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Lunes, 20 de Febrero de 2023 Tiempo de lectura:
Autor de “Historia del fascismo”

José Luis Orella: “Muchos partidos socialistas, conservadores, liberales o democristianos tienen origen en antiguas formaciones fascistas”

[Img #23729]El pasado mes de octubre de 2022 tuvo lugar el centenario de la Marcha sobre Roma que impulsó a Benito Mussolini en la conquista del Estado; uno de los acontecimientos del siglo XX más mencionados y denostados, pero, también, magnificados y mitificados.

 

Con la voluntad de desvelar su naturaleza histórica, el profesor José Luis Orella ha escrito el libro Historia del fascismo (Sekotia, 2023), en el que lo describe y desmenuza, desde la metodología de la ciencia de la Historia.

 

El navarro José Luis Orella es director de la Cátedra de Historia Memoria e Identidad, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad San Pablo-CEU, Doctor en Historia por la Universidad de Deusto y en Derecho por la UNED. Reconocido historiador de la Edad Contemporánea, especializado en pensamiento político en España y Europa central, Orella es un magnífico conocedor de la génesis de la nación polaca y de sus vicisitudes actuales. También ha realizado numerosos trabajos sobre la política vasca actual. Además, es un gran investigador del catolicismo social, principalmente del corporativismo. Es autor de más de 20 libros de historia, publicados tanto en España como en el extranjero, y de numerosísimos artículos de investigación y divulgación históricos difundidos a través de numerosos medios impresos y digitales.

 

El fascismo, ¿frente armado del imperialismo capitalista o nueva síntesis de la modernidad?

 

Es una nueva realidad que surge después de la Primera Guerra Mundial, donde los hijos de campesinos, obreros y burgueses habían combatido codo con codo, con la voluntad de regenerar sus países de una manera novedosa, de la que se beneficiasen todos y no sólo las elites caciquiles del momento. El fascismo fue revolucionario y no un movimiento de extrema derecha, que sí fueron guardianes del orden social liberal frente a fascistas o comunistas.

 

En Italia, modelo de esta familia de movimientos políticos, se trató, según refieres, de un partido que agrupó a excombatientes de la Gran Guerra desengañados con el régimen liberal que aspiraban a un estilo de vida anclado en nuevas fórmulas de justicia social, orgullo nacionalista, vitalismo y puentes hacia la creación artística moderna y los logros de la técnica. En España, sin embargo, Falange Española apenas tuvo impacto durante la Segunda República. ¿Considera que la inexistencia de una masa social de excombatientes pudo contribuir al hecho de que España no conociera el impacto italiano o de otras naciones en las que estos fenómenos fueron masivos?

 

Se trató de un movimiento vitalista, lo que explica su expansión. También influyó en su génesis la amplia movilización que supuso la guerra con mujeres en las fábricas y los jóvenes en las trincheras. La guerra cambió la mentalidad de una sociedad y España estuvo al margen de ello, al igual que suecos y suizos que tampoco conocerán movimientos fascistas extensos.

 

[Img #23731]El fascismo italiano pronto alcanzó un modus vivendi con la Iglesia católica, firmando los Pactos de Letrán en 1929. No obstante, Mussolini no era católico, buena parte de sus demás dirigentes tampoco, y entre sus inspiradores encontramos filósofos hegelianos como Giovanni Gentile o el barón Julius Evola, representante de cierto esoterismo estudioso de la Gran Tradición Primordial. El catolicismo de los militantes de Falange Española, y de gran parte del pueblo español, ¿explican en parte el fracaso del falangismo o su alejamiento de la síntesis italiana?

 

El fascismo italiano nace claramente desde vanguardias laicas o incluso enemigas del catolicismo, aunque luego se fueron sumando católicos que llevaron al fascismo a su neutralidad e incluso a un Mussolini quien se dirigió a un sacerdote en los últimos meses de su vida. Los otros fascismos tenían orígenes diferentes, y los que procedían del ámbito católico derechista responderán de forma similar, pero con una naturaleza muy diferente al italiano, por lo que muchos especialistas han llegado a negar la condición de fascismo a los no italianos por la diversidad de sus características.

 

Stanley G. Payne estableció una tipología que encuadra la constelación de movimientos más o menos afines de entonces: fascistas, fascistizados, derecha autoritaria, derecha conservadora…, e insiste en las múltiples causas generadoras del fenómeno. Desde su investigación y reflexión como historiador, ¿considera que aquella clasificación permanece vigente? ¿Qué historiadores y pensadores le han inspirado mayormente?

 

Desde luego Stanley G. Payne ayudó a desentrañar y diferenciar los distintos grupos existentes a nivel ideológico, aunque con estéticas similares, ayudando al estudio de muchos grupos menos conocidos, con una tipología que ya había avanzado René Rémond.

 

En la investigación historiográfica del fascismo son imprescindibles, también, pioneros en su estudio como Ernst Nolte, Renzo de Felice y George L. Mosse, otros que también entraron en la historia de las mentalidades, como Zeev Sternhell quien adelantó las influencias del nacionalismo francés o Roger Griffin, politólogo que dio al fascismo un carácter evolutivo y esencialmente palingenésico, lo que explicaría su fuerza de atracción en una juventud deseosa de modernizar y transformar la sociedad.

 

Fascismo y nacional-socialismo: ¿misma familia o síntesis diversas?

 

En este aspecto me encuentro más cercano a De Felice: fueron movimientos aliados en la guerra, pero podrían haber sido enemigos, y aunque ambos se proyectan como movimientos regenerativos de unos países que vivieron sus unificaciones durante el romanticismo, las diferencias son substanciales entre ambos, lo que imposibilita que sean de la misma familia. El nazismo sólo se explica conociendo la entraña de la sociedad del norte de Europa, secularizada y marcada por el puritanismo protestante, que le hace tener más semejanzas en su visión racista con el Partido Demócrata estadounidense, antes de su cambio en la lucha por los derechos civiles, que con el fascismo. Por el contrario, el fascismo italiano es deudor de una sociedad europea meridional, con una concepción del mundo muy diferente, de modo que, ante los mismos problemas, los recursos de las respuestas respectivas serán distintos.

 

En los orígenes de Fratelli d’Italia, partido de la primera ministro Meloni, pueden rastrearse personalidades que en su fase juvenil se vieron influenciadas por las evocaciones míticas de la República Social Italiana, es decir, la fase agónica y final del fascismo de Mussolini. Pero el fascismo italiano también influyó en movimientos hispanoamericanos, y en otras latitudes, que darían lugar, posteriormente, a partidos democristianos e, incluso, bolivarianos… También en partidos nacionalistas de Próximo Oriente. ¿Cómo puede explicarse tan diversa capacidad de recepción y evolución?

 

El fascismo fue un movimiento novedoso con el objetivo de regenerar nación y sociedad completas, al cual se podía llegar tanto desde la derecha como desde la izquierda. Su mismo eclecticismo inicial favoreció posteriormente su propia evolución en diferentes orientaciones. En la actualidad muchos partidos socialistas, conservadores, liberales o democristianos tienen origen en antiguas formaciones o escisiones de movimientos fascistas o de sus derivados. En los países hispanoamericanos y árabes, que entraron en la sociedad de masas en los años cincuenta y sesenta, verán en el fascismo una escuela inicial de síntesis de sentimientos patrióticos y socialistas.

 

Aparentemente muerto y enterrado por la Historia, ¿por qué tanto interés entre los historiadores por este fenómeno? ¿No se trata, más bien, de un concepto atrapatodo o un descalificativo apriorístico que marca los límites de lo admisible conforme los paradigmas culturales de hoy?

 

Su desaparición provino por la derrota militar y la ocupación del país, no por el fracaso de su discurso. Aunque el antifascismo fue elevado a dogma fundacional de la nueva República, sus fallos y corrupción dieron nueva luz interpretativa a un fascismo, que permaneció latente en Italia en el votante del MSI. El antifascismo se convirtió en el eje del mundo cultural europeo ejercido por el monopolio desde la izquierda radical. La defensa por la izquierda cultural de la cultura woke, con el abandono de las reivindicaciones obreras, ha proporcionado un hueco social para un electorado que no puede votar a una izquierda que le ha traicionado y tampoco a una derecha que por su liberalismo favorece la precariedad en la sociedad, por lo que los nuevos populismos postindustriales, son vistos por muchos como el fascismo del siglo XXI.   

 

Protestas frente a las derivas oligárquicas de los regímenes democráticos, necesidad de nuevas fórmulas de participación popular en el poder político, crítica cultural, protesta social, emergencia ante los retos de un nuevo tiempo… ¿No son evidentes los paralelismos existentes entre el fascismo histórico y buena parte de los populismos hoy en marcha?

 

Los movimientos sociales de respuesta y acción tienen en sus orígenes muchas similitudes, aunque luego en sus evoluciones marcan diferencias. Los contextos históricos son distintos y el fascismo fue hijo de su época. Aunque como dice usted, la actual coyuntura de pugna por los recursos entre globalistas fieles a los grandes entes internacionales y los soberanistas defensores de la identidad de sus naciones facilita la aparición de movimientos nacionalistas que encuentren hueco en los sectores castigados de las clases medias y reivindiquen la recuperación de un Estado de bienestar en plena liquidación.

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