Góngora y el manuscrito Chacón
Llevo tiempo queriendo escribir un artículo sobre nuestro poeta Luis de Góngora y Argote pero son tantas las cuestiones que me surgen cuando me acerco al personaje que lo voy dejando y lo voy dejando. Hasta hoy, que voy a recoger todo lo que he ido apuntando, aun a riesgo de dejarme cosas que quizás reúna en otra ocasión.
Fíjense lo que dice del personaje el portal digital Cervantes Virtual, donde se recoge toda su obra: “Es el poeta más original e influyente de todo el Siglo de Oro español. Su obra poética rompe moldes e inaugura un nuevo lenguaje cuya virtualidad, aún insuperable, sigue marcando rumbos en la poesía contemporánea”.
Y de la otra parte del título, “el manuscrito Chacón”, que me honra por mi apellido, la exposición virtual de la Biblioteca Nacional de España que lo recoge dice esto: “El manuscrito Chacón: estela y alhaja del Príncipe de los Poetas. Góngora escribió en una época en que la poesía circulaba manuscrita; raro era el poeta que veía impresas sus obras en vida, y don Luis no fue en eso una excepción. Sí lo fue en la profusión y en el fervor con que se difundieron sus versos. Algunos de los manuscritos que la contienen son misceláneos, pero otros son obras primorosas, de pendolista, cuya materialidad pretende estar a la altura del contenido. Entre estos, el más importante es el que se conoce como manuscrito Chacón por el nombre de su colector, don Antonio Chacón y Ponce de León, señor de Polvoranca. Desde 1619, don Antonio Chacón fue reuniendo la obra de don Luis y comunicándola con el propio poeta, que le proporcionó fechas y circunstancias de sus versos y rechazó falsas atribuciones, lo que constituye un hecho sin parangón en la poesía moderna española. El manuscrito, en tres volúmenes en vitela, se concluyó en 1628, un año después de la muerte de Góngora. Pasó a engrosar la biblioteca del que había sido su gran admirador y protector, el conde-duque de Olivares, a quien está dedicado. El manuscrito Chacón se dio a conocer a principios del siglo XX y desde entonces ha constituido la base de las ediciones de Góngora”.
No me digan que no es una historia bonita. Pues por eso se la traigo aquí.
Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba en 1561 y murió en la misma ciudad en 1627. Tomó el primer apellido de su madre, Leonor de Góngora, y el segundo de su padre, Francisco de Argote. Lo que demuestra la volatilidad y arbitrariedad de la época en cuanto a la asignación de los apellidos. Todos los artículos sobre el tema de los apellidos que vengo consultando recalcan que hasta el siglo XIX no se alcanzó la fijeza en el orden de su adscripción. Se ponían a voleo e incluso se cambiaban en vida. Para que luego venga un Sabino Arana diciendo que los apellidos dan la marca de la raza. En el caso de Góngora resulta apasionante porque por el Góngora le atribuyen ascendientes judeoconversos, mientras que por el Argote, no. En aquella época daba igual tener un apellido eusquérico o no para que te pudieran considerar descendiente de judíos. La prueba está en que muchos expedientes de limpieza de sangre se hicieron a personas con apellidos eusquéricos, desmintiendo la correspondencia que estableció Sabino Arana entre tener apellido eusquérico y tener limpieza de sangre (correspondencia que, dicho sea de paso, se creyó a rajatabla Juan Aranzadi en sus famosos estudios sobre el particular publicados sobre todo en su obra “Milenarismo vasco” y “El escudo de Arquíloco”).
Los dos apellidos del poeta son de origen eusquérico. Góngora es una localidad hoy deshabitada de la Comunidad Foral de Navarra, enclavada en el municipio de Valle de Aranguren, curiosamente donde están las excavaciones de donde ha salido la llamada “mano de Irulegi”. El alcalde de Valle de Aranguren se llama Manuel Romero Pardo, nacido en 1961 en Badajoz, y a quien su familia trajo con diez años para instalarse en lo que hoy es Mutilva, el núcleo urbano más importante del Valle de Aranguren y que ejerce como su capital. Manuel Romero Pardo consiguió la alcaldía de Aranguren por primera vez en 1995, por lo que lleva siete legislaturas seguidas como alcalde. En total va para 28 años. Caso único en Navarra y probablemente en toda España. Habrá que estar pendiente de si se presenta en las próximas elecciones municipales y de si revalida el cargo. Yo estoy en que sí, pero habrá que verlo.
Otro detalle también relacionado con la “mano de Irulegi” es que esta se presentó a bombo y platillo, por la presidenta de la Comunidad Foral de Navarra, María Chivite, en una ceremonia ante la prensa que tuvo lugar en el palacio de los Marqueses de Góngora, que está también situado en el municipio del Valle de Aranguren y que ha sido rehabilitado por la Sociedad Aranzadi, la misma que hace las excavaciones de Irulegi, entendemos que también en este caso en colaboración con el Ayuntamiento y la Comunidad Foral. Por lo que la conjunción de simbolismos ha sido verdaderamente exuberante, a mí en particular me interesa por lo que tiene que ver con el palacio rehabilitado y con la figura de su alcalde pacense.
El título de marquesado de Góngora fue instituido por Carlos II en 1695 a favor de Juan Cruzat y Rada. Suprimido en 1931 cuando lo ostentaba Joaquín Ezpeleta de Góngora, fue de nuevo habilitado por Francisco Franco en 1959 en la persona de María Teresa de Gaztelu y Elío.
En cuanto al apellido como tal, es el típico apellido eusquérico que se ha expandido por España, desde su núcleo original, a lo largo de la historia, de modo que hoy, de los 3000 portadores en números redondos que puede tener de primer apellido y otros tantos de segundo, apenas 100 de uno y otro viven en el País Vasco y Navarra. Está en 40 provincias españolas y en Melilla. Dice el Carraffa que no se sabe “si los caballeros del linaje dieron nombre al citado lugar, o si, por el contrario, tomaron de él su apellido Góngora”. Y más adelante dice: “del solar del lugar de Góngora procedió Pedro Jiménez Bandomes de Góngora, que acompañó al Rey de Castilla don Fernando III en la conquista de Córdoba, como General de la Caballería de Navarra, y quedó heredado en dicha ciudad, concediéndosele una capilla en la antigua mezquita, al ser consagrada al culto católico. También acompañó al Rey don Fernando en la citada conquista otro caballero del mismo linaje llamado Alfón López de Góngora. Dichos conqistadores fundaron las ilustres casas del linaje Góngora en Córdoba, que entroncaron con nobles familias andaluzas”.
Del apellido Argote sabemos que corresponde a una localidad ubicada en el Condado de Treviño, hoy perteneciente a la provincia de Burgos. Sus portadores no llegan a 1.000, tanto de primer apellido como de segundo, repartidos de manera muy pareja entre País Vasco y Navarra y resto de España. Donde más en Álava, seguido de Vizcaya y Guipúzcoa. Pero está en total en 26 provincias españolas.
Terminamos con una poesía no de Góngora, de quien no me atrevo a escoger ninguna en particular, sino de uno de sus más ilustres estudiosos, Jorge Luis Borges, que es también uno de mis autores favoritos, titulada precisamente así, “Góngora”:
“Marte, la guerra. Febo, el sol. Neptuno,
el mar que ya no pueden ver mis ojos
porque lo borra el dios. Tales despojos
han desterrado a Dios, que es Tres y es Uno,
de mi despierto corazón. El hado
me impone esta curiosa idolatría.
Cercado estoy por la mitología.
Nada puedo. Virgilio me ha hechizado.
Virgilio y el latín. Hice que cada
estrofa fuera un arduo laberinto
de entretejidas voces, un recinto
vedado al vulgo, que es apenas, nada.
Veo en el tiempo que huye una saeta
rígida y un cristal en la corriente
y perlas en la lágrima doliente.
Tal es mi extraño oficio de poeta.
¿Qué me importan las befas o el renombre?
Troqué en oro el cabello, que está vivo.
¿Quién me dirá si en el secreto archivo
de Dios están las letras de mi nombre?
Quiero volver a las comunes cosas:
el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...”
Llevo tiempo queriendo escribir un artículo sobre nuestro poeta Luis de Góngora y Argote pero son tantas las cuestiones que me surgen cuando me acerco al personaje que lo voy dejando y lo voy dejando. Hasta hoy, que voy a recoger todo lo que he ido apuntando, aun a riesgo de dejarme cosas que quizás reúna en otra ocasión.
Fíjense lo que dice del personaje el portal digital Cervantes Virtual, donde se recoge toda su obra: “Es el poeta más original e influyente de todo el Siglo de Oro español. Su obra poética rompe moldes e inaugura un nuevo lenguaje cuya virtualidad, aún insuperable, sigue marcando rumbos en la poesía contemporánea”.
Y de la otra parte del título, “el manuscrito Chacón”, que me honra por mi apellido, la exposición virtual de la Biblioteca Nacional de España que lo recoge dice esto: “El manuscrito Chacón: estela y alhaja del Príncipe de los Poetas. Góngora escribió en una época en que la poesía circulaba manuscrita; raro era el poeta que veía impresas sus obras en vida, y don Luis no fue en eso una excepción. Sí lo fue en la profusión y en el fervor con que se difundieron sus versos. Algunos de los manuscritos que la contienen son misceláneos, pero otros son obras primorosas, de pendolista, cuya materialidad pretende estar a la altura del contenido. Entre estos, el más importante es el que se conoce como manuscrito Chacón por el nombre de su colector, don Antonio Chacón y Ponce de León, señor de Polvoranca. Desde 1619, don Antonio Chacón fue reuniendo la obra de don Luis y comunicándola con el propio poeta, que le proporcionó fechas y circunstancias de sus versos y rechazó falsas atribuciones, lo que constituye un hecho sin parangón en la poesía moderna española. El manuscrito, en tres volúmenes en vitela, se concluyó en 1628, un año después de la muerte de Góngora. Pasó a engrosar la biblioteca del que había sido su gran admirador y protector, el conde-duque de Olivares, a quien está dedicado. El manuscrito Chacón se dio a conocer a principios del siglo XX y desde entonces ha constituido la base de las ediciones de Góngora”.
No me digan que no es una historia bonita. Pues por eso se la traigo aquí.
Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba en 1561 y murió en la misma ciudad en 1627. Tomó el primer apellido de su madre, Leonor de Góngora, y el segundo de su padre, Francisco de Argote. Lo que demuestra la volatilidad y arbitrariedad de la época en cuanto a la asignación de los apellidos. Todos los artículos sobre el tema de los apellidos que vengo consultando recalcan que hasta el siglo XIX no se alcanzó la fijeza en el orden de su adscripción. Se ponían a voleo e incluso se cambiaban en vida. Para que luego venga un Sabino Arana diciendo que los apellidos dan la marca de la raza. En el caso de Góngora resulta apasionante porque por el Góngora le atribuyen ascendientes judeoconversos, mientras que por el Argote, no. En aquella época daba igual tener un apellido eusquérico o no para que te pudieran considerar descendiente de judíos. La prueba está en que muchos expedientes de limpieza de sangre se hicieron a personas con apellidos eusquéricos, desmintiendo la correspondencia que estableció Sabino Arana entre tener apellido eusquérico y tener limpieza de sangre (correspondencia que, dicho sea de paso, se creyó a rajatabla Juan Aranzadi en sus famosos estudios sobre el particular publicados sobre todo en su obra “Milenarismo vasco” y “El escudo de Arquíloco”).
Los dos apellidos del poeta son de origen eusquérico. Góngora es una localidad hoy deshabitada de la Comunidad Foral de Navarra, enclavada en el municipio de Valle de Aranguren, curiosamente donde están las excavaciones de donde ha salido la llamada “mano de Irulegi”. El alcalde de Valle de Aranguren se llama Manuel Romero Pardo, nacido en 1961 en Badajoz, y a quien su familia trajo con diez años para instalarse en lo que hoy es Mutilva, el núcleo urbano más importante del Valle de Aranguren y que ejerce como su capital. Manuel Romero Pardo consiguió la alcaldía de Aranguren por primera vez en 1995, por lo que lleva siete legislaturas seguidas como alcalde. En total va para 28 años. Caso único en Navarra y probablemente en toda España. Habrá que estar pendiente de si se presenta en las próximas elecciones municipales y de si revalida el cargo. Yo estoy en que sí, pero habrá que verlo.
Otro detalle también relacionado con la “mano de Irulegi” es que esta se presentó a bombo y platillo, por la presidenta de la Comunidad Foral de Navarra, María Chivite, en una ceremonia ante la prensa que tuvo lugar en el palacio de los Marqueses de Góngora, que está también situado en el municipio del Valle de Aranguren y que ha sido rehabilitado por la Sociedad Aranzadi, la misma que hace las excavaciones de Irulegi, entendemos que también en este caso en colaboración con el Ayuntamiento y la Comunidad Foral. Por lo que la conjunción de simbolismos ha sido verdaderamente exuberante, a mí en particular me interesa por lo que tiene que ver con el palacio rehabilitado y con la figura de su alcalde pacense.
El título de marquesado de Góngora fue instituido por Carlos II en 1695 a favor de Juan Cruzat y Rada. Suprimido en 1931 cuando lo ostentaba Joaquín Ezpeleta de Góngora, fue de nuevo habilitado por Francisco Franco en 1959 en la persona de María Teresa de Gaztelu y Elío.
En cuanto al apellido como tal, es el típico apellido eusquérico que se ha expandido por España, desde su núcleo original, a lo largo de la historia, de modo que hoy, de los 3000 portadores en números redondos que puede tener de primer apellido y otros tantos de segundo, apenas 100 de uno y otro viven en el País Vasco y Navarra. Está en 40 provincias españolas y en Melilla. Dice el Carraffa que no se sabe “si los caballeros del linaje dieron nombre al citado lugar, o si, por el contrario, tomaron de él su apellido Góngora”. Y más adelante dice: “del solar del lugar de Góngora procedió Pedro Jiménez Bandomes de Góngora, que acompañó al Rey de Castilla don Fernando III en la conquista de Córdoba, como General de la Caballería de Navarra, y quedó heredado en dicha ciudad, concediéndosele una capilla en la antigua mezquita, al ser consagrada al culto católico. También acompañó al Rey don Fernando en la citada conquista otro caballero del mismo linaje llamado Alfón López de Góngora. Dichos conqistadores fundaron las ilustres casas del linaje Góngora en Córdoba, que entroncaron con nobles familias andaluzas”.
Del apellido Argote sabemos que corresponde a una localidad ubicada en el Condado de Treviño, hoy perteneciente a la provincia de Burgos. Sus portadores no llegan a 1.000, tanto de primer apellido como de segundo, repartidos de manera muy pareja entre País Vasco y Navarra y resto de España. Donde más en Álava, seguido de Vizcaya y Guipúzcoa. Pero está en total en 26 provincias españolas.
Terminamos con una poesía no de Góngora, de quien no me atrevo a escoger ninguna en particular, sino de uno de sus más ilustres estudiosos, Jorge Luis Borges, que es también uno de mis autores favoritos, titulada precisamente así, “Góngora”:
“Marte, la guerra. Febo, el sol. Neptuno,
el mar que ya no pueden ver mis ojos
porque lo borra el dios. Tales despojos
han desterrado a Dios, que es Tres y es Uno,
de mi despierto corazón. El hado
me impone esta curiosa idolatría.
Cercado estoy por la mitología.
Nada puedo. Virgilio me ha hechizado.
Virgilio y el latín. Hice que cada
estrofa fuera un arduo laberinto
de entretejidas voces, un recinto
vedado al vulgo, que es apenas, nada.
Veo en el tiempo que huye una saeta
rígida y un cristal en la corriente
y perlas en la lágrima doliente.
Tal es mi extraño oficio de poeta.
¿Qué me importan las befas o el renombre?
Troqué en oro el cabello, que está vivo.
¿Quién me dirá si en el secreto archivo
de Dios están las letras de mi nombre?
Quiero volver a las comunes cosas:
el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...”