No fui a la manifestación de Barcelona
No. No fui a la manifestación de Barcelona este domingo, y quiero explicar por qué.
No voy a ir a ningún acto que sirva para desmantelar posibles movilizaciones futuras que nazcan directamente del pueblo, propugnado por estructuras paraguas de partidos políticos para ahogar iniciativas populares.
No voy a ir a ningún acto que me manipule para discursos que aboguen por el entendimiento entre el PP y el PSOE, cuando el culpable directo y expreso de lo que está ocurriendo en uno de los dos, por no decir que ambos. Y esto sería objeto de otro artículo mucho más largo que el presente, pero los ciudadanos informados e inteligentes seguro que saben a lo que me refiero. Los socialistas, en concreto, son los culpables directos del desmantelamiento del Estado de Derecho y del derrumbe del pacto constitucional. Que no nos vengan con cuentos de pactos entre el PP y el PSOE porque con el PSOE no hay nada que pactar. Los socialistas son el problema.
Por eso, aunque el discurso del exalcalde de La Coruña me pareció perfecto en las formas, carece de fundamentos profundos porque maneja conceptos como “democracia” mientras alude al famoso discurso de Allende de las alamedas. Y Allende no era precisamente un demócrata, sino un marxista a la antigua usanza que trató de llevar a Chile el régimen de Cuba que todos sabemos qué resultados en cuanto a violación de derechos humanos ha traído hasta ahora. Mientras, estoy por oír de estos próceres socialistas alguna argumentación contra el Foro Sao Paulo y el Grupo Puebla que están dejando Hispanoamérica, y por cierto a España, como un erial.
No. Señores de Sociedad Civil Catalana. Con el PSOE no hay nada que pactar porque el PSOE es el problema. Es el que destruyó nuestra industria para incorporarnos a la actual Europa que no parece comportarse como lo haría un club de socios con uno de los suyos, y no hay más que ver a Francia como santuario de etarras allá por la década de los ochenta y noventa, o el actual refugio de delincuentes, como lo es Puigdemont, dando pábulo a separatistas sin que su parlamento (el europeo) haya hecho nada, sino lo contrario, para parar la balcanización de España; ataques sistemáticos hasta su práctica inviabilidad del sector primario; vulneración con grado de continuidad de los derechos individuales en materia de educación, lengua, derechos de los padres, corrupción de menores, sexualización en las aulas, etc. Promotores y desarrolladores de la Agenda 2030 que ataca de raíz las soberanías nacionales y derechos humanos más elementales; estados de excepción solapados aprovechándose de una llamada pandemia, vulneración de los derechos fundamentales incumpliendo el Código de Nuremberg en materia de consentimiento informado con sustancias inoculadas de carácter experimental, ninguna protección al derecho a la vida de los más desprotegidos, con el aborto y eutanasia, y un largo etcétera que es demasiado prolijo relatar.
El PSOE no debe ser socio de nadie que quiera sacar a España del actual marasmo, simplemente porque es la causa del mismo.
Y vayamos a otro término del discurso… Se habló continuamente de la Constitución y la democracia y ello lo dicen colaboradores de los que están dejando la Constitución hecha unos trapos sin eficacia real en toda su extensión del contenido y espíritu. Y se habla de democracia cuando ésta está siendo despiezada hasta dejar las libertades y derechos al borde de la desaparición.¿Qué quieren proteger de la actual democracia si prácticamente no queda sino harapos de la misma?
No. No se trata de hacer pactos constitucionales sino de recuperar la Constitución sin mancillarla por tribunales constituidos a semejanza de los partidos y siguiendo sus intereses endogámicos que no son los de los ciudadanos. Se trata más bien de proteger la nación española, proteger a España de su demolición. Se trata de poner pie en pared para impedir que se balcanice España. Y la palabra España, salvo error por mi parte, no apareció ni en uno solo de los discursos. Es como si el hecho de nombrar el término España fuera ya objeto de demonización, cuando es España y su continuidad el reto sustancial, no tal o cual constitución que es algo efímero y reformable. Ese no es el problema; el problema es que los españoles se reencuentren con su patria y en su nación histórica. Es España lo que hay que proteger, no un texto jurídico, por muy Carta Magna que sea, que es un conjunto de acuerdos en un momento determinado de la historia, que puede ser actualizado como pacto entre españoles y no entre partidos.
Porque no hay que confundir sistema de partidos con democracia y como representación real de un país. Los partidos pueden llegar en un momento determinado de la historia a no ser representativos porque la corrupción haya penetrado en el elemento institucional, y hasta en cada rincón de su geografía, y ya dejen de ser realmente representativos del cuerpo nacional, hasta el punto de dejar la sospecha de que las elecciones no son limpias pues no se cumple la propia ley que las regula al no haber escrutinio general.
Debemos centrar el foco, debemos dirigirnos al cogollo del problema, y no levantar polvaredas para que no veamos más allá de lo que hay tras el polvo.
No. No fui a la manifestación de Barcelona este domingo, y quiero explicar por qué.
No voy a ir a ningún acto que sirva para desmantelar posibles movilizaciones futuras que nazcan directamente del pueblo, propugnado por estructuras paraguas de partidos políticos para ahogar iniciativas populares.
No voy a ir a ningún acto que me manipule para discursos que aboguen por el entendimiento entre el PP y el PSOE, cuando el culpable directo y expreso de lo que está ocurriendo en uno de los dos, por no decir que ambos. Y esto sería objeto de otro artículo mucho más largo que el presente, pero los ciudadanos informados e inteligentes seguro que saben a lo que me refiero. Los socialistas, en concreto, son los culpables directos del desmantelamiento del Estado de Derecho y del derrumbe del pacto constitucional. Que no nos vengan con cuentos de pactos entre el PP y el PSOE porque con el PSOE no hay nada que pactar. Los socialistas son el problema.
Por eso, aunque el discurso del exalcalde de La Coruña me pareció perfecto en las formas, carece de fundamentos profundos porque maneja conceptos como “democracia” mientras alude al famoso discurso de Allende de las alamedas. Y Allende no era precisamente un demócrata, sino un marxista a la antigua usanza que trató de llevar a Chile el régimen de Cuba que todos sabemos qué resultados en cuanto a violación de derechos humanos ha traído hasta ahora. Mientras, estoy por oír de estos próceres socialistas alguna argumentación contra el Foro Sao Paulo y el Grupo Puebla que están dejando Hispanoamérica, y por cierto a España, como un erial.
No. Señores de Sociedad Civil Catalana. Con el PSOE no hay nada que pactar porque el PSOE es el problema. Es el que destruyó nuestra industria para incorporarnos a la actual Europa que no parece comportarse como lo haría un club de socios con uno de los suyos, y no hay más que ver a Francia como santuario de etarras allá por la década de los ochenta y noventa, o el actual refugio de delincuentes, como lo es Puigdemont, dando pábulo a separatistas sin que su parlamento (el europeo) haya hecho nada, sino lo contrario, para parar la balcanización de España; ataques sistemáticos hasta su práctica inviabilidad del sector primario; vulneración con grado de continuidad de los derechos individuales en materia de educación, lengua, derechos de los padres, corrupción de menores, sexualización en las aulas, etc. Promotores y desarrolladores de la Agenda 2030 que ataca de raíz las soberanías nacionales y derechos humanos más elementales; estados de excepción solapados aprovechándose de una llamada pandemia, vulneración de los derechos fundamentales incumpliendo el Código de Nuremberg en materia de consentimiento informado con sustancias inoculadas de carácter experimental, ninguna protección al derecho a la vida de los más desprotegidos, con el aborto y eutanasia, y un largo etcétera que es demasiado prolijo relatar.
El PSOE no debe ser socio de nadie que quiera sacar a España del actual marasmo, simplemente porque es la causa del mismo.
Y vayamos a otro término del discurso… Se habló continuamente de la Constitución y la democracia y ello lo dicen colaboradores de los que están dejando la Constitución hecha unos trapos sin eficacia real en toda su extensión del contenido y espíritu. Y se habla de democracia cuando ésta está siendo despiezada hasta dejar las libertades y derechos al borde de la desaparición.¿Qué quieren proteger de la actual democracia si prácticamente no queda sino harapos de la misma?
No. No se trata de hacer pactos constitucionales sino de recuperar la Constitución sin mancillarla por tribunales constituidos a semejanza de los partidos y siguiendo sus intereses endogámicos que no son los de los ciudadanos. Se trata más bien de proteger la nación española, proteger a España de su demolición. Se trata de poner pie en pared para impedir que se balcanice España. Y la palabra España, salvo error por mi parte, no apareció ni en uno solo de los discursos. Es como si el hecho de nombrar el término España fuera ya objeto de demonización, cuando es España y su continuidad el reto sustancial, no tal o cual constitución que es algo efímero y reformable. Ese no es el problema; el problema es que los españoles se reencuentren con su patria y en su nación histórica. Es España lo que hay que proteger, no un texto jurídico, por muy Carta Magna que sea, que es un conjunto de acuerdos en un momento determinado de la historia, que puede ser actualizado como pacto entre españoles y no entre partidos.
Porque no hay que confundir sistema de partidos con democracia y como representación real de un país. Los partidos pueden llegar en un momento determinado de la historia a no ser representativos porque la corrupción haya penetrado en el elemento institucional, y hasta en cada rincón de su geografía, y ya dejen de ser realmente representativos del cuerpo nacional, hasta el punto de dejar la sospecha de que las elecciones no son limpias pues no se cumple la propia ley que las regula al no haber escrutinio general.
Debemos centrar el foco, debemos dirigirnos al cogollo del problema, y no levantar polvaredas para que no veamos más allá de lo que hay tras el polvo.