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Pablo Mosquera
Domingo, 19 de Febrero de 2023 Tiempo de lectura:

El futbol de ahora sólo es negocio

Fui como muchos españoles de mi generación aficionado y practicante del que llamaron "deporte rey". Para mí tal reinado siempre correspondió al atletismo. Mucho más cuando tal actividad ligada al origen del movimiento olímpico era absolutamente aficionada, por tanto lejos de esos mercaderes que lo han infectado todo con dinero, publicidad y prácticas inconfesables dónde la biología experimenta con el cuerpo humano desde la infancia.

 

Era el balompié religión popular. Empezaba en la escuela consecuente con aquellos triunfos del mítico Real Madrid o el gol que un tal Zarra marcó acosando al portero de la selección inglesa en el Campeonato del Mundo celebrado en Río de Janeiro.

 

Los de la costa practicábamos tal deporte descalzos en los arenales en la bajamar. Éramos fornidos y duros, tanto en ataque como en defensa. Pero lo mejor fue la amistad que nació en el vestuario de aquellos campos de tierra donde 11 chavales formaban equipo.

 

No concibo a mi padre, al que también gustaba y que practicaba tal deporte, permitiéndome dejar mis estudios por las órdenes de un representante futbolero que se ganaba la vida descubriendo talento para la práctica de tal deporte y así colocarme en la plantilla de alguno de esos clubes donde el futbol ya era una actividad profesional.

 

Todo lo dicho es el entremés del mundo actual en torno al futbol. Un espectáculo, un gran negocio, una actividad que mueve muchas otras actividades que van desde el jugador, las instalaciones para la práctica, la vestimenta y toda suerte de complementos biométricos, con un momento estelar que supone la competición y sus repercusiones publicitarias y mediáticas. ¡Menudo sector terciario!

 

Supongo que debe ser muy apetecible iniciarse en la cantera de esos equipos-empresas-Olimpo para los nuevos dioses, sin dejar de ser persona educada, humilde, sacrificada, a la búsqueda del conocimiento y en el camino de una profesión capaz de competir en el mercado laboral amén de ser un ciudadano útil para la sociedad. El futbol se ha convertido en poderoso caballero. Nicho de pasiones desenfrenadas que algunos perversos truhanes usan para inhibir las conciencias sociales en el sistema democrático. Y es que la mejor muestra de cómo el carnaval se extiende por todo el calendario civil-religioso, se percibe observando la transformación de los seres humanos en hinchas aguerridos, tanto en la tribuna como en los aledaños del estadio.

 

Y como en toda actividad humana dónde florece el dinero a raudales, surgen tres pecados. Codicia. Explotación de seres humanos. Corrupción. De vez en cuando salen de las cloacas a la superficie. Y los españolitos quedamos impresionados durante el tiempo que los discípulos de Maquiavelo quieren fijar nuestra atención en ello y así evitar que la fijemos en otros pormenores relacionados con la perversión del sistema democrático.

 

¡Qué casualidad la escandalera en torno a la presunta corrupción estamento arbitral y club de futbol Barcelona! Un diario de tirada nacional recibe por el conducto que sea... información tributaria que debería formar parte de ese espacio protegido por la Ley que protege los datos personales. Y es que el truco está no sólo en contarlo, está en sacarlo de la "clandestinidad" para compartirlo a los cuatro puntos cardinales del universo y así desencadenar una bronca entre medios de comunicación, entidades deportivas y ciudadanos muy próximos en cantidad y calidad al mundo del futbol. Y además -no seamos ingenuos- ¿tal escándalo es único o forma parte de la punta del Iceberg?

 

Ahora es el momento de argumentar a estilo de los nacionalistas catalanes. ¡Barcelona nos roba! La noticia documentada del dinero "invertido" por las directivas blaugranas durante muchos años para tener "de mano" a los árbitros españoles prueba que la corrupción llegó al futbol, que el Barcelona es mucho más que un club, es o era, Alibabá y los cuarenta ladrones; que ganaron títulos comprando voluntades a los jueces arbitrales; que lograron emponzoñar al deporte más de lo que lo han ensuciado esos entramados financieros que viven para la explotación de los jugadores en cuanto despuntan en el nivel de infantiles.

 

Cada traspaso del jugador es una operación con muchas vías por las que se va el dinero de unas manos a otras, por lo que el espectador o el muchacho que soñaba con vestir una camiseta del equipo al que siempre quiso pertenecer, descubre las miserables prácticas que son habituales y permitidas por todos los estamentos directivos entre otras causas por ser tales sujetos fariseos que reciben cantidades ingentes de "plata" por su silencio o su presencia en los palcos del estadio.

 

En el caso del Barça, además está ligada la política catalana. El Barçca es el buque insignia del nacionalismo separatista demócrata-cristiano que rinde culto a las monedas y al Abad de Montserrat.

 

Espero por el bien ejemplarizante que devuelva blancura al deporte del futbol, se le apliquen al Barcelona los mismos criterios sancionadores que se les aplicó al futbol de máxima categoría en Italia. Hay que hacer limpieza para ejemplo y garantía de la educación en los vestuarios más jóvenes. No puede ser que se salgan con la suya los filibusteros que como solía decir, cínicamente, un deportivista irredento, "el problema no es robar, el problema es que te pillen robando"...           

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