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Sábado, 10 de Septiembre de 2022 Tiempo de lectura:

Parca y guadaña

A Rey muerto, Rey puesto, qué gran verdad. El cadáver de la Reina Isabel II aun caliente y el Reino Unido ya tiene un nuevo soberano, Carlos III. La vida sigue, nada puede detenerse y la Parca nos iguala a todos; seas la persona más importante, la más acaudalada del planeta, seas el más humilde y desconocido de los seres humanos, a todos nos visitará la guadaña. Las honras fúnebres de la Reina Isabel II se retransmiten en directo a todo el orbe; fastuosidad, solemnidad y suntuosidad propias de la ceremoniosa monarquía británica darán su último adiós en loor de multitud a la sin duda más querida de sus monarcas. En ese mismo instante en muchos lugares del planeta, mucha gente de toda edad  y condición morirá en la más espantosa soledad, serán enterrados en una fosa común;  cuerpos anónimos entrelazados unos con otros que a nadie importan y nada dejan en herencia e incluso los habrá que ni siquiera optarán a eso. No sabemos si después de esta vida existe otra; es el gran misterio cuya solución conoceremos cuando ya no sea posible meter la marcha atrás y depende de la fe y convicciones de cada uno. El óbito, la defunción, el <<irse al otro barrio>> es lo más democrático que existe desde que el mundo es mundo. Por mucho que intentemos engañarla, esquivarla, ella nos espera fiel a su cita y aunque actuemos como aquel criado del famoso cuento que se asustó al ver que la Muerte al mirarle le hizo una mueca por la mañana en un mercado de Bagdad y montando a caballo huyó despavorido a galope tendido para ocultarse en Samarra y allí librarse de ella, resultó que era en esa ciudad donde en verdad le esperaría aquella noche para llevárselo. . Ricos y pobres, poderosos y humildes recordemos aquello de: Memento mori. Es algo inexorable. 
 
Francisco Javier Sáenz Martínez 
FJS. 
Lasarte-Oria 

 

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