La vuelta del vascoiberismo por la "Mano de Irulegi"
La mitología o historia antigua de Iberia no solo ha sido mucho tiempo denostada sino ocultada. Cualquier minúscula isla del Pacífico (como la Isla de Pascua) tiene una mitología mucho más extensa y difundida. Parece que fuera de la mitología greco-romana y egipcia no existió otra en el Mediterráneo: la cornisa atlántica de Europa y África que cierra (y se ha adentrado en el Mediterráneo) se ha ignorado y a los cronistas oficiales que narraban la antigua historia mitológica de Iberia, Tartessos y la Atlántida se les ha tratado de falsarios y atacado. Los que hablaron primero de Tartessos (Hecateo y Herodoto, siglo VI antes de cristo) y de Iberia (Pompeyo Trogo y Justino, siglo I antes de Cristo) no han sido nunca reconocidos. Las obras de Platón donde da detalles sin fin de la localización de la Atlántida en el Océano Atlántico cerca del Estrecho de Gibraltar son ignoradas y tomadas como un artificio literario. San Agustín, San Jerónimo y Alfonso X el Sabio ya hablaban del linaje de Tubal y y Gerion, y de los trabajos de Hércules, de los cuales al menos 6 de los 12 ocurrieron en el área del Estrecho de Gibraltar, en el Oeste del Mediterráneo. Annio de Viterbo y Florián de Ocampo, cronistas de los Reyes Católicos y de Carlos V, respectivamente, son denostados por relatar sobre Tubal y su linaje, Gargoris y Habidis, y Hércules, todos ellos encuadrados en la Fundación de Iberia y en las historias de Tartessos. La memoria de ellos dan una identidad o semejanza entre el ibero antiguo y el vasco o euskera. A Tubal, nieto de Noé, y su estirpe se les atribuye el origen de la fundación de lo vasco y lo ibérico, en muchas facetas culturales y prácticas. Estrabon ya nos dice en el siglo I antes de Cristo que la parte sur de Francia e Iberia hablaba una lengua muy parecida: hoy el parentesco entre el euskera y el aquitano esta aceptado.
Dejando aparte la historia mitológica, comienza el vasco Esteban de Garibay, cronista de Felipe II, a establecer equivalencias etimológicas vascoibéricas que se continúan más tarde por Larramendi, Andrés de Poza, Baltasar de Echave y finalmente por Moguel y Hervás, que convencieron a Humboldt, en 1804, del vascoiberismo, que éste difundio a nivel mundial.
![[Img #24637]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2023/6502_01.png)
En el siglo pasado, Koldo Mitxelena y Antonio Tovar dudaron del vascoiberismo y se estableció una escuela de dogmátismo que se instaló en la Universidad, no dudando sino negando tajantemente el vascoiberismo, lo que ha cortado el paso a la misma a los vascoiberistas discípulos del valenciano Domingo Fletcher y de otros muchos. En tiempos recientes, nuestra propia obra, la de la asociación “Euskeraren Jatorria” (“El origen del euskera”) y la identificación de Orduña y Ferrer i Jane de los numerales ibéricos y vascos han hecho aflorar de nuevo el vascoiberismo, pero la reciente aparición en las cercanías de Pamplona de "La Mano de Irulegi”, escrita en íbero con palabras de traducción vasca descrita por fonología y semántica, ha apuntalado su vuelta definitivamente.
![[Img #24634]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2023/8829_02.jpg)
El origen de los íberos respecto a migraciones masivas de poblaciones es algo sobre lo que los expertos son cada vez más escépticos; si bien se detecta la entrada de genes (gentes) en poblaciones, pocas veces son significativos entre habitantes de ambos lados del Estrecho de Gibraltar. Las relaciones en los últimos miles de años y mucho antes han sido muy estrechas entre el sur de Iberia y el norte de Africa. Por lo que se puede decir que los íberos vienen del norte de África, aunque los flujos de gente y lenguas han sido bidireccionales. Ademas, en la segunda mitad del siglo pasado el transbordador espacial “Columbia” demostró con fotografías infrarrojas que bajo el desierto del Sáhara existió una gran cantidad de ríos y lagos (y, por lo tanto, gran densidad de población) que después del año 10.000 antes de nuestra era fue desapareciendo al cesar las lluvias y comenzar la desertificación. Las gentes del Sáhara se movieron en todas las direcciones de una manera continua, huyendo del desierto en formación.
![[Img #24635]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2023/6850_03.jpg)
En este período sí que es posible que gran cantidad de gentes norteafricanas entrasen en Iberia, siendo decisivas en la formación de lo que serían los íberos. De hecho, nosotros hemos encontrado en todas las Islas Canarias y en el centro del Sáhara escrituras en la roca (en lugares de difícil acceso) de filiación ibérica con una transcripción y una propuesta de traducción sencilla de carácter religioso acerca de “la Diosa Madre” paleolítica y neolítica de Europa, del Mediterráneo y del norte de África.
![[Img #24640]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2023/5882_10.jpg)
![[Img #24636]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2023/2760_04.jpg)
El equipo de personas que dirijo de la Universidad Complutense, entre los que se encuentran el investigador canario Fabio Suárez-Trujillo y otros colaboradores del catedrático profesor Martín-Villa, ha estudiado en profundidad estos temas, proponiendo el Signario Lineal Megalítico de tiempos paleolíticos y neolíticos como precursor de los signarios ibérico, etrusco, rúnico y otras escrituras lineales como el bereber/tuareg, latín o griego.
![[Img #24639]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2023/4353_05.jpg)
El origen de estas escrituras lineales puede haber estado en lo que hemos definido como el Círculo Canario-Sahariano. Las escrituras lineales realmente datadas más antiguas se encuentran en la península balcánica (inscripciones de Sitovo y Gadeshnitza, Bulgaria). También, Estrabón nos dice que el tartésico-ibérico se escribía hace 6.000 años, aunque la escolástica ibérica remite a una antigüedad de 700 años antes de Cristo. Hay vestigios de escritura lineal tuareg en el sur del Sáhara datada de 3.000-4.000 años antes de nuestra era. Las dataciones tan tardías del ibérico-tartesico están basadas en coincidencias de una historia discutible y forzada: han de discutirse, revisarse y llegar a un consenso con técnicas más precisas.
Como el signario ibérico-tartesico mismo se encuentra grabado en rocas de Canarias y en el continente africano (Sáhara), hemos postulado un Círculo Canario-Sahariano como posible origen del íbero. En las islas se encuentran frases cortas o palabras en rocas grabadas en íbero-tartésico y mezcladas a veces con Escritura Lineal Megalítica que ha sido encontrada por nosotros en los dólmenes de Alcalar (Portimao, Portugal). Además, Cádiz, Málaga, Sevilla y el Algarve portugués son lugares especialmente ricos en dólmenes, muchos de ellos datados en 2.000 años antes que las pirámides de Guiza en El Cairo (7.000 años antes de la actualidad) como el Dolmen de Alberite en Villamartín (Cádiz), también estudiado por nosotros, cerca de la zona de más alta pluviometría de España (Sierra de Grazalema ). Toda esta riqueza dolménica probablemente es debida a la riqueza minera de la Franja Pirítica Ibérica que va desde Alcalar do Sal en Portugal (sur de Lisboa) hasta Gerena (Sevilla) y que es la fuente de cobre, oro y plata que hizo famoso a Tartessos en la antigüedad. La minas más antiguas de Iberia a cielo abierto están en Zalamea la Real, Huelva (Mina de El Chinflón) entre los dólmenes del Pozuelo y muy cerca de las minas de Riotinto, que fueron siempre pertenecientes al municipio de Zalamea la Real hasta época reciente. Nosotros creemos que por la etimología vasco-ibérica del nombre Zalamea (mena de mineral, dura, compacta) en este lugar era donde se encontraban los hornos de las minas de El Chinflón y Riotinto al menos.
![[Img #24638]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2023/4186_06.jpg)
La Escritura Lineal Megalítica se encuentra también en multitud de piedras de Málaga reunidas por el arqueólogo Muñoz-Gambero en un libro de trabajo enciclopédico. También en Huelva, el matrimonio de arqueólogos alemanes Leisner encontró signos pertenecientes al signario ibérico-tartésicos grabados en piedra en el dolmen de San Bartolomé (Huelva) en el año 1951. La Escritura Lineal Megalítica y el signario ibérico-tartésico están presentes ambos en Canarias y en los dólmenes estudiados de la Franja Pirítica Ibérica.
EL VASCOIBERISMO, HOY
Desde comienzos de nuestra era se ha creído en Iberia que el euskera o vasco ha sido el lenguaje originario hablado en Iberia y sur de Francia, según nos dice Estrabón. Desde Garibay, cronista de Felipe II, hasta los vascos Larramendi, Astarloa, Moguel y Hervás, adoptaron esta hipótesis de una manera clara.
Posteriormente, a comienzos del siglo XIX, Wilhelm von Humboldt estableció a nivel mundial el vascoiberismo. Sin embargo, a comienzos del siglo XX, Mitxelena y Tovar dudaron de esta relación, lo que dio lugar a que un dogmatismo poco fundado se estableciese en la Academia española y la Academia vasca y en la Universidad: el euskera no tenía relación alguna con el ibero acabado de transcribir por Gómez-Moreno y otros, antes de la mitad del siglo XX.
La escuela valenciana de Domingo Fletcher (sin entrada a la Universidad por mantener el vascoiberismo) y otros grupos catalanes heterodoxos (Folch, Carmen Jiménez-Huertas) y del resto de España (nosotros mismos) se atrevieron desde el final del siglo XX a atacar con metodología fonética y semántica el antivascoiberismo. Finalmente, el sistema vigesimal y los numerales ibéricos se identificaron hace una decena de años con el sistema de numeración vasco por Orduña y Ferrer i Jane. El 19 de noviembre de 2005, un grupo de vascos heterodoxos y algunos otros (yo mismo) fundamos en el Santuario de Aránzazu la agrupación “Euskeraren Jatorria” (“El origen del euskera”) que ha contribuido en sus reuniones anuales a difundir las propuestas del origen de la genética, la cultura y el idioma y además a restablecer el vascoiberismo. En el año 2014, celebramos en Guernica el primer congreso en España titulado “Vascoiberismo", con presencia de académicos (la mayoría heterodoxos) de toda España.
A partir de entonces, “Euskararen Jatorria” decide hacer congresos anuales en Zaragoza sobre “La lengua íbera”. Se han venido efectuando anualmente y en 2022 tuvo lugar la octava sesión, el último fin de semana de agosto de 2022. La reacción de varios académicos de Humanidades del País Vasco, Salamanca, Madrid, Zaragoza y Barcelona (no muchos) ha sido furibunda con multitud de anécdotas que, vistas ahora con el tiempo, son más bien infantiles contra “Euskeraren Jatorria”, sus componentes y otros vascoiberistas. Pero he aquí que aparece “La mano de Irulegi” en Aranguren, cerca de Pamplona, una mano de bronce con caracteres ibéricos inscritos que tienen una transcripción y una traducción directa al vasco: se hacen eco todos los medios del país y del mundo, y aparentemente, y sin estar toda la inscripción traducida oficialmente, aunque hay varias propuestas en la asociación, varios de los académicos más antivascoiberistas ya admiten de nuevo, después de 70 años de antivascoiberismo, que el vasco y el íbero son idénticos o muy cercanos. Todo ello por la “Mano de Irulegi”.
La mitología o historia antigua de Iberia no solo ha sido mucho tiempo denostada sino ocultada. Cualquier minúscula isla del Pacífico (como la Isla de Pascua) tiene una mitología mucho más extensa y difundida. Parece que fuera de la mitología greco-romana y egipcia no existió otra en el Mediterráneo: la cornisa atlántica de Europa y África que cierra (y se ha adentrado en el Mediterráneo) se ha ignorado y a los cronistas oficiales que narraban la antigua historia mitológica de Iberia, Tartessos y la Atlántida se les ha tratado de falsarios y atacado. Los que hablaron primero de Tartessos (Hecateo y Herodoto, siglo VI antes de cristo) y de Iberia (Pompeyo Trogo y Justino, siglo I antes de Cristo) no han sido nunca reconocidos. Las obras de Platón donde da detalles sin fin de la localización de la Atlántida en el Océano Atlántico cerca del Estrecho de Gibraltar son ignoradas y tomadas como un artificio literario. San Agustín, San Jerónimo y Alfonso X el Sabio ya hablaban del linaje de Tubal y y Gerion, y de los trabajos de Hércules, de los cuales al menos 6 de los 12 ocurrieron en el área del Estrecho de Gibraltar, en el Oeste del Mediterráneo. Annio de Viterbo y Florián de Ocampo, cronistas de los Reyes Católicos y de Carlos V, respectivamente, son denostados por relatar sobre Tubal y su linaje, Gargoris y Habidis, y Hércules, todos ellos encuadrados en la Fundación de Iberia y en las historias de Tartessos. La memoria de ellos dan una identidad o semejanza entre el ibero antiguo y el vasco o euskera. A Tubal, nieto de Noé, y su estirpe se les atribuye el origen de la fundación de lo vasco y lo ibérico, en muchas facetas culturales y prácticas. Estrabon ya nos dice en el siglo I antes de Cristo que la parte sur de Francia e Iberia hablaba una lengua muy parecida: hoy el parentesco entre el euskera y el aquitano esta aceptado.
Dejando aparte la historia mitológica, comienza el vasco Esteban de Garibay, cronista de Felipe II, a establecer equivalencias etimológicas vascoibéricas que se continúan más tarde por Larramendi, Andrés de Poza, Baltasar de Echave y finalmente por Moguel y Hervás, que convencieron a Humboldt, en 1804, del vascoiberismo, que éste difundio a nivel mundial.
En el siglo pasado, Koldo Mitxelena y Antonio Tovar dudaron del vascoiberismo y se estableció una escuela de dogmátismo que se instaló en la Universidad, no dudando sino negando tajantemente el vascoiberismo, lo que ha cortado el paso a la misma a los vascoiberistas discípulos del valenciano Domingo Fletcher y de otros muchos. En tiempos recientes, nuestra propia obra, la de la asociación “Euskeraren Jatorria” (“El origen del euskera”) y la identificación de Orduña y Ferrer i Jane de los numerales ibéricos y vascos han hecho aflorar de nuevo el vascoiberismo, pero la reciente aparición en las cercanías de Pamplona de "La Mano de Irulegi”, escrita en íbero con palabras de traducción vasca descrita por fonología y semántica, ha apuntalado su vuelta definitivamente.
El origen de los íberos respecto a migraciones masivas de poblaciones es algo sobre lo que los expertos son cada vez más escépticos; si bien se detecta la entrada de genes (gentes) en poblaciones, pocas veces son significativos entre habitantes de ambos lados del Estrecho de Gibraltar. Las relaciones en los últimos miles de años y mucho antes han sido muy estrechas entre el sur de Iberia y el norte de Africa. Por lo que se puede decir que los íberos vienen del norte de África, aunque los flujos de gente y lenguas han sido bidireccionales. Ademas, en la segunda mitad del siglo pasado el transbordador espacial “Columbia” demostró con fotografías infrarrojas que bajo el desierto del Sáhara existió una gran cantidad de ríos y lagos (y, por lo tanto, gran densidad de población) que después del año 10.000 antes de nuestra era fue desapareciendo al cesar las lluvias y comenzar la desertificación. Las gentes del Sáhara se movieron en todas las direcciones de una manera continua, huyendo del desierto en formación.
En este período sí que es posible que gran cantidad de gentes norteafricanas entrasen en Iberia, siendo decisivas en la formación de lo que serían los íberos. De hecho, nosotros hemos encontrado en todas las Islas Canarias y en el centro del Sáhara escrituras en la roca (en lugares de difícil acceso) de filiación ibérica con una transcripción y una propuesta de traducción sencilla de carácter religioso acerca de “la Diosa Madre” paleolítica y neolítica de Europa, del Mediterráneo y del norte de África.
El equipo de personas que dirijo de la Universidad Complutense, entre los que se encuentran el investigador canario Fabio Suárez-Trujillo y otros colaboradores del catedrático profesor Martín-Villa, ha estudiado en profundidad estos temas, proponiendo el Signario Lineal Megalítico de tiempos paleolíticos y neolíticos como precursor de los signarios ibérico, etrusco, rúnico y otras escrituras lineales como el bereber/tuareg, latín o griego.
El origen de estas escrituras lineales puede haber estado en lo que hemos definido como el Círculo Canario-Sahariano. Las escrituras lineales realmente datadas más antiguas se encuentran en la península balcánica (inscripciones de Sitovo y Gadeshnitza, Bulgaria). También, Estrabón nos dice que el tartésico-ibérico se escribía hace 6.000 años, aunque la escolástica ibérica remite a una antigüedad de 700 años antes de Cristo. Hay vestigios de escritura lineal tuareg en el sur del Sáhara datada de 3.000-4.000 años antes de nuestra era. Las dataciones tan tardías del ibérico-tartesico están basadas en coincidencias de una historia discutible y forzada: han de discutirse, revisarse y llegar a un consenso con técnicas más precisas.
Como el signario ibérico-tartesico mismo se encuentra grabado en rocas de Canarias y en el continente africano (Sáhara), hemos postulado un Círculo Canario-Sahariano como posible origen del íbero. En las islas se encuentran frases cortas o palabras en rocas grabadas en íbero-tartésico y mezcladas a veces con Escritura Lineal Megalítica que ha sido encontrada por nosotros en los dólmenes de Alcalar (Portimao, Portugal). Además, Cádiz, Málaga, Sevilla y el Algarve portugués son lugares especialmente ricos en dólmenes, muchos de ellos datados en 2.000 años antes que las pirámides de Guiza en El Cairo (7.000 años antes de la actualidad) como el Dolmen de Alberite en Villamartín (Cádiz), también estudiado por nosotros, cerca de la zona de más alta pluviometría de España (Sierra de Grazalema ). Toda esta riqueza dolménica probablemente es debida a la riqueza minera de la Franja Pirítica Ibérica que va desde Alcalar do Sal en Portugal (sur de Lisboa) hasta Gerena (Sevilla) y que es la fuente de cobre, oro y plata que hizo famoso a Tartessos en la antigüedad. La minas más antiguas de Iberia a cielo abierto están en Zalamea la Real, Huelva (Mina de El Chinflón) entre los dólmenes del Pozuelo y muy cerca de las minas de Riotinto, que fueron siempre pertenecientes al municipio de Zalamea la Real hasta época reciente. Nosotros creemos que por la etimología vasco-ibérica del nombre Zalamea (mena de mineral, dura, compacta) en este lugar era donde se encontraban los hornos de las minas de El Chinflón y Riotinto al menos.
La Escritura Lineal Megalítica se encuentra también en multitud de piedras de Málaga reunidas por el arqueólogo Muñoz-Gambero en un libro de trabajo enciclopédico. También en Huelva, el matrimonio de arqueólogos alemanes Leisner encontró signos pertenecientes al signario ibérico-tartésicos grabados en piedra en el dolmen de San Bartolomé (Huelva) en el año 1951. La Escritura Lineal Megalítica y el signario ibérico-tartésico están presentes ambos en Canarias y en los dólmenes estudiados de la Franja Pirítica Ibérica.
EL VASCOIBERISMO, HOY
Desde comienzos de nuestra era se ha creído en Iberia que el euskera o vasco ha sido el lenguaje originario hablado en Iberia y sur de Francia, según nos dice Estrabón. Desde Garibay, cronista de Felipe II, hasta los vascos Larramendi, Astarloa, Moguel y Hervás, adoptaron esta hipótesis de una manera clara.
Posteriormente, a comienzos del siglo XIX, Wilhelm von Humboldt estableció a nivel mundial el vascoiberismo. Sin embargo, a comienzos del siglo XX, Mitxelena y Tovar dudaron de esta relación, lo que dio lugar a que un dogmatismo poco fundado se estableciese en la Academia española y la Academia vasca y en la Universidad: el euskera no tenía relación alguna con el ibero acabado de transcribir por Gómez-Moreno y otros, antes de la mitad del siglo XX.
La escuela valenciana de Domingo Fletcher (sin entrada a la Universidad por mantener el vascoiberismo) y otros grupos catalanes heterodoxos (Folch, Carmen Jiménez-Huertas) y del resto de España (nosotros mismos) se atrevieron desde el final del siglo XX a atacar con metodología fonética y semántica el antivascoiberismo. Finalmente, el sistema vigesimal y los numerales ibéricos se identificaron hace una decena de años con el sistema de numeración vasco por Orduña y Ferrer i Jane. El 19 de noviembre de 2005, un grupo de vascos heterodoxos y algunos otros (yo mismo) fundamos en el Santuario de Aránzazu la agrupación “Euskeraren Jatorria” (“El origen del euskera”) que ha contribuido en sus reuniones anuales a difundir las propuestas del origen de la genética, la cultura y el idioma y además a restablecer el vascoiberismo. En el año 2014, celebramos en Guernica el primer congreso en España titulado “Vascoiberismo", con presencia de académicos (la mayoría heterodoxos) de toda España.
A partir de entonces, “Euskararen Jatorria” decide hacer congresos anuales en Zaragoza sobre “La lengua íbera”. Se han venido efectuando anualmente y en 2022 tuvo lugar la octava sesión, el último fin de semana de agosto de 2022. La reacción de varios académicos de Humanidades del País Vasco, Salamanca, Madrid, Zaragoza y Barcelona (no muchos) ha sido furibunda con multitud de anécdotas que, vistas ahora con el tiempo, son más bien infantiles contra “Euskeraren Jatorria”, sus componentes y otros vascoiberistas. Pero he aquí que aparece “La mano de Irulegi” en Aranguren, cerca de Pamplona, una mano de bronce con caracteres ibéricos inscritos que tienen una transcripción y una traducción directa al vasco: se hacen eco todos los medios del país y del mundo, y aparentemente, y sin estar toda la inscripción traducida oficialmente, aunque hay varias propuestas en la asociación, varios de los académicos más antivascoiberistas ya admiten de nuevo, después de 70 años de antivascoiberismo, que el vasco y el íbero son idénticos o muy cercanos. Todo ello por la “Mano de Irulegi”.