Con ocho basta
Intentar perpetuarse en la política a toda costa convirtiéndola en un refugio laboral ejerciendo como político profesional, es lo que percibe el ciudadano al ver las planchas electorales de los partidos políticos ante las convocatorias electorales; son listas por el interés personal, no general. Desde hace meses, en lugar de preocuparse por la sociedad, su fijación obsesivo compulsiva es subir o mantenerse en un puesto electoral con seria opción a premio. Salvo honrosas excepciones, no cuenta la valía y una acendrada vocación de servicio, sino la sumisión; el aplauso norcoreano prima sobre la crítica constructiva y la veneración al jefe de turno a cuyo alrededor revolotean afectados para granjearse su favor. Ansían seguir posando para la foto impasible el ademán. Personas trastocadas en marionetas que gesticulan a son del acordeón del preclaro líder de turno. La política necesita renovación y lozanía, no anquilosamiento; resulta imprescindible por higiene democrática que desde un Presidente de Gobierno hasta el último concejal, limiten su cargo público a ocho años. Quienes pagamos sus considerables sueldos debemos exigir que nuestros representantes sean conscientes de que no van a vivir de la ubre nutricia pública <<per secula seculorum>>, que no son una élite en su torre de marfil, sino servidores del pueblo con fecha de caducidad; basta de prebendas con contratos vitalicios. Deben volver a sus antiguos trabajos, o, si acaso, a la intemperie por un tiempo, como los demás. Con ocho años basta.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Intentar perpetuarse en la política a toda costa convirtiéndola en un refugio laboral ejerciendo como político profesional, es lo que percibe el ciudadano al ver las planchas electorales de los partidos políticos ante las convocatorias electorales; son listas por el interés personal, no general. Desde hace meses, en lugar de preocuparse por la sociedad, su fijación obsesivo compulsiva es subir o mantenerse en un puesto electoral con seria opción a premio. Salvo honrosas excepciones, no cuenta la valía y una acendrada vocación de servicio, sino la sumisión; el aplauso norcoreano prima sobre la crítica constructiva y la veneración al jefe de turno a cuyo alrededor revolotean afectados para granjearse su favor. Ansían seguir posando para la foto impasible el ademán. Personas trastocadas en marionetas que gesticulan a son del acordeón del preclaro líder de turno. La política necesita renovación y lozanía, no anquilosamiento; resulta imprescindible por higiene democrática que desde un Presidente de Gobierno hasta el último concejal, limiten su cargo público a ocho años. Quienes pagamos sus considerables sueldos debemos exigir que nuestros representantes sean conscientes de que no van a vivir de la ubre nutricia pública <<per secula seculorum>>, que no son una élite en su torre de marfil, sino servidores del pueblo con fecha de caducidad; basta de prebendas con contratos vitalicios. Deben volver a sus antiguos trabajos, o, si acaso, a la intemperie por un tiempo, como los demás. Con ocho años basta.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria











