Las divisiones en la élite política iraní
El levantamiento que se ha desatado en Irán durante los últimos dos meses ha hecho que las divisiones dentro del establecimiento iraní sean cada vez más evidentes. De hecho, Himdad Mustafa, investigador de MEMRI, explicó que hay tres corrientes dentro de la élite política de la República Islámica que luchan entre sí para asegurarse el monopolio del poder, una vez que las protestas sean silenciadas.
"El conflicto político entre las facciones reformistas y conservadoras ha dado forma a la política iraní durante casi dos décadas. Sin embargo, el conflicto en curso también está dentro de la propia facción conservadora, que gobierna el país", argumentó Mustafa. De hecho, los conservadores iraníes se dividen en dos grupos: los ultraconservadores, representados por el actual presidente Ebrahim Raisi y el exnegociador nuclear Saeed Jalili, y los neoconservadores, representados por el presidente del Parlamento Mohammad Bagher Ghalibaf. El líder supremo Ali Khamenei apoya ambas corrientes, pero tiende a preferir la facción de línea más dura.
Los neoconservadores, a diferencia de los ultraconservadores, presionan para realizar reformas en el país, sin por ello producir cambios estructurales. Los partidarios de Ghalibaf acusan a los ultraconservadores de alimentar las protestas con "sus posiciones intransigentes" y "de no calcular nunca las consecuencias de su comportamiento". Recientemente, Ghalibaf ha impulsado la idea de una "nueva gobernanza" y la implementación de reformas "innovadoras", una vez que se haya restablecido la "seguridad" en el país. "La facción de Ghalibaf cree que después de que terminen las protestas, el régimen no colapsará y que los neoconservadores expulsarán a los ultraconservadores del gobierno", señaló Mustafa.
Los reformistas, encabezados por excolaboradores de los expresidentes Mohammad Khatami y Akbar Hashemi Rafsanjani (fallecido en 2017), también presentaron un documento en el que acusan a la Guardia Revolucionaria de no entender que sus "soluciones" a la crisis actual son "el problema mismo" de la crisis. En el documento, los reformistas también propusieron la organización de un referéndum para traer "cambios inmediatos" y abrir un "diálogo a escala nacional". El mismo Khatami declaró: "El derrocamiento [del régimen] no es posible ni deseable. La solución menos costosa y más ventajosa es la autorreforma [es decir, promover reformas sin desmantelar la república islámica]". Los ultraconservadores han criticado tanto la posición de Ghalibaf como la de los reformistas, considerando cualquier reforma y compromiso con los manifestantes como errores políticos.
"La escisión dentro de la facción conservadora puede llevar a los neoconservadores a avanzar hacia una alianza con los reformistas. Sin embargo, Jamenei seguirá apoyando a sus acólitos ultraconservadores, en particular a la Guardia Revolucionaria, para seguir representando el legado ideológico del régimen. Con todo, crecerá el descontento entre las facciones, lo que hará que la situación política sea más inestable", argumentó Mustafa. Mientras tanto, los manifestantes no quieren reformas, sino un cambio de régimen, como dicen las propias consignas: "¡Reformistas, conservadores, se acabó!". Según Mustafa, por tanto, será el pueblo - no el gobierno ni las facciones políticas - quien tendrá la última palabra en Irán.
(*) Anna Mahjar-Barducci es compañera investigadora sénior en MEMRI
El levantamiento que se ha desatado en Irán durante los últimos dos meses ha hecho que las divisiones dentro del establecimiento iraní sean cada vez más evidentes. De hecho, Himdad Mustafa, investigador de MEMRI, explicó que hay tres corrientes dentro de la élite política de la República Islámica que luchan entre sí para asegurarse el monopolio del poder, una vez que las protestas sean silenciadas.
"El conflicto político entre las facciones reformistas y conservadoras ha dado forma a la política iraní durante casi dos décadas. Sin embargo, el conflicto en curso también está dentro de la propia facción conservadora, que gobierna el país", argumentó Mustafa. De hecho, los conservadores iraníes se dividen en dos grupos: los ultraconservadores, representados por el actual presidente Ebrahim Raisi y el exnegociador nuclear Saeed Jalili, y los neoconservadores, representados por el presidente del Parlamento Mohammad Bagher Ghalibaf. El líder supremo Ali Khamenei apoya ambas corrientes, pero tiende a preferir la facción de línea más dura.
Los neoconservadores, a diferencia de los ultraconservadores, presionan para realizar reformas en el país, sin por ello producir cambios estructurales. Los partidarios de Ghalibaf acusan a los ultraconservadores de alimentar las protestas con "sus posiciones intransigentes" y "de no calcular nunca las consecuencias de su comportamiento". Recientemente, Ghalibaf ha impulsado la idea de una "nueva gobernanza" y la implementación de reformas "innovadoras", una vez que se haya restablecido la "seguridad" en el país. "La facción de Ghalibaf cree que después de que terminen las protestas, el régimen no colapsará y que los neoconservadores expulsarán a los ultraconservadores del gobierno", señaló Mustafa.
Los reformistas, encabezados por excolaboradores de los expresidentes Mohammad Khatami y Akbar Hashemi Rafsanjani (fallecido en 2017), también presentaron un documento en el que acusan a la Guardia Revolucionaria de no entender que sus "soluciones" a la crisis actual son "el problema mismo" de la crisis. En el documento, los reformistas también propusieron la organización de un referéndum para traer "cambios inmediatos" y abrir un "diálogo a escala nacional". El mismo Khatami declaró: "El derrocamiento [del régimen] no es posible ni deseable. La solución menos costosa y más ventajosa es la autorreforma [es decir, promover reformas sin desmantelar la república islámica]". Los ultraconservadores han criticado tanto la posición de Ghalibaf como la de los reformistas, considerando cualquier reforma y compromiso con los manifestantes como errores políticos.
"La escisión dentro de la facción conservadora puede llevar a los neoconservadores a avanzar hacia una alianza con los reformistas. Sin embargo, Jamenei seguirá apoyando a sus acólitos ultraconservadores, en particular a la Guardia Revolucionaria, para seguir representando el legado ideológico del régimen. Con todo, crecerá el descontento entre las facciones, lo que hará que la situación política sea más inestable", argumentó Mustafa. Mientras tanto, los manifestantes no quieren reformas, sino un cambio de régimen, como dicen las propias consignas: "¡Reformistas, conservadores, se acabó!". Según Mustafa, por tanto, será el pueblo - no el gobierno ni las facciones políticas - quien tendrá la última palabra en Irán.
(*) Anna Mahjar-Barducci es compañera investigadora sénior en MEMRI











