Rescoldo
Leo que una joven motriquesa, recién incorporada a la Ertzaintza, ha sido <<invitada>> a no tomar parte en los actos de la juventud, <<sugiriéndole>>, además, que se abstuviera de presentarse en la zona de txoznas (bares), todo ello con motivo de la celebración de las fiestas de la localidad guipuzcoana de Motrico. Euskomafia, camorra autóctona, en estado puro. Esta noticia me ha retrotraído unos años, no muchos, imaginándome la misma escena y los mismos protagonistas: la chica hubiera decidido <<mottu propio>> no dejarse ver ni en las fiestas, ni en el pueblo, ocultar su profesión y extremar las precauciones para proteger su vida y la de su familia. Quienes a día de hoy le han negado poder pasear libremente por su pueblo, son los mismos que en aquellos años hubiesen pintado dianas con su nombre en el portal y en las calles, los mismos que hubieran introducido balas en su buzón, quemado su coche y, por supuesto, informado al <<comité central>> para que le aplicaran la pena capital, la última pena y entonces, sí, hubiera podido pasear por su pueblo, pero dentro de un ataúd. Nadie puede negar que subsiste entre nosotros un rescoldo de odio extremo y fanatismo. Quienes lo sufren portan en sus manos un fuelle para insuflar aire a las brasas y tratar de avivarlas. Este proceder cobarde y rastrero es una lección magistral para no olvidar lo sucedido no hace tanto, no blanquear la historia (relato) y aparcar la equidistancia. Ya no matan, suspiramos aliviados, pero la mala hierba sigue entre nosotros esperando ser abonada. De todos depende que se agoste.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS
Lasarte-Oria
Leo que una joven motriquesa, recién incorporada a la Ertzaintza, ha sido <<invitada>> a no tomar parte en los actos de la juventud, <<sugiriéndole>>, además, que se abstuviera de presentarse en la zona de txoznas (bares), todo ello con motivo de la celebración de las fiestas de la localidad guipuzcoana de Motrico. Euskomafia, camorra autóctona, en estado puro. Esta noticia me ha retrotraído unos años, no muchos, imaginándome la misma escena y los mismos protagonistas: la chica hubiera decidido <<mottu propio>> no dejarse ver ni en las fiestas, ni en el pueblo, ocultar su profesión y extremar las precauciones para proteger su vida y la de su familia. Quienes a día de hoy le han negado poder pasear libremente por su pueblo, son los mismos que en aquellos años hubiesen pintado dianas con su nombre en el portal y en las calles, los mismos que hubieran introducido balas en su buzón, quemado su coche y, por supuesto, informado al <<comité central>> para que le aplicaran la pena capital, la última pena y entonces, sí, hubiera podido pasear por su pueblo, pero dentro de un ataúd. Nadie puede negar que subsiste entre nosotros un rescoldo de odio extremo y fanatismo. Quienes lo sufren portan en sus manos un fuelle para insuflar aire a las brasas y tratar de avivarlas. Este proceder cobarde y rastrero es una lección magistral para no olvidar lo sucedido no hace tanto, no blanquear la historia (relato) y aparcar la equidistancia. Ya no matan, suspiramos aliviados, pero la mala hierba sigue entre nosotros esperando ser abonada. De todos depende que se agoste.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS
Lasarte-Oria











