El ajedrez vasco de Sabino Arana
![[Img #23573]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/01_2023/2130_222.jpg)
Leer libros y publicaciones antiguas es siempre un gran placer, ya que a veces encierran sorpresas inesperadas. Estaba yo el otro día repasando los contenidos del tomo de 1912 (el año del hundimiento del "Titanic") de la Revista Euzkadi cuando, ¡eureka!: encontré una versión del juego de ajedrez diseñada, nada menos y nada más, que por el propio Sabino Arana, asunto del que yo personalmente no tenía la menor noticia.
El articulo incluía además unos deliciosos dibujos, de la propia mano de Arana, con el imágenes de las piezas blancas y negras, el tablero de juego y esquemas de la disposición inicial de las figuras.
El diseño propuesto por el fundador del nacionalismo vasco no era realmente una versión del juego de ajedrez tradicional “adaptadando a la imaginería vasca” el formato de las piezas y del tablero tradicional del ajedrez moderno, como tantas otras que existen. No consistía en cambiar al Rey por Don Diego López de Haro, o a la Reina por la Dama del Amboto, o a los Alfiles por San Ignacio y Berrio-ochoa, o a los caballos por dos simpáticos pottokas y las torres por los castillos de Butrón y Muñatones, ni el tablero escaqueado era el campo de huertas ordenadas de un hacendoso baserri. Eso hubiera sido lo fácil: lo que hubiera hecho yo.
La propuesta de Sabino Arana era en realidad un juego totalmente nuevo y diferente, que él denomina un juego de “ajedrez vasco”, con otras reglas nuevas, al menos en parte.
Naturalmente me sentí lleno de curiosidad por conocer su idea, así que leí atentamente lo que contaba el artículo, y revisé con atención los dibujos del propio Arana y las breves explicaciones de su puño y letra.
Los autores del artículo, que guardaban el anonimato, indicaban que iban a detallar “las bases de un juego de Ajedrez Vasco”, siendo de lamentar que por no encontrar más datos tuvieran que limitarse “a una simple descripción de las piezas que, al parecer, formaban el conjunto de un tablero original y propio para la clase de ajedrez que el gran Sabin se imaginó en los tiempos en que creía que Dios le concedería mayor plazo en su vida, para terminar, ó por lo menos planear, muchísimos problemas que quedaron en germen, que a nosotros toca saber o pensar cómo han de llegar a su completo desarrollo.”
Siguen diciendo que “Las figuras que se indican en el grabado” (que insertan en la Revista) “representan, indudablemente, y por lo menos, para uno de los bandos contendientes,—el de las blancas—las que vienen á sustituir a las dieciséis análogas del ajedrez corriente, con la diferencia de que el Rey se reemplaza por la «Bandera» con los Escudos del país vasco y la Dama o Reina, que es, sin duda, la pieza en que están acumuladas mayores facultades, y que por tanto, es la pieza que más trabaja y defiende, (hasta el punto de que perdida o anulada dicha pieza, se abandona muchas veces el juego: dicha Dama es reemplazada por un General, que es el que organiza, por decirlo así, la defensa o el ataque”.
“Las Torres son sustituidas por dos cañones, y las demás piezas, o sea los caballos, alfiles y peones, se conservan.”
“Ahora bien, la disposición del conjunto que al iniciarse el juego en el Ajedrez corriente, es lineal, ocupando todas las piezas las dos primeras series de casillas, en el Ajedrez Vasco es superficial, por decirlo así, ocupando la «Bandera» y el «General» el centro, en dos casillas de capacidad doble de la de los peones.”
“Los caballos, cañones, y alfiles se colocan á ambos lados de esta faja central, en dos columnas, que tienen cada una tres casillas, cuyo conjunto es idéntico al que ocupan en el centro las dos piezas principales citadas, y por último, formando las dos alas extremas, a derecha e izquierda, vienen los ocho peones, cuatro a cada lado, de suerte que el conjunto del tablero, para la posición inicial de las blancas o bando vasco, pudiera decirse: es un cuadrado, dividido en cinco rectángulos ó fajas paralelas iguales.”
Es curioso que se prefigura las blancas como “bando vasco”.
“La faja central ocupada por la Bandera y el General, (éste al frente, y aquélla detrás), las dos laterales inmediatas, por los caballos, cañones y alfiles, por el orden citado, del frente al fondo, y las fajas extremas por los ocho peones, cuatro cada lado.”
“Respecto al bando contrario, o extranjero,” (las negras) “no parece que haya más que dos piezas” (de diseño diferente) “o sea las similares” (equivalentes) “de Rey y Reina, representadas por una "Rueca” y un General respectivamente, según parece desprenderse de la disposición del tablero que se indica, puesto que hay que suponer siempre que perdido el Rey, se pierde el juego, y por eso en el Bando Vasco es la Bandera la que hay que defender, y en el contrario la Rueca, que no quieren dejarse arrancar”.
Los firmantes del artículo aseguran finalmente que “De las demás figuras que se señalan para el centro del tablero con los escudos (las tres provincias y Navarra), la totalidad” (el resto) “ del Tablero y la probabilidad del movimiento, no hay datos suficientes para formar un concepto claro o franco, que indudablemente se hallaría en la mente del que se propuso introducir este noble juego en la sociedad Vasca.”
Sin embargo observando con atención los dibujos de Arana y sus anotaciones si se ven otros datos del nuevo juego, que se les han pasado y algunos errores de interpretación:
- Por ejemplo, los escudos de los cuatro territorios se ubican en el centro del tablero, no como dicen en la bandera de las blancas, que luce pintada una ikurriña.
- Por ejemplo, que el tablero es de “cuadros rojos y verdes”, con escaques desiguales y
- Por ejemplo, tanto la Bandera como la Rueca van pintadas.
Los autores anónimos del artículo insisten en que carecen de datos respecto al “objetivo de la disposición croquizada para el tablero, a fin de llegar con las piezas a la posición definítiva en que se da por terminada la partida, o por perdida por los invasores o defensores de la Bandera, según los casos.”
Es curioso de en un juego de tablero de tipo ajedrez, en el que ambos contendientes deben de ser iguales, considerar a priori a las negras como “invasores” ( recordemos que ese era el apelativo de los liberales o “guiris” en las guerras carlistas) y a las blancas como “defensores”. ¿Es acaso el General con boina de las blancas Zumalacárregi y el de las negras Espartero? ¿Qué es la Rueca que los negros no quieren dejarse arrancar?, ¿El Concierto Económico? ¿Los Fueros?
Aparentemente es un juego totalmente lleno de simbología vasca donde más que mover las piezas individuales a las casillas más favorables lo que cuenta es el ocupar como grupo espacios del tablero bloqueando al adversario para dejarle sin ellos. Vamos, como en la política.
Terminan los articulistas con una petición: “Mucho agradeceríamos que si alguno recordase haber hablado con el autor del Ajedrez Vasco, acerca de este trabajo, se acercase á la Redacción de Euzkadi para completar esta modesta descripción, deducida de los únicos datos que á nosotros han llegado y se señalan en esta sección.”
Que yo sepa no hubo respuesta, y me temo que salvo milagrosa aparición de algún papel perdido nunca lo sabremos.
Es una pena desconocer las reglas e intríngulis del juego ideado por Arana, si es que llegó a desarrollarlas plenamente, porque hubiera sido divertido ver cómo planteaba las reglas de los movimientos de las piezas, las aperturas, los posibles ”enroques junteros”, los “gambitos de General”, el “comer al pase foral”.
Y, sobre todo, comprender cómo planteaba el Jaque Mate a la Rueca, pues ese era el objetivo de su juego y seguramente la base de su aspiración política.
(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999 -2019
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Leer libros y publicaciones antiguas es siempre un gran placer, ya que a veces encierran sorpresas inesperadas. Estaba yo el otro día repasando los contenidos del tomo de 1912 (el año del hundimiento del "Titanic") de la Revista Euzkadi cuando, ¡eureka!: encontré una versión del juego de ajedrez diseñada, nada menos y nada más, que por el propio Sabino Arana, asunto del que yo personalmente no tenía la menor noticia.
El articulo incluía además unos deliciosos dibujos, de la propia mano de Arana, con el imágenes de las piezas blancas y negras, el tablero de juego y esquemas de la disposición inicial de las figuras.
El diseño propuesto por el fundador del nacionalismo vasco no era realmente una versión del juego de ajedrez tradicional “adaptadando a la imaginería vasca” el formato de las piezas y del tablero tradicional del ajedrez moderno, como tantas otras que existen. No consistía en cambiar al Rey por Don Diego López de Haro, o a la Reina por la Dama del Amboto, o a los Alfiles por San Ignacio y Berrio-ochoa, o a los caballos por dos simpáticos pottokas y las torres por los castillos de Butrón y Muñatones, ni el tablero escaqueado era el campo de huertas ordenadas de un hacendoso baserri. Eso hubiera sido lo fácil: lo que hubiera hecho yo.
La propuesta de Sabino Arana era en realidad un juego totalmente nuevo y diferente, que él denomina un juego de “ajedrez vasco”, con otras reglas nuevas, al menos en parte.
Naturalmente me sentí lleno de curiosidad por conocer su idea, así que leí atentamente lo que contaba el artículo, y revisé con atención los dibujos del propio Arana y las breves explicaciones de su puño y letra.
Los autores del artículo, que guardaban el anonimato, indicaban que iban a detallar “las bases de un juego de Ajedrez Vasco”, siendo de lamentar que por no encontrar más datos tuvieran que limitarse “a una simple descripción de las piezas que, al parecer, formaban el conjunto de un tablero original y propio para la clase de ajedrez que el gran Sabin se imaginó en los tiempos en que creía que Dios le concedería mayor plazo en su vida, para terminar, ó por lo menos planear, muchísimos problemas que quedaron en germen, que a nosotros toca saber o pensar cómo han de llegar a su completo desarrollo.”
Siguen diciendo que “Las figuras que se indican en el grabado” (que insertan en la Revista) “representan, indudablemente, y por lo menos, para uno de los bandos contendientes,—el de las blancas—las que vienen á sustituir a las dieciséis análogas del ajedrez corriente, con la diferencia de que el Rey se reemplaza por la «Bandera» con los Escudos del país vasco y la Dama o Reina, que es, sin duda, la pieza en que están acumuladas mayores facultades, y que por tanto, es la pieza que más trabaja y defiende, (hasta el punto de que perdida o anulada dicha pieza, se abandona muchas veces el juego: dicha Dama es reemplazada por un General, que es el que organiza, por decirlo así, la defensa o el ataque”.
“Las Torres son sustituidas por dos cañones, y las demás piezas, o sea los caballos, alfiles y peones, se conservan.”
“Ahora bien, la disposición del conjunto que al iniciarse el juego en el Ajedrez corriente, es lineal, ocupando todas las piezas las dos primeras series de casillas, en el Ajedrez Vasco es superficial, por decirlo así, ocupando la «Bandera» y el «General» el centro, en dos casillas de capacidad doble de la de los peones.”
“Los caballos, cañones, y alfiles se colocan á ambos lados de esta faja central, en dos columnas, que tienen cada una tres casillas, cuyo conjunto es idéntico al que ocupan en el centro las dos piezas principales citadas, y por último, formando las dos alas extremas, a derecha e izquierda, vienen los ocho peones, cuatro a cada lado, de suerte que el conjunto del tablero, para la posición inicial de las blancas o bando vasco, pudiera decirse: es un cuadrado, dividido en cinco rectángulos ó fajas paralelas iguales.”
Es curioso que se prefigura las blancas como “bando vasco”.
“La faja central ocupada por la Bandera y el General, (éste al frente, y aquélla detrás), las dos laterales inmediatas, por los caballos, cañones y alfiles, por el orden citado, del frente al fondo, y las fajas extremas por los ocho peones, cuatro cada lado.”
“Respecto al bando contrario, o extranjero,” (las negras) “no parece que haya más que dos piezas” (de diseño diferente) “o sea las similares” (equivalentes) “de Rey y Reina, representadas por una "Rueca” y un General respectivamente, según parece desprenderse de la disposición del tablero que se indica, puesto que hay que suponer siempre que perdido el Rey, se pierde el juego, y por eso en el Bando Vasco es la Bandera la que hay que defender, y en el contrario la Rueca, que no quieren dejarse arrancar”.
Los firmantes del artículo aseguran finalmente que “De las demás figuras que se señalan para el centro del tablero con los escudos (las tres provincias y Navarra), la totalidad” (el resto) “ del Tablero y la probabilidad del movimiento, no hay datos suficientes para formar un concepto claro o franco, que indudablemente se hallaría en la mente del que se propuso introducir este noble juego en la sociedad Vasca.”
Sin embargo observando con atención los dibujos de Arana y sus anotaciones si se ven otros datos del nuevo juego, que se les han pasado y algunos errores de interpretación:
- Por ejemplo, los escudos de los cuatro territorios se ubican en el centro del tablero, no como dicen en la bandera de las blancas, que luce pintada una ikurriña.
- Por ejemplo, que el tablero es de “cuadros rojos y verdes”, con escaques desiguales y
- Por ejemplo, tanto la Bandera como la Rueca van pintadas.
Los autores anónimos del artículo insisten en que carecen de datos respecto al “objetivo de la disposición croquizada para el tablero, a fin de llegar con las piezas a la posición definítiva en que se da por terminada la partida, o por perdida por los invasores o defensores de la Bandera, según los casos.”
Es curioso de en un juego de tablero de tipo ajedrez, en el que ambos contendientes deben de ser iguales, considerar a priori a las negras como “invasores” ( recordemos que ese era el apelativo de los liberales o “guiris” en las guerras carlistas) y a las blancas como “defensores”. ¿Es acaso el General con boina de las blancas Zumalacárregi y el de las negras Espartero? ¿Qué es la Rueca que los negros no quieren dejarse arrancar?, ¿El Concierto Económico? ¿Los Fueros?
Aparentemente es un juego totalmente lleno de simbología vasca donde más que mover las piezas individuales a las casillas más favorables lo que cuenta es el ocupar como grupo espacios del tablero bloqueando al adversario para dejarle sin ellos. Vamos, como en la política.
Terminan los articulistas con una petición: “Mucho agradeceríamos que si alguno recordase haber hablado con el autor del Ajedrez Vasco, acerca de este trabajo, se acercase á la Redacción de Euzkadi para completar esta modesta descripción, deducida de los únicos datos que á nosotros han llegado y se señalan en esta sección.”
Que yo sepa no hubo respuesta, y me temo que salvo milagrosa aparición de algún papel perdido nunca lo sabremos.
Es una pena desconocer las reglas e intríngulis del juego ideado por Arana, si es que llegó a desarrollarlas plenamente, porque hubiera sido divertido ver cómo planteaba las reglas de los movimientos de las piezas, las aperturas, los posibles ”enroques junteros”, los “gambitos de General”, el “comer al pase foral”.
Y, sobre todo, comprender cómo planteaba el Jaque Mate a la Rueca, pues ese era el objetivo de su juego y seguramente la base de su aspiración política.
(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999 -2019
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