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Miércoles, 23 de Marzo de 2022 Tiempo de lectura:
Presenta "Arde Notre Dame"

Jean-Jacques Annaud: "Todavía me pregunto cómo se las arreglaron para salvar Notre Dame"

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Jean- Jacques Annaud (Juvisy-sur-Orge, Essonne, Francia, 1943), uno de los más destacados realizadores europeos, es conocido popularme por ser el director de películas inolvidables como El nombre de la rosa (1986), En busca del fuego (1981) o El oso (1988). En 1976 obtuvo el Óscar a la mejor película en habla no inglesa por su primer largometraje, La Victoire en chantant, presentada posteriormente como Negros y blancos en color. Ahora estrena Arde Notre Dame.

 

Para usted, la aventura de esta película comenzaba el 15 de abril de 2019, el día que se declaró el incendio en Notre-Dame de París…

 

Estaba pasando unos días en Vendée, en una casa donde la televisión no funcionaba. Al encender la radio para escuchar el discurso del presidente Macron me enteré de  la  tragedia   de  Notre-Dame.   Esa   noche   no   vi   imágenes: lo imaginé. Conozco bien la catedral. De niño, rompí mi primera cámara, una Kodak Brownie, fotografiando al demonio de la galería de quimeras.

 

Unos meses después, una invitación a almorzar le animó a hacer una película sobre esta tragedia...

 

Jérôme Seydoux, responsable de la productora Pathé y un viejo amigo, me llamó a finales de diciembre para hacerme una oferta que me sorprendió. Tenía en mente una idea espectacular para hacer una película sobre el incendio de Notre-Dame con sonido inmersivo. Aunque temía que no hubiera suficientes imágenes para montar una película de 90 minutos, le escuché. Salí de esa comida con un sobre lleno de documentación. Antes de acostarme, empecé a mirar todo con detenimiento. Pasé horas inmerso en toda aquella información y, ya de madrugada, decidí hacer la película.

 

¿Qué fue lo que le convenció para dirigir esta película?

 

Lo que descubrí gracias a esos documentos era inimaginable. Una fascinante e inoportuna serie de contratiempos, obstáculos y errores. Algo completamente inverosímil, pero totalmente cierto. La historia tenía todos los componentes de un guion de ficción. En el papel principal, contábamos con una estrella internacional: Notre-Dame de Paris. Su coprotagonista era un demonio carismático: las llamas y el fuego. Junto a ellos, centenares de jóvenes dispuestos a arriesgar sus vidas para salvar la catedral. La acción era trepidante, algo con lo que cualquier guionista soñaría: acción, suspense, drama, altruismo y comedia. Me parecía una historia muy ambiciosa, grandiosa, y profundamente humana... Antes de nada, necesitaba comprobar la veracidad de todos los hechos extraordinarios que había descubierto y, una vez verificados, centrarme en lo más importante. Desde el principio supe que tendría que recopilar información y testimonios de quienes vivieron esas horas tan drámáticas...

 

¿Cómo procedió a partir de ese momento?

 

Al principio, decidí ceñirme a los hechos y establecer una cronología. No resultó nada fácil crear una línea de tiempo precisa. Al comparar todos los testimonios que había recogido, me percaté de que cada uno tenía su propia versión de cuándo aparecieron el humo y las llamas, y sobre todo en lo referente a la llegada de los primeros bomberos.

 

Le    di    a     Thomas     Bidegain,     el     guionista     de     Jacques Audiard, un borrador   del   guión. "¿Cómo puedo contribuir yo?" me preguntó después de leerlo.  Le expliqué que lo que realmente necesitaba era el ojo experto de un crítico severo y la valiosa perspicacia de un autor talentoso.

 

Mientras revisaba los acontecimientos del 15 de abril de 2019, ¿descubrió alguna sorpresa?

 

El incendio se detectó al comienzo de la misa del Lunes Santo, a las 18:17 horas, pero no se puso en conocimiento de los bomberos hasta media hora después, por un amigo del General Gallet que se encontraba de vacaciones en Florencia.

 

Desde primera hora de la mañana, se sucedieron, uno detrás de otro, diferentes hechos, predestinados a terminar dando lugar a un catastrófico desastre. Ese lunes, era el primer día de   trabajo   en   Notre-Dame del nuevo guardia de seguridad encargado de la prevención de incendios y de controlar los paneles  donde  saltan las   alarmas al   detectarse un incendio. El guardia nunca había visitado la catedral y no estaba familiarizado con la terminología técnica     de la arquitectura gótica. Al saltar la alarma, apareció un código indescifrable y llamó a su   jefe, pero tardó 15 minutos en localizarlo.

 

El   vigilante   encargado   de comprobar que efectivamente se había producido un incendio, en primera instancia se dirigió al desván de la sacristía y al llegar allí y ver que no había fuego, comprendió, por el chisporroteo que escuchaba a través de su walkie-talkie, que era abajo, en   la nave, donde había empezado el fuego. Esa equivocación era tan solo el comienzo de una serie terrible e increíble de percances.

 

[Img #21686]¿Cuál fue la causa del incendio? Hoy, casi tres años después, todavía no tenemos una respuesta oficial…

 

La    investigación    oficial    aún     no   ha   terminado. Arde Notre Dame no fue concebida como una investigación o para reemplazar el trabajo de los fiscales. La película sugiere   algunas posibles causas,  pero no aporta pruebas.  Nos  limitamos a presentar los detalles        que se conocen y a presentar al público la epopeya que supuso salvar la catedral. Aquí, mostramos cómo se salvó la catedral, pero no el cómo ni el por qué estuvo a punto de ser destruida.

 

Algunas escenas fueron filmadas dentro de la catedral, pero ¿necesitó también crear una réplica parcial en estudio?

 

Después del incendio,  el edificio permaneció cerrado al público debido a la excesiva presencia de plomo y al elevado riesgo de derrumbe. De todas formas, necesitábamos llenar el edificio de humo, cubrir el suelo de ceniza y polvo, tirar toneladas de madera en llamas e inundar los adoquines. Para hacer eso teníamos que construir una maqueta a escala. En nuestra réplica canalizamos      las llamas a través de cientos de   boquillas ajustables para       encender el fuego. Reconstruimos gran parte de la nave, las escaleras de caracol, las galerías exteriores y las vigas del crucero norte,  así  como el interior   del   enorme campanario de la escena final.    En   definitiva, reconstruimos todos aquellos lugares emblemáticos que se vieron más afectados y necesitábamos mostrar antes y durante el incendio.

 

¿Hay que ser creyente para abordar un tema así?

 

Debes creer en el cine.  Mi familia es atea, laica y   republicana. En mi casa, el más allá era una noción abstracta, pero recuerdo que sobre los 10-12 años sentí que me faltaba algo... Lo compensé desarrollando un gran interés por la arquitectura medieval. Gastaba mi dinero   comprando discos de música sacra, cánticos gregorianos, cantos tibetanos, canciones salesianas, oratorios de Bach y tocatas de Frescobaldi. En verano, a petición mía, en lugar de ir a la playa, recorríamos las iglesias bretonas o las basílicas románicas de Auvernia.

 

No puedo rezar una sola oración, pero siento un profundo respeto por las formas de adoración y fe de otras personas.  Esto explica mi afortunada armonía con los monjes   budistas en Siete   años  en   el   Tíbet, con   los beduinos del desierto  en  Oro negro o con los   estrictos monjes benedictinos de El nombre de la rosa. Ya sea dentro de un templo, una mezquita o una iglesia, me gusta sentir el misterio de una fe que no comparto,  la serenidad  del culto y la oración.  Los clérigos que he conocido trabajando en Arde Notre Dame no se   sorprendieron de que fuera yo quien dirigía la película. Entre las cosas que considero sagradas, están los bomberos… Resulta interesante ver cómo ambas cosas se unen en este proyecto…

 

Efectivamente, convierte a los bomberos que salvan Notre Dame en los héroes de la historia, y en particular a los seis jóvenes que fueron los primeros en llegar a la catedral para combatir las llamas.

 

Cuatro jóvenes, dos hombres y dos mujeres, recién salidos de la adolescencia...  Dos de ellos nunca   antes  habían estado en un incendio. ¡Estos “probies”, como se llama a los bomberos novatos, estaban bajo las órdenes de otros dos jóvenes oficiales apenas mayores que ellos! Llegaron en un camión pequeño, de 22 pies, un vehículo de primeros auxilios para combatir un incendio   de   casi    400   pies   de   altura.   Sus herramientas eran una camilla, una escalera y mangueras de pequeño diámetro. Cuando los conocí, durante la preparación de la película, me impresionó su enorme modestia y humildad. Todos dedicaban su vida a los demás, asumiendo riesgos increíbles y poniendo diariamente en riesgo sus vidas, a cambio de nada. Cuando les dije que su actividad diaria era heroica, avergonzados, desestimaron el adjetivo y    me recordaron el lema de los bomberos de París, “arriesgar nuestras vidas para salvar otras”.

 

Les dije que Notre Dame no era más que un monumento hecho de piedras. Respondieron que sus vidas valían poco comparadas con las piedras milenarias empleadas para levantar uno de     los  santuarios más emblemáticos del mundo. Continuaron contándome cómo,  después de vadear con agua casi hasta las rodillas a través   de   las   galerías   que se   habían   convertido en auténticas    pozas,    se lamentaron cuando les prohibieron continuar acercándose a las llamas y les obligaron a abandonar la catedral. Sus equipaciones estaban diseñadas para soportar temperaturas de 700 grados. Pero empapadas y expuestas a casi el doble de esa temperatura,  el riesgo que corrían era que sus trajes se convirtieran en  un estuche de vapor y que terminaran "cociéndose" dentro de    ellos.  En el foco del incendio,  la temperatura llegó a superar los  1.200 grados.   Al escucharlos tomé cuenta de lo horrible que  fue estar ahí ese día. Tuvieron que  soportar un calor extremo, humos asfixiantes, cargar a sus espaldas equipos de 40 kilos, 15  kilogramos de mangueras, cascos e incómodas máscaras de     oxígeno para poder respirar.  Y por si todo esto fuera poco, encima debían moverse en un sitio incómodo y hostil. En la parte alta de la catedral,  los pasillos eran muy estrechos. ¡No tenían ni 50 centímetros de ancho!

 

Lo que más llama la atención es la belleza de las imágenes del fuego devorando Notre Dame. ¡Es, al mismo tiempo, aterrador y fascinante!

 

Totalmente de acuerdo: ¡La arquitectura gótica y las llamas forman una pareja muy fotogénica! Entre los testimonios había relatos de los equipos de primeros auxilios que llegaron primero a las cercanías de Notre Dame cuando el incendio ya estaba devorando las vigas y derritiendo el techo. Todos describieron una escena apocalíptica. El fuego era tan poderoso que secciones enteras de vigas fueron arrastradas por la corriente ascendente y terminaron cayendo a la plaza de abajo e incluso mucho más lejos. ¡Las cenizas arrastradas por el viento llegaron más allá del Museo d'Orsay! Las gárgolas escupían humo de color azufre y vomitaban plomo fundido del techo... La opinión de los bomberos fue unánime: lo que más llamó su atención fueron las brasas que caían sobre sus cascos y crepitaban bajo sus pies.

 

Uno de los aspectos más destacados de la preproducción fue su reunión con el General Georgelin, a quien el presidente francés encargó la supervisión de los trabajos de reconstrucción de Notre-Dame.

 

Eso fue en mayo de 2020… ¡Menudo personaje! Georgelin era genial para una película. Desde el principio, antes incluso de que le preguntáramos, sugirió que Jérôme Seydoux   y   yo   visitáramos   la    catedral    incendiada    y    eso    hicimos.    Nos pusimos equipos   de protección   contra   el   plomo    (botas    de    gran    tamaño,    un traje de varias   capas desechables, pantalones y abrigos) y máscaras, y seguimos al general. Nos explicó el estado de la catedral tras el desastre. Una visita conmovedora y fascinante.    Al    pasear    por    la    nave,    el     coro     y     los diferentes   espacios   del templo pude aclarar   las   ideas   que   tenía   en   mente. Aunque las dos   brechas   en   la bóveda   eran   enormes,   dejaban   abierta   la posibilidad   de   la   restauración. Los   arquitectos   de    la    Edad    Media    que inventaron   la   arquitectura   gótica   ya contaban   con las   bóvedas   y    el mortero ignífugo que las recubría para evitar los desastres que habían afectado a las construcciones carolingias      en      las que   los      muros sostenían   directamente la estructura de la   cubierta,   sin   este preciado retardante del fuego. A lo largo de los siglos, desarrollaron una notable protección contra el fuego. El derrumbe de la aguja perforó     la     bóveda,     haciendo     que      los vapores     inflamables      que      se habían     acumulado debajo      de      la      nave provocaran     una     llamarada    de unos 100 pies   de   altura.   Según algunos expertos, eso fue precisamente lo que evitó una explosión mayor y salvó a Notre-Dame...

 

Más allá de visitar la catedral dañada, tuvo que visitar otros lugares similares, que datan del mismo período.

 

Sí, en la primavera de 2020, tan pronto como se levantó el confinamiento, emprendí una serie de visitas a catedrales contemporáneas con, o en el mismo estilo, que la de la Île de la Cité. Sens, la primera catedral gótica del mundo, verdadera matriz fundacional de Notre-Dame de París; Saint-Denis, construida con la misma piedra caliza; Amiens y sobre todo Bourges, que también cuenta con un doble pasillo. Necesitaba colocar las cámaras en ejes que tuvieran similitudes importantes con los de Notre-Dame para que luego encajara todo con los decorados recreados en  el   estudio.   Eso   me   permitió   evitar   tener que hacer todo y   acercarme   lo   más   posible   a   la   realidad.   Puertas, escaleras de caracol, naves laterales, capillas, estatuas, cornisas, galerías y contrafuertes... Elaboré un catálogo enorme de posibles   localizaciones de rodaje. Luego tuve que descubrir cómo armar este rompecabezas gótico para que, en la película, diera lugar a una visión general de Notre-Dame. Fue ahí cuando me di cuenta (tras haber subido miles de escalones desde las naves hasta los campanarios de varias catedrales), lo cerca que estuvo el rescate de Notre-Dame de haber sido una misión imposible. Las escaleras de caracol a veces eran tan estrechas que tenían que desvestirse para poder deslizarse a través de estrechos pasillos para llegar al incendio.

 

Hablemos del diseño y construcción del decorado y de la elección de los estudios. Para un proyecto de esta envergadura, había que encontrar los lugares adecuados.

Necesitábamos  espacios  lo  suficientemente grandes para acomodar   decorados   de   entre   entre   80   y    100    pies    de    altura.  Además,   ¡la mayoría   de   estos   decorados   iban   a   ser    quemados    por completo!   Queríamos     rodar     en     Francia,     pero     aquí     ningún      estudio tenía   la   infraestructura   necesaria   para   este    proyecto.    Teníamos    dos opciones:   la   Cité du Cinéma   en    Saint-Denis    y    Bry-sur-Marne.    En Saint-Denis, filmamos los interiores, y en Bry, en el   “patio   trasero”, como lo llaman, un gran espacio al aire libre. También necesitábamos talleres de carpintería, forja,   escultura, escayola, etc.   Confié   en   la   amplia   experiencia   de los equipos    técnicos    de     la Cité     du Cinéma,    acostumbrados    a    este    tipo de producciones.    También me beneficié   del       extraordinario       saber        hacer de     Jean     Rabasse,     magnífico diseñador     de producción.     Jean      ha trabajado   en   películas de   Jean-Pierre Jeunet,    de    Bernardo    Bertolucci    o Roman Polanski. Nuestras conversaciones iniciales resultaron inspiradoras y productivas.   Más   allá   de   todos estos   desafíos,   en todo   momento   tuve presente el espíritu del proyecto: debía rodarse en el lugar adecuado. Donde Notre Dame fue concebida, esculpida y construida. Por lo tanto, en Francia…

 

¿Cómo se construyeron los decorados?

 

Instalamos nuestras oficinas de producción en la Cité du Cinéma. Dibujos, maquetas, modelos 3D: pedí varias versiones reducidas de réplicas de Notre Dame y su campanario, similares a los juegos de construcción de cartón o madera. Al hacerse con los planos originales, cada maqueta requería varias semanas de trabajo. Esto me ayudó a establecer los ángulos de la cámara desde el principio, la posición de los actores, las partes a incendiar y cómo enrutar el agua y los dispositivos de seguridad, y situar   las   salidas   de   emergencia.   Nuestro meticuloso trabajo de preparación nos ahorraba mucho tiempo. Gracias a esa minuciosidad reconstruíamos solo aquello que necesitábamos. Al mismo tiempo, nuestro equipo desarrolló cámaras ignífugas capaces de resistir las temperaturas extremas de las   escenas   de   incendios.   Durante   la preproducción, al pasar de un taller a otro, me encantaba ver la alegría y el orgullo de los apasionados artesanos: ebanistas, yeseros, herreros, vidrieros, pintores, etc. Aunque eran expertos en su arte no solían tener la oportunidad de construir columnas y bóvedas góticas. Llevé a mis equipos de escenografía a visitar catedrales para que se inspiraran.   También   hicimos   varias   pruebas   para   el plomo fundido   que gotea desde el techo al suelo o sobre los cascos   de   los bomberos. El entusiasmo colectivo me animaba muchísimo.

 

En Arde Notre Dame, las escenas del incendio que arrasa el techo de la catedral son muy intensas. ¿Cómo las filmaste?

 

La estructura del techo de Notre Dame, conocida como el bosque, estaba hecha de vigas de roble (algunas de ellas de más de 900 años), que acabaron completamente convertidas   en   cenizas.     Debíamos   replicar   esa   estructura, única en el mundo y ahora   desaparecida,  en   una   escena   que   tenía   lugar   en el crucero norte de la catedral, donde intervinieron por primera   vez   los bomberos. Las escenas son muy dramáticas y espectaculares.   Primero modelamos la estructura del techo en 3D y luego   construimos    la    auténtica. Este   plató   se   construyó en Bry-sur-Marne y terminamos prendiéndole fuego. Las campanas estaban hechas de yeso reforzado y podían soportar temperaturas de 750° F durante el rodaje.

 

El 9 de marzo de 2021 arrancó el rodaje. ¿Qué recuerdos guarda del primer día?

 

Finalmente fue   en   Bourges   donde   pasamos   la    primera    semana rodando las escenas del interior de la catedral del principio de la película y a la multitud de visitantes. Quería mostrar   la   cacofonía   de   idiomas   durante   las visitas grupales   y   recreé   la   presencia   de   turistas   de   todas    las nacionalidades:    españoles, italianos, ingleses, alemanes, chinos, japoneses, húngaros, canadienses, rusos, etc.  Luego viajamos a Sens para montar las escenas gemelas con Bourges   pero   vistas   desde   un ángulo   alto. Era especialmente importante aprovechar el pavimento, que es idéntico al de Notre-Dame. En Sens, también grabé las   escaleras   que   conducen   al campanario:  sus   últimos   50   escalones   de los   350    que    tiene,    están    en una espiral extremadamente estrecha.   También   encontré   unas   magníficas puertas medievales de roble macizo que sobrevivieron a la Revolución.

 

Una de las escenas más espectaculares es la del derrumbe de la aguja y la bóveda que rodó en un estudio de la Cité du Cinéma. Háblenos de ella.

 

Fue    el    5    de    abril    de    2021,    un    día     muy     importante.     Tuvimos que hacer   una   reconstrucción   total   porque    en    Notre Dame    no    había    cámaras de vigilancia     que     registraran     ese      momento.      Ni      los      bomberos,      cuyo departamento audiovisual ese día no tenía suficiente personal, tenían imágenes de ese momento. La bóveda cayó desde una altura de 40 metros, arrojando,   sobre   el pavimento de la   catedral,   500   toneladas   de vigas   en   llamas,   mortero   y   piedras. En    pantalla, la secuencia   dura   aproximadamente   minuto   y   medio,   ¡pero   nos   llevó semanas prepararla!   Aprovecho   la   ocasión   para     felicitar     al     equipo      de      efectos especiales, sin    duda, el    mejor    con    el    que    he   trabajado   hasta    ahora. Equipamos minuciosamente el estudio más grande de la Cité du Cinéma para   tener una   altura    de caída    de al menos     65     pies      para      2.500      pies    cúbicos      de materiales      en llamas. Construimos    seis     grandes     cestas     de     metal, provistas de   rejillas sobre   las que colocamos    falsos    corchos,   mortero    y    vigas    de madera de     balsa.     Las    cestas se abrían   con   cables   accionados por un   sistema   de palanca similar   al   de   los interruptores    ferroviarios.     A     la     hora señalada    se prendía    fuego    a todo   y, desde ese momento, teníamos 75 segundos antes de que el calor y el humo se volvieran incontrolables   y    peligrosos.    A    los    30 segundos,   el fuego    prendía    por completo,    lo que   nos   dejaba   solo   40   segundos para   filmar la escena.   Para   no    tener    que reconstruir     nada,     grababamos     con      una docena    de cámaras    a    la   vez. Todas desde diferentes   ángulos,   algunas   de   ellas colocadas en medio   del   incendio, protegidas por “cajas de seguridad”, de acero   ultraresistente   a los golpes   y   al   calor,   con ventilación.     Ni   una     sola     cámara     nos falló,     pero     la intensidad     del     fuego carbonizó     parcialmente     el     techo del     estudio. Afortunadamente, teníamos un buen seguro.

 

Un mes después, vivía otro momento crucial: rodaba en la plaza frente a Notre Dame

Sí, justo frente a las vallas que delimitaban   el   área   de   peligro, y a la que prácticamente nadie tenía acceso. Fue una fase importante   de   la   película. Teníamos extras, vehículos de bomberos, autobuses turísticos,   personal,  cámaras, contenedores de equipos, ventiladores, máquinas de humo y otras máquinas que lanzaban madera carbonizada, etc. Esto implicaba acordonar las calles aledañas y parte del barrio. También teníamos autorización para rodar dentro  de las galerías de Notre Dame. Accedimos una treintena (en lugar de los 150 habituales) y salimos muy emocionados. De repente, Notre-Dame se volvió real a los ojos de mi equipo. Atravesamos partes de la catedral todavía repletas de brasas carbonizadas, escombros, paredes ennegrecidas, cubiertas con gotas de plomo solidificadas. Era una sensación abrumadora y apasionante. Entre tomas, en esta plaza de Île de la Cité, me sorprendí varias veces mirando embelesado a NotreDame. Tiendo a identificarla con un personaje vivo. Ella es mi estrella y la amo profundamente. Aquí cuento las trágicas horas durante las cuales estuvo a punto de morir. Sus rescatistas no pudieron llegar antes debido al tráfico y a los trabajos de reconstrucción que se estaban realizando en ella. La buena noticia es que la catedral sobrevivió a las llamas.   Sigue   en pie,   aunque   la acción   combinada   del fuego y el agua no contribuyeron a mejorar su estado general, que de todos modos necesitaba una importante reforma, ya que las piedras en algunos lugares estaban en muy mal estado. Le debía a mi “amada” contar la verdad sobre lo que realmente ocurrió. Era mi deber hacerlo, con sentimiento y respeto.

 

Y, finalmente, llegó el gran momento: el rodaje dentro de la propia catedral.

Pensamos que sería imposible. Obviamente, fue con un equipo extremadamente reducido, por un tiempo muy limitado y después de habernos   sometido  al restrictivo e indispensable protocolo:     Una vez finalizada la escena tuvimos   que   quemar   nuestros   trajes de protección de plomo y los trajes de los actores.

 

En mayo de 2021 regresasteis al estudio, esta vez en Bry-sur- Marne, para grabar otro momento dantesco de la película.

 

Sí,  el incendio en la galería del transepto norte.   Construimos   un   decorado     a     escala     real...      Ahí fue, donde más de una hora     después  de detectarse el incendio, llegaron   los seis primeros bomberos. Debían combatir un   enorme   incendio fuera    de   control    con    un    equipo inadecuado. El     decorado     tenía varias    docenas de     pies     de     altura: una pasarela muy   estrecha   de   unas 20   pulgadas   de ancho   con   un desnivel     a   un lado      y      el      fuego al     otro.      Se   construyó      una réplica   exacta en   Bry,   con    el   suministro    de    propano    que necesitábamos   y bombas   para   lanzar   el agua.   Del   techo   construimos cuatro maquetas que representaban las cuatro fases del incendio hasta su casi destrucción. Los equipos tuvieron que lidiar con   limitaciones,   como ocultar los    conductos que   llevarían el    humo y     el fuego      hacia      arriba a     lo       largo      de     la   galería        imaginaria.    Cada llama era alimentada   por   una   boquilla ajustable   que   se   controlaba    de forma remota.   El   fuego tenía   que ser rojo,   no    azul,    por    lo que    también tenían     que     gestionar la     potencia de      los     ventiladores      que   dirigían el humo a la velocidad   y   en la dirección adecuada. Dependiendo de la etapa en la que se encontraba   el fuego,   el   color   del   humo   iba cambiando de color. Primero era blanco, luego negro y finalmente amarillo.

 

Ese era un momento muy peligroso para los actores porque los humos, no importa lo que hagas o cómo los prepares, son tóxicos. En este set las llamas alcanzaron temperaturas de hasta 1000° F por lo que, evidentemente, dije a los actores que, cuando el calor se volviera insoportable, retrocedieran y se refugiaran. Por si acaso las cosas se salían de control, teníamos un equipo de bomberos reales. Durante esta escena pude comprobar una vez más hasta qué punto están motivados los actores con este tipo de situaciones, siempre y cuando confíen en ti y sepan que su seguridad está garantizada. Es la esencia de su vocación: Encarnar vidas extraordinarias, y en este caso, desde luego, lo hicieron.

 

Hablemos   ahora   de   la   partitura.   Recurrió   a   Simon   Franglen, un compositor británico.

 

Nuestra alianza   se   remonta   mucho   tiempo   atrás   cuando   nos presentó James Horner, el gran compositor y amigo   que   compuso la música de cuatro de mis películas: El   nombre   de   la   rosa,   Enemigo   a las puertas, Oro negro y El   último   lobo.   Si   no   hubiera   muerto   en un accidente aéreo en junio   de   2015,   continuaríamos   con   esa maravillosa colaboración y sincera   amistad.   Simon,   a   quien   James llamaba   “el mejor   teclista   del mundo”,    también    es    un    arreglista brillante que cuenta con sonidos de todos los instrumentos que puedas imaginar   en   un   archivo    y    puede    tocarlos    en    un    teclado. Actualmente está    trabajando    con    James Cameron      en      la      secuela de   Avatar. Componer    la    música    de    mis películas es, desde hace tiempo, uno de mis momentos más temidos, por el miedo a perder   el control. Si bien la idea inicial, el guion, los diálogos, el casting, la escenografía,   la filmación,   el   montaje,   el   etalonaje y   la    mezcla    están en mis manos, de la partitura siempre se ocupa   otra persona. Básicamente, el bebé es mío, pero no soy yo quien lo viste. Puedo inspirarlo,   pero   no   estoy   al mando.   Obviamente   (y   así    fue    con Simon),   dedico   mucho   tiempo   para decidir,   plano   a   plano,    lo    que debe   expresarse.     Grabamos      en Inglaterra.    Primero,    en Abbey   Road, el   mítico estudio   de   los   Beatles,   y uno   de   los   templos   de   la grabación   de    bandas sonoras    del    séptimo arte.    Grabamos    el    coro con        los        35    cantantes        del        coro         de   Tenebrae,         de fama internacional,   que colaboraron    en    la partitura    original    de Star Wars. Al     terminar   la     sesión      de      grabación,   los    miembros      del coro aplaudieron     a     Simon.     La    orquesta    (70 músicos)   la   grabamos en Air Studios, también en Londres.

 

Con respecto a la postproducción, ¿qué parte de la película necesitó de los efectos especiales?

 

La empresa francesa Mikros, bajo la supervisión de nuestro coordinador y supervisor de efectos visuales, Laurens Ehrmann se encargó de este trabajo. En una cuarta parte de los planos de la película, es decir, alrededor de 400 de los 1500 - 1600 planos, hubo que añadir algún tipo de efecto. En la mitad de ellos, el trabajo consistía en borrar los cables de seguridad que sujetaban a los actores o las tuberías de agua y gas que utilizábamos en el plató. La otra mitad del trabajo era   más   compleja. Había que añadir humo o llamas cuando era imposible o demasiado peligroso en el set.

 

Con  la llegada de Arde Notre Dame  a los cines, esta apasionante aventura   llegará   a   su   fin   ¿Cómo   recuerdas   esta odisea cinematográfica que comenzaba, sin tú saberlo, aquella noche de abril de 2019?

 

Para mí han sido unos meses increíbles. Esto me reafirma en la actitud que he   aplicado   desde   el   inicio   de   mi   carrera:   Escuchar    siempre    a mi vocecita   interior.   Si   no   suena   cuando   estoy    considerando    un nuevo proyecto,     lo     dejo.    Únicamente me mueve el entusiasmo. Desde que empecé    a    leer    los documentos    que    me    entregó    Jérôme Seydoux, me   emocioné,    me     sentía   cautivado,    fascinado    y    totalmente sorprendido por la historia. Durante todo el proceso, desde   el   primer   día, me   despertaba con ganas   de   levantarme   y meterme de lleno en el nuevo día.   Lo   que   es   a la vez divertido y conmovedor es que paso por Notre Dame casi   todos   los días. No   tengo   más   que   salir   al   balcón   de   mi apartamento para verla al otro lado de la orilla del Sena. ¡Sigo hablando con ella y   llamándola "mi amor"! Le pregunto: "¿Cómo estás hoy?" De todas las grandes actrices a las que he tenido la suerte de   dirigir,   Notre-Dame es sin duda   la   más   digna, pero también   la   más   frágil.   Está   tan hermosa   como siempre,   a   pesar   de que aún   necesitará   mucho    tiempo de    rehabilitación. Semana   tras   semana veo como avanzan los trabajos. Ya ha recorrido un largo camino y su historia vivirá mucho después que la de cualquiera de nosotros. Estoy feliz de haber creído, por un corto periodo de tiempo, que yo era su amante.

 

Arde Notre Dame tiene todos los ingredientes de un thriller. Sabes cuál es la amenaza, la ves, escuchas, imaginas... Sabes qué daño causará, pero al principio no ves ese peligro.

 

Así funciona el tiempo suspendido: Tienes al público en ascuas y alargas su placer el mayor tiempo posible manteniendo el suspense que rodea al fuego, quería retrasarlo al máximo. Iba dejando una serie de pistas, mostrando imágenes de las horas y minutos previos al estallido del incendio. De hecho, fue eso lo que me fascinó   desde que empecé a leer la documentación inicial: la acumulación de errores es increíble. Antes de empezar a documentarme, no era consciente ni de una décima parte de la verdad. Al descubrir cómo fue todo realmente te preguntas cómo se las arreglaron para salvar Notre-Dame. Para ser sincero, la noche del incendio estaba   convencido de que la catedral terminaría derrumbándose. Y, hace unos meses, el general Gonthier me reconoció que él temía lo mismo. Había planeado sacrificar, por así decirlo, Notre-Dame para asegurar los edificios de los alrededores y evitar así que el fuego se extendiera a toda la Île de la Cité cuando cayera la catedral.

 

La atención prestada al sonido en Arde Notre Dame es excepcional. Crepitaciones, chisporroteos, llamas, agua, el sonido ambiente y los diálogos. Aquí, cada sonido destaca.

 

Realmente fue un trabajo titánico que arrancó en el verano de 2021 y nos mantuvo ocupados durante más de seis meses. La banda sonora fue diseñada para ser inmersiva y que resultara aún más poderosa en los cines con sistemas Imax, Dolby Vison, Atmos 4K, 7.1 y 5.1. Desde que  empezamos  a  trabajar  en la  película  he estado convencido que el 50% de la    emoción    provendría    del sonido.    Todos   vieron imágenes     de     la catedral en llamas,     pero      pocos   escucharon ese sonido,   especialmente     desde dentro. Mi objetivo   era   que   el público sintiera lo   mismo    que    los    bomberos que estaban allí, que escucharan el   gemido   de   las   vigas   al   romperse,   sintieran la furia del “fuego” al devorarlo todo, que respiraran el   humo   que   se   colaba por todos los rincones de la catedral, que el agua chisporroteando sobre los tubos al rojo    vivo de    los    andamios    les    diera    la    sensación     de que eran ellos quienes empuñaban  la   manguera. Con la tecnología Atmos experimentábamos esto a través de los más de 70 altavoces que había en el auditorio. De este modo, cada detalle sonoro se convertía en un elemento más dentro de la narración. El incendio provocó   un estruendo   ensordecedor   en   un   perímetro     bastante amplio. Quería que los sonidos fueran mucho más precisos de lo que pudimos grabar durante la conmoción del rodaje. Fueron retocados en   postproducción: La    salpicadura      de una    gota enorme    de plomo   fundido    al caer    sobre    el   casco    de     un bombero    o sobre el viejo suelo    de roble, el ruido de    las    sillas    al    ser arrastradas por el derrumbe de la bóveda, el crujido de las puertas medievales al golpear contra sus marcos, el repiqueteo del agua de   las mangueras al caer, los muros de piedra, las vigas en llamas, los andamios tubulares, las campanas de bronce. Una ingente tarea, a la que se sumó el trabajo de los equipos encargados de los diferentes ambientes (sonidos de la ciudad, sirenas, atascos, bocinas, el clamor y el barullo de la multitud, etc.), efectos sonoros (chirridos de bisagras, cierres de cerraduras, el repiqueteo de las llaves, el estrépito de las piedras rompiéndose, etc.), los efectos especiales sonoros (todo      debía estar perfectamente sincronizado: el impacto   de las   botas   en los   escalones de piedra, el roce de   los uniformes   contra    las paredes, los cristales rotos). Además, en torno a   un   tercio de los diálogos de los actores tuvieron que ser retocados en post sincronización, diálogos que a menudo se tapaban durante    el     rodaje,   bien     por     el ruido   de los sopladores     de humo, de las máquinas para impulsar las brasas, las bocas de las mangueras, etc. Y, como punto final del complicado proceso sonoro, la partitura que Simon Franglen desarrolló durante meses para acompañar los giros narrativos que había   cada medio segundo, subrayar la tensión y extraer hasta la última emoción. Antes de sentarse a componer,   Simon  y yo pasamos muchas horas decidiendo que queríamos hacer. Luego, pasamos decenas de horas ajustando la maqueta a las   versiones   preliminares,   decenas de     horas grabando miles de pistas  de sonido que mezclamos en    Londres y luego las ajustamos a la imagen con Dick Bernstein,  que  vino  desde    Estados Unidos    para ocuparse   de   esto.   Pocas personas pueden   imaginar   la   enorme cantidad de trabajo que      implica todo esto. El fascinante trabajo de postproducción es fundamental y, a día de hoy, sigue siendo un campo tan mágico como misterioso.

 

 

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