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Elena García
Miércoles, 30 de Agosto de 2023 Tiempo de lectura:

La mujer y el deporte

También en este ámbito tenemos que escuchar que la mujer está relegada por el machismo. No se llega al 50 % en la participación en competiciones y además las mujeres cobran menos que los hombres; esa es la gran acusación.


En cualquier entrada de internet se nos darán entre otras las siguientes explicaciones sobre la menor participación de la mujer en los deportes, sean competitivos o no: - El mundo del deporte hace años era muy machista, estamos consiguiendo que se valore a la mujer como merece. - Las mujeres han tenido que ir superando los estereotipos sociales y culturales. - Luchar contra ideas del tipo: la mujer es inferior a los hombres en capacidades, posee menor capacidad física… - En una sociedad patriarcal como la que se vivía hace cien años, las normas que debían seguir estaban impuestas por el médico, el padre y el cura, etc.


Pero si echamos una muy breve mirada retrospectiva, la supuesta discriminación no parece tanta. A grandes rasgos, podemos resumir lo que ha sido el desarrollo de la actividad deportiva; desde hace ya varios siglos, la equitación, la esgrima, el esquí y otros fueron prácticas que hoy se consideran deportivas, pero que en sus orígenes eran necesarias para la vida.


Si al principio eran actividades utilitarias, después pasaron a convertirse en actividades de ocio y competición; pero no fue hasta el siglo XIX cuando empezaron a practicarse como tales y a organizarse competiciones; algo relativamente reciente. El deporte empezó siendo mayoritariamente masculino. «Fue durante mucho tiempo terreno vedado para ellas». Este es un tópico que encontramos en cualquier artículo sobre «mujeres y deporte» cuando buscas en internet; pero ¿cuánto es mucho tiempo? Vaguedades. ¿Alguna vez se han parado a pensar cómo vivía la mujer sus reglas mensuales, allá por el primer cuarto del siglo XX, sin compresas, sin tampones, sin fármacos que aliviasen sus dolores (para quienes los tenían) y aun sin agua corriente? Además, la edad de casamiento y para tener hijos era mucho más temprana y no había anticonceptivos para los embarazos. Resulta bastante simplista no considerar las condiciones de vida de hace tan solo ochenta o noventas años.


Las mujeres de la alta burguesía, que gozaban de ocio, dinero y doncellas, comienzan en 1900 a practicar con sus hermanos, amigos y acompañantes ciertos deportes como el golf o el tenis, como actividad de diversión y entretenimiento; algo que se puede anular o posponer cuando convenga; no así un torneo.


En 1917, la francesa Alice Melliat funda la Federación de Sociedades Femeninas de Francia (FFSF), y en 1921 se organiza la Federación Internacional Deportiva Femenina (FIDF). En 1924, Lilí Álvarez es la primera mujer que representa a España en unos juegos olímpicos, que se habían abierto a la mujer en 1900, con participación muy minoritaria, pero no imposible. Téngase en cuenta que los primeros Juegos Olímpicos se celebraron en 1896. No es que hubiesen pasado cientos de años hasta que se contemplase la posibilidad de que la mujer se incorporase al deporte. De manera gradual, y de forma cada vez más mayoritaria, aumentó la participación en competiciones y en los Juegos Olímpicos, aunque es verdad que sin llegar a la paridad. Los adelantos médicos y las mejores condiciones de vida, sin duda, han permitido a la mujer soslayar ciertos inconvenientes de su fisiología tal como señalábamos antes.


Lo anterior han sido unas muy breves pinceladas, unas consideraciones que las feministas radicales nunca contemplarán, ya que viven del victimismo; pero vayamos ahora a la actualidad. No, hoy por hoy, no se ha conseguido el famoso porcentaje del 50 % en ninguno de los tres aspectos: uno, la práctica de deporte en la vida ordinaria; otro, el seguimiento de eventos deportivos y la asistencia a torneos y competiciones como espectadoras; y el tercero, tomar el deporte como profesión.


Si nos fijamos en lo que es previo, es decir, que a la mujer le guste y practique el deporte en su vida cotidiana encontramos que, aunque haya un porcentaje de mujeres muy entregadas a correr, a la bicicleta o a la natación, por citar algunas de las prácticas más frecuentes, es minoritario con respecto a la práctica y al gusto de los hombres.


Veamos cómo se vive en los centros escolares la práctica del deporte. El gusto femenino por la asignatura de Educación Física no es que sea acusado, en cualquier caso, es mucho más débil que en los chicos. Los programas de la ESO y bachillerato no hacen distinción alguna en la asignatura de Educación Física, ya desde la Ley General de Educación de Villar Palasí (1970), hace ya ¡cuarenta y nueve años!


Sin embargo, a pesar de la obligatoriedad de la asignatura, en cuanto se deja libertad, en los recreos o en los ratos libres en que falta un profesor y se les deja salir al patio, ellos enseguida te piden un balón y se ponen a jugar, mientras ellas se sientan tranquilamente a charlar. Esto es de fácil comprobación. Basta asomarse a los patios de recreo para ver las aficiones de unas y de otros; pero hay que obligar a la mujer a que le guste el deporte – y, a veces, el peligro - con la misma intensidad que le gusta al hombre. Porque, ya se sabe, como dicen las feministas, los gustos son inducidos por los roles de género, la sociedad machista, etc. Si te sientas enfrente de un parque infantil de bicicletas, tablas y patines con subidas y bajadas pronunciadas, te encontrarás que, de cada diez niños, nueve son chicos por una chica, más o menos. Esto lo dice todo.


Y eso, por no hablar de las mujeres adultas. Si nos damos una vuelta por cualquier gimnasio, una mayoría importante son hombres. Y a las mujeres las vemos en aerobic, aqua-gym, yoga, pilates y otros, todos encaminados al mantenimiento físico o de la silueta. De esto es fácil deducir que, si el gusto por la práctica del deporte desde jóvenes es mucho más bajo en las mujeres que en los hombres —tanto en lo que se refiere a la competición como al espectáculo—, su participación también será menor. Y eso que, en muchos casos, vemos que ellas van a una competición deportiva por acompañarlos a ellos. El caso es que las feministas de última ola se rasgan las vestiduras por la discriminación de las deportistas, tanto en lo que cobran como en la publicidad que se da a las competiciones de unos y de otras; pero la lógica, y no la fantasía, nos dice que, si una actividad gusta menos de practicar, también gustará menos de contemplar y pagar. ¿Están las mujeres dispuestas a invertir su dinero en entradas para una final deportiva al igual que los hombres, o les parece más interesante gastar su dinero en otras cosas? Eso, por una parte, y por otra, sucede que si los hombres gastan su dinero en un evento deportivo en mayor porcentaje que las mujeres es porque se apasionan mucho más por esta actividad. Además, las diferencias físicas, innegables entre unos y otras —mayor masa muscular, envergadura y otras características del varón—, llevan a que el deporte masculino sea más espectacular en muchas modalidades. Eso sí, hasta que la confusión entre los que se sienten de un genero y lo que realmente son, sea total.


¿A quiénes pagarán más los empresarios? Pues a los que producen más ganancias, igual que cobra más una modelo que un modelo porque el negocio de la moda femenina mueve más dinero, proporciona más beneficios. Así que ya saben las feministas: lo que hay que hacer es animar a las mujeres, que son el 50 % de la población, a que vayan a campeonatos deportivos femeninos, pues parece que las mujeres discriminan a las mujeres. Quizás ahora el éxito de la selección femenina de futbol sirva de acicate para muchas. Esperemos a ver el efecto de la enorme difusión que esta teniendo en los medios esta competición.


Decíamos al principio que, no tardando mucho, la ideología de género entrará en contradicción consigo misma. Pues si uno puede ser lo que quiera, una vez liberados de los roles sociales, ya que la genética y la naturaleza se pueden dejar de lado, ¿cómo se distinguirá después si alguien pertenece a una categoría masculina o a una femenina, si todo es cuestión de cómo se siente uno en determinado momento? Una de las actividades donde se pondrán de manifiesto, más pronto que tarde, los efectos de esta fantasía, será en el deporte si se sigue por este camino.  

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