Se dan dos palmadas en cualquier parte de Europa y aparecen escuadrones fascistas, brigadas comunistas y nacionalistas extremos –también islamistas-- dispuestos a demoler la democracia para crear sus propias dictaduras.

El mal de quienes construyeron las democracias durante el siglo XX se debe a que las décadas de prosperidad han tapado la rapiña de sus corruptos, y a que la globalización facilita las importaciones baratas del tercer mundo que crean paro nacional y desorientan a quienes poseen ideologías humanistas.

Ideologías que instauraron el “Estado del Bienestar”, el de la escuela obligatoria gratuita, la seguridad social, pensiones para los mayores y que crea numerosas organizaciones públicas y privadas que pueden alimentar a los ciudadanos necesitados.

Socialdemócratas, socialcristianos y liberales, padres de esta Europa realmente progresista, sufren ahora la erosión que ha facilitado la reaparición de los populismos peligrosos para la paz: fascismo, comunismo, nacionalismo, fanatismo islamista.

Desde Francia hacia arriba, ultraderecha, en Grecia ultraderecha y ultraizquierda. En España, los nacionalismos ocultamente fascistas y, como peor ultraizquierda superando al leninismo histórico, Podemos, mezcla de Falange, estalinismo y chavismo para mentes simples, herederas de las militantes fascistas y comunistas de los 1930.

Su líder, Pablo Iglesias Turrión, “PIT el Tuerkas”, por La Tuerca, título de sus sermones televisivos, encandila a esos ciudadanos desorientados que pueden comprobar su peligrosidad en Youtube (escribamos Pablo Iglesias-guillotina, cacería, ajusticiar o pegar, y comprobará su matonismo).

Las ideologías democráticas que fallan pueden enmendarse, pero Podemos amenaza con ese matonismo mal disimulado mientras promete salarios sin trabajar a los vagos, olla común para chupar del bote, y a los resentidos, venganzas.

Si ganaran obligarían a rezar el Padrenuestro de Maduro a Chávez, “Tuerkas nuestro que estás en cielos fiscales (los mesías roban), santificado sea tu nombre…, etcétera”.