Vera Sharav, la superviviente del Holocausto que denuncia las similitudes entre la sociedad actual y la Alemania nazi
![[Img #22636]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2022/1002_vera-sharav.jpg)
Vera Sharav tenía solo tres años cuando su mundo se derrumbó. Junto con su familia fue expulsada de Rumania y llevada a un campo de concentración en Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial. Allí fueron sentenciados a esperar su muerte por inanición. “La nube de la muerte siempre estuvo ahí”, explica ahora Sharav en una entrevista con The Epoch Times.
Después de tres años en aquel campamento, durante los que murió su padre de tifus, fue rescatada en 1944. “Mi madre se enteró de que algunos huérfanos serían transportados fuera del campo, así que mintió para salvar mi vida y dijo que yo estaba abandonada. Así fue como terminé yéndome”.
Según explica en su conversación con The Epoch Times, desde ese momento “tuve que evaluar en quién podía confiar para que me cuidara”. Mientras viajaba en tren hacia el puerto de Constanta (Rumanía) donde había tres barcos esperando para llevar grupos de personas a Palestina, se hizo amiga de una familia. Sin embargo, al llegar, se encontró con que le habían asignado a un bote con otros niños huérfanos que la separarían de la nueva familia en la que sentía que podía confiar. Así que ella se rebeló. “No me convencieron de subirme a ese barco. Milagrosamente, al final, cedieron ante mí”. Mareada, se quedó dormida esa noche solo para despertarse a la mañana siguiente y descubrir que el barco con los huérfanos en el que debía haberse embarcado había sido torpedeado. “No obedecer a la autoridad me salvó la vida”.
Hoy, Vera Sharav señala que se acordó de todo esto a lo largo de 2020, durante las restricciones impuestas por el Covid-19 con “la ayuda propagandística de los medios”. “Cuando las personas obedecen a la autoridad sin pensar, renunciando a su derecho a tomar decisiones sobre su propia vida y sobre lo que entra en sus propios cuerpos, recuerdo aquellos tiempos”.
Bajo el régimen nazi, explica Sharav, la medicina se usó como arma, como se ha hecho hoy. “Aunque los judíos eran el objetivo principal, las primeras víctimas médicamente asesinadas fueron bebés y niños alemanes discapacitados menores de tres años. Posteriormente, se amplió la operación, denominada T4 por la dirección de la oficina central del programa en Berlín, a los discapacitados de todas las edades, incluidos los enfermos mentales y los ancianos. Los nazis los llamaron ‘comedores inútiles’. T4 fue un esfuerzo concertado para deshacerse de lo que su propaganda llamó la 'carga económica'”.
Hoy, Sharav es activista médica y fundadora de la Alliance for Human Research Protection, una red de laicos y profesionales que trabaja para defender los valores humanitarios y los estándares éticos establecidos en el Juramento Hipocrático, el Código de Nuremberg y la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos humanos. Recientemente, se ha unido a Scott Schara, cofundador de Light Shines On.
Tanto Sharav como Schara han reflexionado con The Epoch Times lo que ven como paralelismos entre el régimen nacionalsocialista en Alemania y las directivas médicas actuales que se llevan a cabo en los Estados Unidos a través de programas financiados por el Gobierno.
En este punto, Shara recuerda que existe un Informe del Administrador de Medicare (Agencia perteneciente al Departamento de Salud de EEUU) de 2021, que evalúa el costo de mantener a los ancianos y discapacitados con fondos federales. En la página 11 del informe, se incluye un llamamiento a realizar "cambios sustanciales" para abordar los desafíos financieros. “Cuanto antes se promulguen las soluciones, más flexibles y graduales pueden ser”, afirma el informe. Para Schara, aunque no se declara abiertamente, se está realizando un llamamiento a la eugenesia que fue apoyado por las élites académicas al principio de la historia de los EEUU y luego adoptado por la Alemania nazi. “Lo que les sucedió a muchos discapacitados y ancianos en Europa occidental, Australia, Canadá y Estados Unidos en marzo y abril de 2020 fue un asesinato médico”, afirma Sharav.
Schara, por su parte, se inspira en los escritos de la superviviente del Holocausto Hannah Arendt y su concepto de la "banalidad del mal". “Me abrió una visión completamente diferente del mundo”. La banalidad del mal es la normalización del asesinato en masa al convertirlo en una rutina burocrática que se transmite como órdenes a través de la cadena de mando a la persona que presiona el interruptor, aplica la inyección o enciende el gas, explica.
“Nadie lo llama asesinato”, dice Sharav. “Los nazis eran muy hábiles con la propaganda y el lenguaje. Los judíos fueron llamados 'propagadores de enfermedades', no muy diferentes de los epítetos lanzados contra aquellos que se han negado a inyectarse la vacuna contra el Covid. De hecho, a lo largo de 2021, se atribuyó la propagación del SARS-Cov-2 a ‘la pandemia de los no vacunados’, frase que fue utilizada por el presidente Joe Biden y gobernadores como el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper. Todo el lenguaje es deshumanizador”.
En opinión de Sharav, “el juramento hipocrático se va por la ventana, la promesa de ‘no hacer daño’ ha sido reemplazada por la lealtad al ‘bien mayor’, con lo que la pregunta clave sigue siendo quién tiene la autoridad para decidir qué es lo mejor para el bien común. Lo que respalda el bien mayor es tener respeto por el individuo, y seguir políticas que aboguen por la mayoría sobre el individuo es abrir la puerta a prácticas médicas que causarán daño. Es una pendiente resbaladiza por la que, con la ayuda de tecnología avanzada, la sociedad se está deslizando rápidamente, en comparación con el tiempo que tardó Hitler en implementar su ‘solución final. Nos dirigimos allí de una forma excepcionalmente rápida. Hoy, la 'solución final' es la reducción de toda la población humana bajo el mandato de la 'agenda sostenible', de la Agenda 2030. A diferencia del nazismo, que necesitaba tatuajes de tinta para la identificación de los prisioneros y de guardias para su control, las nuevas prisiones son digitales, administradas de forma remota mediante vigilancia a través de teléfonos inteligentes. Con la tecnología inteligente, puedes controlar a millones de personas a la vez. Es escalofriante… Resulta muy difícil para muchas personas aceptar que una élite está conspirando para causar un daño generalizado. La gente dice: 'Cometieron un error; fue un accidente.' Pero no, las élites, al igual que los nazis, tienen esta arrogancia en la que creen que son superiores y, por lo tanto, asumen que tienen derecho a gobernarnos al resto de nosotros porque creen que somos inferiores”.
Vera Sharav tenía solo tres años cuando su mundo se derrumbó. Junto con su familia fue expulsada de Rumania y llevada a un campo de concentración en Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial. Allí fueron sentenciados a esperar su muerte por inanición. “La nube de la muerte siempre estuvo ahí”, explica ahora Sharav en una entrevista con The Epoch Times.
Después de tres años en aquel campamento, durante los que murió su padre de tifus, fue rescatada en 1944. “Mi madre se enteró de que algunos huérfanos serían transportados fuera del campo, así que mintió para salvar mi vida y dijo que yo estaba abandonada. Así fue como terminé yéndome”.
Según explica en su conversación con The Epoch Times, desde ese momento “tuve que evaluar en quién podía confiar para que me cuidara”. Mientras viajaba en tren hacia el puerto de Constanta (Rumanía) donde había tres barcos esperando para llevar grupos de personas a Palestina, se hizo amiga de una familia. Sin embargo, al llegar, se encontró con que le habían asignado a un bote con otros niños huérfanos que la separarían de la nueva familia en la que sentía que podía confiar. Así que ella se rebeló. “No me convencieron de subirme a ese barco. Milagrosamente, al final, cedieron ante mí”. Mareada, se quedó dormida esa noche solo para despertarse a la mañana siguiente y descubrir que el barco con los huérfanos en el que debía haberse embarcado había sido torpedeado. “No obedecer a la autoridad me salvó la vida”.
Hoy, Vera Sharav señala que se acordó de todo esto a lo largo de 2020, durante las restricciones impuestas por el Covid-19 con “la ayuda propagandística de los medios”. “Cuando las personas obedecen a la autoridad sin pensar, renunciando a su derecho a tomar decisiones sobre su propia vida y sobre lo que entra en sus propios cuerpos, recuerdo aquellos tiempos”.
Bajo el régimen nazi, explica Sharav, la medicina se usó como arma, como se ha hecho hoy. “Aunque los judíos eran el objetivo principal, las primeras víctimas médicamente asesinadas fueron bebés y niños alemanes discapacitados menores de tres años. Posteriormente, se amplió la operación, denominada T4 por la dirección de la oficina central del programa en Berlín, a los discapacitados de todas las edades, incluidos los enfermos mentales y los ancianos. Los nazis los llamaron ‘comedores inútiles’. T4 fue un esfuerzo concertado para deshacerse de lo que su propaganda llamó la 'carga económica'”.
Hoy, Sharav es activista médica y fundadora de la Alliance for Human Research Protection, una red de laicos y profesionales que trabaja para defender los valores humanitarios y los estándares éticos establecidos en el Juramento Hipocrático, el Código de Nuremberg y la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos humanos. Recientemente, se ha unido a Scott Schara, cofundador de Light Shines On.
Tanto Sharav como Schara han reflexionado con The Epoch Times lo que ven como paralelismos entre el régimen nacionalsocialista en Alemania y las directivas médicas actuales que se llevan a cabo en los Estados Unidos a través de programas financiados por el Gobierno.
En este punto, Shara recuerda que existe un Informe del Administrador de Medicare (Agencia perteneciente al Departamento de Salud de EEUU) de 2021, que evalúa el costo de mantener a los ancianos y discapacitados con fondos federales. En la página 11 del informe, se incluye un llamamiento a realizar "cambios sustanciales" para abordar los desafíos financieros. “Cuanto antes se promulguen las soluciones, más flexibles y graduales pueden ser”, afirma el informe. Para Schara, aunque no se declara abiertamente, se está realizando un llamamiento a la eugenesia que fue apoyado por las élites académicas al principio de la historia de los EEUU y luego adoptado por la Alemania nazi. “Lo que les sucedió a muchos discapacitados y ancianos en Europa occidental, Australia, Canadá y Estados Unidos en marzo y abril de 2020 fue un asesinato médico”, afirma Sharav.
Schara, por su parte, se inspira en los escritos de la superviviente del Holocausto Hannah Arendt y su concepto de la "banalidad del mal". “Me abrió una visión completamente diferente del mundo”. La banalidad del mal es la normalización del asesinato en masa al convertirlo en una rutina burocrática que se transmite como órdenes a través de la cadena de mando a la persona que presiona el interruptor, aplica la inyección o enciende el gas, explica.
“Nadie lo llama asesinato”, dice Sharav. “Los nazis eran muy hábiles con la propaganda y el lenguaje. Los judíos fueron llamados 'propagadores de enfermedades', no muy diferentes de los epítetos lanzados contra aquellos que se han negado a inyectarse la vacuna contra el Covid. De hecho, a lo largo de 2021, se atribuyó la propagación del SARS-Cov-2 a ‘la pandemia de los no vacunados’, frase que fue utilizada por el presidente Joe Biden y gobernadores como el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper. Todo el lenguaje es deshumanizador”.
En opinión de Sharav, “el juramento hipocrático se va por la ventana, la promesa de ‘no hacer daño’ ha sido reemplazada por la lealtad al ‘bien mayor’, con lo que la pregunta clave sigue siendo quién tiene la autoridad para decidir qué es lo mejor para el bien común. Lo que respalda el bien mayor es tener respeto por el individuo, y seguir políticas que aboguen por la mayoría sobre el individuo es abrir la puerta a prácticas médicas que causarán daño. Es una pendiente resbaladiza por la que, con la ayuda de tecnología avanzada, la sociedad se está deslizando rápidamente, en comparación con el tiempo que tardó Hitler en implementar su ‘solución final. Nos dirigimos allí de una forma excepcionalmente rápida. Hoy, la 'solución final' es la reducción de toda la población humana bajo el mandato de la 'agenda sostenible', de la Agenda 2030. A diferencia del nazismo, que necesitaba tatuajes de tinta para la identificación de los prisioneros y de guardias para su control, las nuevas prisiones son digitales, administradas de forma remota mediante vigilancia a través de teléfonos inteligentes. Con la tecnología inteligente, puedes controlar a millones de personas a la vez. Es escalofriante… Resulta muy difícil para muchas personas aceptar que una élite está conspirando para causar un daño generalizado. La gente dice: 'Cometieron un error; fue un accidente.' Pero no, las élites, al igual que los nazis, tienen esta arrogancia en la que creen que son superiores y, por lo tanto, asumen que tienen derecho a gobernarnos al resto de nosotros porque creen que somos inferiores”.