España hace tiempo, pero especialmente en la última legislatura, con Pedro Sánchez de presidente, da signos evidentes de estar supeditada a decisiones que desbordan con creces el ámbito de su territorio. Es decir, España ha dejado de ser un ente soberano capaz de definir su papel en el escenario mundial y su futuro como colectividad nacional. España ha prescindido, en definitiva, de ser una nación de ciudadanos libres y capaces de marcar la voluntad general y de establecer las líneas por las que transcurre su futuro.

España está supeditada a diferentes instancias de poder mundial y no somos ya capaces de definir el marco de relaciones internacionales donde hemos de movernos en la toma de decisiones en relación a nuestros propios intereses. Es decir, jugamos al servicio de intereses ajenos en un marco de juegos de prevalencia en la geopolítica, en un pulso entre bloques de poder. Es más, Europa hace tiempo ha dejado de ser una instancia de poder mundial que se mueva en un equilibrio geoestratégico, en defensa de su propio marco; simplemente, porque Europa no se sabe lo que es, al conjugarse intereses nacionales muy diversos y jerarquizados por instancias de prevalencia dentro de su propio ámbito.

Ninguna soberanía que se precie puede ser autónoma sin una capacidad de defensa ante agresiones exteriores. La dependencia respecto a aparatos militares que supuestamente van a acudir a proteger la subsistencia de ese ente nacional o ese supuesto Estado, sin capacidad de toma de decisiones propias, pone a los pies de los caballos su propia supervivencia como estructura donde conviven intereses y sistemas que tienen que atender comunidades históricas avocadas a una insumisión fundante para sobrevivir.

Que España está a merced de lo que ordenen instancias ajenas a su soberanía es un hecho, no es una suposición. Tenemos un Presidente del Gobierno que es una marioneta que ejecuta sin cuestionamiento alguno tomas de posición y estrategias que buscan el beneficio de terceras partes, en este caso de USA o de los poderes ocultos, para no variar. Es el Pentágono el que marca la orientación de las decisiones de nuestro país, sin ninguna duda. Y nos sometemos sin cuestionamiento a una organización militar comandada desde Washington. Eso es así, como lo fue en el proceso de fragmentación de la Hispanidad hace doscientos años. Solo que ahora está en juego nuestra supervivencia colectiva pues tenemos unos partidos políticos, cuya representación más caricaturizada es la del Presidente actual, que no sirve a los intereses de los españoles sino a los de estructuras de poder ajenas.

Lo vemos claramente en el caso de Marruecos y la actual crisis con Argelia. 

Sánchez, ovejuna y disciplinadamente, ha acudido a aportar material de guerra a Ucrania sin que en ningún momento se haya consultado a las instancias de decisión de nuestro país, metiéndonos indirectamente en una guerra sin que en ningún momento se haya hecho una evaluación de necesidad atendiendo a nuestro propio marco de soberanía.  Esa disposición bélica no consultada a los españoles nos está trayendo consecuencias irreparables para el bienestar de nuestras sociedades, con un coste de la energía incontenible y ahora con un enfrentamiento inducido con un país que no es tradicionalmente enemigo nuestro, como es Argelia,  mientras que alimentamos los apetitos del sátrapa marroquí que amenaza con extender su dominio no solamente en el Sahara Occidental, que, recordemos, la ONU no ha hecho decaer formalmente la obligación de España de tutelar el proceso de descolonización y someter a referéndum su autodeterminación la voluntad de los saharauis. Y, por otra parte, rindiendo la soberanía de los saharauis al poder de Marruecos, sin tener prerrogativa para ello y sin consultar a nadie. De esta manera, como consecuencia y efecto, Pedro Sánchez posibilita que los fondos marinos de la plataforma litoral de las Islas Canarias, ricos en materias primas fundamentales para la industria tecnológica y con fuentes de energía que nos vendrían muy bien a fin de evitar el aumento desmedido de los precios de los combustibles, pasen a manos de Marruecos. Y, por si fuera poco, nos enemistamos con quienes nos proporcionaban el gas a precios razonables, con lo que conllevará una subida espectacular, aún mayor, de los precios de la energía en todas sus variantes, y el crecimiento inasumible de la inflación. Todo para obedecer a quien ha decidido que Marruecos sea la plataforma de poder en el Mediterráneo, marginando a España, subordinándonos a los intereses del país alauita, y de su personaje clave, su monarca.

Es decir, no solamente los españoles no tenemos el control de lo que ocurre para el desarrollo de nuestro futuro inmediato en todos los órdenes; sino que pudiera ser que, para más desastre, nos veamos inducidos a posibles enfrentamientos entre vecinos, como son Argelia y Marruecos, que colisionan desde siempre por la prevalencia de control del Magreb. Ello en un contexto en el que nadie nos defienda ante la invasión migratoria programada y en el que somos el tonto útil en el  juego de poder entre partes que nos dan patadas en el trasero de manera vicaria para no pegarlas a los que tienen la capacidad de defensa u ofensiva militar, ya que no tenemos los mecanismos hacernos respetar, mientras que el vecino del sur se está armando hasta los dientes con tecnología militar puntera suministrada por quienes organizan desde la OTAN ofensivas que ponen a Europa al pie de los caballos.

Y a esto lo llaman soberanía española. Al menos, que no nos mientan.