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Miércoles, 25 de Octubre de 2023 Tiempo de lectura:
Nuevo libro de Armando Besga Marroquín

Al-Ándalus: La España que dejó de ser España

[Img #24996]Mi libro Al-Ándalus: La España que dejó de ser España, publicado recientemente por la editorial Letras Inquietas, tiene dos objetivos fundamentales. Uno es demostrar que Al Ándalus de ninguna manera puede considerarse como una de las Españas que ha habido. Si no fue la Antiespaña, sí que se puede afirmar que fue contra el Islam como se rehízo España durante la Reconquista. El otro objetivo es recordar que los procesos de etnogénesis también tienen finales.

 

Para lograr esos objetivos, se han tratado unas cuestiones que resumo a continuación.

 

La historia de Al-Ándalus no forma parte del proceso de hispanización más que por sus consecuencias. Y “España musulmana” significó la deshispanización de su población, porque los hispanomusulmanes no fueron españoles con otra religión.

 

La superioridad cultural de los musulmanes, que explica las conversiones de los cristianos, sólo se dio durante tres siglos o cuatro siglos, la mitad de la época de la Reconquista, porque el esplendor de la civilización islámica, la llamada “edad clásica del Islam”, se sitúa entre los siglos IX y XII. En cambio, en Occidente el siglo XII significa un Renacimiento más importante que el del siglo XV.

 

El otro factor que revela las masivas conversiones se explica por las ventajas que suponía ser mahometano: teóricamente, se dejaban de pagar los impuestos que pesaban sobre los no musulmanes. Sin embargo, hay que destacar la tasa de conversiones de los judíos fue muy baja. Y que los conversos fueron realmente “musulmanes de segunda”.

 

La fe en Mahoma nacionalizaba. En Al-Ándalus no hubo sólo islamización, sino una completa arabización.

 

No todo lo sucedido en la Península Ibérica es historia de España. Como escribió Ortega y Gasset “la territorialidad y el plasma sanguíneo son los últimos atributos que pueden calificar la «nacionalidad» de un hombre”. Por eso. no es lo mismo “Historia de la Península Ibérica” que “Historia de España”.

 

Los musulmanes no se identificaron con Hispania, a diferencia de los visigodos. Al-Ándalus, a diferencia de la Hispania de los cristianos, no se convirtió en una patria. Y ésa es una causa de su fracaso.

 

Al-Ándalus, a diferencia de la España cristiana dividida en reinos, no fue una sociedad cohesionada. Se ha podido calificar a Al-Ándalus como una sociedad de tipo segmentario, en la que el equilibrio social se realiza por medio del antagonismo de los grupos de parentesco. Y es que la tribu se clasifica como una sociedad segmentaria, porque se establece por el principio de oposición de los segmentos, expresada magníficamente por un proverbio árabe que se ha hecho famoso: “Yo contra mi hermano, mi hermano y yo contra mi primo, mi primo mi hermano y yo contra el mundo”. La diversidad étnica y la estructuras tribales propiciaron unos antagonismos que fueron muy importantes hasta la época del pequeño reino de Granada. Así, la unidad de Al-Ándalus tuvo que mantenerse con la fuerza. Y es que el nivel de violencia alcanzado en la vida política andalusí fue mucho mayor que en los reinos hispanocristianos. La gran inestabilidad política de Al-Ándalus también fue el resultado de la inexistencia del sentimiento que podía haber suscitado la idea de patria. Evidentemente, todo esto favoreció considerablemente la Reconquista.

 

Las diferencias entre hispanocristianos y andalusíes no fueron únicamente religiosas –que fue la gran diferencia en la Edad Media–, sino todas aquellas que distinguen a dos civilizaciones. Se diferenciaban en casi todo: la familia, la comida, la vestimenta, la casa, la limpieza (que los cristianos practicaban poco, e, incluso, eran invitados a hacerlo menos para no dar satisfacción al cuerpo), la forma de entierro, el idioma, etc. Por eso, la Reconquista fue mucho más que una guerra religiosa: fue un choque de civilizaciones.

 

Los musulmanes de origen hispano fueron los árabes de España, por la misma razón que llamamos “romanos” a los antiguos iberos en los primeros siglos de nuestra era. Así lo vieron ya los historiadores medievales. Nunca dieron el nombre de “españoles” a los habitantes de Al-Ándalus. Para extranjerizarlos aún más les llamaron comúnmente “moros”, cuando en realidad la inmensa mayoría eran descendientes de hispanogodos.

 

Manuela Marín ha señalado que “España se hizo contra al-Ándalus”, yo diría que se “rehízo”.

 

La idea de la importante herencia musulmana de España o de Andalucía no es el resultado de ningún estudio, sino un prejuicio, cuyos orígenes se encuentran en el Renacimiento. Se desarrolló en el siglo XVIII y triunfó en la época del Romanticismo. Pero en esta cuestión ni siquiera se puede recurrir en este caso a la continuidad biológica de la población, que tanto juego ha dado a la reivindicación de la hispanidad de los pueblos prerromanos y de Al-Ándalus. Los descendientes de la mayoría de los primeros hispanos y de los visigodos que se les añadieron salieron dos veces de la historia de España, una al arabizarse y otra al abandonar la Península Ibérica. Por eso, resulta equivocado atribuir a la herencia árabe o musulmana “los caracteres más negativos de la cultura y formas de vida españolas”. Y resulta completamente absurdo el “patriotismo árabe” con el que se ha pretendido justificar el nacionalismo andaluz desde el principio. Además, esto es peligroso, dada la existencia de un nacionalismo árabe, que pretende ver Al-Ándalus en España y Andalucía, mudados en territorios a redimir, cuando, además, el mandato de convertir la “Casa de la Guerra” también en la “Casa del Islam”  sigue vigente.

 

Al-Ándalus tampoco es Andalucía, poblada por castellanos.

 

En conclusión: Al-Ándalus no forma parte del proceso de hispanización, aunque influyó en ella, que es el que ha hecho España.

 

Armando Besga Marroquín: Al-Ándalus: La España que dejó de ser España. Letras Inquietas (Octubre de 2023)

 

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