Viernes, 19 de Septiembre de 2025

Actualizada Viernes, 19 de Septiembre de 2025 a las 07:48:58 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Lunes, 30 de Enero de 2023 Tiempo de lectura:
Entrevista con Ararat Ghukasyan

El territorio armenio de Artsaj de nuevo en el punto de mira azerí

[Img #23613]

 

El gobierno de Azerbaiyán ha vuelto a agredir al pueblo armenio, desde finales del año pasado, incumpliendo las directrices más básicas del Derecho Internacional y el mismísimo Acuerdo de Paz de 2020. Recordemos que en aquel fatídico año Azerbaiyán engulló militarmente casi la mitad del territorio de la república de Artsaj (Nagorno Karabaj), tras una brutal ofensiva militar de su moderno ejército, bien pertrechado por los gobiernos de Turquía e Israel. Desde entonces se han sucedido diversos bombardeos e incursiones militares azeríes contra poblaciones fronterizas de la propia Armenia. Y, desde el pasado 12 de diciembre, presuntos activistas ecologistas procedieron a bloquear el corredor terrestre de Lachín, que une Armenia con Artsaj, ante unos observadores rusos incapaces de restablecerlo, por el que la población de Artsaj, unas 120.000 personas, recibían alimentos y medicinas.

 

Para entender las raíces de este nuevo movimiento del gobierno de Bakú, La Tribuna del País Vasco ha entrevistado a Ararat Ghukasyan, presidente de la asociación armenia Ararat, de la localidad valenciana de Mislata, acaso el municipio español que porcentualmente acoge, desde hace ya muchos años, a la comunidad armenia más importante en España.

 

¿Qué persigue, a corto y medio plazo, el gobierno azerí con esta acción ilegal?

 

Desde el 12 de diciembre del año pasado Azerbaiyán ha bloqueado el corredor de Lachín (el nombre más antiguo de ese territorio lo es en armenio, Berdzor), único camino que une Artsaj (Nagorno Karabaj) con Armenia y, por lo tanto, con el mundo.

 

Para tener una idea sobre lo que pretende Azerbaiyán en el área, al igual que lo hizo en el pasado o lo haga en el futuro, hay que realizar una excursión al pasado no muy lejano, a poco más de 100 años atrás, cuando apareció un país artificial, al que, por no encontrar un nombre apropiado y en vista de futuras pretensiones en la zona, le adjudicaron el nombre de la provincia norteña de Irán: Azerbaiyán.

 

Tras la derrota del bando de los imperios centrales, del que formaba parte el imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, Turquía se arrojó en los brazos de Rusia, otro imperio derrotado, al que reclamó ayuda para la salvación de lo que restaba de imperio. A Turquía no le "salvaba" ni siquiera el genocidio perpetrado contra los armenios y otras naciones del antiguo imperio (lo asirios, por ejemplo): se trataba de un plan de limpieza étnica al objeto de conseguir un Estado monoétnico. Así que los kemalistas recién llegados al poder únicamente concibieron algún tipo de alianza con los sapogs (botas de nieve) de los bolcheviques, quienes todavía carecían de reconocimiento diplomático alguno.

 

La miseria en la que vivía el pueblo ruso tras la derrota militar y la revolución bolchevique no fueron obstáculo a que Lenin prestara ayuda a Kemal Atatürk, como tampoco lo fue que en los dos siglos anteriores tuvieran lugar cinco guerras entre ambos imperios de las que siempre salió victoriosa Rusia. Kemal Atatürk aseguró a Lenin que se acercaría al bloque bolchevique. Es decir, dos países sin reconocimiento internacional alguno se prestarían ayuda con el objetivo común de sobrevivir.

 

Rusia envió a Turquía toneladas de oro, alimentos y demás productos de primera necesidad, armó al derrotado ejército otomano, abandonó a su suerte las tierras armenias (más de 70.000 km2), ignoró la matanza de los armenios (incluso en algunos momentos le prestó ayuda, es más, participando), y, por último, creó un país artificial a petición turca con una población mayoritaria de habla turca denominándolo Azerbaiyán.

 

El objetivo final de ese proyecto, denominado panturquismo o Gran Turán, que se extendería desde los Dardanelos hasta la India, era la unificación de todos los estados túrquicos, en los que el único idioma sería el turco, y el Islam, la única religión. En la consecución de ese proyecto permanecía el obstáculo de Armenia, una tierra reducida en extensión 10 veces a lo largo de los siglos pero que, tal y como afirmó uno de los arquitectos del Genocidio Armenio Talaat Pasha, «se necesitaba, pero sin armenios».

 

Según los tratados Lenin-Kemal, Azerbaiyán entraría, al menos temporalmente, en la Unión Soviética, al objeto de que Rusia tuviera acceso al petróleo del mar Caspio. A cambio, Rusia regalaría a Azerbaiyán los territorios de Nagorno Karabaj, Nakhichevan y Zangezur, lo que facilitaría después la unión turco-azerí a costa de las tierras armenias y la paulatina desaparición de Armenia de la faz de la tierra.

 

Para disimular esos proyectos genocidas, Rusia prometió a los armenios de esas regiones una mayor autonomía, sin embargo, lo que pretendían en realidad los dos aliados perdedores de la Primera Guerra Mundial, era la limpieza étnica de los pueblos de la zona, especialmente del armenio. Pero algunos luchadores de entonces comprendieron que aquellos pactos implicaban el fin de un pueblo y una nación llamada Armenia. Por ello se levantaron frente al intento de exterminio del pueblo armenio, por la independencia, la libertad y, sobre todo, por la mismísima supervivencia. El pueblo armenio, liderado por Andranik, Garegin Nzhdeh o Dro, lograron defender, al menos por un tiempo, aquellos territorios e incluso alcanzar la independencia en 1918. Si bien aquella experiencia duró únicamente dos años y medio, significó muchísimo para una nación que acababa de sufrir la hecatombe del Genocidio y aún sufría nuevas matanzas y agresiones.

 

El pacto Lenin-Kemal no admitía una Armenia independiente, por eso los rusos les entregaron a los turcos todo lo que les habían prometido, consiguiendo, por su parte, integrar lo que quedaba de Armenia en la Unión Soviética y consagrarse como “salvadores” del pueblo armenio.

 

El 5 de julio de 1921, por resolución del Comité Central del Partido Comunista de Rusia impuesta por el propio José Stalin, Artsaj fue arrancada de Armenia e incorporada a la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Lo mismo sucedió con Nakhichevan. No obstante, gracias al empeño de Garegin Nzhdeh, héroe nacional armenio quien, entre otros méritos, fundara la Federación Revolucionaria Armenia, fue posible conservar Zangezur (Syunik) dentro de la Armenia soviética.

 

El territorio de Syunik siempre ha sido muy importante para Armenia, por lo que fue calificado por Garegin Nzhdeh como «la columna del país». Sin embargo, al situarse entre Azerbaiyán y el territorio también azerí de Nakhichevan, también es objeto de la agresión de aquel país.

 

Al triunfar el ejército azerí en la Segunda Guerra de Nagorno Karabaj, su dictador Ilham Aliyev, al observar que la Comunidad Internacional inhibía por completo ante este conflicto, sin realizar siquiera un llamamiento al cese de la agresión, persiste en su política criminal de guerra y voluntad genocida. Prueba de ello son los sucesivos ataques que ha lanzado contra territorio soberano de Armenia en mayo de 2021 y septiembre de 2022, acabando con la vida de cientos de soldados armenios, muchos de ellos previamente desarmados, torturando a prisioneros de guerra, así como cerrando el único camino que une Nagorno Karabaj con Armenia. Es más que evidente que Azerbaiyán pretende avanzar en sus proyectos de limpieza étnica, de modo que una vez sea abierto el corredor de Lachín, los habitantes armenios de Nagorno Karabaj, quienes lo habitan desde hace más de tres mil años, lo abandonen, presos de la desesperación.

 

¿Existe alguna fundamentación histórica que respalde la pretensión anexionista de Azerbaiyán?

 

Tales pretensiones no tienen fundamento alguno, salvo el hecho ya mencionado, de que Stalin, en virtud de las promesas realizadas a los turcos, entregara en 1921, sin base legal e histórica alguna, los territorios históricamente armenios de Artsaj y Nakhichevan a Azerbaiyán. No fue posible hacer lo mismo con Zangezur, otra región armenia, que los turcos pretendían incorporar también a Azerbaiyán, con la mirada puesta en su proyecto de unificar todos los países túrquicos.

 

Por lo que respecta a Nakhichevan, los turcos han vaciado sus pueblos de armenios, quienes eran el 70 % de sus habitantes. Ya en los años 80 del pasado siglo, el clan familiar de los Aliyev destruyó allí todos los monumentos históricos armenios, los khachkars (grandes piedras conmemorativas grabadas), sus características y antiquísimas iglesias, los centros culturales, los colegios y las viviendas de los armenios, eliminando físicamente toda huella armenia de la región.

 

En cambio, Artsaj, al que los rusos dieron a conocer a la Comunidad Internacional con el nombre ruso-turco de Nagorno Karabaj, los azeríes no pudieron vaciarla de armenios; lo que ahora pretende el actual Aliyev.

 

Cuando existía la Unión Soviética, para Occidente todo lo relacionado con aquella unión era erróneo, nefasto y peligroso. Después de su caída, algunos de los pueblos que formaban parte de la misma, quisieron corregir los errores históricos de sus antiguos dirigentes. Sin embargo, Occidente, especialmente la Unión Europea, en lugar de favorecer los derechos humanos y la democracia en aquellos territorios, se preocuparon de sus exclusivos intereses. De ahí su sesgada política internacional.

 

¿Qué representa para el pueblo armenio el territorio de Artsaj?

 

En cierto modo ya lo he respondido. Para el pueblo armenio Artsaj es patria. En cambio, para Azerbaiyán es un territorio que quiere sin armenios. Insisto: ya dijo Talaat Pasha que «necesitamos Armenia sin armenios».

 

Artsaj fue la décima provincia (nahang, en armanenio) de la denominada Armenia Mayor, que desde el Reino de Urartu tenía quince. El nombre se origina en la antigüedad. Estrabón se refiere a la región como OrOrjistene y en inscripciones urarteas del siglo VII a. de C. se denomina Ardakh, Urdekhe y AtaAtakhun. Según David Lang, deriva del rey Artaxias I de Armenia (190–159 a. C.).

 

Una etimología popular hace derivar el nombre de Arán Sisakeán, primer najarar (título hereditario nobiliario de la alta nobleza propietaria medieval) del noreste de Armenia y descendiente del Patriarca Hayk, en la forma Ar, apócope de Arán, y tsaj, “bosque” o “jardines”, con lo cual Artsaj significa «los jardines de Aran».

 

¿En qué situación se encuentra la población civil de Artsaj?

 

La población armenia de Artsaj, desde hace casi dos meses, no tiene contacto alguno con el mundo exterior. Más de 120.000 personas están al borde de una crisis humanitaria. En Artsaj no entran comida, medicamentos, productos de primera necesidad, ayuda humanitaria de ningún tipo… Desde que los llamados “eco-activistas” cerraron el corredor de Lachín, los azeríes, además, han cortado en varias ocasiones el suministro de gas y electricidad. Hoy en día no hay gas, fundamental en toda aquella región. Apenas hay electricidad unas horas al día…

 

Muchos enfermos, que necesitan una atención especializada, no pueden ser trasladados a Erevan, capital de Armenia. A su vez, al menos 1.000 personas, entre ellas 270 niños, que se encontraban en Armenia antes del bloqueo, tampoco pueden regresar con sus familias.

 

El gobierno dictatorial de Aliyev, que no tolera protesta alguna en ningún lugar de Azerbaiyán, ahora no solamente no hace nada, sino que apoya estatalmente a los “co-activistas”, quienes son, en realidad, afines al clan de los Aliyev, de quienes perciben miles de dólares.

 

Ante esta situación de bloqueo, la Unión Europea y Occidente en general permanecen callados, lo que les convierte en cómplices de la crisis humanitaria. Antes de que sea demasiado tarde, la Comunidad Internacional debe actuar con sanciones y políticas contundentes contra el régimen de Azerbaiyán.

 

¿Qué papel está jugando Rusia en esta situación? ¿Puede entenderse su aparente parálisis o falta de impulso?

 

El comportamiento de Rusia desde la Segunda Guerra de Nagorno Karabaj es más que preocupante. Es más, todo apunta a que está actuando en connivencia con Turquía, principalmente, y con Azerbaiyán, particularmente. Eso le convierte a Rusia en uno de los cómplices de la matanza de armenios y en la actual crisis de Artsaj y del resto de Armenia.

 

A los gobiernos de Rusia, Azerbaiyán, o Turquía, en modo alguno les favorecían los cambios aspirados por el pueblo armenio después de la “revolución” del año 2018. Los gobiernos dictatoriales de esos países temían que la misma situación podría trasladarse a sus territorios, teniendo un efecto dominó, y poniendo en peligro sus sillones. Por ello, esos gobiernos decidieron “castigar” al pueblo armenio por su voluntad de implantar en su país un orden democrático, elecciones libres y libertad de expresión; unos valores que no existen en Rusia, tampoco en Azerbaiyán ni, mucho menos en Turquía.

 

Después de la caída de la Unión Soviética, Rusia no consiente que su zona de influencia pueda disminuir aún más, por eso intenta mantener el control de los países postsoviéticos. Las cosas no le salieron bien en Georgia, donde actualmente apenas mantiene ninguna presencia ni influencia en la política interior del país, salvo la injerencia en Osetia del sur y Abjasia. Ahora las cosas se le han complicado en Ucrania, donde está sufriendo muchas bajas y el descrédito internacional. Las cosas tampoco le pintan bien en Asia Central, sobre todo en Kazajistán, país que quiere independizarse por completo de la Rusia de Putin. El único satélite que le queda al país más grande del mundo es Bielorrusia, que en realidad se gobierna desde Moscú. En esa situación a Putin no le queda otra opción que la de crear y mantener conflictos en distintos puntos de su entorno al objeto de cultivar el sentimiento de la Gran Madre Patria para seguir existiendo.

 

Hoy día está muy claro que a Rusia no le conviene tener conflicto con Azerbaiyán, pues ello le supondría confrontarse también con Turquía, lo que no puede hacer a causa de la complicada situación de su ejército.

 

Turquía, Irán, Israel… La geopolítica regional, los intereses de las potencias de la zona y los imperativos energéticos, ¿todo conspira contra la pequeña Armenia?

 

La complicada situación de Rusia es bien percibida por las otras potencias de la región. Israel, por su parte, apoya a todo aquél que esté en contra de Irán. Y en esta complicada situación, los países que están frente Irán son Turquía y Azerbaiyán, por lo que Israel se puso al lado de Azerbaiyán, enviándoles drones y otras armas sofisticadas, matando con ellos a miles de soldados armenios. Entonces, ¿contra quien luchó, realmente, el pequeño Artsaj? Exacto: contra Azerbaiyán, Turquía, Israel, Paquistán, los terroristas-mercenarios que captaba Turquía en Siria y, por supuesto contra la indiferencia de su único “aliado”, Rusia, y el silencio criminal del resto de la Comunidad Internacional. Y aún así, el ejército y prácticamente todos los armenios del mundo, solos, resistimos durante 44 días, entonces, y seguimos resistiendo hasta ahora frente a semejante maquinaria de guerra de las potencias que, en defensa de sus exclusivos intereses, han olvidado los derechos humanos, favoreciendo así la comisión de crímenes de guerra y de lesa humanidad.

 

Pero lo fatídico de toda esta geopolítica es que el mundo, llamado democrático, actualmente se está convirtiendo en cómplice de la crisis humanitaria que sufre el pueblo armenio, a causa de su silencio, digamos un tanto, intencionado. Europa simula que está castigando a Rusia por no comprar el gas que viene de ahí y, sin embargo, está comprando el gas de Azerbaiyán, que también procede de Rusia. ¿De verdad se cree la Unión Europea que está sancionando a Rusia y que nos creemos sus mentiras? Y, aunque no fuera el gas de Rusia el que compra Europa en Azerbaiyán, ¿qué diferencia hay entre hacerlo a Putin o a Aliyev, digamos un mini-dictador? Yo creo que ninguna.

 

¿Cómo está respondiendo el pueblo armenio ante la crisis, tanto desde el interior de la república armenia como en la diáspora?

 

El fatídico resultado de la Segunda Guerra de Nagorno Karabaj ha dividido mucho al pueblo armenio. La pésima y polémica gestión de la política interior y exterior del Gobierno de Armenia, antes y después de aquella guerra, ha hecho que no solamente existan confrontaciones muy duras entre los partidos políticos del país, sino también entre la población en Armenia y en la Diáspora. Si antes a todos los armenios del mundo nos unían tres cuestiones muy importantes e indiscutibles, que son el desarrollo de la patria, la unificación de Artsaj con la madre Armenia y el Reconocimiento Internacional del Genocidio Armenio, hoy en día estas cuestiones crean un cierto malestar sobre todo en las filas del Gobierno Armenio y, lo que es más preocupante, en mucha gente, tanto en Armenia, como en la Diáspora.

 

La revolución del 2018, lejos de ser una esperanza para el pueblo, se convirtió en una posibilidad de enriquecimiento para quienes alcanzaron el poder. Es por eso que, actualmente, la corrupción y el abuso del poder siguen siendo una lacra para la sociedad armenia.

 

Nikol Pashinyan, primer ministro armenio, mintiendo a la población con una iniciativa falsa de paz, está llevando al país todavía más cerca de una nueva guerra para la que Armenia no está preparada. Con su política de cesiones, con la pretensión última de mantenerse en el poder, Pashinyan parece haber inoculado un virus de perdedor a buena parte de la población (sobre todo en Armenia), para que cese en su lucha por la libertad, los derechos humanos y la justicia. Entre una gran parte de la población predomina un pensamiento muy peligroso que más o menos dice así: «vamos a entregar lo que quieren, para conseguir la paz», sin comprender que el apetito de Aliyev y, sobre todo, de Erdogan, nunca se va a saciar, porque lo que pretende el tándem turco-azerí es borrar Armenia del mapa.

 

Ante las constantes agresiones del ejército azerí contra Armenia y, especialmente, la población de Artsaj, la política exterior de Armenia es pésima. Todavía no hay ni una denuncia en firme ante ningún Tribunal Internacional. Y si ha tenido lugar, lo que es seguro es que no ha habido ninguna actuación firme, lo que es lo mismo que nada. En una palabra, en la población armenia del mundo predomina la desesperación.

 

No parece que, salvo excepciones, esta situación preocupe a los grandes partidos políticos españoles… ¿Cómo percibe, Sr. Ararat, la mirada de los españoles hacia esta dramática, pero aparentemente lejana, situación humanitaria?

 

España, como siempre y por desgracia, se mantiene al margen de lo que está sucediendo en aquella región. En España no reside mucha población turco-azerí, pero es mucho el dinero que mueve ese tándem, sobre todo dentro de la política española. A decir verdad, España ni siquiera tiene clara su perspectiva respecto a lo que sucede en Ucrania, moviéndome mayormente al paso de sus vecinos y aliados.

 

Con todo, la comunidad armenia en España ha conseguido dos declaraciones institucionales del Congreso de los Diputados: una ante la agresión azerí de septiembre del 2022, y otra a causa del bloqueo del corredor de Lachín, lo que si bien no sirvieron para mucho, al menos fueron un avance en lo que respecta a los llamamientos dirigidos al agresor y no a las dos partes del conflicto.

 

Los grandes partidos y, sobre todo, los medios de comunicación más importantes de España, no quieren enfadar a Turquía (y ahora tampoco a Azerbaiyán). No hablan sobre el tema, no quieren saber nada. Por el contrario, no cesan de hacerlo respecto a lo que acaece en Ucrania.

 

Recordemos que España es uno de los pocos países democráticos, que todavía no ha reconocido el Genocidio Armenio, lo que es una vergüenza absoluta, más cuando de la impunidad nacen otros crímenes más crueles. Unos crímenes que ya estamos presenciando en Ucrania, pero también en Artsaj, donde el pueblo armenio puede sufrir otro genocidio en pleno siglo XXI.  

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.