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Pedro Chacón
Sábado, 28 de Octubre de 2023 Tiempo de lectura:

Otegi y su compatriota español secuestrado en Gaza

Aunque pueda parecer irónico, que hablemos del compatriota español de Arnaldo Otegi secuestrado por Hamás en Gaza, lo cierto y verdad es que tanto Iván Illarramendi Saizar, el secuestrado, como Arnaldo Otegi Mondragón, el que se refirió a él como “compatriota”, son ciudadanos españoles, son compatriotas, por tanto, ya que comparten una misma patria, que es España, y que, si a alguien no le gusta serlo, en particular a este último, pues que renuncie a dicha nacionalidad a ver qué tal le va así. La artista catalana Nuria Güell, por ejemplo, lleva años intentando dejar de ser española, convertirse en apátrida, y de momento no lo ha conseguido, aunque gracias a esa intención está construyendo toda su obra artística y así la presenta en múltiples exposiciones en España y el extranjero.

 

Hace unos días, tanto el líder de la llamada izquierda abertzale y coordinador de EH-Bildu, Arnaldo Otegi, como el Ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, coincidieron ambos en la misma petición: “la liberación de nuestro compatriota secuestrado” por la guerrilla sanguinaria de Hamás. Iván Illarramendi Saizar, que según unos es de Zarauz, y según otros es de Bilbao, pero veraneante en Zarauz desde siempre, como tantos otros naturales de la capital vizcaína, fue secuestrado en un acto de terrorismo llevado a cabo por Hamás en una incursión contra la población civil en el territorio israelí próximo a la Franja de Gaza, el pasado día 7 de octubre, saldada con mil cuatrocientos muertos israelíes, tanto habitantes de los kibutz cercanos a la frontera de Gaza –caso de Ivan Illarramendi y su pareja– como los asistentes a un festival de música celebrado a pocos kilómetros de la verja de separación entre Gaza e Israel.

 

Arnaldo Otegi añadió que “no somos partidarios de utilizar rehenes civiles para hacer canjes de un tipo o de otro y, por lo tanto, lo que planteamos con claridad es que también hay que permitir liberar a los rehenes cuanto antes”. Y no contento con esta petición, apeló también, en el mismo acto, "al conjunto de la sociedad vasca", para defender que “nadie puede mirar hacia otro lado” puesto que "no es ajena la situación de sufrimiento que en estos momentos se vive en la Franja de Gaza”.

 

Quiere decirse que este hombre, me refiero a Otegi, una de dos, o nos está tomando el pelo o nos toma por tontos, cuando resulta que en el País Vasco de los últimos cincuenta años hemos padecido 79 secuestros, con resultado de asesinato incluido en ciertos casos de ellos, por parte de la organización terrorista que él mismo integró, y con la que participó en algunos de esos secuestros y asesinatos o los mandó llevar a cabo. Y que todo eso se produjo mientras gran parte de la población vasca miraba para otro lado y nadie apelaba a ella entonces para que protestara por la situación en la que vivíamos, y mucho menos Arnaldo Otegi, que en todo caso lo que hacía era animar a dicha población para que apoyara los actos terroristas y diera cobijo y apoyo de todo tipo a sus ejecutores.

 

Mayor caradura es difícil encontrar, o mayor grado de amnesia selectiva, o más capacidad de travestismo o camuflaje moral, por la cual se recuerdan ahora más (“memoria histórica” mediante) los asesinatos de la Guerra Civil y se ignoran o silencian los que ocurrieron aquí hace poco más de una década. Ya sé que cosas así están ya muchas veces dicha, pero hay que repetirlas las veces que haga falta.

 

No podemos aguantar que venga un tipo de esta calaña, una persona de moral más que dudosa, sin credibilidad ninguna, a reclamar nuestra atención por lo que está ocurriendo en Oriente Próximo cuando él fue protagonista de lo que ocurrió aquí mismo y lo sigue sin condenar. La verdad es que es difícil encontrar alguien más cínico y amoral que este hombre en la política vasca o española.

 

No obstante, no me gusta cargar las tintas en esta persona como si el resto del nacionalismo vasco fuera rescatable. Ningún nacionalista vasco lo es, sea del partido que sea. Por eso me resulta tan sospechoso que se estén sacando más miserias de este Otegi ahora en cierta prensa estas últimas semanas a modo de serial de todas las fechorías que cometió, unas ya sabidas otras ahora descubiertas. Me da que el único beneficiario de eso va a ser el otro nacionalismo vasco, de cara a las próximas elecciones. Y no estoy por la labor tampoco de hacerle el caldo gordo a ese otro nacionalismo.

 

Así que sigo con mi análisis de los apellidos, que es a lo que vengo dedicándome en esta serie de “El balle del ziruelo”, como forma de profundizar en la auténtica realidad vasca, por encima y por debajo de la que nos quieren vender personajes como el lendacari Urkullu, que viene ahora diciendo que resulta obligatorio que todo español sepa que aquí hay dos idiomas oficiales. El nacionalismo vasco siempre poniendo deberes a todo el mundo. Ya no se conforma con ponerles deberes a todos los vascos: ahora también les quiere poner deberes al resto de españoles, que deberían sentirse obligados a saber que aquí hay dos idiomas oficiales.

 

Y qué tal con ponerle también deberes al propio Urkullu. Por ejemplo, este: todos los presidentes de comunidad autónoma tienen la obligación de respetar la Constitución, que dice que ellos son los representantes ordinarios del Estado en dichos territorios y, como tales, se supone que deben acudir a las celebraciones del día de la Hispanidad allá donde se celebren, generalmente en Madrid. Pues bien, el mismo Urkullu que nos pone deberes diciendo que estamos obligados a saber que en el País Vasco hay dos lenguas oficiales, no ha ido nunca a dichas celebraciones. El no se siente obligado, parece ser, a respetar algo que todos los demás presidentes de comunidades autónomas (salvo el de Cataluña, otro que tal) realizan con total naturalidad.

 

Siguiendo el libro Secuestrados. Símbolos de libertad (crónica de todos los secuestros de ETA. Documentos para la paz), de Kepa Pérez, editado por la Asociación para la Defensa de la Dignidad Humana en 2007, este es el listado de los secuestrados por ETA entre 1970 y 1997. Algunos de ellos acabaron asesinados o con tiros en las piernas:

 

José Ángel Aguirre

Eugene Beihl Schaefer

Lorenzo Zabala Suinaga

Felipe Huarte Beaomont

Francisco Luzuriaga

José Luis Arrasate Gaztelurrutia

Ángel Berazadi Urbe (asesinado)

Ramón Lorenzo Pastor López-Andújar

Javier de Ybarra y Bergé (asesinado)

Javier Artiach

Pedro Luís Iturriegui Iglesias (con un tiro en la pierna)

Ignacio Iturzaeta

Jacinto Zulaica Iríbar (dos tiros en ambas piernas)

José Javier Crespo Berisa

Javier Alegría

José Elicegui Gurruchaga (tiro en la pierna)

Modesto Carriegas Pérez

Georges Roucier (tiro en la pierna)

Jesús Molero Guerra (dos tiros en las piernas)

Luis Abaitua Palacios

Victoriano Magdaleno Ibáñez (tiro en la pierna)

Víctor Herrero Royo (tiro en la pierna)

Fernando Picó

Serafín Apellániz Pagola (tiro en la pierna)

Ignacio Astiz Larralla

José Luis Calvo Casas (tiro en la pierna)

Javier Rupérez Rubio

Javier Jáuregui Guelbenzu (dos tiros en las piernas)

Alfredo Ramos Vázquez (asesinado)

Eduardo Sanchiz López (un tiro en la pierna)

Jesús Serra Santamans

Martín Arbulu Arana (escapó)

Ignacio Erdocia Uribarrena

Julián Balencetegui Celayeta

José María Araquistáin (tiro en la pierna)

Gregorio Baza Campondegui (tiro en la pierna)

Pedro Abréu Almagro

José Ignacio Ustarán Ramírez (asesinado)

José Garavilla Legarra

José María Pérez Orueta (asesinado)

Juan Bilbao Echevarría

Luciano Varela Echevarría (dos tiros en las piernas)

Luis Suñer Sanchís

José María Ryan Estrada (asesinado)

Javier Egaña

Antonio Alfaro Fernández

Hermann Díez del Sel

Gabriel de Biurrum Altavill

Roberto Lertxundi Barañano

Ángel Pérez

Julio Iglesias Puga

José Lipperheide Henke

Luis Manuel Allende Porrúa

Mirentxu Elósegui Garmendia (única mujer)

Rafael Abaitua Arana

Francisco Limousin Casteres

Saturnino Orbegozo Izaguirre

Bernabé Ruiz de Velasco

Miguel Ignacio Etxeberria

Jesús Guibert Azcue

Diego de Prado y Colón de Carvajal

Alberto Martín Barrios (asesinado)

José Cruz Larrañaga Mendizábal

Francisco Arin Urquiola (asesinado)

José María Gastón Resano

Ángel Urteaga Izurzun

Ángel Carasusan Madrazo

Juan Pedro Guzmán Uribe

José María Egaña Loidi

Lucio Aguinagalde Aizpurúa

Jaime Caballero Urdampilleta

Andrés Gutiérrez Blanco

Emiliano Revilla Sanz

Adolfo Villoslada Martín

Julio Iglesias Zamora

José María Aldaya Etxeburua

José Antonio Ortega Lara

Cosme Delclaux Zubiría

Miguel Ángel Blanco Garrido (asesinado)

 

Salen 79 personas secuestradas, de las cuales 9 fueron asesinadas, a 10 les pegaron un tiro en una pierna y a 4 les pegaron dos tiros en sendas piernas.

 

Me interesa hacer el ejercicio de los apellidos con ellos, más que nada por reparar, en este caso, en que tanto los apellidos eusquéricos como los castellanos están bastante equiparados, todos compartiendo una misma condición: ser obstáculo para que ETA y el nacionalismo en general consiguieran sus objetivos políticos, utilizándolos como rehenes para financiarse con su liberación.

 

Sin ánimo de ser exhaustivos, porque de algunos secuestrados solo tenemos su primer apellido, tenemos en total 64 apellidos castellanos o no eusquéricos (hay algunos catalanes), 67 eusquéricos y 12 extranjeros. Se comprende que fuera así porque se trataba, en general y salvo excepciones (como políticos, pensemos en Miguel Ángel Blanco; o como funcionarios, pensemos en Ortega Lara), de industriales, empresarios y gente de dinero, entre los que el porcentaje de apellidos eusquéricos es mayor si estamos en el País Vasco, porque quienes inmigraron de otras partes de España no eran en su inmensa mayoría empresarios sino trabajadores y gente de humilde condición. Pero a pesar de esa realidad, que nos llevaría a pensar que la mayoría de los apellidos en juego deberían ser eusquéricos, por tratarse la mayoría de secuestrados de gente de aquí y además con dinero, lo cierto es que están bastante parejos ambos grupos de apellidos, sin que destaque uno por encima del otro de manera notoria. Descontados, claro está, los secuestrados que vivían fuera del País Vasco, que hubo unos cuantos, el cómputo de apellidos lo que indica, sobre todo, es la potencia de la inmigración vasca procedente de otras partes de España, que arrolló toda la realidad preexistente en la región de acogida, en todos sus sectores o estamentos.

 

Los ocho que estuvieron más días secuestrados fueron:

 

Ortega Lara, Aldaya Etxeburua, Revilla Sanz, Delclaux Zubiría, Iglesias Zamora, Suñer Sanchís, Villoslada Martín y Prado y Colón de Carvajal. Como se puede ver, mayoría absoluta de apellidos castellanos. Casualidad o no ahí está el dato.

 

En cambio, los que se fueron con tiros en las piernas están bastante equilibrados. Con un tiro se fueron diez secuestrados: Iturriegui Iglesias, Elicegui Gurruchaga, Roucier, Ibañez, Herrero Rojo, Apellániz Pagola, Calvo Casas, Sanchiz López, Araquistain, Baza Campondegui. Aquí son 7 apellidos eusquéricos, 9 castellanos y uno extranjero.

 

Y con dos tiros se fueron: Zulaica Iríbar, Arin Urquiola, Molero Guerra, Jáuregui Guelbenzu y Varela Echevaría. Aquí 5 eusquéricos por 3 castellanos.

 

Y luego, entre los asesinados:

 

Ángel Berazadi Urbe

Javier de Ybarra y Bergé

Alfredo Ramos Vázquez

José Ignacio Ustarán Ramírez

José María Pérez Orueta

José María Ryan Estrada

Alberto Martín Barrios

Francisco Arin Urquiola

Miguel Ángel Blanco Garrido

 

De los cuales, 8 apellidos son eusquéricos, 9 castellanos, 2 extranjeros. Aquí ganan los apellidos castellanos por poco.

 

Lo dicho, paridad de apellidos castellanos y eusquéricos entre quienes fueron víctimas todas ellas del nacionalismo vasco obligatorio, lo cual demuestra que el mundo eusquérico también fue víctima, en tanto en cuanto se sentía también español o por lo menos tan español como vasco.

 

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