Maquiavelo manda un e-mail
Ayer llegó a mi portátil copia de un e-mail enviado, aparentemente, el 1 de septiembre de 2023 por un tal Nicolás Maquiavelo a un tal Pedro Sánchez.
Supongo que los nombres son simulados y que es todo una broma. Pero como el texto es interesante os lo transcribo:
24 de agosto de 2023.
Para: [email protected]
Máster de Estrategia política
Universidad del Averno
Estimado alumno:
Te adjunto los apuntes del módulo 18 de mi asignatura “Supervivencia política de Presidentes”, texto traducido del capítulo XVIII de mi obra “El Príncipe”, con correcciones de estilo y mejoras añadidas por mi ayudante en el Master y compañero en el infierno, el archidiablo Belfagor, experto en dimes y diretes políticos, que te manda un saludo para ti y tus asesores, y me dice que espera veros pronto por aquí.
Asignatura:
“SUPERVIVENCIA POLÍTICA DE PRESIDENTES
Módulo 18:
DE QUÉ MODO DEBEN GUARDAR LOS PRESIDENTES LA FE PROMETIDA
¡Cuán digno de alabanza es un Presidente cuando mantiene la fe que ha jurado, cuando vive de un modo íntegro y cuando no usa de doblez en su conducta! No hay quien no comprenda esta verdad.
Y, sin embargo, la experiencia muestra que muchos Presidentes, desdeñando la buena fe y empleando la astucia para reducir a su voluntad el espíritu de los ciudadanos, realizaron con éxito sus empresas, y acabaron por triunfar sobre los que procedieron en todo con lealtad.
Las armas de un Presidente: la interpretación de la ley y la demagogia
Es necesario que un Presidente sepa que dispone, para defender su posición, de dos recursos: la ley (interpretada como convenga a su voluntad) y la demagogia. El primero es apropiado para convencer a los hombres racionales, y el segundo sirve esencialmente para atraer a las personas irracionales, que abundan sobremanera en la sociedad.
- Ser león y zorra a la vez
Desde que un Presidente se ve en la precisión de obrar competentemente conforme a la índole de los muchos ciudadanos irracionales que le rodean, ha de imitar y ser a la vez león y zorra, según los casos en que se encuentre.
El ejemplo del león sólo no basta, porque este animal no sabe preservarse de los lazos que se le tienden, y ser zorra sólo no es suficiente, porque no puede librarse de los lobos, que abundan en la selva que es el poder en la política.
Es necesario, por consiguiente para sobrevivir, ser zorra, para conocer los lazos, y león, para espantar a los lobos.
- Las promesas: son sólo aire
Cuando un Presidente dotado de prudencia advierte que su fidelidad a las promesas redunda en su perjuicio, y que los motivos que le determinaron a hacerlas ya no existen, ni puede, ni siquiera debe guardarlas, a no ser que consienta en perderse.
Y obsérvese que, si todos los hombres fuesen buenos, este precepto sería detestable. Pero, como son malos, y no observarían su fe respecto del Presidente, si de incumplirla se presentara la ocasión, tampoco el Presidente está obligado a cumplir las suyas, si a ello se viese forzado.
- Justificar la infidelidad a la propia palabra
Nunca faltan razones legítimas a un Presidente para cohonestar la inobservancia de sus promesas, inobservancia autorizada en algún modo por infinidad de ejemplos demostrativos de que se han concluido muchos felices negocios políticos, y se han anulado muchos empeños funestos, por la sola infidelidad de los Presidentes a su palabra.
- Disimular y fingir: el ejemplo de Alejandro VI Borgia
En la historia el que mejor supo obrar como zorra, tuvo mejor acierto. Pero es menester saber encubrir ese proceder artificioso y ser hábil en disimular y en fingir. Los hombres son tan simples, y se sujetan a la necesidad en tanto grado, que el que engaña con arte halla siempre gente que se deje engañar.
El papa Alejandro VI Borgia, que está conmigo en el Infierno, no hizo jamás otra cosa en su vida que engañar a sus prójimos, pensando incesantemente en los medios de inducirles a error y encontró siempre ocasiones de poderlo hacer.
No hubo nunca nadie que conociera mejor el arte de las protestas persuasivas ni que afirmara una cosa con juramentos más respetables, ni que a la vez cumpliera menos lo que había prometido.
A pesar de que todos le consideraban como un trapacero, sus engaños le salían siempre al tenor de sus designios, porque, con sus estratagemas, sabía dirigir a los hombres.
- Las virtudes: mejor aparentes que reales
No hace falta que un Presidente posea todas las virtudes, pero conviene que aparente poseerlas.
Hasta me atrevo a decir que, si las posee realmente, y las practica de continuo, le serán perniciosas a veces, mientras que, aun no poseyéndolas en absoluto, pero aparentando poseerlas, le serán siempre provechosas.
Puede aparecer manso, humano, fiel, leal, y aun serlo. Pero le es menester conservar su corazón en tan exacto acuerdo con su inteligencia que, en caso preciso, sepa variar en sentido contrario.
Un Presidente que quiera mantenerse en el poder, ha de comprender que no le es posible observar con perfecta integridad lo que hace mirar a los hombres como virtuosos, puesto que con frecuencia, para mantener su poder en su Gobierno y país, se verá forzado a obrar contra su palabra, contra las virtudes humanitarias o caritativas y hasta contra sus ideas, si las tiene.
Su espíritu ha de estar dispuesto a tomar el giro que los vientos y las variaciones de la fortuna exijan de él, y, como expuse más arriba, a no apartarse del bien, mientras pueda, pero también a saber obrar en el mal, cuando no queda otro recurso.
- El discurso: simular ser virtuoso
Debe cuidar mucho de ser circunspecto, para que cuantas palabras salgan de su boca, lleven impreso el sello de las virtudes mencionadas, y para que, tanto viéndole, como oyéndole, las gentes le crean enteramente lleno de buena fe, entereza y humanidad.
Cada cual ve lo que el Presidente parece ser, pero pocos comprenden lo que es realmente y estos pocos no se atreven a contradecir la opinión del vulgo, que tiene por apoyo de sus ilusiones la majestad del poder que rodea al Presidente.
En las acciones de los Presidentes, contra las que, dado su poder, no cabe recurso de apelación, se considerará para juzgarlas simplemente el fin que llevaban y si fueron exitosas de las tendrá por justificadas. Dedíquese, pues, el Presidente a superar siempre las dificultades y a conservar su poder.
Si logra con éxito sus fines, se tendrán por honrosos los medios empleados conducentes a los mismos, sin importar los que sean, pues el vulgo se paga únicamente de exterioridades y se deja seducir por el éxito, que si se alcanza, a sus ojos lo justifica todo.
Y como el vulgo es lo que más abunda en las sociedades, los escasos espíritus clarividentes que existen no exteriorizarán lo que vislumbran, hasta que la inmensa legión de los torpes no sepa ya a qué atenerse. Pero entonces ya será tarde para reaccionar pues el Presidente ya habtá alcanzado sus objetivos.”
Siguiendo estos sencillos consejos te auguro querido alumno que aprobarás el ejercicio práctico de la asignatura que estás desarrollando en estos días y que mantendrás tu poder.
Me dice Alejandro VI Borgia, que sigue tus méritos y currículum vitae, que hubieras sido en su época un buen cardenal, seguramente papable.
Como sabes, si apruebas el máster tendrás reservada una plaza en la Presidencia Colegiada del Infierno, donde ya sabes que Belfagor, Alejandro VI y yo mismo te esperamos con cariño.
(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado de las Juntas Generales de Bizkaia 1999 - 2019
Ayer llegó a mi portátil copia de un e-mail enviado, aparentemente, el 1 de septiembre de 2023 por un tal Nicolás Maquiavelo a un tal Pedro Sánchez.
Supongo que los nombres son simulados y que es todo una broma. Pero como el texto es interesante os lo transcribo:
24 de agosto de 2023.
Para: [email protected]
Máster de Estrategia política
Universidad del Averno
Estimado alumno:
Te adjunto los apuntes del módulo 18 de mi asignatura “Supervivencia política de Presidentes”, texto traducido del capítulo XVIII de mi obra “El Príncipe”, con correcciones de estilo y mejoras añadidas por mi ayudante en el Master y compañero en el infierno, el archidiablo Belfagor, experto en dimes y diretes políticos, que te manda un saludo para ti y tus asesores, y me dice que espera veros pronto por aquí.
Asignatura:
“SUPERVIVENCIA POLÍTICA DE PRESIDENTES
Módulo 18:
DE QUÉ MODO DEBEN GUARDAR LOS PRESIDENTES LA FE PROMETIDA
¡Cuán digno de alabanza es un Presidente cuando mantiene la fe que ha jurado, cuando vive de un modo íntegro y cuando no usa de doblez en su conducta! No hay quien no comprenda esta verdad.
Y, sin embargo, la experiencia muestra que muchos Presidentes, desdeñando la buena fe y empleando la astucia para reducir a su voluntad el espíritu de los ciudadanos, realizaron con éxito sus empresas, y acabaron por triunfar sobre los que procedieron en todo con lealtad.
Las armas de un Presidente: la interpretación de la ley y la demagogia
Es necesario que un Presidente sepa que dispone, para defender su posición, de dos recursos: la ley (interpretada como convenga a su voluntad) y la demagogia. El primero es apropiado para convencer a los hombres racionales, y el segundo sirve esencialmente para atraer a las personas irracionales, que abundan sobremanera en la sociedad.
- Ser león y zorra a la vez
Desde que un Presidente se ve en la precisión de obrar competentemente conforme a la índole de los muchos ciudadanos irracionales que le rodean, ha de imitar y ser a la vez león y zorra, según los casos en que se encuentre.
El ejemplo del león sólo no basta, porque este animal no sabe preservarse de los lazos que se le tienden, y ser zorra sólo no es suficiente, porque no puede librarse de los lobos, que abundan en la selva que es el poder en la política.
Es necesario, por consiguiente para sobrevivir, ser zorra, para conocer los lazos, y león, para espantar a los lobos.
- Las promesas: son sólo aire
Cuando un Presidente dotado de prudencia advierte que su fidelidad a las promesas redunda en su perjuicio, y que los motivos que le determinaron a hacerlas ya no existen, ni puede, ni siquiera debe guardarlas, a no ser que consienta en perderse.
Y obsérvese que, si todos los hombres fuesen buenos, este precepto sería detestable. Pero, como son malos, y no observarían su fe respecto del Presidente, si de incumplirla se presentara la ocasión, tampoco el Presidente está obligado a cumplir las suyas, si a ello se viese forzado.
- Justificar la infidelidad a la propia palabra
Nunca faltan razones legítimas a un Presidente para cohonestar la inobservancia de sus promesas, inobservancia autorizada en algún modo por infinidad de ejemplos demostrativos de que se han concluido muchos felices negocios políticos, y se han anulado muchos empeños funestos, por la sola infidelidad de los Presidentes a su palabra.
- Disimular y fingir: el ejemplo de Alejandro VI Borgia
En la historia el que mejor supo obrar como zorra, tuvo mejor acierto. Pero es menester saber encubrir ese proceder artificioso y ser hábil en disimular y en fingir. Los hombres son tan simples, y se sujetan a la necesidad en tanto grado, que el que engaña con arte halla siempre gente que se deje engañar.
El papa Alejandro VI Borgia, que está conmigo en el Infierno, no hizo jamás otra cosa en su vida que engañar a sus prójimos, pensando incesantemente en los medios de inducirles a error y encontró siempre ocasiones de poderlo hacer.
No hubo nunca nadie que conociera mejor el arte de las protestas persuasivas ni que afirmara una cosa con juramentos más respetables, ni que a la vez cumpliera menos lo que había prometido.
A pesar de que todos le consideraban como un trapacero, sus engaños le salían siempre al tenor de sus designios, porque, con sus estratagemas, sabía dirigir a los hombres.
- Las virtudes: mejor aparentes que reales
No hace falta que un Presidente posea todas las virtudes, pero conviene que aparente poseerlas.
Hasta me atrevo a decir que, si las posee realmente, y las practica de continuo, le serán perniciosas a veces, mientras que, aun no poseyéndolas en absoluto, pero aparentando poseerlas, le serán siempre provechosas.
Puede aparecer manso, humano, fiel, leal, y aun serlo. Pero le es menester conservar su corazón en tan exacto acuerdo con su inteligencia que, en caso preciso, sepa variar en sentido contrario.
Un Presidente que quiera mantenerse en el poder, ha de comprender que no le es posible observar con perfecta integridad lo que hace mirar a los hombres como virtuosos, puesto que con frecuencia, para mantener su poder en su Gobierno y país, se verá forzado a obrar contra su palabra, contra las virtudes humanitarias o caritativas y hasta contra sus ideas, si las tiene.
Su espíritu ha de estar dispuesto a tomar el giro que los vientos y las variaciones de la fortuna exijan de él, y, como expuse más arriba, a no apartarse del bien, mientras pueda, pero también a saber obrar en el mal, cuando no queda otro recurso.
- El discurso: simular ser virtuoso
Debe cuidar mucho de ser circunspecto, para que cuantas palabras salgan de su boca, lleven impreso el sello de las virtudes mencionadas, y para que, tanto viéndole, como oyéndole, las gentes le crean enteramente lleno de buena fe, entereza y humanidad.
Cada cual ve lo que el Presidente parece ser, pero pocos comprenden lo que es realmente y estos pocos no se atreven a contradecir la opinión del vulgo, que tiene por apoyo de sus ilusiones la majestad del poder que rodea al Presidente.
En las acciones de los Presidentes, contra las que, dado su poder, no cabe recurso de apelación, se considerará para juzgarlas simplemente el fin que llevaban y si fueron exitosas de las tendrá por justificadas. Dedíquese, pues, el Presidente a superar siempre las dificultades y a conservar su poder.
Si logra con éxito sus fines, se tendrán por honrosos los medios empleados conducentes a los mismos, sin importar los que sean, pues el vulgo se paga únicamente de exterioridades y se deja seducir por el éxito, que si se alcanza, a sus ojos lo justifica todo.
Y como el vulgo es lo que más abunda en las sociedades, los escasos espíritus clarividentes que existen no exteriorizarán lo que vislumbran, hasta que la inmensa legión de los torpes no sepa ya a qué atenerse. Pero entonces ya será tarde para reaccionar pues el Presidente ya habtá alcanzado sus objetivos.”
Siguiendo estos sencillos consejos te auguro querido alumno que aprobarás el ejercicio práctico de la asignatura que estás desarrollando en estos días y que mantendrás tu poder.
Me dice Alejandro VI Borgia, que sigue tus méritos y currículum vitae, que hubieras sido en su época un buen cardenal, seguramente papable.
Como sabes, si apruebas el máster tendrás reservada una plaza en la Presidencia Colegiada del Infierno, donde ya sabes que Belfagor, Alejandro VI y yo mismo te esperamos con cariño.
(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado de las Juntas Generales de Bizkaia 1999 - 2019