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Lunes, 17 de Julio de 2023 Tiempo de lectura:

José Antonio Bielsa: "España es el más castigado laboratorio de manipulación climática de Europa"

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José Antonio Bielsa Arbiol es historiador del arte, locutor radiofónico (“Cine a reacción”), crítico cinematográfico, profesor de Filosofía y escritor. Licenciado en Historia del Arte y graduado en Filosofía por la Universidad de Zaragoza, inicia su trayectoria literaria en 2003 como guionista. Articulista en revistas y diarios digitales, nacionales y extranjeros, es autor de una decena de libros, medio centenar de opúsculos y numerosos artículos sobre temas diversos. Entre sus títulos más conocidos, destacan algunos como  Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad o Satanocracia: La destrucción del Viejo Orden cristiano, ambos publicados por la editorial Letras Inquietas. Ahora, acaba de publicar Geoingeniería 2: Un infame pacto de silencio.

 

¿Por qué una segunda parte de un libro de estas características?

 

Principalmente porque quedaba mucho material valioso pendiente de actualizar y publicar, al tiempo que resultaba prioritario ampliar el espectro de voces expertas aunque críticas, y esto último solo es posible desde la plena independencia de los autores participantes (procedentes en esta ocasión de España, Argentina y México); he aquí el propósito último de Geoingeniería 2: Un infame pacto de silencio publicado por la editorial Ultima Libris. Es cierto que la primera entrega (publicada hace casi ya dos años) presentaba a grandes rasgos la infraestructura de la geoingeniería como dispositivo de dominio mundial, pero faltaba llevar a término el desarrollo metapolítico de cuanto entonces quedó esbozado en el plano de la mera doxa. Por otra parte, al tratar semejante asunto, éste se veía de ordinario afectado por enfoques sensacionalistas poco ajustados a la realidad del problema. Y es que la línea que separa la tan denostada “conspiranoia” de los hechos de conspiración demostrados, tal y como el tiempo nos ha demostrado con tozuda insistencia, es muy débil. Por eso era preciso ofrecer un trabajo en extremo objetivo, “realista” en el mejor sentido de la palabra, esto es ajustado a la realidad de la geoingeniería bajo el criterio legal de un grupo internacional de expertos tan autorizados como el teniente coronel (R) Francisco Bendala Ayuso, el Oficial de Estado Mayor y meteorólogo argentino Horacio Ricciardelli, el analista internacional mexicano Samuel Cruz, o el Coronel (R) Víctor Viciedo Colonques, entre otros. Si tal objetivo se ha logrado, total o parcialmente, eso deberá juzgarlo el potencial lector.

 

Antes de seguir adelante, y para aclarar al lector neófito el tema objeto de Geoingeniería 2: Un infame pacto de silencio, ¿qué definición darías de la “geoingeniería”?

 

La definición más compacta viene a describir la “geoingeniería” como la manipulación deliberada del clima por medio de procedimientos aéreos de siembra de aerosoles, con la consiguiente modificación de los ciclos meteorológicos en las regiones geográficas monitoreadas. El discurso sistémico oficial presupone con bastante mala fe que dichas “siembras” se realizan siempre en pro del “bien común”, esto es favoreciendo la bonanza climatológica, etc. Sin embargo, tras este mezquino optimismo, de puro inconsistente, se oculta algo bastante preocupante, manifiestamente antitético a las pretensiones originales, como es la susodicha “manipulación deliberada del clima”, sí, pero al abrigo de los intereses del “Gran Capital”, con sus nuevos modelos de “guerra” difusa y sus políticas geoestratégicas de largo alcance. He aquí el meollo de la cuestión: ¡guerras de baja intensidad sobre los tejidos productivos y al servicio de intereses privados!, así en el concierto de la denominada “Aldea Global”, modelo geopolítico neoliberal radicalizado que es ajeno a la economía propia de los Estados Nación, reorganizándolo todo en función de las regiones productivas más acordes/eficientes (según la Élite, claro) al plan de abaratamiento de costes de producción, tal cual podemos observar en el caso español, con el progresivo trasvase/desmantelamiento de infraestructuras agrícolas al norte de África y en detrimento de nuestro sector primario.

 

La censura que vienen sufriendo los críticos de la geoingeniería es implacable, sobre todo la ejercida desde los mass media, puesto que se tilda a estos críticos de "conspiranoicos", o bien de ser difusores de "fake news" o bulos, entre otras cosas. ¿Se ha revertido la situación en estos dos últimos años?

 

[Img #24544]En absoluto: la censura y el bloqueo de informaciones persisten con igual o incluso con mayor fuerza. Y el antagonista no es nada obvio, puesto que aparece hoy des-localizado y fragmentado en multitud de estratos, del arco que puede ir de la institución gubernamental al lobby de presión. No obstante, no tengo ningún problema en afirmar que los mass media son los principales bloqueadores de información válida, y en este sentido devienen auténticos enemigos del pueblo, al que han declarado sibilinamente una guerra de bajo voltaje desde los más diversos frentes de la vida social. Es un hecho doloroso comprobar cómo los nuevos “periodistas” (con perdón de la profesión periodística, que todavía persiste en algunos medios tan dignos como éste) ejercen las veces de “policías del pensamiento” ante cualquier conato de disenso alejado del discurso oficial. ¡Orwell en estado puro! Y aquí está el gran problema: mientras la gente no tome conciencia de que nuestro principal enemigo tiene el monopolio de la (des)información del día, no podremos combatirlo con sus mismas y principales armas censoras: primero el silencio; luego la caricatura y la ridiculización, cuando no la calumnia; a continuación, el linchamiento dialéctico y la guerra abierta de “noticias”; y, finalmente, la muerte civil (omito descender a escalafones más siniestros…). En este orden cosas, los nuevos “periodistas” laboran con particular desvergüenza para los poderes ocultos en la sombra, esos que dirigen el curso torcido del mundo postmoderno y que son los mismos que les dan de comer: sí, esta abyecta canalla humana es cómplice comprada y colaboracionista activa de una aberración que, en cualquier caso, también está sobre sus cabezas, como es la geoingeniería…

 

Una de las principales tesis del díptico Geoingeniería: Un infame pacto de silencio (2021 y 2023) ha sido poner de manifiesto los vínculos impactantes entre el llamado “cambio climático” y la propia geoingeniería como arma de múltiples filos, principalmente geopolíticos y económicos, pero también antropológicos. ¿Existe algún mecanismo para combatir la geoingeniería a escala global?

 

Existen medidas paliativas desde la propia geoingeniería, por eso es importante que no perdamos de vista el horizonte experimental de cuantas técnicas están en fase de experimentación, o bien fueron ya consolidadas y no llegaron a resultar beneficiosas para las carteras de los grandes inversores. No obstante, juzgo más importante (por inmediata) una respuesta metapolítica a gran escala, surgida desde la propia sociedad civil, puesto que mientras no exista una enérgica conciencia colectiva del problema, que sea capaz de condenarlo (exigiendo al menos trasparencia y lealtad al “pueblo soberano”) no podremos hacer nada. Para ello se precisa movilizar multitudes bajo estructuras jerárquicas y trasversales, desencadenando un pulso marcial a los poderes supranacionales discretos, exigiendo una legítima respuesta mundial, para así hacer frente a un problema global prefabricado por la propia Élite financiera (a la que llamaré Sinarquía Exotérica Operativa). Por supuesto que hay un estricto pacto de silencio de orden geopolítico en marcha desde hace siete décadas: vemos así ante nuestros propios ojos cómo organismos supranacionales cuyos poderes trascienden los de cada Estado soberano, verbigracia la OTAN, anulan toda posible tentativa de denuncia propiciada desde las sociedades civiles. Ya lo denuncié en su día: “Los activistas de una parte u otra del globo han fracasado en sus reiterados intentos, que siempre terminan dándose de bruces contra los muros de las fiscalías de turno”. Y así seguimos año tras año, sin lograr formar esa necesaria masa mínima crítica, signo de nuestra penosa debilidad: en consecuencia, el pesimismo de los sujetos despiertos va en aumento, y las escasas fuerzas que nos restan se precipitan a un vacío nihilista y sin mañana. La disidencia es cada día más débil y está más dividida.

 

Uno de los temas centrales del libro es el relativo a la manipulación del clima en España, con el imparable proceso de desertización en el que estamos inmersos.

 

Así es. Los más avezados lo saben bien: España puede considerarse, sin comparativa o equivalente, el más castigado laboratorio de manipulación climática de Europa, y prueba de ello es la brutal desertización inducida y sequia programada que amenaza perder para siempre nuestra soberanía alimentaria antes de los años 2030-2050 (no olvide el lector que tras la infame Agenda 2030, de corte tecnotrónico y neoliberal, vendrá la que yo llamo la “agenda de la gran hambre”, denominada Agenda 2050). El plan nacional de derribo de presas y saltos de agua participa de este impulso. Es un mecanismo diferido, muy eficiente y estudiado, que hará de las próximas generaciones de españoles una masa arrasada de esclavos alienados en el culto al Gobierno mundial. Y nada, hoy por hoy, parece que vaya a remediar o revertir esta situación.

 

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