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Viernes, 25 de Marzo de 2022 Tiempo de lectura:
"El vendaval represivo es avalado por la Unión Europea"

Drieu Godefridi: "Occidente experimenta un terrible y masivo asalto a la libertad"

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Drieu Godefridi, nacido en 1972, es un autor liberal belga, fundador del Instituto Hayek de Bruselas. Licenciado en Derecho y Filosofía y DEA en Derecho Tributario, Godefridi es doctor en Filosofía (Sorbona) y consultor e inversionista de riesgo, responsable de la conceptualización y la financiación de diversas empresas europeas. Autor de varios libros, Godefridi es colaborador habitual del Instituto Gatestone de Nueva York y sus dos últimos ensayos, aún no traducidos al español, han despertado un fuerte interés entre los lectores francófonos: Estampillés: Essai sur le néo-racisme de la Gauche au XXIe siècle y L'écologisme, nouveau totalitarisme?

 

En esta entrevista exclusiva publicada en el último número de la revista Naves en Llamas, Godefridi se muestra contundente: “Es hora de redescubrir el sentido de la realidad. Occidente está experimentando un terrible y masivo asalto a la libertad, a cara descubierta, como no habíamos conocido desde la Alemania de los años treinta o la Italia en los años veinte”.

 

En opinión de Godefridi, “en todas partes, en cualquier momento, en cada una de sus actividades, cualesquiera que sean sus actos y gestos, el hombre occidental —en el sentido genérico, las mujeres no están menos preocupadas— está acotado, enmarcado, canalizado, limitado, confinado, controlado, restringido y como si estuviera desnaturalizado. Su movilidad se ve obstaculizada, cuando no se reduce a la nada más absoluta”. 

 

¿Cómo se produce este fenómeno?

 

Las libertades constitucionales son violadas por simples regulaciones, decretos, como si la arbitrariedad fuera ahora evidente, la mayoría de las veces con la más perfecta impunidad judicial y mediática. Desafiar a lo que es sólo una ideología dominante, de naturaleza puramente política, es despreciado, socavado, cuando no está criminalizado por la ley. Sin duda, los ciudadanos occidentales están viviendo el más formidable tsunami liberticida que jamás se haya producido desde la orgía bárbara de terror del régimen nacionalsocialista. Además, nuestros hermanos en Europa Central y Oriental son aún más sensibles a este nuevo totalitarismo porque todavía guardan el recuerdo del totalitarismo comunista.

 

¿Están acelerando las instituciones europeas este proceso represivo?

 

Sin duda, este vendaval represivo se ve constantemente agravado por la Unión Europea. Si bien el noble logro del mercado común se basó en cuatro libertades —personas, bienes, capitales, servicios—, no pasa un día sin que la Comisión Europea o el Parlamento inicien o adopten un nuevo dictado siempre abiertamente liberticida y con un doble objetivo: castrar la libertad de los países y limitar la libertad de los individuos. El "principio de subsidiariedad", tan atractivo formalmente, se encuentra absolutamente impotente frente al ataque imperialista del "derecho europeo". 

 

Actualmente, es habitual en la vida del continente que los comisarios europeos que anuncian nuevas restricciones y nuevos ataques a las libertades de expresión y de pensamiento, se olviden de los miles de vidas de soldados jóvenes que se perdieron por defender estos derechos. Si no fuera por la libertad, dijo Immanuel Kant, el concepto de moralidad sería tan vacío como una cáscara. Pero en los discursos fúnebres y perentorios del siniestro vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, la libertad no es más que una vergüenza, una variable de ajuste, un indulto, una reliquia de una época pasada.

 

En opinión de Godefridi, mientras Occidente se despista con el Covid-19, una nueva amenaza se cierne sobre nosotros: el ecologismo. “Los implacables ideólogos ecologistas de todos los partidos adelantan sus peones, construyen sus esquemas y someten su influencia a todos los niveles de poder. ¡Un espectro se cierne sobre Europa, en verdad! Este espectro es el del ecologismo. No nos equivoquemos de adversario. Cuando los intelectuales ambientalistas están apelando a implantar una nueva dictadura, no podemos despistarnos con el tema de las mascarillas.

 

En su opinión, ¿cómo se puso en marcha todo este proceso?

 

El Covid, SARS-CoV-2, es un virus nacido en Wuhan, China. Probablemente escapó de un laboratorio después de ser sometido a manipulaciones para agravar su contagiosidad en los seres humanos. Y este objetivo ha tenido un éxito planetario absoluto a lo largo de los dos últimos años…

 

Permítanme recordar brevemente lo que es la realidad de una pandemia. En fases de contagio exponencial, si no se hace nada, los sistemas de salud pronto se ven desbordados. Esto, independientemente de la naturaleza del sistema de salud considerado —perfectamente liberal, totalmente sovietizado o intermedio (caso de Gran Bretaña)— y del número de camas disponibles. Este es el principio de contagio exponencial inherente a la definición de pandemia. En este contexto, se deben tomar medidas, y éstas han sido tomadas por 200 países de todo el mundo. No es una elección, es una necesidad. Un sistema de salud paralizado implica a muy corto plazo la parálisis de la sociedad. Cuando los hospitales están saturados, la gente muere; los pacientes con cáncer, mueren; las personas con fracturas abiertas, mueren; los problemas cardíacos conducen a la muerte, así como los accidentes cerebrovasculares; las mujeres embarazadas con complicaciones, también mueren. 

 

En este sentido, las medidas tomadas durante la pandemia son de tres tipos: distanciamiento, vacunas y 'confinamiento'. En virtud del programa estadounidense tremendamente visionario y profético 'Warp Speed', las vacunas contra el Covid se desarrollaron en nueve meses, cuando el récord anterior era de cinco años (Ébola). Se trata de una hazaña fabulosa, cuyos actores científicos merecen ser saludados. Pero estas vacunas han sido decepcionantes en términos de reducción del contagio; decepcionantes a largo plazo. Pero hay que reconocer que han sido tremendamente efectivas cuando se trata de reducir la probabilidad de ser hospitalizado. Han roto la cadena de infección/hospitalización/UCI-UCI/respirador; estas vacunas, por imperfectas que sean, han salvado al mundo. La única alternativa habría sido el confinamiento colectivo durante dos años, una práctica aún en curso en China, cuyas primeras vacunas demostraron ser un fracaso absoluto. 

 

El virus de Wuhan es una realidad. Había que tomar medidas. A menudo, éstas se han decretado en condiciones de legalidad más que dudosas, a menudo execrables, pero la democracia todavía no ha sido "suspendida" en ningún país occidental. Es necesario exigir el levantamiento total, inmediato e incondicional de estas medidas en cuanto la pandemia entre en su fase endémica. La historia demuestra que cuando el Estado pone en marcha mandatos de estas características, por excelentes que sean las razones inmediatas —como fue el caso durante la Segunda Guerra Mundial— es extremadamente difícil obtener posteriormente su abolición. En mi opinión, esto es lo que deberían exigir los que salen a las calles, en lugar de despotricar las "vacunas" o los distanciamientos obligados… la salida de la pandemia permitirá a “los luchadores por la libertad” centrarse en derribar a los ambientalistas que están dispuestos a sacrificar a sus hijos para salvar a “Gaia”.

 

Esta entrevista se incluye en el Nº 17 de la revista Naves en Llamas, titulado genéricamente Los nuevos tiranos y el fin de la democracia

 

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