Irakli Kobakhidze: premio Sabino Arana
Este año toca el domingo 29 de enero como fecha de entrega de los premios Sabino Arana, que se otorgan cada año por estas fechas. ¿No me digan que lo habían olvidado? ¡No puede ser, si con esta llevamos creo que 33 ediciones! Desde 1989 se están entregando. Como para no habérselo aprendido ya. ¿Y no saben todavía que se hacen coincidir con el fin de semana más cercano al día de nacimiento del prócer vasco por antonomasia, Sabino Arana, un 25 de enero de 1865? Y, como todos los años de un tiempo a esta parte, una vez más me tomo la molestia de ver quiénes han resultado agraciados con dichos premios, cuya organización corre a cargo de la Fundación Sabino Arana, que pertenece al principal partido del régimen vasco actual (del que ya llevamos cumplidos los cuarenta años sobrados, más que con el franquismo, hay que recordarlo), el PNV. Y, como casi siempre, me encuentro con alguna sorpresa de esas que te pones a pensar cuál habrá sido la razón oculta del premio en cuestión, porque el partido del régimen, como se suele decir, nunca da puntada sin hilo. Algún día me pondré sistemáticamente a ver los premiados, porque estoy en que de ahí saldría una tesis.
Este año los premiados han sido: el movimiento solidario Euskadi-Ucrania, el equipo arqueológico que descubrió la “Mano de Irulegi”, Irakli Kobakhidze, la BOS, Mikel Sánchez y Aspace Gipuzkoa. Los cito siguiendo el orden que da la propia Fundación Sabino Arana. Lo del movimiento Euskadi-Ucrania se entiende por cuestión de actualidad. Lo de la mano de Irulegi estaba cantado. Lo del médico de Vitoria, Mikel Sánchez, para ver si así compensan el conflicto abierto con los médicos guipuzcoanos.
Luego está lo de dos instituciones como son la BOS (Bilbao Orquesta Sinfónica, aunque el nombre oficial creo que solo está en eusquera, pero coinciden las iniciales) y Aspace Gipuzkoa. Y quién podría decir nada contra de la música o contra quienes se ocupan de los afectados por parálisis cerebral. Habría que ser un desalmado para cuestionar esos premios. Pero, precisamente por eso, estos son los típicos premios que, más que para ensalzar el buen hacer de esas instituciones, que se da por archisabido, son, ni más ni menos, para blanquear la memoria de la persona que da su nombre a dichos premios. Y me queda uno: ¿quién es ese Irakli Kobakhidze, que tengo que hacer copia y pega con el nombre porque, si no, no me saldría ni en diez veces que lo intentara de memoria? Estoy convencido de que, cuando hayan visto este nombre asociado a los premios Sabino Arana, la inmensa mayoría no tendrá ni la más repajolera idea de quién se trata. Pero, eso sí, si le preguntáramos a cualquier nacionalista por qué cree que este señor habrá sido premiado, la respuesta obvia será que alguna razón de peso habrá tenido el partido para pagarle el viaje desde su país, a 4000 kilómetros que está de aquí, y la estancia, aparte de lo que importe el premio. El nacionalismo tiene tan acogotados, y a la vez satisfechos, a sus seguidores, que aceptan todo lo que les echen.
El caso es que a mí me parece fantástica la posibilidad de conocer culturas lejanas y exóticas como Georgia, que debe ser un país con atractivos indudables. Lo que pasa es que, tratándose del PNV y de su Fundación, siempre hay que pensar, por norma, que aquí debe haber gato encerrado o, dicho de otro modo, manipulación encubierta.
Partiendo del hecho simple de que Irakli Kobakhidze es uno de los agraciados este año con un premio que lleva el nombre de un individuo de mentalidad eternamente adolescente, en el peor sentido de la palabra, que inculcó el odio, la ignorancia, la miseria moral y el enfrentamiento entre vascos y entre vascos y españoles, clasificándolos a unos como superiores y a otros como inferiores, según su particular, alicorto y truculento modo de entender al ser humano y a sus relaciones interpersonales.
Irakli Kobakhidze es alguien perteneciente a una cultura política sensiblemente distinta a la occidental, o a la española en particular, y dentro de esta a la vasca. Aunque solo sea por lo lejos que está. Y es en la extrañeza que me causa su elección para este premio en la que baso mi análisis, por ver si encuentro alguna razón que me haga mínimamente lógica esa elección. Del mismo modo que su país, Georgia, en el Cáucaso, representa también algo muy distinto, por distante, a lo que es el País Vasco, incluso el que entienden por tal los que se consideran a sí mismos nacionalistas. Y como este premio no creo que esté pensados para hacer promoción turística de aquel país, la verdad es que me resulta muy difícil entender por qué han elegido a un premiado tan exótico. Para mí es un ejercicio como de crucigrama o incluso de sudoku. Otras veces pienso que lo más fácil para averiguar la razón oculta que contiene es irme a lo más básico. Intentémoslo de los dos modos, a ver qué sale.
Georgia es un país pequeño si lo comparamos con sus dos vecinos, con Rusia al norte y con Turquía al oeste. El País Vasco también es pequeño, si lo comparamos con el resto de España al sur, o con el resto de Francia al Norte. Pero el País Vasco es mucho más pequeño todavía que Georgia. Porque aun considerando Navarra y el País Vasco francés, Georgia sería como tres veces más grande todavía. O sea que no sé si aquí hay una razón para la elección de un georgiano como premio Sabino Arana. ¿Será porque es un país pequeño rodeado de países más grandes? ¿O será porque es un país, sin más, y Euskadi lo toman por otro? O sea, se trataría de equiparar dos países, más bien pequeños. Sí, por ahí creo que va la cosa. En fin, sigamos.
Entre las razones de la concesión del premio, la Fundación Sabino Arana insiste una y otra vez que Georgia es un país europeo y que ansía su integración en Europa. Suponemos que así lo que se busca es, de una manera ya evidente, el paralelismo entre Euskadi como país y su integración en Europa. La Euskadi nacionalista vasca se entiende, que en realidad es la Comunidad Autónoma Vasca de las tres provincias, ¿o es que están hablando de Vasconia, de Euskal Herria, incluyendo a Navarra y al País Vasco francés? Como con estos nunca se sabe, porque utilizan Euskadi bien en el sentido extenso o bien en el reducido, según para lo que les convenga en cada momento, pues tratándose de nacionalistas es posible que estén equiparando a Georgia con Euskal Herria y pretendiendo para esta última lo que también quiere Georgia para sí misma: integrarse en Europa. Por ahí debe de ir la cosa.
Lo que pasa es que aquí la contradicción es ya palmaria: Georgia actualmente quiere integrarse en Europa, pero a la vez mantener la entente cordial y pragmática con su poderoso vecino del norte, con Rusia. Y esa es su gran asignatura pendiente o la cuadratura del círculo, viendo cómo se las gasta Rusia con las veleidades europeístas de Ucrania. Así que con el premio Sabino Arana a una personalidad prominente de Georgia, lo que estaría haciendo el PNV es darle un palo a un avispero, bueno, más bien un palito, porque no creo que este premio trascienda más allá de lo que digan los medios nacionalistas peneuveros y lo que estoy diciendo yo aquí en este momento. Por eso estaría bien que este señor leyera este artículo (o se lo resumieran al menos), para que viera otro punto de vista completamente distinto a lo que le han contado los que le premian.
Porque el caso es que, si miramos el mapa, Georgia está en la otra punta de Europa, si es que se puede considerar Europa la parte que queda detrás de Turquía hacia el Este, ocupando la franja del Cáucaso que queda entre el mar Negro y el mar Caspio. Ahí se concentran tres repúblicas, que son Georgia, Armenia y Azerbaiyán, que quedan perfectamente en el extrarradio de Europa, tapadas, por así decir, por su poderoso vecino turco, y siendo que Turquía ya tiene serias dificultades para considerarse Europa. Porque entonces toda la parte de Rusia, con Moscú su capital incluida, que queda al oeste de los Urales y del río Ural también se considera Europa en términos geográficos, su límite oriental. Pero si esto lo ponemos en términos políticos, la cuestión es claro que chirría. Europa sabemos que tiene un problema de definición geográfica por su límite oriental y resolver si los países del Cáucaso son o no Europa, incluso en un sentido geográfico, es un ejercicio irresuelto. Aun así, el PNV lo da como hecho irrefutable en su explicación del premio.
En la información que nos da la web de la Fundación Sabino Arana refiriéndose al premiado, dice: “«Actualmente lidera el partido gobernante en esta república democrática del sureste de Europa que en los últimos años ha logrado unos avances sustantivos en el camino hacia su integración en la Unión Europea», ha explicado Mireia Zarate [presidenta de la Fundación Sabino Arana]. Según Zarate la aspiración de las y los georgianos es justa y necesaria; «justa, porque el europeísmo debe incluir a todos los países europeos democráticos que deseen unirse a la Unión, y necesaria, porque todos los países suman y refuerzan el proyecto europeo, más en tiempos convulsos y bélicos como los actuales»”. Aquí el PNV da por supuesto que lo mismo que Georgia es, o quiere ser, un país europeo, Euskadi, por la misma regla de tres nacionalista, también debe serlo, es más, es justo y necesario que lo sea... ¿Lo pillan?
Tenemos que comentar algo también del oportunismo del PNV trayendo a alguien de Georgia en plena guerra de Ucrania. Cuando Georgia ya tuvo su propia guerra con Rusia allá por el 2008, por el tema de sus dos regiones díscolas: Abjasia y Osetia del Sur, que ahora mismo se mantienen en el limbo internacional, porque Rusia, Nicaragua, Venezuela, Siria y la república de Nauru (una isla en Micronesia de 21 kilómetros cuadrados, 30 kilómetros de costa y que no llega a los 12.000 habitantes, ahí es nada) reconocen su independencia, mientras que el resto del mundo la ignora. Georgia, como estado independiente que es desde su desanexión de la extinta Unión Soviética, resulta que tiene dos regiones, equivalentes al 20% de su territorio, en una situación de semiindependencia. ¿Este es el modelo territorial que quiere el PNV para su Euskalerría? ¿Nos quiere equiparar con un país azotado por una guerra con una potencia como Rusia, con dos regiones separadas y protegidas por el coloso del norte?
Irakli Kobakhidze es un político nacido en 1978, jefe del partido Sueño Georgiano, como ya se ha comentado, fundado en 2012 por el multimillonario Bidzina Ivanishvili, a quien se supone el poder en la sombra y de quien siempre se ha dicho que utiliza el partido para sus propios tejemanejes empresariales. De este partido han sido todos los jefes de gobierno que ha tenido el país desde el año de su fundación, porque se trata de un partido “atrapalotodo”, en el sentido de que más que una ideología concreta lo que lo caracteriza es un ansia de integrar cuantas más sensibilidades políticas mejor, para de ese modo asegurarse la permanencia en el poder durante el mayor tiempo posible (¿les suena esto de por aquí?, ¿a que en esto sí se parecen el Sueño Georgiano y el PNV? Quizás sea en lo único). Su misión principal, por tanto, es acaparar poder y representatividad territorial y de ese modo asegurarse la victoria electoral. Con este propósito también se han llevado a cabo reformas constitucionales en el régimen político georgiano, que culminarán el año que viene con la instauración de un sistema electoral proporcional y con la conversión del país desde el presidencialismo que lo caracterizaba hasta ahora a un parlamentarismo más homologable con los sistemas europeos.
Y por último está la cuestión cultural, a que se hace referencia en la explicación del premio, y que suponemos que se refiere a que durante una época el eusquera y el georgiano se consideraban lenguas emparentadas, de hecho, el georgiano, de todas las lenguas con las que alguna vez se había emparentado el eusquera, era el que más vocabulario tenía en común con este, que no llegaba, en cualquier caso, al 8%. Esta teoría, como todas las demás de parientes del eusquera, se desechó en su momento, porque a los nacionalistas les interesa mucho que su lengua no tenga pariente conocido. Por eso no entendemos que quieran ahora recordar una cuestión que nunca quisieron contemplar como posible.
Pero veamos, en la entrevista que la hoja parroquial del PNV le ha hecho al premiado, lo que entienden por “estrecha relación cultural entre Euskadi y Georgia” el entrevistador por un lado (respondiendo a la consigna del PNV que le ha otorgado el premio) e Irakli Kobakhidze por otro. La consigna del partido en este punto es lo que dice Mireia Zárate en la página oficial de la Fundación Sabino Arana, cuando explica por qué se le ha dado el premio a Irakli: “Mireia Zarate también ha aclarado que «Irakli Kobakhidze es, además, un fuerte impulsor de las relaciones bilaterales Euskadi-Georgia desde la base de los profundos lazos históricos y culturales, pero paulatinamente ampliándose a otras disciplinas en pleno siglo XXI»”. Ahora veamos cómo se sustancia esto en la entrevista. Verán qué divertido.
Le pregunta uno de esos periodistas que trabajan, más que por el periodismo, por la visión parcial, sesgada, interesada e incluso sectaria del PNV, llamado Jontxu García: “Usted es un fuerte impulsor de las relaciones bilaterales Euskadi-Georgia desde la base de los profundos lazos históricos y culturales entre ambos países. ¿Por qué?” Y contesta el premiado: “El parentesco de georgianos y vascos, así como la existencia de dos Iberias en el Cáucaso y la Península Ibérica, han cautivado a científicos e historiadores durante siglos”. El lector nacionalista se quedará con lo de Euskadi y Georgia que son dos países, pero aquí lo que late en realidad es la teoría vasco-iberista (a esta cuestión dedico un capítulo de mi libro Sabino Arana: padre del supremacismo vasco), y que consideraba al eusquera la lengua de los primitivos íberos, los primeros habitantes de la Península Ibérica. Y en ese contexto es en el que hay que situar la apelación del premiado a las dos Iberias, la caucásica y la española, que el parentesco hipotético entre los idiomas georgiano y eusquérico vendría a reforzar.
Luego hay otra respuesta no menos jugosa cuando Jontxu García le pregunta:“¿Cómo puede ayudar Euskadi a la integración de Georgia en la UE?” A lo que el premiado responde: “Dado que España asumirá la presidencia del Consejo de la Unión Europea en la segunda mitad de 2023, contamos con su pleno apoyo para obtener un resultado positivo al obtener el estatus de candidato”.
En fin, que los lectores del periódico del partido se habrán quedado muy chamuscados con las dos respuestas de Irakli, que ha tenido que meter a España en la conversación, cuando aquí de lo que se trataba era de hablar solo de “dos países”, Euskadi y Georgia. Es que no se cansan de hacer el ridículo estos nacionalistas.
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Este año toca el domingo 29 de enero como fecha de entrega de los premios Sabino Arana, que se otorgan cada año por estas fechas. ¿No me digan que lo habían olvidado? ¡No puede ser, si con esta llevamos creo que 33 ediciones! Desde 1989 se están entregando. Como para no habérselo aprendido ya. ¿Y no saben todavía que se hacen coincidir con el fin de semana más cercano al día de nacimiento del prócer vasco por antonomasia, Sabino Arana, un 25 de enero de 1865? Y, como todos los años de un tiempo a esta parte, una vez más me tomo la molestia de ver quiénes han resultado agraciados con dichos premios, cuya organización corre a cargo de la Fundación Sabino Arana, que pertenece al principal partido del régimen vasco actual (del que ya llevamos cumplidos los cuarenta años sobrados, más que con el franquismo, hay que recordarlo), el PNV. Y, como casi siempre, me encuentro con alguna sorpresa de esas que te pones a pensar cuál habrá sido la razón oculta del premio en cuestión, porque el partido del régimen, como se suele decir, nunca da puntada sin hilo. Algún día me pondré sistemáticamente a ver los premiados, porque estoy en que de ahí saldría una tesis.
Este año los premiados han sido: el movimiento solidario Euskadi-Ucrania, el equipo arqueológico que descubrió la “Mano de Irulegi”, Irakli Kobakhidze, la BOS, Mikel Sánchez y Aspace Gipuzkoa. Los cito siguiendo el orden que da la propia Fundación Sabino Arana. Lo del movimiento Euskadi-Ucrania se entiende por cuestión de actualidad. Lo de la mano de Irulegi estaba cantado. Lo del médico de Vitoria, Mikel Sánchez, para ver si así compensan el conflicto abierto con los médicos guipuzcoanos.
Luego está lo de dos instituciones como son la BOS (Bilbao Orquesta Sinfónica, aunque el nombre oficial creo que solo está en eusquera, pero coinciden las iniciales) y Aspace Gipuzkoa. Y quién podría decir nada contra de la música o contra quienes se ocupan de los afectados por parálisis cerebral. Habría que ser un desalmado para cuestionar esos premios. Pero, precisamente por eso, estos son los típicos premios que, más que para ensalzar el buen hacer de esas instituciones, que se da por archisabido, son, ni más ni menos, para blanquear la memoria de la persona que da su nombre a dichos premios. Y me queda uno: ¿quién es ese Irakli Kobakhidze, que tengo que hacer copia y pega con el nombre porque, si no, no me saldría ni en diez veces que lo intentara de memoria? Estoy convencido de que, cuando hayan visto este nombre asociado a los premios Sabino Arana, la inmensa mayoría no tendrá ni la más repajolera idea de quién se trata. Pero, eso sí, si le preguntáramos a cualquier nacionalista por qué cree que este señor habrá sido premiado, la respuesta obvia será que alguna razón de peso habrá tenido el partido para pagarle el viaje desde su país, a 4000 kilómetros que está de aquí, y la estancia, aparte de lo que importe el premio. El nacionalismo tiene tan acogotados, y a la vez satisfechos, a sus seguidores, que aceptan todo lo que les echen.
El caso es que a mí me parece fantástica la posibilidad de conocer culturas lejanas y exóticas como Georgia, que debe ser un país con atractivos indudables. Lo que pasa es que, tratándose del PNV y de su Fundación, siempre hay que pensar, por norma, que aquí debe haber gato encerrado o, dicho de otro modo, manipulación encubierta.
Partiendo del hecho simple de que Irakli Kobakhidze es uno de los agraciados este año con un premio que lleva el nombre de un individuo de mentalidad eternamente adolescente, en el peor sentido de la palabra, que inculcó el odio, la ignorancia, la miseria moral y el enfrentamiento entre vascos y entre vascos y españoles, clasificándolos a unos como superiores y a otros como inferiores, según su particular, alicorto y truculento modo de entender al ser humano y a sus relaciones interpersonales.
Irakli Kobakhidze es alguien perteneciente a una cultura política sensiblemente distinta a la occidental, o a la española en particular, y dentro de esta a la vasca. Aunque solo sea por lo lejos que está. Y es en la extrañeza que me causa su elección para este premio en la que baso mi análisis, por ver si encuentro alguna razón que me haga mínimamente lógica esa elección. Del mismo modo que su país, Georgia, en el Cáucaso, representa también algo muy distinto, por distante, a lo que es el País Vasco, incluso el que entienden por tal los que se consideran a sí mismos nacionalistas. Y como este premio no creo que esté pensados para hacer promoción turística de aquel país, la verdad es que me resulta muy difícil entender por qué han elegido a un premiado tan exótico. Para mí es un ejercicio como de crucigrama o incluso de sudoku. Otras veces pienso que lo más fácil para averiguar la razón oculta que contiene es irme a lo más básico. Intentémoslo de los dos modos, a ver qué sale.
Georgia es un país pequeño si lo comparamos con sus dos vecinos, con Rusia al norte y con Turquía al oeste. El País Vasco también es pequeño, si lo comparamos con el resto de España al sur, o con el resto de Francia al Norte. Pero el País Vasco es mucho más pequeño todavía que Georgia. Porque aun considerando Navarra y el País Vasco francés, Georgia sería como tres veces más grande todavía. O sea que no sé si aquí hay una razón para la elección de un georgiano como premio Sabino Arana. ¿Será porque es un país pequeño rodeado de países más grandes? ¿O será porque es un país, sin más, y Euskadi lo toman por otro? O sea, se trataría de equiparar dos países, más bien pequeños. Sí, por ahí creo que va la cosa. En fin, sigamos.
Entre las razones de la concesión del premio, la Fundación Sabino Arana insiste una y otra vez que Georgia es un país europeo y que ansía su integración en Europa. Suponemos que así lo que se busca es, de una manera ya evidente, el paralelismo entre Euskadi como país y su integración en Europa. La Euskadi nacionalista vasca se entiende, que en realidad es la Comunidad Autónoma Vasca de las tres provincias, ¿o es que están hablando de Vasconia, de Euskal Herria, incluyendo a Navarra y al País Vasco francés? Como con estos nunca se sabe, porque utilizan Euskadi bien en el sentido extenso o bien en el reducido, según para lo que les convenga en cada momento, pues tratándose de nacionalistas es posible que estén equiparando a Georgia con Euskal Herria y pretendiendo para esta última lo que también quiere Georgia para sí misma: integrarse en Europa. Por ahí debe de ir la cosa.
Lo que pasa es que aquí la contradicción es ya palmaria: Georgia actualmente quiere integrarse en Europa, pero a la vez mantener la entente cordial y pragmática con su poderoso vecino del norte, con Rusia. Y esa es su gran asignatura pendiente o la cuadratura del círculo, viendo cómo se las gasta Rusia con las veleidades europeístas de Ucrania. Así que con el premio Sabino Arana a una personalidad prominente de Georgia, lo que estaría haciendo el PNV es darle un palo a un avispero, bueno, más bien un palito, porque no creo que este premio trascienda más allá de lo que digan los medios nacionalistas peneuveros y lo que estoy diciendo yo aquí en este momento. Por eso estaría bien que este señor leyera este artículo (o se lo resumieran al menos), para que viera otro punto de vista completamente distinto a lo que le han contado los que le premian.
Porque el caso es que, si miramos el mapa, Georgia está en la otra punta de Europa, si es que se puede considerar Europa la parte que queda detrás de Turquía hacia el Este, ocupando la franja del Cáucaso que queda entre el mar Negro y el mar Caspio. Ahí se concentran tres repúblicas, que son Georgia, Armenia y Azerbaiyán, que quedan perfectamente en el extrarradio de Europa, tapadas, por así decir, por su poderoso vecino turco, y siendo que Turquía ya tiene serias dificultades para considerarse Europa. Porque entonces toda la parte de Rusia, con Moscú su capital incluida, que queda al oeste de los Urales y del río Ural también se considera Europa en términos geográficos, su límite oriental. Pero si esto lo ponemos en términos políticos, la cuestión es claro que chirría. Europa sabemos que tiene un problema de definición geográfica por su límite oriental y resolver si los países del Cáucaso son o no Europa, incluso en un sentido geográfico, es un ejercicio irresuelto. Aun así, el PNV lo da como hecho irrefutable en su explicación del premio.
En la información que nos da la web de la Fundación Sabino Arana refiriéndose al premiado, dice: “«Actualmente lidera el partido gobernante en esta república democrática del sureste de Europa que en los últimos años ha logrado unos avances sustantivos en el camino hacia su integración en la Unión Europea», ha explicado Mireia Zarate [presidenta de la Fundación Sabino Arana]. Según Zarate la aspiración de las y los georgianos es justa y necesaria; «justa, porque el europeísmo debe incluir a todos los países europeos democráticos que deseen unirse a la Unión, y necesaria, porque todos los países suman y refuerzan el proyecto europeo, más en tiempos convulsos y bélicos como los actuales»”. Aquí el PNV da por supuesto que lo mismo que Georgia es, o quiere ser, un país europeo, Euskadi, por la misma regla de tres nacionalista, también debe serlo, es más, es justo y necesario que lo sea... ¿Lo pillan?
Tenemos que comentar algo también del oportunismo del PNV trayendo a alguien de Georgia en plena guerra de Ucrania. Cuando Georgia ya tuvo su propia guerra con Rusia allá por el 2008, por el tema de sus dos regiones díscolas: Abjasia y Osetia del Sur, que ahora mismo se mantienen en el limbo internacional, porque Rusia, Nicaragua, Venezuela, Siria y la república de Nauru (una isla en Micronesia de 21 kilómetros cuadrados, 30 kilómetros de costa y que no llega a los 12.000 habitantes, ahí es nada) reconocen su independencia, mientras que el resto del mundo la ignora. Georgia, como estado independiente que es desde su desanexión de la extinta Unión Soviética, resulta que tiene dos regiones, equivalentes al 20% de su territorio, en una situación de semiindependencia. ¿Este es el modelo territorial que quiere el PNV para su Euskalerría? ¿Nos quiere equiparar con un país azotado por una guerra con una potencia como Rusia, con dos regiones separadas y protegidas por el coloso del norte?
Irakli Kobakhidze es un político nacido en 1978, jefe del partido Sueño Georgiano, como ya se ha comentado, fundado en 2012 por el multimillonario Bidzina Ivanishvili, a quien se supone el poder en la sombra y de quien siempre se ha dicho que utiliza el partido para sus propios tejemanejes empresariales. De este partido han sido todos los jefes de gobierno que ha tenido el país desde el año de su fundación, porque se trata de un partido “atrapalotodo”, en el sentido de que más que una ideología concreta lo que lo caracteriza es un ansia de integrar cuantas más sensibilidades políticas mejor, para de ese modo asegurarse la permanencia en el poder durante el mayor tiempo posible (¿les suena esto de por aquí?, ¿a que en esto sí se parecen el Sueño Georgiano y el PNV? Quizás sea en lo único). Su misión principal, por tanto, es acaparar poder y representatividad territorial y de ese modo asegurarse la victoria electoral. Con este propósito también se han llevado a cabo reformas constitucionales en el régimen político georgiano, que culminarán el año que viene con la instauración de un sistema electoral proporcional y con la conversión del país desde el presidencialismo que lo caracterizaba hasta ahora a un parlamentarismo más homologable con los sistemas europeos.
Y por último está la cuestión cultural, a que se hace referencia en la explicación del premio, y que suponemos que se refiere a que durante una época el eusquera y el georgiano se consideraban lenguas emparentadas, de hecho, el georgiano, de todas las lenguas con las que alguna vez se había emparentado el eusquera, era el que más vocabulario tenía en común con este, que no llegaba, en cualquier caso, al 8%. Esta teoría, como todas las demás de parientes del eusquera, se desechó en su momento, porque a los nacionalistas les interesa mucho que su lengua no tenga pariente conocido. Por eso no entendemos que quieran ahora recordar una cuestión que nunca quisieron contemplar como posible.
Pero veamos, en la entrevista que la hoja parroquial del PNV le ha hecho al premiado, lo que entienden por “estrecha relación cultural entre Euskadi y Georgia” el entrevistador por un lado (respondiendo a la consigna del PNV que le ha otorgado el premio) e Irakli Kobakhidze por otro. La consigna del partido en este punto es lo que dice Mireia Zárate en la página oficial de la Fundación Sabino Arana, cuando explica por qué se le ha dado el premio a Irakli: “Mireia Zarate también ha aclarado que «Irakli Kobakhidze es, además, un fuerte impulsor de las relaciones bilaterales Euskadi-Georgia desde la base de los profundos lazos históricos y culturales, pero paulatinamente ampliándose a otras disciplinas en pleno siglo XXI»”. Ahora veamos cómo se sustancia esto en la entrevista. Verán qué divertido.
Le pregunta uno de esos periodistas que trabajan, más que por el periodismo, por la visión parcial, sesgada, interesada e incluso sectaria del PNV, llamado Jontxu García: “Usted es un fuerte impulsor de las relaciones bilaterales Euskadi-Georgia desde la base de los profundos lazos históricos y culturales entre ambos países. ¿Por qué?” Y contesta el premiado: “El parentesco de georgianos y vascos, así como la existencia de dos Iberias en el Cáucaso y la Península Ibérica, han cautivado a científicos e historiadores durante siglos”. El lector nacionalista se quedará con lo de Euskadi y Georgia que son dos países, pero aquí lo que late en realidad es la teoría vasco-iberista (a esta cuestión dedico un capítulo de mi libro Sabino Arana: padre del supremacismo vasco), y que consideraba al eusquera la lengua de los primitivos íberos, los primeros habitantes de la Península Ibérica. Y en ese contexto es en el que hay que situar la apelación del premiado a las dos Iberias, la caucásica y la española, que el parentesco hipotético entre los idiomas georgiano y eusquérico vendría a reforzar.
Luego hay otra respuesta no menos jugosa cuando Jontxu García le pregunta:“¿Cómo puede ayudar Euskadi a la integración de Georgia en la UE?” A lo que el premiado responde: “Dado que España asumirá la presidencia del Consejo de la Unión Europea en la segunda mitad de 2023, contamos con su pleno apoyo para obtener un resultado positivo al obtener el estatus de candidato”.
En fin, que los lectores del periódico del partido se habrán quedado muy chamuscados con las dos respuestas de Irakli, que ha tenido que meter a España en la conversación, cuando aquí de lo que se trataba era de hablar solo de “dos países”, Euskadi y Georgia. Es que no se cansan de hacer el ridículo estos nacionalistas.
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