El tercero decide quién gobierna
Parece ser que los tiempos en los que hubo mayorías absolutas pasaron y ahora tras las urnas funciona la ciencia o arte de los pactos. Nos hemos hecho europeos. Los aspirantes deben cocinar los pros o los contras de las compañías que pueden ser duraderas o coyunturales.
Vox no está dispuesto a ser convidado de piedra. Quiere tocar poder. Para imponer sus coordenadas programáticas. Para no defraudar a su electorado que les vota y notar que mandan o gestionan el cambio de ciclo modelo Abascal. De no ser así, terminarían siendo como Ciudadanos. Un partido inútil para los que están hartos de los modelos al uso.
Lo mismo puede decirse de Sumar. Sólo que en este caso y desde Podemos ya han tenido la oportunidad de influir y promover medidas que han sido noticiables, unas veces en positivo como la reforma laboral o el salario mínimo. Otras tan perversas como el solo “si es si”. Y, desde luego, ahora con una claridad poco disimulada, en el caso de Bildu el acercamiento de los presos es un asunto descontado por el mercado. Serán medidas para movilizar los "casi olvidados" derechos a la autodeterminación del supuesto pueblo vasco soberano histórico...
Nacionalistas vascos y catalanes, demócratas cristianos o republicanos ya no son primera elección a la derecha o a la izquierda. Hay quien se acuerda de Jordi Pujol o de Xavier Arzalluz, quienes desde Montserrat o desde Loyola investían de santidad al candidato residente en La Moncloa. ¡Qué tiempos aquellos! Bastaba con darle una vuelta a las competencias estatutarias que administraba Madrid.
Las encuestas- gran negocio- nos hacen saber entre quienes está ese tercer escalón de las Cortes dónde se sentarán los representantes del pueblo que harán mayoría para gobernar. Y aunque se presenten como aspirantes a ganadores, en verdad tan sólo son aspirantes a socios del ganador para que tal conquiste la máxima jerarquía del poder ejecutivo.
La foto va de bloques. En uno estarán PP-VOX y algún pequeño partido regionalista. En otro, el regionalismo de la España vaciada, los fragmentos de Podemos y el sanchismo. Pero mirando a estos últimos, los viejos socialistas que casi esperan la caída del actor para hacer la revolución pendiente en la sede sita en la calle Ferraz.
Las medidas que ofrece Núñez Feijoo son claras, contundentes y mediatas. Las que ofrece Sánchez serán más de lo mismo. Curiosamente, la derecha será el cambio y la izquierda mantener y no enmendar.
La izquierda no sabe a dónde quiere ir en el modelo de Nación. No saben cómo compatibilizar Estado con Estadillos que la actual Constitución Española los dejó como fragmentos de Estado, con una asimetría que hizo del ejercicio para la ciudadanía una oferta territorial desigual.
Pero con todo lo que antecede, nos aguarda algo mucho más tangible. Las cuentas públicas. Esa auditoría indispensable por transparencia al ciudadano antes de tomar medidas para frenar el insostenible endeudamiento.
Y es que la próxima legislatura será la de gestionar el endeudamiento, que nos llevará a pérdida de soberanía con intervención o dicterios de las instancias de la UE, y a unos recortes del gasto con independencia del crecimiento económico y empleo que son las fórmulas para que los ingresos de las cuentas públicas dejen su dependencia de los fondos procedentes de Europa.
España tiene que modernizar su modelo económico. Y ahí no veo ningún partido de segunda línea con aportaciones creativas. Y sobre todo esas tonterías de dar miles de euros a los que cumplan 18 años que quitan seriedad y credibilidad al proyecto.
La soberbia de los primeros y mucho más cuando entran en la vorágine de campaña sigue los pasos de convencer para auto convencerse. Quieren todo el poder. No quieren compartir. Buscan el Santo Grial de la mayoría absoluta. Y ese estado de enajenación los lleva a no considerar al auténtico tercero.
El tercero que decide es el cuerpo electoral. El paisano. Tanto quien vive en una aldea como en un populoso barrio de una gran ciudad. Será la participación ante la urna quien decida como gran tercero a quien toca gobernar.
Sobre tales soberanos habrá que reflexionar. ¿Cómo han vivido la pandemia, el modelo mandatario, las intenciones más o menos ocultas de unos y otros? ¿Son de fiar?. Quizá esas cuestiones podamos analizarlas desde nuestras casas en los debates cara a cara. Los mítines son teatro dónde los asistentes son entrada de clac.
Tiene que ser duro disponer de encuestas diarias y comprobar cómo los resultados del 28-M son el introito del desastre. El castigo a la mentira. Por algo que el sanchismo con el hombre de confianza ZP han olvidado. La corrupción no es sólo apropiarse de recursos económicos. Es manipular y mentir sistemáticamente al pueblo.
Parece ser que los tiempos en los que hubo mayorías absolutas pasaron y ahora tras las urnas funciona la ciencia o arte de los pactos. Nos hemos hecho europeos. Los aspirantes deben cocinar los pros o los contras de las compañías que pueden ser duraderas o coyunturales.
Vox no está dispuesto a ser convidado de piedra. Quiere tocar poder. Para imponer sus coordenadas programáticas. Para no defraudar a su electorado que les vota y notar que mandan o gestionan el cambio de ciclo modelo Abascal. De no ser así, terminarían siendo como Ciudadanos. Un partido inútil para los que están hartos de los modelos al uso.
Lo mismo puede decirse de Sumar. Sólo que en este caso y desde Podemos ya han tenido la oportunidad de influir y promover medidas que han sido noticiables, unas veces en positivo como la reforma laboral o el salario mínimo. Otras tan perversas como el solo “si es si”. Y, desde luego, ahora con una claridad poco disimulada, en el caso de Bildu el acercamiento de los presos es un asunto descontado por el mercado. Serán medidas para movilizar los "casi olvidados" derechos a la autodeterminación del supuesto pueblo vasco soberano histórico...
Nacionalistas vascos y catalanes, demócratas cristianos o republicanos ya no son primera elección a la derecha o a la izquierda. Hay quien se acuerda de Jordi Pujol o de Xavier Arzalluz, quienes desde Montserrat o desde Loyola investían de santidad al candidato residente en La Moncloa. ¡Qué tiempos aquellos! Bastaba con darle una vuelta a las competencias estatutarias que administraba Madrid.
Las encuestas- gran negocio- nos hacen saber entre quienes está ese tercer escalón de las Cortes dónde se sentarán los representantes del pueblo que harán mayoría para gobernar. Y aunque se presenten como aspirantes a ganadores, en verdad tan sólo son aspirantes a socios del ganador para que tal conquiste la máxima jerarquía del poder ejecutivo.
La foto va de bloques. En uno estarán PP-VOX y algún pequeño partido regionalista. En otro, el regionalismo de la España vaciada, los fragmentos de Podemos y el sanchismo. Pero mirando a estos últimos, los viejos socialistas que casi esperan la caída del actor para hacer la revolución pendiente en la sede sita en la calle Ferraz.
Las medidas que ofrece Núñez Feijoo son claras, contundentes y mediatas. Las que ofrece Sánchez serán más de lo mismo. Curiosamente, la derecha será el cambio y la izquierda mantener y no enmendar.
La izquierda no sabe a dónde quiere ir en el modelo de Nación. No saben cómo compatibilizar Estado con Estadillos que la actual Constitución Española los dejó como fragmentos de Estado, con una asimetría que hizo del ejercicio para la ciudadanía una oferta territorial desigual.
Pero con todo lo que antecede, nos aguarda algo mucho más tangible. Las cuentas públicas. Esa auditoría indispensable por transparencia al ciudadano antes de tomar medidas para frenar el insostenible endeudamiento.
Y es que la próxima legislatura será la de gestionar el endeudamiento, que nos llevará a pérdida de soberanía con intervención o dicterios de las instancias de la UE, y a unos recortes del gasto con independencia del crecimiento económico y empleo que son las fórmulas para que los ingresos de las cuentas públicas dejen su dependencia de los fondos procedentes de Europa.
España tiene que modernizar su modelo económico. Y ahí no veo ningún partido de segunda línea con aportaciones creativas. Y sobre todo esas tonterías de dar miles de euros a los que cumplan 18 años que quitan seriedad y credibilidad al proyecto.
La soberbia de los primeros y mucho más cuando entran en la vorágine de campaña sigue los pasos de convencer para auto convencerse. Quieren todo el poder. No quieren compartir. Buscan el Santo Grial de la mayoría absoluta. Y ese estado de enajenación los lleva a no considerar al auténtico tercero.
El tercero que decide es el cuerpo electoral. El paisano. Tanto quien vive en una aldea como en un populoso barrio de una gran ciudad. Será la participación ante la urna quien decida como gran tercero a quien toca gobernar.
Sobre tales soberanos habrá que reflexionar. ¿Cómo han vivido la pandemia, el modelo mandatario, las intenciones más o menos ocultas de unos y otros? ¿Son de fiar?. Quizá esas cuestiones podamos analizarlas desde nuestras casas en los debates cara a cara. Los mítines son teatro dónde los asistentes son entrada de clac.
Tiene que ser duro disponer de encuestas diarias y comprobar cómo los resultados del 28-M son el introito del desastre. El castigo a la mentira. Por algo que el sanchismo con el hombre de confianza ZP han olvidado. La corrupción no es sólo apropiarse de recursos económicos. Es manipular y mentir sistemáticamente al pueblo.