Pedro Sánchez ha iniciado una tournée por los medios de comunicación que llama conservadores para dar en esas entrevistas una imagen apacible y centrada frente a la sinrazón de la derecha y la extrema derecha, que para él son una misma cosa.

En la larga precampaña electoral que ya ha comenzado, al Presidente de Gobierno no le preocupan los electores de izquierda, que los da por suyos o de Yolanda Díaz, que para el caso es lo mismo. ¿Qué otra cosa harán los votantes de Sumar sino aportar sus diputados a un Gobierno con Sánchez si éste los precisara?

Lo que le preocupa al líder socialista son los ciudadanos de centro y centro izquierda que según las encuestas votarían a Núñez Feijóo en las próximas elecciones generales. Para combatir esa posibilidad está en primer lugar la fecha señalada para los comicios, en la idea de que las vacaciones desmovilizarán más a los votantes conservadores que a los progresistas, por utilizar la denominación al uso, aunque esté cargada de falsedad e ideología.

La segunda pieza de su estrategia está en la imagen centrista que el Presidente dará de aquí a las elecciones y las ganas de cuantos más debates mejor, para subrayar esa imagen de templanza y moderación.

Sánchez inició su recorrido mediático en terreno presuntamente adverso con una entrevista con Carlos Alsina en la que nunca perdió las formas y en la que, ante las acusaciones de mentir del conductor del programa, reconoció que lo suyo han sido simples cambios de opinión debido a las circunstancias. Incluso se permitió decir que jamás ha pactado con Bildu y que son más los acuerdos a que ha llegado su partido con el PP que los alcanzados con la formación proetarra, aunque por supuesto jamás la denominara de esta manera.

O sea, que vamos a tener las próximas semanas a un Pedro Sánchez aferrado a la posición centrista, echando a Irene Montero la culpa del fiasco del sí es sí, presumiendo de logros económicos y de dejar a España —¡oh, el nuevo patriotismo!— en mucha mejor posición que cuando él la recogió hace cinco años.

Lo único que está por ver es si los ciudadanos quedarán convencidos de este nuevo cambio de opinión, frente a los desmanes de sus pactos con la extrema izquierda y aquellos otros partidos que quieren destrozar España.