El Banco de España prevé que el precio de los alimentos siga aumentando
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El Banco de España anticipa un encarecimiento continuo de los alimentos en los próximos años, según refleja en su Informe Trimestral de Proyecciones Macroeconómicas 2023-2025, divulgado recientemente. La entidad pronostica aumentos del 11% en el costo de los alimentos para el actual ejercicio, y prevé incrementos adicionales del 4% y 2.4% para los años 2024 y 2025, respectivamente.
Este aumento progresivo se suma al notable crecimiento del 22.8% experimentado desde 2019 hasta 2022. A pesar de que la inflación alimentaria ha mostrado signos de moderación desde su pico en febrero, aún se mantiene en tasas elevadas. El informe advierte que factores climáticos adversos como la sequía y temperaturas anómalas podrían impactar negativamente la producción agrícola, lo que a su vez, influiría en la desaceleración del incremento de los precios.
Pablo Hernández de Cos, al frente de la institución, indica que alimentos como cereales, arroz, frutos secos, hortalizas frescas, frutas frescas, aceite de oliva y vino de uva podrían ser especialmente afectados por la sequía. A pesar de la desaceleración proyectada, el informe señala que existe un margen de incertidumbre considerable, asociado a variables climáticas y a la situación geopolítica actual, como la retirada de Rusia de la Iniciativa sobre la Exportación de Cereales por el Mar Negro.
En cuanto a la inflación general, se espera que cierre el año con un promedio del 3.6%, cuatro décimas menos que la estimación de junio. Para 2024, se prevé un incremento hasta el 4.3%, superando la previsión anterior del 3.6%. Se espera que no sea hasta 2025 cuando se consiga situar la inflación bajo el 2%, el nivel considerado saludable por el Banco Central Europeo, proyectándose un promedio del 1.8%.
El informe también menciona que los precios del petróleo, junto con la expiración en 2024 de las medidas públicas para mitigar la crisis energética, influirán en un repunte de la inflación general hasta mediados del próximo año. Asimismo, señala una desaceleración gradual de la inflación no energética.
En conclusión, aunque se espera que la inflación alimentaria siga un curso de desaceleración en términos generales, diversos factores, incluyendo las adversidades climáticas y situaciones geopolíticas, podrían intervenir modificando esta trayectoria. La retirada de medidas de apoyo público y el impacto de situaciones globales hacen prever un escenario económico con desafíos significativos en el horizonte.
El Banco de España anticipa un encarecimiento continuo de los alimentos en los próximos años, según refleja en su Informe Trimestral de Proyecciones Macroeconómicas 2023-2025, divulgado recientemente. La entidad pronostica aumentos del 11% en el costo de los alimentos para el actual ejercicio, y prevé incrementos adicionales del 4% y 2.4% para los años 2024 y 2025, respectivamente.
Este aumento progresivo se suma al notable crecimiento del 22.8% experimentado desde 2019 hasta 2022. A pesar de que la inflación alimentaria ha mostrado signos de moderación desde su pico en febrero, aún se mantiene en tasas elevadas. El informe advierte que factores climáticos adversos como la sequía y temperaturas anómalas podrían impactar negativamente la producción agrícola, lo que a su vez, influiría en la desaceleración del incremento de los precios.
Pablo Hernández de Cos, al frente de la institución, indica que alimentos como cereales, arroz, frutos secos, hortalizas frescas, frutas frescas, aceite de oliva y vino de uva podrían ser especialmente afectados por la sequía. A pesar de la desaceleración proyectada, el informe señala que existe un margen de incertidumbre considerable, asociado a variables climáticas y a la situación geopolítica actual, como la retirada de Rusia de la Iniciativa sobre la Exportación de Cereales por el Mar Negro.
En cuanto a la inflación general, se espera que cierre el año con un promedio del 3.6%, cuatro décimas menos que la estimación de junio. Para 2024, se prevé un incremento hasta el 4.3%, superando la previsión anterior del 3.6%. Se espera que no sea hasta 2025 cuando se consiga situar la inflación bajo el 2%, el nivel considerado saludable por el Banco Central Europeo, proyectándose un promedio del 1.8%.
El informe también menciona que los precios del petróleo, junto con la expiración en 2024 de las medidas públicas para mitigar la crisis energética, influirán en un repunte de la inflación general hasta mediados del próximo año. Asimismo, señala una desaceleración gradual de la inflación no energética.
En conclusión, aunque se espera que la inflación alimentaria siga un curso de desaceleración en términos generales, diversos factores, incluyendo las adversidades climáticas y situaciones geopolíticas, podrían intervenir modificando esta trayectoria. La retirada de medidas de apoyo público y el impacto de situaciones globales hacen prever un escenario económico con desafíos significativos en el horizonte.