Crimen y ¿honor?
Recuerdo que siendo niño mis padres me inculcaron que el honor es la principal divisa de la persona y una vez perdido no se recupera jamás; no se trata de un bien material, sino de una cualidad moral, intangible, etérea, de un valor incalculable. Dos chicas, hermanas, paquistaníes, residentes en Cataluña han sido asesinadas en su país de origen por sus propios familiares y sus dizque novios; los perpetradores de los asesinatos los definen como crímenes de <<honor>> para reparar una presunta afrenta inflingida por las dos veinteañeras. ¿Qué entienden por honor? ¿Lo han tenido alguna vez? ¿Cómo pueden caer en semejante vileza golpeando con saña y matando a dos chicas indefensas y desamparadas aludiendo defender y recuperar su honor perdido?. Son ellas quienes sí eran dos personas de bien, honorables, quienes pecando de ingenuidad y candor decidieron temeraria e inocentemente ir y meterse en la cueva del monstruo; dos auténticas mártires por defender su honor y su libertad de con quién comprometerse y compartir sus vidas. La palabra era su única arma y con ella se enfrentaron; confiemos que su sangre derramada insufle de honor a quienes tengan que juzgar a sus verdugos quienes no pueden haber perdido lo que jamás tuvieron. Castigo ejemplar para un crimen de horror, no de honor.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Recuerdo que siendo niño mis padres me inculcaron que el honor es la principal divisa de la persona y una vez perdido no se recupera jamás; no se trata de un bien material, sino de una cualidad moral, intangible, etérea, de un valor incalculable. Dos chicas, hermanas, paquistaníes, residentes en Cataluña han sido asesinadas en su país de origen por sus propios familiares y sus dizque novios; los perpetradores de los asesinatos los definen como crímenes de <<honor>> para reparar una presunta afrenta inflingida por las dos veinteañeras. ¿Qué entienden por honor? ¿Lo han tenido alguna vez? ¿Cómo pueden caer en semejante vileza golpeando con saña y matando a dos chicas indefensas y desamparadas aludiendo defender y recuperar su honor perdido?. Son ellas quienes sí eran dos personas de bien, honorables, quienes pecando de ingenuidad y candor decidieron temeraria e inocentemente ir y meterse en la cueva del monstruo; dos auténticas mártires por defender su honor y su libertad de con quién comprometerse y compartir sus vidas. La palabra era su única arma y con ella se enfrentaron; confiemos que su sangre derramada insufle de honor a quienes tengan que juzgar a sus verdugos quienes no pueden haber perdido lo que jamás tuvieron. Castigo ejemplar para un crimen de horror, no de honor.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria