
9 bombas de Hiroshima caerán sobre la Unión Europea en 2021
![[Img #24627]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2023/390_newborn-g67b01ac3f_1280.jpg)
Con un número de muertes que supera con creces al de nacimientos, la destrucción de la población europea es ya una realidad innegable. Sinónimo de declive cultural, económico y geopolítico, este autogenocidio europeo se debe cada vez más al fanatismo ecologista y debilita aún más a Francia, que aún está lejos de haber superado su terrible retraso demográfico.
Según las últimas cifras de Eurostat, el número de fallecimientos en la Unión Europea (UE) superará al de nacimientos en 1,231 millones en 2021. Si se excluye la inmigración, la población de la UE habrá disminuido en la misma proporción, lo que equivale a borrar del mapa doce ciudades de 100.000 habitantes o a lanzar casi nueve bombas atómicas de Hiroshima.
Un proceso acelerado
Este proceso de autodestrucción comenzó en la década de 1970, cuando la tasa global de fecundidad en Europa cayó por debajo del umbral de reemplazo generacional de 2,1 hijos por mujer, pero quedó enmascarado hasta 2011 por el aumento de la esperanza de vida. En 2012, el primer déficit demográfico registrado fue de solo 23.700, antes de aumentar a 154.700 en 2016, luego a 484.400 en 2019 y a 1.231.400 en 2021.
Hoy, 18 de los 27 países de la UE tienen un saldo negativo, incluida la vecina Italia, donde la cifra será nada menos que de 309.600 en 2021. Y pronto ocurrirá lo mismo con Francia, supuesta "campeona" de la natalidad en Europa, pero con su tasa de fecundidad por debajo del umbral de renovación generacional desde 1975, Francia no es más que otro zopenco... El saldo natural de Francia es ya casi nulo (menos del 0,1%), y tres cuartas partes de su crecimiento demográfico proceden ya de la inmigración.
Por tanto, el proceso de autogenocidio europeo es ya una realidad innegable. Y su ritmo seguirá acelerándose, aunque la tasa global de fecundidad europea se mantenga en su nivel actual de 1,5 hijos por mujer. Según las últimas proyecciones de la ONU, el conjunto del continente europeo perderá 40 millones de habitantes de aquí a 2050, y casi 120 millones más en la segunda mitad del siglo, incluida una inmigración que será mucho más elevada que en el pasado. En 2100, Europa representará probablemente sólo el 5% de la población mundial... y una gran parte de sus habitantes serán de origen no europeo. Si nada cambia, nuestra civilización habrá desaparecido en gran parte de la faz de la tierra a finales de siglo, con terribles consecuencias económicas, geopolíticas e incluso territoriales.
La creciente responsabilidad del talibanismo ecológico
Aunque puede haber varias razones para este colapso, el impacto del fanatismo ecológico está adquiriendo ahora proporciones preocupantes. La exageración es tal que un estudio internacional publicado en septiembre de 2021 por la revista británica The Lancet Planetary Health reveló que el 37% de los jóvenes franceses de entre 16 y 25 años se mostraban reacios a tener hijos por motivos ecológicos.
Sin embargo, aunque nuestro planeta sufre numerosos males, la realidad es que hoy en día sólo se explota una ínfima parte de su potencial energético renovable, al igual que una ínfima parte de sus recursos minerales y fósiles. Además, a pesar de las vastas zonas por explotar y de que la población mundial va camino de estabilizarse, no dejan de producirse avances científicos en la agricultura (como la aeroponía, que produce casi 80 veces más por hectárea, ¡sin tierra, sol ni pesticidas!), la arquitectura, el transporte o el tratamiento de residuos. Y todo ello sin hablar de las infinitas posibilidades que ofrece el universo...
Por tanto, es ingenuo imaginar que nuestro planeta está superpoblado, que la humanidad se quedará pronto sin recursos o que los residuos nucleares están destinados a almacenarse indefinidamente en nuestro planeta (si es que el problema sigue existiendo, ya que el Premio Nobel francés de Física, Gérard Mourou, afirma que pronto debería ser posible reducir la duración de la radiactividad a tan sólo 30 minutos...).
En cuanto al calentamiento climático, el aumento previsto de las temperaturas no hará más que devolver a Francia al clima que tenía durante las épocas de Carlomagno y del Imperio Romano (o de Astérix y Obélix), separadas a su vez por un enfriamiento climático, acompañado de terribles catástrofes naturales. Hace mil años, en la época del Óptimo Climático Medieval, se plantaban vides tan al sur como Inglaterra y Dinamarca, y el famoso paso del Teódulo era una importante ruta comercial. En otras palabras, lo catastrófico no es el deshielo del enorme glaciar que lo cubre actualmente. La catástrofe fue más bien cuando el glaciar se formó hace varios siglos. Una verdadera tragedia para todos los habitantes de la región...
(*) Extracto del artículo: 9 bombes d’Hiroshima larguées sur l’Union européenne en 2021
Con un número de muertes que supera con creces al de nacimientos, la destrucción de la población europea es ya una realidad innegable. Sinónimo de declive cultural, económico y geopolítico, este autogenocidio europeo se debe cada vez más al fanatismo ecologista y debilita aún más a Francia, que aún está lejos de haber superado su terrible retraso demográfico.
Según las últimas cifras de Eurostat, el número de fallecimientos en la Unión Europea (UE) superará al de nacimientos en 1,231 millones en 2021. Si se excluye la inmigración, la población de la UE habrá disminuido en la misma proporción, lo que equivale a borrar del mapa doce ciudades de 100.000 habitantes o a lanzar casi nueve bombas atómicas de Hiroshima.
Un proceso acelerado
Este proceso de autodestrucción comenzó en la década de 1970, cuando la tasa global de fecundidad en Europa cayó por debajo del umbral de reemplazo generacional de 2,1 hijos por mujer, pero quedó enmascarado hasta 2011 por el aumento de la esperanza de vida. En 2012, el primer déficit demográfico registrado fue de solo 23.700, antes de aumentar a 154.700 en 2016, luego a 484.400 en 2019 y a 1.231.400 en 2021.
Hoy, 18 de los 27 países de la UE tienen un saldo negativo, incluida la vecina Italia, donde la cifra será nada menos que de 309.600 en 2021. Y pronto ocurrirá lo mismo con Francia, supuesta "campeona" de la natalidad en Europa, pero con su tasa de fecundidad por debajo del umbral de renovación generacional desde 1975, Francia no es más que otro zopenco... El saldo natural de Francia es ya casi nulo (menos del 0,1%), y tres cuartas partes de su crecimiento demográfico proceden ya de la inmigración.
Por tanto, el proceso de autogenocidio europeo es ya una realidad innegable. Y su ritmo seguirá acelerándose, aunque la tasa global de fecundidad europea se mantenga en su nivel actual de 1,5 hijos por mujer. Según las últimas proyecciones de la ONU, el conjunto del continente europeo perderá 40 millones de habitantes de aquí a 2050, y casi 120 millones más en la segunda mitad del siglo, incluida una inmigración que será mucho más elevada que en el pasado. En 2100, Europa representará probablemente sólo el 5% de la población mundial... y una gran parte de sus habitantes serán de origen no europeo. Si nada cambia, nuestra civilización habrá desaparecido en gran parte de la faz de la tierra a finales de siglo, con terribles consecuencias económicas, geopolíticas e incluso territoriales.
La creciente responsabilidad del talibanismo ecológico
Aunque puede haber varias razones para este colapso, el impacto del fanatismo ecológico está adquiriendo ahora proporciones preocupantes. La exageración es tal que un estudio internacional publicado en septiembre de 2021 por la revista británica The Lancet Planetary Health reveló que el 37% de los jóvenes franceses de entre 16 y 25 años se mostraban reacios a tener hijos por motivos ecológicos.
Sin embargo, aunque nuestro planeta sufre numerosos males, la realidad es que hoy en día sólo se explota una ínfima parte de su potencial energético renovable, al igual que una ínfima parte de sus recursos minerales y fósiles. Además, a pesar de las vastas zonas por explotar y de que la población mundial va camino de estabilizarse, no dejan de producirse avances científicos en la agricultura (como la aeroponía, que produce casi 80 veces más por hectárea, ¡sin tierra, sol ni pesticidas!), la arquitectura, el transporte o el tratamiento de residuos. Y todo ello sin hablar de las infinitas posibilidades que ofrece el universo...
Por tanto, es ingenuo imaginar que nuestro planeta está superpoblado, que la humanidad se quedará pronto sin recursos o que los residuos nucleares están destinados a almacenarse indefinidamente en nuestro planeta (si es que el problema sigue existiendo, ya que el Premio Nobel francés de Física, Gérard Mourou, afirma que pronto debería ser posible reducir la duración de la radiactividad a tan sólo 30 minutos...).
En cuanto al calentamiento climático, el aumento previsto de las temperaturas no hará más que devolver a Francia al clima que tenía durante las épocas de Carlomagno y del Imperio Romano (o de Astérix y Obélix), separadas a su vez por un enfriamiento climático, acompañado de terribles catástrofes naturales. Hace mil años, en la época del Óptimo Climático Medieval, se plantaban vides tan al sur como Inglaterra y Dinamarca, y el famoso paso del Teódulo era una importante ruta comercial. En otras palabras, lo catastrófico no es el deshielo del enorme glaciar que lo cubre actualmente. La catástrofe fue más bien cuando el glaciar se formó hace varios siglos. Una verdadera tragedia para todos los habitantes de la región...
(*) Extracto del artículo: 9 bombes d’Hiroshima larguées sur l’Union européenne en 2021