Maestro
Mamá, papá y maestro son tal vez las tres palabras más importantes de nuestras vidas. Leo en el periódico que una maestra de Irún se ha jubilado tras ejercer 37 años como docente. Nuestros padres nos dieron la vida, nuestros maestros nos insuflaron, instilaron gota a gota el saber e incluso nos moldearon para hacer un buen uso de ella y no malgastarla.
La Srta. Dña. Ángeles, D. Fermín, D. Moisés y D. Rafael, entre otros, son mi póquer de ases particular que durante mi infancia y adolescencia se ocuparon de regar el arbusto y abonarlo con conocimientos y disciplina para el <<el día de mañana... >>. El usted era recíproco entre maestros y alumnos, el docente tenía su mesa ubicada sobre una tarima más alta, lo que aparte de mejor visibilidad le confería un halo de autoridad, no autoritarismo. Esta maestra, Esther, recién jubilada, a buen seguro que todavía no es consciente que dentro de sesenta, setenta años, cuando ella ya se haya ido, quienes fueran sus últimos alumnos la recordarán con cariño, nostalgia e incluso devoción. Anécdotas, regañinas, excursiones, habrán quedado grabadas de forma indeleble en su memoria y a buen seguro, las comparaciones son odiosas, afirmarán con convicción que para maestras nadie como Esther. Maestro, Srta., Andereño, etc. son más que palabras, lámparas maravillosas que guardan un tesoro cuyo valor es infinito. Qué mayor riqueza intangible que todo lo que nos proporcionan la cultura, el tesón y la paciencia de nuestros queridos docentes con frotar suavemente sobre ellos. ¡El Maestro ha dicho...!. Felicidades Esther.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Mamá, papá y maestro son tal vez las tres palabras más importantes de nuestras vidas. Leo en el periódico que una maestra de Irún se ha jubilado tras ejercer 37 años como docente. Nuestros padres nos dieron la vida, nuestros maestros nos insuflaron, instilaron gota a gota el saber e incluso nos moldearon para hacer un buen uso de ella y no malgastarla.
La Srta. Dña. Ángeles, D. Fermín, D. Moisés y D. Rafael, entre otros, son mi póquer de ases particular que durante mi infancia y adolescencia se ocuparon de regar el arbusto y abonarlo con conocimientos y disciplina para el <<el día de mañana... >>. El usted era recíproco entre maestros y alumnos, el docente tenía su mesa ubicada sobre una tarima más alta, lo que aparte de mejor visibilidad le confería un halo de autoridad, no autoritarismo. Esta maestra, Esther, recién jubilada, a buen seguro que todavía no es consciente que dentro de sesenta, setenta años, cuando ella ya se haya ido, quienes fueran sus últimos alumnos la recordarán con cariño, nostalgia e incluso devoción. Anécdotas, regañinas, excursiones, habrán quedado grabadas de forma indeleble en su memoria y a buen seguro, las comparaciones son odiosas, afirmarán con convicción que para maestras nadie como Esther. Maestro, Srta., Andereño, etc. son más que palabras, lámparas maravillosas que guardan un tesoro cuyo valor es infinito. Qué mayor riqueza intangible que todo lo que nos proporcionan la cultura, el tesón y la paciencia de nuestros queridos docentes con frotar suavemente sobre ellos. ¡El Maestro ha dicho...!. Felicidades Esther.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria