Apocalipsis en directo
Voy caminando y veo los galopes de entrenamiento en el hipódromo; vienen a mi memoria los Cuatro Jinetes del Apocalipsis que se han puesto de acuerdo y cabalgan juntos sobre sus monturas arrasando todo a su paso. Guerra, muerte, peste y hambre se ensañan en Turquía, Siria, países africanos y en Ucrania. Qué podemos decir cuando vemos la devastación que causan los agentes naturales y también el hombre mientras descansamos tumbados en el sofá rodeados de comodidades, enojados caso que algún día nos corten el agua, la luz una hora, o el pan sea del día anterior. Cómo expresar la alegría al ver a niños recién paridos rescatados sanos y salvos de las entrañas del infierno y oír sus vagidos. Cómo calificar a quienes trabajan día y noche hasta la extenuación tratando de rescatar a su prójimo arriesgando sus propias vidas. Cómo definir el ver miles de cadáveres anónimos arrojados a fosas comunes como si fuesen fardos. Cómo ponernos en la piel de quienes han perdido a sus seres queridos sepultados bajo toneladas de escombros y se quedan solos y al raso. Cómo definir la desazón que siente quien no sabe nada de los suyos temiéndose lo peor. Cómo permanecer insensibles ante tanto dolor, hambre, sed, frío, soledad y desamparo. Vivimos prisioneros en la burbuja del bienestar; todo nos parece poco y ansiamos más, con la certeza de que estamos inmunizados contra ese tipo de horrores que vemos en la pequeña pantalla. ¿Y si no fuera así?, ¿quién nos lo puede garantizar?, ¿por qué siempre los demás?, ¿acaso somos mejores?
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Voy caminando y veo los galopes de entrenamiento en el hipódromo; vienen a mi memoria los Cuatro Jinetes del Apocalipsis que se han puesto de acuerdo y cabalgan juntos sobre sus monturas arrasando todo a su paso. Guerra, muerte, peste y hambre se ensañan en Turquía, Siria, países africanos y en Ucrania. Qué podemos decir cuando vemos la devastación que causan los agentes naturales y también el hombre mientras descansamos tumbados en el sofá rodeados de comodidades, enojados caso que algún día nos corten el agua, la luz una hora, o el pan sea del día anterior. Cómo expresar la alegría al ver a niños recién paridos rescatados sanos y salvos de las entrañas del infierno y oír sus vagidos. Cómo calificar a quienes trabajan día y noche hasta la extenuación tratando de rescatar a su prójimo arriesgando sus propias vidas. Cómo definir el ver miles de cadáveres anónimos arrojados a fosas comunes como si fuesen fardos. Cómo ponernos en la piel de quienes han perdido a sus seres queridos sepultados bajo toneladas de escombros y se quedan solos y al raso. Cómo definir la desazón que siente quien no sabe nada de los suyos temiéndose lo peor. Cómo permanecer insensibles ante tanto dolor, hambre, sed, frío, soledad y desamparo. Vivimos prisioneros en la burbuja del bienestar; todo nos parece poco y ansiamos más, con la certeza de que estamos inmunizados contra ese tipo de horrores que vemos en la pequeña pantalla. ¿Y si no fuera así?, ¿quién nos lo puede garantizar?, ¿por qué siempre los demás?, ¿acaso somos mejores?
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
