Despachos, batas y quirófanos
La lucha soterrada se libra ya a tumba abierta. Declaraciones, ceses, dimisiones en cascada, cartas abiertas, etc. están convirtiendo a Osakidetza en Guipúzcoa en un esperpéntico plató que confiemos no afecte a usuarios y pacientes. La gente de la calle, espectadores pasivos, contemplamos atónitos lo que sucede en el escenario, pero no tenemos ni la más remota idea de lo que se cuece entre bambalinas. Celos profesionales, ambiciones personales, inquinas, venganzas y un sinfín de motivaciones, incluida la política, se entremezclan en esta tragedia en la que cada uno arrima el ascua a su bata, pero evitando que arda.
¿Qué exige la sociedad?: Acortar los plazos para citas, pruebas e intervenciones quirúrgicas; disponer de profesionales motivados, orgullosos de su profesión, con unas perspectivas laborales y sueldos acordes a tantos años de estudio. Resulta un despropósito inaceptable que tras acabar la carrera, máxime en una Universidad pública, sostenida por el contribuyente, tanto médicos como enfermeras se vean forzados a demostrar su valía en otros países y nos veamos forzados a contratar allende nuestras fronteras profesionales de los que no sabemos cuál es su nivel real de preparación.
Es evidente que tampoco se les va a dar el oro y el moro porque nuestra salud esté en sus manos y la utilicen como arma arrojadiza. Las sempiternas rivalidades entre guipuzcoanos y vizcaínos deben limitarse al fútbol, al campo de regatas, a los chistes y poco más, pero jamás debe entrar en juego la salud, ya que con esta no se juega. Exhortamos a la Consejera y su equipo por un lado, y los profesionales por otro, a que pongan los naipes sobre la mesa, conversen largo y tendido, a calzón quitado, porque lo que tienen entre sus manos es lo más importante para todos: la salud.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
La lucha soterrada se libra ya a tumba abierta. Declaraciones, ceses, dimisiones en cascada, cartas abiertas, etc. están convirtiendo a Osakidetza en Guipúzcoa en un esperpéntico plató que confiemos no afecte a usuarios y pacientes. La gente de la calle, espectadores pasivos, contemplamos atónitos lo que sucede en el escenario, pero no tenemos ni la más remota idea de lo que se cuece entre bambalinas. Celos profesionales, ambiciones personales, inquinas, venganzas y un sinfín de motivaciones, incluida la política, se entremezclan en esta tragedia en la que cada uno arrima el ascua a su bata, pero evitando que arda.
¿Qué exige la sociedad?: Acortar los plazos para citas, pruebas e intervenciones quirúrgicas; disponer de profesionales motivados, orgullosos de su profesión, con unas perspectivas laborales y sueldos acordes a tantos años de estudio. Resulta un despropósito inaceptable que tras acabar la carrera, máxime en una Universidad pública, sostenida por el contribuyente, tanto médicos como enfermeras se vean forzados a demostrar su valía en otros países y nos veamos forzados a contratar allende nuestras fronteras profesionales de los que no sabemos cuál es su nivel real de preparación.
Es evidente que tampoco se les va a dar el oro y el moro porque nuestra salud esté en sus manos y la utilicen como arma arrojadiza. Las sempiternas rivalidades entre guipuzcoanos y vizcaínos deben limitarse al fútbol, al campo de regatas, a los chistes y poco más, pero jamás debe entrar en juego la salud, ya que con esta no se juega. Exhortamos a la Consejera y su equipo por un lado, y los profesionales por otro, a que pongan los naipes sobre la mesa, conversen largo y tendido, a calzón quitado, porque lo que tienen entre sus manos es lo más importante para todos: la salud.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria