El bucle sentimental
Decíamos en mis anteriores artículos que la política en España se ha construido en una lucha permanente entre la razón y la emoción, en la que ha primado el sentimiento sobre el sentido común a lo largo de la historia.
¿Por qué en Francia, teniendo las mismas idiosincrasias, diferentes variedades lingüísticas romances, no han prevalecido, sino que, al contrario, han muerto ante la apisonadora del francés actualmente vigente; y todas las diversidades regionales han sido absorbidas por un centralismo político y administrativo que ha ahogado cualquier posibilidad al nacionalismo secesionista? ¿Qué tenemos los españoles de diferente posibilitando la surgencia de los disparates que ahora nos embargan mientras que los verdaderos problemas son relegados, y apenas se habla de ellos? ¿Qué es lo que impide que la política concierna a los derechos de los ciudadanos, a sus necesidades y urgencias, mientras que nos enfrascamos en patochadas pueblerinas sin sentido en un ir y venir sin fin sobre la esencia y existencia de falsas naciones, con la persistente dialéctica sostenida sobre falsificaciones y mitos?
Mientras que en Francia hubo una revolución liberal, que terminó –eso sí, con violencia- con el Antiguo Régimen en el que la monarquía, junto con una Iglesia confundida con el Estado, detentaba la soberanía, en España la prevalencia del Antiguo Régimen del “Dios, patria y rey” pugnaba imponiéndose sobre un liberalismo débil, impidiendo la formación de un Estado unitario liberal fuerte. La caída de las colonias en un entorno de colonialismo de las grandes potencias imperialistas culminó con la derrota en la guerra de Cuba ante unos EE.UU astutos, perdiendo también las Filipinas. Una identidad nacional débil de España mientras se iban fortaleciendo las de nuestros vecinos europeos provocó la defección de los ciudadanos, mientras que el poder e influencia de la Iglesia y del carlismo sociológico afincado en una idea arcaica del Dios, Patria y Rey medieval impedía el arraigo del concepto de nación, o más bien de Estado-nación en el que la soberanía recayera sobre el pueblo. Y cuando parecía que, por fin, se recogía el legado de la Constitución de 1812, con la II República, en lugar de centrarse en afianzar la democracia y dar a la ciudadanía el poder político, unos títeres bolcheviques se cargaron el Estado de Derecho propugnando una revolución leninista y unos nacionalistas cuyo objetivo era derrumbar la Nación y destruirla confluyeron en el síndrome de Tánatos, en la autodestrucción, provocando el enfrentamiento civil que nos llevó a la Guerra del 36.
Nunca hubo en España un verdadero proyecto nacional, una idea de Estado unitario de carácter liberal, y cuando Franco impuso lo de “una, grande y libre” desprestigió la idea de la nación de los ciudadanos, la nación protectora de los derechos y libertades, la nación histórica; la Nación más vieja de Europa pero la más débil por carecer sus ciudadanos de un concepto unitario y solidario para defenderla como hogar común de protección colectiva de los intereses ciudadanos. El concepto patriótico se adulteró con imágenes lamentables de asonadas militares y de sonsonetes ridiculizantes. Mientras que en Francia el universo de los ciudadanos varones tenía la obligación de defender a la patria, en España la burguesía podía comprar la exención del servicio militar para sus pupilos mientras que iban al matadero los hijos de los proletarios. Eso, junto con una imagen de deterioro progresivo de lo que quedaba del imperio de los Austrias que culminó con el 98 en el desastre de Cuba, y más tarde con el de Annual, llevó al surgimiento y fortalecimiento de movimientos etno-racistas que basados en el hecho diferencial de la lengua propugnaban la secesión de determinados territorios históricamente unificados en una España plural y diversa, pero unitaria.
En todo este fregado, desde los años veinte del siglo pasado, tuvieron parte determinante los procesos de formación del espíritu nacionalista con el componente educativo en primer plano y el adoctrinamiento como elemento caracterizador, sustituyendo la Religión del nacional-catolicismo por la religión separatista, y mitificando los elementos configuradores de ese espíritu nacionalista identitario.
Leo en “Libertad Digital” que en Navarra el nacionalismo abertzale está trabajando con ahínco para falsificar la historia e introducir conceptos propios del etnocentrismo nacionalista. Veamos: “En ellos, ha señalado el Ejecutivo, se sitúa a Navarra en el contexto de "un territorio que no le corresponde" o se utiliza la bandera del País Vasco sin contexto que lo justifique. Una vez detectados estos ‘incumplimientos’, la Inspección del Departamento de Educación comprobará los centros que están utilizando estos textos para, en su caso, ordenar su corrección o retirada. ‘Son contenidos de lengua vasca y donde se va a supervisar es en los centros que imparten esos modelos’, ha precisado el consejero.
Iribas ha explicado que ‘el Gobierno de Navarra tiene la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley’ y ‘no es asumible y es totalmente rechazable que por parte de algunos se haga un planteamiento que se está distribuyendo desde la izquierda abertzale y sus sindicatos a los centros educativos, con lo que viene a denominarse 'Gure guida' (Nuestra guía) para hacer frente a la LOMCE’. ‘Esto no es consentible’, ha afirmado.
Tras defender que en Navarra se imparte el currículo de la Comunidad foral, el consejero ha criticado que ‘la izquierda abertzale hace uso de nuestros centros educativos para hacer manipulación política y adoctrinamiento’. ‘Y nosotros no lo vamos a permitir’, ha añadido, para indicar que es ‘preocupante’ que ‘un sólo libro pueda llevar a confusión a los alumnos’.” Es justo felicitar al Gobierno navarro por impedirlo.
Eso no sucedió en la Comunidad Autónoma del País Vasco.
Veamos algunas perlas del socializador por antonomasia “Ikasle Abertzaleak”, organización componente del Movimiento “K.A.S”, que como todo el mundo sabe fue imputado por ser parte del complejo terrorista de ETA:
(Documento del Congreso celebrado en diciembre de 1999)
“Aun más, tiene la necesidad de encaminar los cambios desde la raíz. De hecho la actual enseñanza puede condicionar e hipotecar el futuro del alumnado vasco y en general de toda Euskal Herria, y eso no podemos aceptarlo de ninguna manera. Menos aun, cuando está en marcha el proceso de construcción nacional de Euskal Herria. Tenemos que construir Euskal Herria desde la enseñanza, esto es, como aportación de los estudiantes tenemos que construir una escuela nacional vasca para Euskal Herria” (El subrayado en mío)
Otro: “La enseñanza tiene la obligación de euskaldunizar a las nuevas generaciones de Euskal Herria, teniendo que ser tanto los estudios como el funcionamiento netamente vascos, siempre euskera de calidad, claro.”
Más: “Debemos hacer la apuesta por elaborar el curriculum vasco (esto es, el conjunto de contenidos y materiales vascos) en colegios y facultades, haciendo frente para ello a los contenidos castellano y francés. Dentro de esta lucha tenemos que hacer distintas apuestas: imponiendo libros de texto vascos en vez de libros de texto españoles y franceses, recuperando las asignaturas vascas por encima de las asignaturas castellanas y francesas… Tenemos que recuperar los verdaderos colegios vascos, sustituyendo los contenidos, asignaturas, libros de texto o mapas que se dan en castellano y francés, por los que se refieren a Euskal Herria”. “El rebelarse estriba en golpear contra las características, los símbolos o imágenes de la enseñanza extranjera: la rotura de los mapas transformados, quitar las notas internas castellanizadas, llenar los libros de texto españoles y franceses de frases a favor del curriculum vasco. Si dejamos bien instalada la rebelión, es un instrumento inigualable para que surja entre los estudiantes la reflexión y el debate”.
Y así sucesivamente.
Habrá quien diga… “pero bueno… eso es propio de jóvenes imberbes, de cachorros batasunos…” Sin embargo, no es cierto. Esa política es la llevada a cabo a machamartillo por los nacionalistas llamados moderados. Porque las juventudes abertzales no son más que la expresión en bruto de sus mayores, que se han dedicado a decir poco y hacer mucho. En definitiva, a llevar a la práctica el ideario de sus pupilos, meros transmisores de la ideología de sus mayores.
El problema no es que haya nacionalistas, sino que quienes al menos en apariencia no lo son han engordado al monstruo y le han dejado campar a sus anchas.
Sin ir más lejos, estos días se publicaba en “La Tribuna del País Vasco” la nueva y ya conocida por su reiteración bajada de pantalones del Gobierno de Rajoy, que deja libertad al Gobierno nacionalista vasco en la aplicación de la LOMCE, posibilitando nuevos giros de tuerca en la construcción nacionalista y en el adoctrinamiento como concepto que sustituye al de la educación en su versión clásica.
Decíamos en mis anteriores artículos que la política en España se ha construido en una lucha permanente entre la razón y la emoción, en la que ha primado el sentimiento sobre el sentido común a lo largo de la historia.
¿Por qué en Francia, teniendo las mismas idiosincrasias, diferentes variedades lingüísticas romances, no han prevalecido, sino que, al contrario, han muerto ante la apisonadora del francés actualmente vigente; y todas las diversidades regionales han sido absorbidas por un centralismo político y administrativo que ha ahogado cualquier posibilidad al nacionalismo secesionista? ¿Qué tenemos los españoles de diferente posibilitando la surgencia de los disparates que ahora nos embargan mientras que los verdaderos problemas son relegados, y apenas se habla de ellos? ¿Qué es lo que impide que la política concierna a los derechos de los ciudadanos, a sus necesidades y urgencias, mientras que nos enfrascamos en patochadas pueblerinas sin sentido en un ir y venir sin fin sobre la esencia y existencia de falsas naciones, con la persistente dialéctica sostenida sobre falsificaciones y mitos?
Mientras que en Francia hubo una revolución liberal, que terminó –eso sí, con violencia- con el Antiguo Régimen en el que la monarquía, junto con una Iglesia confundida con el Estado, detentaba la soberanía, en España la prevalencia del Antiguo Régimen del “Dios, patria y rey” pugnaba imponiéndose sobre un liberalismo débil, impidiendo la formación de un Estado unitario liberal fuerte. La caída de las colonias en un entorno de colonialismo de las grandes potencias imperialistas culminó con la derrota en la guerra de Cuba ante unos EE.UU astutos, perdiendo también las Filipinas. Una identidad nacional débil de España mientras se iban fortaleciendo las de nuestros vecinos europeos provocó la defección de los ciudadanos, mientras que el poder e influencia de la Iglesia y del carlismo sociológico afincado en una idea arcaica del Dios, Patria y Rey medieval impedía el arraigo del concepto de nación, o más bien de Estado-nación en el que la soberanía recayera sobre el pueblo. Y cuando parecía que, por fin, se recogía el legado de la Constitución de 1812, con la II República, en lugar de centrarse en afianzar la democracia y dar a la ciudadanía el poder político, unos títeres bolcheviques se cargaron el Estado de Derecho propugnando una revolución leninista y unos nacionalistas cuyo objetivo era derrumbar la Nación y destruirla confluyeron en el síndrome de Tánatos, en la autodestrucción, provocando el enfrentamiento civil que nos llevó a la Guerra del 36.
Nunca hubo en España un verdadero proyecto nacional, una idea de Estado unitario de carácter liberal, y cuando Franco impuso lo de “una, grande y libre” desprestigió la idea de la nación de los ciudadanos, la nación protectora de los derechos y libertades, la nación histórica; la Nación más vieja de Europa pero la más débil por carecer sus ciudadanos de un concepto unitario y solidario para defenderla como hogar común de protección colectiva de los intereses ciudadanos. El concepto patriótico se adulteró con imágenes lamentables de asonadas militares y de sonsonetes ridiculizantes. Mientras que en Francia el universo de los ciudadanos varones tenía la obligación de defender a la patria, en España la burguesía podía comprar la exención del servicio militar para sus pupilos mientras que iban al matadero los hijos de los proletarios. Eso, junto con una imagen de deterioro progresivo de lo que quedaba del imperio de los Austrias que culminó con el 98 en el desastre de Cuba, y más tarde con el de Annual, llevó al surgimiento y fortalecimiento de movimientos etno-racistas que basados en el hecho diferencial de la lengua propugnaban la secesión de determinados territorios históricamente unificados en una España plural y diversa, pero unitaria.
En todo este fregado, desde los años veinte del siglo pasado, tuvieron parte determinante los procesos de formación del espíritu nacionalista con el componente educativo en primer plano y el adoctrinamiento como elemento caracterizador, sustituyendo la Religión del nacional-catolicismo por la religión separatista, y mitificando los elementos configuradores de ese espíritu nacionalista identitario.
Leo en “Libertad Digital” que en Navarra el nacionalismo abertzale está trabajando con ahínco para falsificar la historia e introducir conceptos propios del etnocentrismo nacionalista. Veamos: “En ellos, ha señalado el Ejecutivo, se sitúa a Navarra en el contexto de "un territorio que no le corresponde" o se utiliza la bandera del País Vasco sin contexto que lo justifique. Una vez detectados estos ‘incumplimientos’, la Inspección del Departamento de Educación comprobará los centros que están utilizando estos textos para, en su caso, ordenar su corrección o retirada. ‘Son contenidos de lengua vasca y donde se va a supervisar es en los centros que imparten esos modelos’, ha precisado el consejero.
Iribas ha explicado que ‘el Gobierno de Navarra tiene la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley’ y ‘no es asumible y es totalmente rechazable que por parte de algunos se haga un planteamiento que se está distribuyendo desde la izquierda abertzale y sus sindicatos a los centros educativos, con lo que viene a denominarse 'Gure guida' (Nuestra guía) para hacer frente a la LOMCE’. ‘Esto no es consentible’, ha afirmado.
Tras defender que en Navarra se imparte el currículo de la Comunidad foral, el consejero ha criticado que ‘la izquierda abertzale hace uso de nuestros centros educativos para hacer manipulación política y adoctrinamiento’. ‘Y nosotros no lo vamos a permitir’, ha añadido, para indicar que es ‘preocupante’ que ‘un sólo libro pueda llevar a confusión a los alumnos’.” Es justo felicitar al Gobierno navarro por impedirlo.
Eso no sucedió en la Comunidad Autónoma del País Vasco.
Veamos algunas perlas del socializador por antonomasia “Ikasle Abertzaleak”, organización componente del Movimiento “K.A.S”, que como todo el mundo sabe fue imputado por ser parte del complejo terrorista de ETA:
(Documento del Congreso celebrado en diciembre de 1999)
“Aun más, tiene la necesidad de encaminar los cambios desde la raíz. De hecho la actual enseñanza puede condicionar e hipotecar el futuro del alumnado vasco y en general de toda Euskal Herria, y eso no podemos aceptarlo de ninguna manera. Menos aun, cuando está en marcha el proceso de construcción nacional de Euskal Herria. Tenemos que construir Euskal Herria desde la enseñanza, esto es, como aportación de los estudiantes tenemos que construir una escuela nacional vasca para Euskal Herria” (El subrayado en mío)
Otro: “La enseñanza tiene la obligación de euskaldunizar a las nuevas generaciones de Euskal Herria, teniendo que ser tanto los estudios como el funcionamiento netamente vascos, siempre euskera de calidad, claro.”
Más: “Debemos hacer la apuesta por elaborar el curriculum vasco (esto es, el conjunto de contenidos y materiales vascos) en colegios y facultades, haciendo frente para ello a los contenidos castellano y francés. Dentro de esta lucha tenemos que hacer distintas apuestas: imponiendo libros de texto vascos en vez de libros de texto españoles y franceses, recuperando las asignaturas vascas por encima de las asignaturas castellanas y francesas… Tenemos que recuperar los verdaderos colegios vascos, sustituyendo los contenidos, asignaturas, libros de texto o mapas que se dan en castellano y francés, por los que se refieren a Euskal Herria”. “El rebelarse estriba en golpear contra las características, los símbolos o imágenes de la enseñanza extranjera: la rotura de los mapas transformados, quitar las notas internas castellanizadas, llenar los libros de texto españoles y franceses de frases a favor del curriculum vasco. Si dejamos bien instalada la rebelión, es un instrumento inigualable para que surja entre los estudiantes la reflexión y el debate”.
Y así sucesivamente.
Habrá quien diga… “pero bueno… eso es propio de jóvenes imberbes, de cachorros batasunos…” Sin embargo, no es cierto. Esa política es la llevada a cabo a machamartillo por los nacionalistas llamados moderados. Porque las juventudes abertzales no son más que la expresión en bruto de sus mayores, que se han dedicado a decir poco y hacer mucho. En definitiva, a llevar a la práctica el ideario de sus pupilos, meros transmisores de la ideología de sus mayores.
El problema no es que haya nacionalistas, sino que quienes al menos en apariencia no lo son han engordado al monstruo y le han dejado campar a sus anchas.
Sin ir más lejos, estos días se publicaba en “La Tribuna del País Vasco” la nueva y ya conocida por su reiteración bajada de pantalones del Gobierno de Rajoy, que deja libertad al Gobierno nacionalista vasco en la aplicación de la LOMCE, posibilitando nuevos giros de tuerca en la construcción nacionalista y en el adoctrinamiento como concepto que sustituye al de la educación en su versión clásica.











