Amado líder
Los partidos políticos celebran sus congresos que en puridad deberían llamarse concilios, cónclaves o circos cuyo fin no es otro que entronizar y ensalzar al nuevo, preclaro y muy amado líder; quien le precedió es un árbol talado del que todos hacen leña, los mismos que en su día le auparon reniegan de él tres veces y lo mismo harán con el recién llegado a su debido tiempo. En tales ceremonias predominan los sandungueros, palmeros profesionales, a quienes en su fuero interno les da igual que el nuevo presidente sea Juana o su hermana, siempre y cuando les asegure los garbanzos, asunto nada baladí; presentan sus principios y si no son del agrado del ovante, le muestran otros, ya que lo prioritario y esencial es nadar a favor de la corriente, salir en la foto y por ello aplauden y jalean con fervor norcoreano hasta quedar doloridos y afónicos. Adulación, lisonjas y zalamerías son imprescindibles para mantener o pillar cacho colocándose en buena posición para cuando haya que cerrar las planchas electorales; adictos al jefe de turno y sobre todo al cargo para poder pagar las facturas, el partido convertido en teta nutricia. Todos los partidos funcionan igual: se comienza siempre recibiendo al nuevo mesías con laurel, palmas e incluso botafumeiro y se acaba con su crucifixión; es por ello que desde el primer día el susodicho debe recordar la famosa sentencia <<memento mori>> y saber que la última frase que pronunciará será <<tu quoque fili mi?>> rodeado de todos aquellos que la víspera besaban sus pisadas. Shakespeare lo dejó claro: La política está por encima de la conciencia. Otra de gambas y dos cañas.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
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Los partidos políticos celebran sus congresos que en puridad deberían llamarse concilios, cónclaves o circos cuyo fin no es otro que entronizar y ensalzar al nuevo, preclaro y muy amado líder; quien le precedió es un árbol talado del que todos hacen leña, los mismos que en su día le auparon reniegan de él tres veces y lo mismo harán con el recién llegado a su debido tiempo. En tales ceremonias predominan los sandungueros, palmeros profesionales, a quienes en su fuero interno les da igual que el nuevo presidente sea Juana o su hermana, siempre y cuando les asegure los garbanzos, asunto nada baladí; presentan sus principios y si no son del agrado del ovante, le muestran otros, ya que lo prioritario y esencial es nadar a favor de la corriente, salir en la foto y por ello aplauden y jalean con fervor norcoreano hasta quedar doloridos y afónicos. Adulación, lisonjas y zalamerías son imprescindibles para mantener o pillar cacho colocándose en buena posición para cuando haya que cerrar las planchas electorales; adictos al jefe de turno y sobre todo al cargo para poder pagar las facturas, el partido convertido en teta nutricia. Todos los partidos funcionan igual: se comienza siempre recibiendo al nuevo mesías con laurel, palmas e incluso botafumeiro y se acaba con su crucifixión; es por ello que desde el primer día el susodicho debe recordar la famosa sentencia <<memento mori>> y saber que la última frase que pronunciará será <<tu quoque fili mi?>> rodeado de todos aquellos que la víspera besaban sus pisadas. Shakespeare lo dejó claro: La política está por encima de la conciencia. Otra de gambas y dos cañas.
Francisco Javier Sáenz Martínez
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