobernabilidad de Castilla y León, así lo confirma.

 

Le puede ocurrir como a John Wayne interpretando a Sean Thornton en El Hombre Tranquilo, que, a pesar de su talante conciliador, finalmente, se vio obligado en un momento concreto a fajarse cuerpo a cuerpo con su rival.

 

Además del escenario y su rol, Núñez Feijóo deberá afrontar un elemento clave, como es la estrategia a seguir en su labor de líder de la oposición. Llegar a acuerdos con el Gobierno puede reforzar su imagen de gestor institucional, de hombre con sentido de Estado, pero los acuerdos con el actual Presidente pueden tener un efecto boomerang.

 

Deberá medir muy bien a qué acuerdos llega, ya que una parte del electorado puede interpretarlo como una manera de apuntalar a Sánchez, cuya imagen se encuentra muy erosionada principalmente, aunque no sólo, entre el espectro sociológico del centro-derecha, por sus pactos con Bildu y los independentistas catalanes.

 

Y, por otro lado, tendrá que fijar posición sobre Vox, con quien deberá marcar diferencias como adversario político que es, pero sin perder de vista que la aritmética parlamentaria es muy tozuda. Diferencias existen, e importantes; el Partido Popular defiende una organización territorial autonómica, cree y defiende las instituciones europeas, es una formación con responsabilidades de Gobierno pasadas, presentes y futuras y, por tanto, no puede permitirse determinadas licencias que penetran de forma positiva en la mente de un buen número de españoles, pero que incluso, quienes las profieren, son sabedores de la imposibilidad de llevarlas a efecto.

 

Lo anterior sirve de base para el reto fundamental que debe afrontar el PP próximamente. Esto es, la realización de un verdadero debate ideológico, que permita articular un proyecto sólido en torno a un discurso nacional, que aglutine las sensibilidades territoriales y que sea capaz de reunir a todas aquellas corrientes que han convivido históricamente en el Partido Popular y que, en los últimos años, lo han abandonado por desafecto ideológico, encontrando cobijo en otras organizaciones.

 

Feijóo tiene la oportunidad de reflotar un barco que en la última década ha dejado muchos marineros por el camino. Ha demostrado tener el liderazgo necesario para ser el capitán en esta nueva etapa y llevar al puerto de la Moncloa al Partido Popular. Tiene prestigio, predicamento, pragmatismo y amplia aceptación, y si acierta en la estrategia, a buen seguro, conformará un proyecto ganador que ofrezca a los españoles esperanza, futuro y coloque de nuevo a nuestro país en el lugar que merece.

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