Castas mandatarias
Vuelve el curso escolar y laboral. Tras un verano donde muchos han intentado olvidar los avatares de la pandemia con sus efectos para la movilidad. La máquina publicitaria del Estado ha trabajado como si fuera el último verano. Nos han estado animando a disfrutar y a no pensar. Los jubilados paseando por la sombra de unos meses tórridos. Los trabajadores olvidando entre playas y campos las malas noticias, para ello ni periódicos ni informativos televisivos. Música y cerveza. Los jóvenes de festival en festival rindiendo culto al Dios Baco. Mientras los miembros del Gobierno se turnaban para encontrar alguna noticia que evitara pensar en que pensar debiéramos sobre la situación de guerra mundial entre Oriente y Occidente con el arma de la energía y los precios.
No logro entenderlo. Para unos ha sido un tiempo excepcional por consumo y turismo. Para otros, una catástrofe inflacionista con grave recorte para el poder adquisitivo de la clase media. A los desafortunados excluidos ya no les puede afectar más, pues no tienen nada que perder, lo perdieron todo hace tiempo y hasta han perdido la esperanza.
Pero llega San Ramón. Onomástica que dispone el santoral para el 31 de agosto. Las gentes superan los atascos de la operación retorno. Este año hasta los más pequeños se enfrentan con un adelanto del curso escolar. Los padres despiertan a la cotidiana realidad y vuelven a consumir informativos. ¡Cielos, no hay nada más que malas noticias! Hasta los ministros del sanchismo empiezan a turnarse para señalar al personal que se avecina una tempestad perfecta. Y caemos o caen en la trampa. Un debate en el Senado para abrir las puertas de la cruda realidad al paisanaje.
Mientras tanto, siguen sonando las bombas en Ucrania. Mientras americanos y chinos comienzan a tomar posiciones belicistas en torno a Taiwan. Mientras Putin advierte que cortará los suministros de material energético para Europa occidental. Mientras el ama de casa descubre cómo han subido los precios del consumo doméstico. Al menos nos queda el futbol y el tenis para distracción social. Pero ni con esas. Se han empeñado en comenzar la contienda política como la pertinaz sequía. Con debates vacíos para soluciones. Mostrando a las claras que nuestro viejo sistema democrático está enfermo y cautivo de la partidocracia.
A la juventud ni le va ni le viene. Cada día está más alejada de las instancias del poder político y tampoco tienenperspectivas culturales que le hagan aproximarse a la lectura, la escritura y la tertulia. Lo suyo son las redes sociales. Han caído irremisiblemente en la alienación del nuevo sistema.
A los jubilados les preocupa que regresen los fantasmas de aquellas históricas tarjetas de racionamiento, pero, por encima de todo, les asusta que entre tanta cifra macroeconómica comentada por tertulianos todavía morenos, el Gobierno de los Gobiernos meta mano a las pensiones que son el ahorro de las clases trabajadoras del siglo XX.
Los funcionarios y trabajadores se dividen en dos. Los que tienen empleo estable 'ad personan'. Los que torean un contrato coyuntural. A los primeros los sindicalistas no les representan. Los políticos tampoco. La Iglesia ha dejado de ejercer la manija de la conciencia social. Se irán adaptando a lo que venga. No queda otra que sobrevivir.
Los contratados irán progresivamente perdiendo su empleo y en el mejor de los casos pasarán a cobrar subsidios. Algunos mirarán con reojo fruncido a los liberados por la política que nada tienen por ahora que temer. Las legiones de "enchufados" al sistema improductivo son una casta que manda y progresa. Al menos, mientras dure la legislatura...
¡De pronto, el debate!. Al aspirante le preparan un escenario parecido al circo romano. Más de dos horas para que el "jefe del sanchismo" se despache: hora con el botafumeiro para sí mismo, hora con las jaculatorias contra los poseídos por el demonio de la alternancia. El objetivo es muy claro. Este candidato a presidente no tiene categoría. Es un aldeano que no puede comparar una alcaldía pedánea en Galicia con una gran responsabilidad para España. Además, representa a las derechas. A esas que son mesnadas para la defensa de las grandes compañías que facturan los recibos de la electricidad.
En lo dicho estábamos cuando se produce la muerte de Isabel del Reino Unido. Una noticia que servirá para desviar cualquier otra de corte económico, social y hasta cultural. Dignidad y servicio al Estado. El icono del mundo británico. Símbolo de la unidad. No se ha ido una personalidad del mundo occidental, se ha ido una institución del siglo XX. Puede que refuerce el pensamiento de quienes ven en la Monarquía un instrumento mucho más estable que la República.
Una vez más, otros desvían la atención del ciudadano y permiten ocultar la realidad tangible, dando ventaja al que está subido en un corcel desbocado en medio de las calles pobladas por tantos demandantes con razones para exigir cambios.
Novedad que proclama a Francia como impulsora para fórmulas capaces de colocar al sistema democrático cerca del pueblo y consecuente con sus orígenes. Macron lanza el Consejo Nacional de la Refundación para cambiar la forma de gobernar Francia. Un ejercicio para el diálogo constante entre partidos políticos, asociaciones, sindicatos, actores sociales y ciudadanos, para reflexionar sobre educación, sanidad, empleo, envejecimiento, transición ecológica. Debate público para recuperar la confianza de los ciudadanos en el sistema. ¡Que tomen nota los mandarines de nuestra España! Me temo que hasta los "enterados tertulianos" o lo obviarán o dirán que es una fórmula para evitar el debate parlamentario.
España de camisa blanca... con sus castas mandatarias... su tendencia a que cada español que habla fuerte sea un seleccionador y cada jefecillo un promotor de dicterios, entre complejos propios del alma hispana, seguirá entreteniendo al personal con esas series abominables tan de algunas cadenas... de WC.
Vuelve el curso escolar y laboral. Tras un verano donde muchos han intentado olvidar los avatares de la pandemia con sus efectos para la movilidad. La máquina publicitaria del Estado ha trabajado como si fuera el último verano. Nos han estado animando a disfrutar y a no pensar. Los jubilados paseando por la sombra de unos meses tórridos. Los trabajadores olvidando entre playas y campos las malas noticias, para ello ni periódicos ni informativos televisivos. Música y cerveza. Los jóvenes de festival en festival rindiendo culto al Dios Baco. Mientras los miembros del Gobierno se turnaban para encontrar alguna noticia que evitara pensar en que pensar debiéramos sobre la situación de guerra mundial entre Oriente y Occidente con el arma de la energía y los precios.
No logro entenderlo. Para unos ha sido un tiempo excepcional por consumo y turismo. Para otros, una catástrofe inflacionista con grave recorte para el poder adquisitivo de la clase media. A los desafortunados excluidos ya no les puede afectar más, pues no tienen nada que perder, lo perdieron todo hace tiempo y hasta han perdido la esperanza.
Pero llega San Ramón. Onomástica que dispone el santoral para el 31 de agosto. Las gentes superan los atascos de la operación retorno. Este año hasta los más pequeños se enfrentan con un adelanto del curso escolar. Los padres despiertan a la cotidiana realidad y vuelven a consumir informativos. ¡Cielos, no hay nada más que malas noticias! Hasta los ministros del sanchismo empiezan a turnarse para señalar al personal que se avecina una tempestad perfecta. Y caemos o caen en la trampa. Un debate en el Senado para abrir las puertas de la cruda realidad al paisanaje.
Mientras tanto, siguen sonando las bombas en Ucrania. Mientras americanos y chinos comienzan a tomar posiciones belicistas en torno a Taiwan. Mientras Putin advierte que cortará los suministros de material energético para Europa occidental. Mientras el ama de casa descubre cómo han subido los precios del consumo doméstico. Al menos nos queda el futbol y el tenis para distracción social. Pero ni con esas. Se han empeñado en comenzar la contienda política como la pertinaz sequía. Con debates vacíos para soluciones. Mostrando a las claras que nuestro viejo sistema democrático está enfermo y cautivo de la partidocracia.
A la juventud ni le va ni le viene. Cada día está más alejada de las instancias del poder político y tampoco tienenperspectivas culturales que le hagan aproximarse a la lectura, la escritura y la tertulia. Lo suyo son las redes sociales. Han caído irremisiblemente en la alienación del nuevo sistema.
A los jubilados les preocupa que regresen los fantasmas de aquellas históricas tarjetas de racionamiento, pero, por encima de todo, les asusta que entre tanta cifra macroeconómica comentada por tertulianos todavía morenos, el Gobierno de los Gobiernos meta mano a las pensiones que son el ahorro de las clases trabajadoras del siglo XX.
Los funcionarios y trabajadores se dividen en dos. Los que tienen empleo estable 'ad personan'. Los que torean un contrato coyuntural. A los primeros los sindicalistas no les representan. Los políticos tampoco. La Iglesia ha dejado de ejercer la manija de la conciencia social. Se irán adaptando a lo que venga. No queda otra que sobrevivir.
Los contratados irán progresivamente perdiendo su empleo y en el mejor de los casos pasarán a cobrar subsidios. Algunos mirarán con reojo fruncido a los liberados por la política que nada tienen por ahora que temer. Las legiones de "enchufados" al sistema improductivo son una casta que manda y progresa. Al menos, mientras dure la legislatura...
¡De pronto, el debate!. Al aspirante le preparan un escenario parecido al circo romano. Más de dos horas para que el "jefe del sanchismo" se despache: hora con el botafumeiro para sí mismo, hora con las jaculatorias contra los poseídos por el demonio de la alternancia. El objetivo es muy claro. Este candidato a presidente no tiene categoría. Es un aldeano que no puede comparar una alcaldía pedánea en Galicia con una gran responsabilidad para España. Además, representa a las derechas. A esas que son mesnadas para la defensa de las grandes compañías que facturan los recibos de la electricidad.
En lo dicho estábamos cuando se produce la muerte de Isabel del Reino Unido. Una noticia que servirá para desviar cualquier otra de corte económico, social y hasta cultural. Dignidad y servicio al Estado. El icono del mundo británico. Símbolo de la unidad. No se ha ido una personalidad del mundo occidental, se ha ido una institución del siglo XX. Puede que refuerce el pensamiento de quienes ven en la Monarquía un instrumento mucho más estable que la República.
Una vez más, otros desvían la atención del ciudadano y permiten ocultar la realidad tangible, dando ventaja al que está subido en un corcel desbocado en medio de las calles pobladas por tantos demandantes con razones para exigir cambios.
Novedad que proclama a Francia como impulsora para fórmulas capaces de colocar al sistema democrático cerca del pueblo y consecuente con sus orígenes. Macron lanza el Consejo Nacional de la Refundación para cambiar la forma de gobernar Francia. Un ejercicio para el diálogo constante entre partidos políticos, asociaciones, sindicatos, actores sociales y ciudadanos, para reflexionar sobre educación, sanidad, empleo, envejecimiento, transición ecológica. Debate público para recuperar la confianza de los ciudadanos en el sistema. ¡Que tomen nota los mandarines de nuestra España! Me temo que hasta los "enterados tertulianos" o lo obviarán o dirán que es una fórmula para evitar el debate parlamentario.
España de camisa blanca... con sus castas mandatarias... su tendencia a que cada español que habla fuerte sea un seleccionador y cada jefecillo un promotor de dicterios, entre complejos propios del alma hispana, seguirá entreteniendo al personal con esas series abominables tan de algunas cadenas... de WC.











