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Arturo Aldecoa Ruiz
Miércoles, 22 de Marzo de 2023 Tiempo de lectura:

Orwell y la antítesis “norte – sur”

En su famoso y estremecedor libro sobre la vida en las zonas mineras de Gran Bretaña titulado El camino a Wigan Pier, escrito en plena “Gran Depresión”, cuando una ola de nacionalismo barría el mundo, George Orwell, un socialista de singular talento y fama imperecedera, planteaba la paradoja de que, incluso dentro de un mismo país o nación, uno puede acabar siendo considerado extranjero por otros ciudadanos que, en realidad, no se diferencian de él en nada sustancial.  

 

Orwell exploraba un curioso tipo de división interna en las sociedades modernas que va más allá de la habitual diferencia entre naciones o la división entre clases y que podemos calificar de geográfica: “la antítesis norte – sur, que nos han venido inculcando desde hace mucho tiempo.”

 

Orwell la explica con ejemplos que ha conocido a lo largo de su vida: “Un hombre de Yorkshire, cuando está en el sur, siempre se preocupa de hacerte saber que te considera inferior. Si se le pregunta por qué, te explicará que sólo en el norte la vida es real, que el trabajo industrial que se realiza en el norte es el único trabajo real, que el norte está habitado por personas reales, mientras que el en el sur sólo hay rentistas y parásitos.”

 

Comentando la fobia al sur de un amigo que le llevaba en coche por Sufffolk, Orwell nos relata lo que le dijo con aire reprobatorio.

 

“Es obvio que la mayoría de los pueblos de Yorkshire son horribles, pero los hombres de allí son unos tipos excelentes. Aquí abajo” (en el sur) “pasa justo lo contrario: los pueblos son preciosos, pero la gente es despreciable. Ninguno de los que viven en esas casas vale nada, absolutamente nada.”

 

Citando también la carta de otro amigo suyo, también socialista, nacido en el sur, pero “convertido” en fanático de la superioridad del norte, Orwell transcribía:

 

“Estoy en Clitheroe, Lancashire… Creo que es mucho más atractivo ver el agua fluir por el Páramo y zonas montañosas que en el sur gordo y perezoso. Shakespeare dice “el bello y plateado Trent”, y mientras más al sur, más gordos, es lo que digo yo.”

 

“Aquí hay un ejemplo interesante del culto al norte. No solo a ti y a mí, sino a todos los que somos del sur, se nos describe como “gordos y perezosos”, sino que hasta el agua cuando supera cierta latitud norte, deja de ser agua para convertirse en algo místicamente superior. Pero lo interesante de este pasaje es que el autor es un hombre extremadamente inteligente y de opiniones “progresistas”, que no sentiría más que desprecio por el nacionalismo en sus manifestaciones más habituales. Formúlale una proposición del tipo “un británico vale por tres extranjeros y la repudiaría horrorizado. Pero cuando la cuestión gira en torno al norte frente al sur, se muestra del todo dispuesto a generalizar. Todas las distinciones nacionalistas - todas las reivindicaciones de que alguien es mejor que otro porque su cráneo tiene una forma diferente o habla un dialecto distinto - son del todo espurias, pero son importantes siempre y cuando la gente crea en ellas.”

 

“No hay duda de que entre los ingleses se da esa convicción innata de que aquellos que viven al sur de donde él se encuentra” (en la misma Gran Bretaña) son inferiores a él. Incluso nuestra política exterior se gobierna hasta cierto punto basándose en lo mismo. Creo, por lo tanto, que merece la pena señalar cuándo y por qué nació.”

 

Orwell describe lo que llama “antítesis norte – sur” (“north - south divide” en inglés)”, que percibe nítidamente en la Inglaterra en la que vive.

 

Según Orwell, “cuando el nacionalismo empezó a convertirse en una religión los ingleses miraron el mapa y, al darse cuenta de que su isla se ubicaba muy arriba en el hemisferio norte, desarrollaron la complaciente teoría de que mientras a mayor latitud se encuentra el lugar donde resides, más virtuoso te vuelves”.

 

“Las historias que me contaban cuando era pequeño normalmente empezaban explicando de la forma más simplista que un clima frío daba gente activa, mientras que uno cálido la volvía perezosa, y de ahí la derrota de la Armada invencible.”

 

Sigue explicando Orwell: “Esta tontería de que los ingleses demuestran más energía, cuando, en realidad son los más vagos de Europa” (Orwell no se corta un pelo al escribir sus opiniones), “lleva vigente al menos cien años. En una Quarterly Review de 1827 se afirmaba que ‘mejor será para nosotros que nos condenen a trabajos forzados por el bien de nuestro país, que deleitarse entre olivos viñas y vicios’. Olivos viñas y vicios viene a resumir la actitud que habitualmente tienen los ingleses hacia los pueblos latinos”, es decir los países vecinos del sur.

 

“En la mitología de Carlyle, Creasy, etc., el habitante del norte, (“teutónico” y, más adelante, “nórdico”), es presentado como un tipo fornido y vigoroso de bigotes rubios y moral pura, mientras que el del sur es llamado cobarde y licencioso.”

 

Pero este complejo de superioridad no solo se dio en la “pérfida Albión”, sino también en nuestra tierra vasca.  El lector reconocerá los tics “raciales” de gran parte de nuestro arte y literatura regionalista y anti liberal desde finales  del siglo XIX hasta ya avanzado el XX, y la eclosión de escritos y obras de arte decimonónicas y modernas celebrando nuestra superioridad “racial” y moral frente a “los otros”, representados como bajos, morenos, vagos y viciosos. Basta leer la publicaciones y libros de la época o darse una vuelta por cualquier museo de para ver cómo se representaba nuestra “excelencia” como la antítesis de “esas gentes”, recién llegadas como mano de obra barata de regiones vecinas, siempre las de más al sur.

 

Orwell apunta que “Esta teoría nunca se llevó hasta su extremo lógico, que habría supuesto” (en Inglaterra) “asumir que las mejores personas del mundo son los esquimales, porque la teoría conlleva admitir que la gente que vivía más al norte que nosotros” (los ingleses) “serán superiores a nosotros. De ahí en parte, el culto a Escocia y a todo lo escocés que ha marcado tan profundamente la vida inglesa durante los últimos 50 años.”

 

En el caso vasco tampoco nos aplicamos el razonamiento de la superioridad del norte sobre el sur hasta el final, considerando lógicamente superiores a las vascos de Iparralde.

 

Orwell señala una curiosa paradoja de esta mitomanía sobre la superioridad de unos sobre otros: “Fue la industrialización del norte la que dio a la “antítesis norte – sur” su peculiar sesgo” moderno.

 

“Hasta hace relativamente poco tiempo” (siglos XVII y XVIII), “el área norte de Inglaterra era la parte de atrasada y feudal, y las únicas industrias que existían se encontraban en Londres y en el sudeste. Durante la revolución inglesa,” (de Cromwell) “básicamente una guerra del dinero contra el feudalismo, el norte y el oeste estaban en favor del Rey, mientras que el sur y el este se mostraron a favor del Parlamento” (y la revolución de Cromwell).

 

Casi igual que en la península ibérica tras acabar el siglo XVIII y las guerras napoleónicas, el posterior desarrollo industrial en el siglo XIX de ciertas zonas del norte, como la costa vasca, se debió a la presencia de minas, algo causado por su geología y no por méritos humanos. Para poder explotarlas hubo que traer al norte desde otras zonas más al sur mano de obra para trabajar como mineros (pues en general, la población local no estaba interesada en dejar la agricultura y la ganadería tradicionales). Y ello fue la base del posterior desarrollo industrial y riqueza del País Vasco: la geología.

 

Cuando hace unos años a cuenta del éxito del museo Guggenheim Bilbao un forofo de nuestras virtudes cantaba como propio de nuestras gentes el éxito del desarrollo industrial vizcaíno basado en la minería, recordé cómo el poema de Fernán González se refería al Conde de Vizcaya (y a sus dominios) cómo: “Don Lope el vizcaíno, rico de manzanas, pobre de pan y vino.” Entonces Vizcaya carecía de recursos en comparación con las regiones de su entorno. En aquellos tiempos que hoy algunos conceptual como una Arcadia foral feliz, el mérito racial brillaba poco. Al final, fue siglos más tarde que gracias a la geología, que no es una virtud humana, con las minas y la industrialización cómo nos llegó la riqueza de la que hoy hacemos gala.

 

Respecto a Inglaterra, Orwell señala que “el aumento del consumo de carbón hizo que la industria se trasladara al norte (donde estaban las minas) y allí creció un nuevo tipo de hombre, un hombre de negocios hecho a sí mismo. El empresario del norte con su odiosa filosofía de “progresa o lárgate” era la figura dominante del siglo XIX”.

 

“Este es el tipo….cuyo principal orgullo es ser aún más palurdo después de ganar tanto dinero que como era antes de hacerlo. Su única virtud resulta ser la de tener talento para ganar dinero.”

 

“Se nos conminó a admirarlo porque, aunque fuese estrecho de miras, sórdido, ignorante e inculto, sabía cómo enriquecerse.”

 

En nuestro caso vasco tuvimos empresarios (y políticos) de diverso mérito y capacidad, aunque debido a la existencia de las villas y su experiencia de siglos en el comercio y navegación, y la tradición foral, la mayoría fueron gentes que dejaron un saldo positivo en nuestra historia, y no sólo las sombras rapaces que convirtieron las áreas mineras de Inglaterra en el horror inhumano que describe Orwell en su libro.

 

Las críticas de Orwell levantaron ampollas no solo en la derecha, sino también en la izquierda, pues ponían en evidencia las falacias del extendido culto a lo propio y cercano, basado en la presunción de la superioridad de “lo nuestro” y en el rechazo a lo vecino como inferior por el simple hecho de ser “otro” y provenir de un paisaje o clima ligeramente distinto.

 

Como Orwell, pese a ser lector de Chesterton, no era religioso elude mencionar que esta “antítesis norte – sur” nace del pecado más antiguo que recoge el Antiguo Testamento: la soberbia. Algo propio de los ángeles caídos, creando su reino aparte, convencidos de su excelencia. Y conduce, como sabemos a crear infiernos.

 

Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999-2019

 

 

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