Domingo, 21 de Septiembre de 2025

Actualizada Domingo, 21 de Septiembre de 2025 a las 11:21:13 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Lunes, 14 de Marzo de 2022 Tiempo de lectura:
Autor de “Qué hay de nuevo, Chesterton”

Ricardo Moreno: “Chesterton escribiría hoy vitriólicas sátiras contra quienes aún no se han enterado de que el comunismo y el nacionalismo son absolutamente reaccionarios”

[Img #21624]Licenciado en Matemáticas y doctor en Filosofía, Ricardo Moreno Castillo (Madrid, 1950) ha sido profesor de instituto durante varias décadas, hasta su reciente jubilación. Autor de numerosos libros sobre la historia de las matemáticas, traductor de textos matemáticos medievales y responsable de varios ensayos sobre pensamiento (Trece cartas a Dios), Moreno Castillo es más conocido por sus libros sobre temas educativos. Entre éstos, destacan: Panfleto antipedagógico (Editorial Leqtor), prologado por Fernando Savater; De la buena y la mala educación (Los Libros del Lince), prologado por Eduardo Mendoza, y La conjura de los ignorantes (Editorial Pasos Perdidos), prologado por Arcadi Espada. Sobre todos estos temas sigue trabajando y escribiendo en la actualidad, aunque ahora presenta a los lectores Qué hay de nuevo, Chesterton: Conversaciones con un genio, un libro, prologado por Ignacio Peyró, que intenta reproducir algunas de las numerosas polémicas y conversaciones intelectuales que ha mantenido, a lo largo de los años, con el prestigioso e inolvidable escritor británico a través de la lectura atenta de sus innumerables libros.

 

¿Qué le llevó a escribir “¿Qué hay de nuevo Chesterton”?

 

Al hablar de los libros que hemos leído somos inevitablemente autobiográficos. Cuando entré en la universidad (corría el mítico año 1968) casi todos los que llegaron conmigo dejaron fuera de ella la religión, el franquismo y el nacional-catolicismo, como si todo fuera en el mismo paquete. Ahora bien, yo procedía de una familia católica y de derechas, pero republicana y antifranquista, y mis padres estuvieron exiliados hasta 1950. No me parecía que todo estuviera en el mismo paquete. Sabía que gran parte de los militares que se mantuvieron leales a la República no lo habían hecho por simpatía al Frente Popular, sino porque en cuanto militares y católicos debían mantener el juramento de fidelidad al Gobierno de la nación. Había oído hablar de Jaques Maritain, de Miguel Batllori, de Julián Marías y de muchos otros intelectuales católicos, españoles y extranjeros, enormemente críticos con Franco. Y claro, cuando en la universidad me dijeron que la religión no era más que un invento de la burguesía para engañar al proletariado, la cosa me chirrió un poco. Y en lugar de leer catecismos marxistas, me dediqué a leer teología, a Rahner, a Schillebeeckx, a Küng entre otros. También a escritores en los cuales la religión tiene un lugar importante, como Greene, Dostoyevski y, sobre todo, Chesterton. Con el tiempo también abandoné la fe, con varios años de retraso en relación con mis amigos progres. Pero el interés por Chesterton nunca me abandonó, ni tampoco dejé de leer teología. Al fin y al cabo, la religión es algo que da sentido a la vida de muchos de mis semejantes y, como decía Terencio, “nada de lo humano me es ajeno”. Y me pareció interesante dar a conocer las conversaciones y polémicas que tantas veces había mantenido mentalmente con él.

 

¿Qué es lo que más destacaría de este autor, que cuenta con tantos admiradores fieles como lectores muy críticos, en algunos casos furibundos?

 

Fundamentalmente, su inteligencia. Incluso en sus libros más claramente apologéticos hay frases brillantes o pensamientos deslumbrantes que hacen pensar, con independencia de que se comparta o no su fe. En él se da la paradoja (y cómo no, tratándose de Chesterton) que suscita entusiasmos entre ateos, creyentes, liberales o socialistas. En cuanto a detractores, la verdad es que no conozco a muchos.

 

[Img #21625]¿Fue Chesterton un reaccionario o un tradicionalista, en el sentido de que sentía una especial aversión por el “progreso”?

 

Creo que no tenía nada en contra del progreso, sino en contra de quienes lo confunden con la moda, y en esto no tenía nada de reaccionario. Quien quiere estar siempre a la moda es quien primero pasa de moda. Lo progresista no es necesariamente lo moderno. Mucho más podemos aprender del teatro griego que del de los hermanos Álvarez Quintero, de los cuales nadie se acuerda, aunque es mucho más reciente. Del mismo modo, Epicuro es más actual que Sartre y Cervantes más que Gironella.

 

En los tiempos convulsos que nos rodean, cuando las ideologías, la política, la cultura e incluso la economía parecen haber implosionado, ¿qué puede aportar la lectura de Chesterton?

 

Creo que nos puede aportar dos cosas (además, por supuesto, de unas historias muy divertidas y de una espléndida prosa). La primera, su alegría de vivir, su capacidad de hacer maravilloso lo cotidiano. Frente a tantos seres adustos que piensan que tener cara de atormentado les hace ser más profundos e interesantes, nos enseña que más profunda es la alegría que la melancolía, y que más interesante es quien ama la vida y se acomoda gozosamente al mundo que le ha tocado vivir que quien va por ella disfrazado de nihilista y con semblante de estar abrumado por los males que nos asedian.

 

La segunda cosa es su indomable sentido común, su capacidad de ir de los hechos a la ideas sin más guía que el buen sentido y sin miedo ni preocupación por si las conclusiones discrepan o no de lo políticamente correcto.

 

¿Cuáles son las obras que más valora del escritor británico?

 

Es una pregunta difícil de contestar para mí. Pero si tuviera que aconsejar a alguien, le diría que empezara por los relatos del padre Brown, y más en general por sus relatos breves. Y si le enganchan, ya podría entrar en sus novelas largas y sus ensayos.

 

¿Qué aspectos del pensamiento “chestertoniano” considera usted más destacables y más discutibles?

 

En lo que más discrepo es en su manera de defender su fe, porque hace malabarismos muy ingeniosos, pero que no siempre convencen. Por ejemplo, un día alguien le espetó que “ningún juez inglés daría por válidas las pruebas que pretendidamente demuestran la resurrección de Jesús”, y su respuesta fue: “Debe ser por eso que los ingleses confían tan poco en sus jueces”. En otra ocasión escribió que el hombre común “siempre se preocupó más por la verdad que por la concordancia. Si veía dos verdades aparentemente contradictorias, aceptaba las dos y a su contradicción con ellas”. Es verdad que Chesterton es un humorista y no un teólogo, pero si estas frases ingeniosas las tomáramos al pie de la letra, llegaríamos a defender algunos disparates. Cuando se acerca a la religión a través de la poesía es más certero, como cuando el protagonista de La esfera y la cruz dice que “este mundo extraño es acogedor, porque en su corazón hay un hogar. Que este mundo cruel es amable, porque más alto que los cielos hay algo más humano que la misma humanidad”.

 

Usted conoce bien a Chesterton y su obra. ¿Qué opinaría él de lo que estamos viviendo en estas dos primeras décadas del siglo XXI?

 

Creo que se revolcaría por el suelo de la risa al oír a las feministas de opereta decir “los niños, las niñas y les niñes”; se burlaría despiadadamente de las memeces que con más frecuencia de lo deseable se escuchan en el Parlamento, y escribiría vitriólicas sátiras contra podemitas, separatistas y toda esta gente que a estas alturas de la historia todavía no se ha enterado de que el comunismo y el nacionalismo son absolutamente reaccionarios. Vamos, que con Internet a su disposición, dejaría las redes sociales echando humo.

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.