Las potencias occidentales y la Unión Soviética de Stalin
Un extracto del libro Hitler y Stalin: Una amistad con fecha de caducidad de Robert Steuckers y publicado por Letras Inquietas
No olvidemos que la conferencia de Múnich tuvo lugar en plena guerra civil española, en la que alemanes e italianos apoyaban al bando nacionalista franquista y los soviéticos, al republicano. Por tanto, se estaba librando una guerra por poderes entre los protagonistas del futuro Eje germano–italiano y la Unión Soviética.
Pero las tropas republicanas se tambaleaban, se mostraban indisciplinadas, las milicias anarquistas eran incapaces de hacer frente a los regimientos más profesionales y mejor entrenados del general católico y nacionalista, los comunistas, bien estructurados y disciplinados, estaban asqueados de este romanticismo revolucionario ineficaz y empezaron a retirarse del juego, dándose cuenta, frente a Barcelona, de que la partida estaba perdida.
La alianza franco–checo–soviética, que pretendía el statu quo en Europa y la contención de Alemania, había fracasado en sus objetivos. Litvinov, comisario soviético de Asuntos Exteriores, intentó sin embargo salvar el espíritu de la alianza y pocos días después del Anschluss, el 17 de marzo de 1938, propuso una alianza de las tres grandes potencias (Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética) para mantener el statu quo, que había sido dañado por Alemania.
Litvinov quería que Londres, París y Moscú garantizaran conjuntamente la integridad del territorio checoslovaco. Pero París y Londres dudaron y prefirieron negociar en Múnich. Los soviéticos sabían que el control de Bohemia implicaba ipso facto el control de toda Europa Central. Si París y Londres abandonaban Praga, a la Unión Soviética sólo le quedaban dos opciones: a) desviar las fuerzas alemanas contra el Oeste y/o b) acercarse a Alemania, que ahora es una potencia ineludible en la escena europea. Estos dos objetivos, tras la sustitución de Litvinov por Molotov, constituyeron la base del pacto germano–soviético de agosto de 1939.
Por otra parte, la Unión Soviética se oponía a Occidente en otras partes del mundo. A través del Cáucaso e Irán, Inglaterra amenazaba el flanco sur de la Unión Soviética. Su fuerza aérea, desde la India, desde bases iraníes o iraquíes, puede alcanzar los campos petrolíferos del Cáucaso y golpear el nuevo cuadrilátero industrial creado por Stalin al sur de los Urales. A través de Irán y del Caspio, Gran Bretaña también podría golpear Stalingrado, remontar el Volga por Astracán, bombardear Batum y Bakú y amenazar el ferrocarril Krasnovodsk–Ashkhabad.
En aquel momento, la amenaza británica sobre el flanco sur de la Unión Soviética era real: los historiadores del futuro tendrán que preguntarse sin duda si los británicos no chantajearon a Stalin tras la firma del pacto Ribbentrop–Molotov y la victoria alemana sobre Francia. Y también habrá que preguntarse si la movilización de la armada estadounidense en la guerra del Golfo no es una repetición de esta presencia amenazadora, pero esta vez con la alianza turca y con armas balísticas de mayor alcance.
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Un extracto del libro Hitler y Stalin: Una amistad con fecha de caducidad de Robert Steuckers y publicado por Letras Inquietas
No olvidemos que la conferencia de Múnich tuvo lugar en plena guerra civil española, en la que alemanes e italianos apoyaban al bando nacionalista franquista y los soviéticos, al republicano. Por tanto, se estaba librando una guerra por poderes entre los protagonistas del futuro Eje germano–italiano y la Unión Soviética.
Pero las tropas republicanas se tambaleaban, se mostraban indisciplinadas, las milicias anarquistas eran incapaces de hacer frente a los regimientos más profesionales y mejor entrenados del general católico y nacionalista, los comunistas, bien estructurados y disciplinados, estaban asqueados de este romanticismo revolucionario ineficaz y empezaron a retirarse del juego, dándose cuenta, frente a Barcelona, de que la partida estaba perdida.
La alianza franco–checo–soviética, que pretendía el statu quo en Europa y la contención de Alemania, había fracasado en sus objetivos. Litvinov, comisario soviético de Asuntos Exteriores, intentó sin embargo salvar el espíritu de la alianza y pocos días después del Anschluss, el 17 de marzo de 1938, propuso una alianza de las tres grandes potencias (Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética) para mantener el statu quo, que había sido dañado por Alemania.
Litvinov quería que Londres, París y Moscú garantizaran conjuntamente la integridad del territorio checoslovaco. Pero París y Londres dudaron y prefirieron negociar en Múnich. Los soviéticos sabían que el control de Bohemia implicaba ipso facto el control de toda Europa Central. Si París y Londres abandonaban Praga, a la Unión Soviética sólo le quedaban dos opciones: a) desviar las fuerzas alemanas contra el Oeste y/o b) acercarse a Alemania, que ahora es una potencia ineludible en la escena europea. Estos dos objetivos, tras la sustitución de Litvinov por Molotov, constituyeron la base del pacto germano–soviético de agosto de 1939.
Por otra parte, la Unión Soviética se oponía a Occidente en otras partes del mundo. A través del Cáucaso e Irán, Inglaterra amenazaba el flanco sur de la Unión Soviética. Su fuerza aérea, desde la India, desde bases iraníes o iraquíes, puede alcanzar los campos petrolíferos del Cáucaso y golpear el nuevo cuadrilátero industrial creado por Stalin al sur de los Urales. A través de Irán y del Caspio, Gran Bretaña también podría golpear Stalingrado, remontar el Volga por Astracán, bombardear Batum y Bakú y amenazar el ferrocarril Krasnovodsk–Ashkhabad.
En aquel momento, la amenaza británica sobre el flanco sur de la Unión Soviética era real: los historiadores del futuro tendrán que preguntarse sin duda si los británicos no chantajearon a Stalin tras la firma del pacto Ribbentrop–Molotov y la victoria alemana sobre Francia. Y también habrá que preguntarse si la movilización de la armada estadounidense en la guerra del Golfo no es una repetición de esta presencia amenazadora, pero esta vez con la alianza turca y con armas balísticas de mayor alcance.
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