Dijo Obélix: "estos romanos están locos". Pero me detengo a pensar. Y si los locos somos los Hispanos y los catalanes los cuerdos. ¡No y mil veces no!. Pero reina la confusión. Ahora resulta que el problema está en un gran pacto de Estado para encajar a Cataluña en España. ¡Manda carallo en La Habana! 

Creo que tengo razón. De inmediato los representantes que hablan en nombre de Cataluña han dejado muy claro dos cuestiones y por orden. Primero, una Ley de Amnistía. Después, la autodeterminación de Cataluña. Por tanto, ni hay arrepentimiento sobre los sucesos televisados un nefasto mes de octubre, cuando las calles de Barcelona recordaron los documentales sobre la revolución de 1934. No quieren encajar en España. Quieren poder salir de España, ser una nación con su propio Estado.

Los locos son esos dirigentes que no han entendido lo que antecede. Están en otra dimensión. Creen que modificar las coordenadas del Estatuto para Cataluña, mediante un Pacto de Estado, terminará con el problema territorial de Cataluña. Además, se equivocan. Ha dejado de ser un problema de encaje territorial. Es la aspiración del nacionalismo catalán a ser independiente del Estado español.

Los que lo han entendido son los jueces en el acto de apertura para el curso judicial. Han dejado claro que desde la independencia del poder judicial no pueden aceptar las componendas para poner en marcha una ridícula amnistía. Digo ridícula por el papel que hará España con tal propuesta ante los órganos jurídicos de la UE.

Tampoco les encaja la fórmula que se negocia por parte de la vicepresidenta del Gobierno con los huidos a los socialistas con peso específico histórico. Si bien la portavoz del Gobierno en funciones los ha señalado con una sonrisa casi displicente como la otra generación que no representa al presente. Claro que llegados a este jeroglífico, uno se pregunta, ¿y a cuantos catalanes representan el sanchismo y su cónsul de Sumar?.

Echo de menos dos situaciones. La palabra del Jefe del Estado. La protesta creciente y airada del pueblo español a través de sus distintas organizaciones sociales. ¿Cuánto y a cuántos nos importa España ?. Es hora de ponerle a los nacionalistas catalanes el último aviso con una programación televisiva que recuerde cómo el poder del Estado, en aquel caso la República, abortó las tentativas revolucionarias que llegaron a declarar la independencia de Cataluña.

España no puede permitirse que el sillón de un ególatra haga de España un Estado fallido.