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Jueves, 06 de Octubre de 2022 Tiempo de lectura:
Autor de “Europa y el islam”

Carlos Paz: “El islam ha creado una sociedad en la que lo político y lo religioso, lo público y lo privado, son indisociables”

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Carlos Paz, considerado como uno de los analistas especializado en el mundo musulmán de referencia en España, acaba de publicar con la editorial Letras Inquietas y la colaboración de Facta un nuevo libro titulado Europa y el islam.

 

Europa y el islam: ¿agua y aceite o existen más puntos de unión de los que pensamos entre ambas identidades?

 

Europa se ha configurado, tras dos milenios, por la unión de los elementos de Grecia y Roma, más los factores eslavo y germánico, todo, por medio del crisol del cristianismo. En varias áreas, incluso, luchando contra el hecho islámico. Esa ha sido la historia y desde ese punto de vista, Europa y el islam son conceptos antitéticos. Ahora bien, también es verdad que han existido puntos de confluencia, intercambio cultural y acercamiento. Con todo, más allá de cualquier consideración, la cuestión es si Europa ha de mantener relación con ese ámbito de mil quinientos millones de personas y cuarenta y cinco naciones que es el islam o no, si Europa ha de comprender lo que en verdad supone y es esta fe y con qué sociedades, países y entidades islámicas puede y debe haber entendimiento. Creo que ahí está la cuestión.

 

¿Es correcta la visión que se ofrece en la mayoría de los medios de comunicación, universidades, think tanks occidentales, etc. sobre el islam?

 

Taxativamente, no. No interesa saber qué es el islam, qué supone y en qué se traduce esta religión, cómo se desarrolla en según qué ámbitos culturales, todo eso da absolutamente igual. Resulta más fácil en Occidente recurrir a la simplificación y ver el islam como una “cosa unitaria”, monolítica, que desde Marruecos a Indonesia se tilde a todos sus habitantes como “moros” y que de esta manera no se tenga que pensar. Nos es más sencillo que sea así para explicarnos el complejo mosaico del islam. Los medios de comunicación son meras correas de transmisión del pensamiento monocromático imperante y la mayor parte de los periodistas una caterva de ágrafos que repiten de manera constante clichés establecidos que les sirven para seguir funcionando; en la universidad, el sentido crítico desde hace decenios no existe y cualquier estudio que se salga de lo establecido es marginado, por no hablar de los “think tanks” que no son otra cosa que grupos de presión de intereses determinados en donde los análisis independientes son marginados o denostados. No existe en España ninguna intención de analizar nada con criterio propio. Esta es la realidad.

 

Habitualmente se nos presenta una imagen unitaria del mundo musulmán. Sin embargo, la comunidad islámica está profundamente dividida. ¿Cuáles son los motivos de esa división?

 

Efectivamente, el mundo islámico es muy diverso. Por un lado, creo que es muy importante entender que el islam se amolda, se supedita y se adapta al sustrato cultural y étnico al que llega. Esto explica la enorme diversidad de expresiones culturales dentro del islam, más allá de cualquier otra consideración como la manida división sunní/chií, y cómo en ámbitos de confesionalidades análogas las sociedades son completamente diferentes. Por otro lado, saber que las diferentes confesiones islámicas son producto de las distintas interpretaciones que del texto sagrado se han ido creando, entre otras cosas, al no haber desarrollado una jerarquía religiosa que interprete de manera unitaria las escrituras. Al margen de las múltiples confesiones islámicas existentes, se produjo de otra parte una profunda división histórica, desde los primeros tiempos, que ha dado como resultado el chiismo y el sunismo, dos variantes, en muchos aspectos irreconciliables que, más allá del aspecto religioso, se ha transportado al ámbito político y que marca de manera definitiva algunas de las claves que hacen comprender Medio Oriente.

 

En tu libro, haces una diferenciación muy clara entre islam político y religioso. ¿En qué se diferencian?

 

El islam es la religión que estableció Muhammad (Mahoma) en el siglo séptimo y que se fundamenta en el texto sagrado del Corán y en los Hadices, en los dichos y hechos del profeta. Esto parece una obviedad (y lo es), pero no está de más empezar diciendo esto ya que circulan por ahí narrativas que nos hablan de que el islam es un plan político para dominar el mundo (como Raad Salam) y tonterías por el estilo. El islamismo, por su parte, es la intencionalidad de implantar la sharía como una fuente de derecho. Tengamos presente que, contrariamente a como se nos ha explicado muchas veces, es el islam sunní (mayoritario en la actualidad) y más concretamente alguna de sus escuelas, de donde surge este islamismo, que pivota sobre dos polos, el wahabismo y la Hermandad Musulmana, y que de manera indefectible ha dado origen a todo ese universo de grupos terroristas que en Occidente denominamos incorrectamente “yihadismo”.

 

¿De qué manera afectan a Occidente en general y a Europa en particular esos enfrentamientos fratricidas dentro del islam?

 

El “yihadismo”, el “islam radical”, todas esas denominaciones sin sentido que tanto se usan en Occidente, que hacen referencia al islamismo, para lo que se constituye es para terminar con todos aquellos que no comulguen con la parcial visión que del islam tienen, recayendo su acción principalmente sobre los propios musulmanes. Por ello, se tenga la intención de constituir o no una entidad político-religiosa, su primordial objetivo es actuar en el ámbito islámico y no en Europa. Ahora bien, es obvio que todo esto afecta a nuestro continente. El problema es que de manera aparentemente paradójica es Occidente quien de manera sistemática apoya, justifica y sufraga ese mismo islamismo. ¿Por qué? ... Porque en el plano económico el islamismo es ultraliberal, porque permite que sean empresas multinacionales occidentales las que exploten sus recursos naturales en contraposición a los enemigos islámicos del islamismo que los mantienen nacionalizados o no, pero que los dejan al margen de los intereses extranjeros. He aquí una cuestión fundamental que explicaría muchas circunstancias acerca del terrorismo, del quehacer del islamismo, de su difusión y de su penetración en Europa.

 

¿Es compatible el islam con una democracia occidental?

 

La democracia es un producto político, histórico e ideológico, netamente occidental, careciendo de sentido intentar trasplantar ese modelo a cualquier otro tipo de sociedad. Sin embargo, Occidente pretender imponer la democracia a cañonazos, a sangre y fuego en todo el planeta, independientemente de que las estructuras sociales y culturales sobre las que se asientan otros pueblos nada tienen que ver con la nuestra. Esto, además de una atrocidad sin sentido, denota una actitud ensoberbecida creyéndonos que tenemos una autoridad moral superior a pueblos con milenarias culturas propias. El islam ha creado una sociedad en la que lo político y lo religioso, lo público y lo privado, son indisociables. Estas estructuras a priori hacen incompatibles democracia e islam ciertamente. Ahora bien, algunos aspectos democráticos han ido calando en determinadas sociedades de mayoría islámica y vemos que algunas se van adaptando a “nuestra normalidad”, dándonos a entender que sí es posible. ¿Dónde se produce este fenómeno? En aquellas sociedades en las que la laicidad/aconfesionalidad se ha desarrollado y en el ámbito chií, básicamente. Una cosa más. En el orbe islámico cualquier imposición venida de fuera se rechaza y el interés por imponer la democracia tal y cómo la entendemos producirá indefectiblemente el efecto contrario, por lo que lo lógico resultaría ir dejando a cada sociedad su personal desarrollo. Pareciera que nadie quisiera comprender esto.

 

¿Cuál es la situación actual del islam en España?

 

España tiene en su territorio poco más de dos millones de musulmanes, el cuatro por ciento. Su procedencia sería principalmente Marruecos, Argelia, Senegal, Paquistán y Bangladesh. Aún con todo, parte de estas cifras están muy distorsionadas puesto que la fácil concesión de la nacionalidad oscurece este punto. Por zonas son Cataluña y Madrid, y porcentualmente Ceuta y Melilla. No es fácil en poco tiempo desglosar la cuestión de este tipo inmigración, pero habrá que decir que no creo que sea la religión el factor que cree tensiones e inseguridad, si no el aspecto cultural de las gentes que vienen, más allá de que cualquier aluvión inmigratorio exógeno a una población dada conlleva siempre una seria problemática. El problema radica en que no se ha deseado abordar esta situación, se ha partido de principios apriorísticos y se ha dejado a un lado la realidad y así es evidente que no se puede llegar a buen puerto. El fracaso de las políticas de integración, el rechazo de las segundas generaciones o el complejo de culpabilidad europeo, creo que son causa directa de toda la problemática sobre inmigración. Además, el desconocimiento sobre el islam, nos lleva a ver que desde los organismos encargados de estos menesteres no se enteran de dónde viene el peligro.

 

¿Es la comunidad islámica española independiente o se encuentra teledirigida por potencias o intereses extranjeros?

 

Eso es una de las cosas de las que estaba hablando. De cómo “la comunidad islámica” está encuadrada falsamente como un todo, dirigida y respaldada por personas y asociaciones con un enorme trasfondo político. Ahí están determinadas mezquitas sufragadas por Arabia Saudí, por ejemplo, desde las cuales se lanzan mensajes islamistas muy obvios; o cómo Qatar y Turquía hacen otro tanto desde la otra vertiente islamista… para a renglón seguido hartarse a decir que si Irán o no sé qué. Ni se quiere, ni se sabe, ni se hace nada por remediar la problemática que circunda todas estas cuestiones. La derecha con su islamofobia, tapa la luna con el dedo, y la izquierda deseando terminar con valores propios abraza, sin saber una palabra, un islam que es más que dudoso. Este es el panorama.

 

Carlos Paz: Europa y el islam. Letras Inquietas (Septiembre de 2022)

 

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