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Arturo Aldecoa Ruiz
Viernes, 03 de Noviembre de 2023 Tiempo de lectura:

Cicerón y los políticos sin escrúpulos

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¿Qué opinaría Cicerón sobre la situación política de una República en manos de un arribista ambicioso y sus impresentables aliados?

 

El más fino político y orador de la antigua República Romana tenía muy claro lo que puede pasar cuando dejas los asuntos públicos en manos de gentes rapaces y sin escrúpulos, aprendices de Catilina dispuesto a todo para conseguir el poder o para mantenerse en el mismo.

 

Cicerón explica con gran claridad las consecuencias de un gobierno en manos de ambiciosos despóticos en varias de sus obras.

 

Por ejemplo, por un lado, en su contundente “Primer discurso sobre el proceso a Verres”, que causó que el corrupto ex pretor de Sicilia huyera de Roma para evitar ser juzgado y que se emitiera sentencia condenatoria por sus crímenes y rapiñas.

 

Por otro, en su “Primer discurso contra la ley agraria”, donde explica y combate las estrategias de los corruptos para el saqueo de los bienes y fondos públicos.

 

Por otro, finalmente, en el "Manual electoral" que utilizó para ganar las elecciones al consulado frente a Catilina y Gayo Antonio.

 

Éstas son nueve advertencias que el futuro cónsul de Roma en el año 63 a. C. hizo para sus contemporáneos para que evitarán dejar el gobierno de la Republica en malas manos.

 

Tienen hoy en día plena vigencia pues los ambiciosos y su avidez de poder siguen siendo hoy en día iguales que entonces, a pesar de los veinte siglos y pico transcurridos.

 

  1. Los síntomas del fin del estado de derecho:

 

“Los pueblos en decadencia, cuando desesperan de todo, suelen presentar estos síntomas de su desastrado fin: a los condenados se los reintegra en sus bienes y derechos, los presos recobran la libertad, vuelven los desterrados y se anulan las sentencias. Cuando  tales cosas ocurren, nadie deja de comprender que la República perece y donde suceden nadie conserva esperanza alguna de salvación.”

 

  1. Sobre la legalidad y los límites de la autoridad de un cargo público:

 

“Defenderé tu autoridad todo el tiempo que quieras; pero desde el momento que empieces a quebrantar tus propias sentencias, dejaré de respetarlas, teniendo derecho a sostener que el hombre que por su propio juicio resulta condenado, ha de serlo también por la sentencia de juramentados jueces.”

 

  1. Sobre las leyes y el mal uso del poder por un cargo público:

 

“No se te habían dado tanto poder y tantos honores a fin de que te valieras de esta extraordinaria fuerza y autoridad para romper las barreras de las leyes del pudor y del deber para convertir lo que es de todos en presa de tu codicia, y para que no hubiese cosa segura ni resguardada de tu avaricia y audacia.”

 

  1. Sobre la responsabilidad de un gobernante:

 

“Grande es el clamor y admiración pública al ver tamaña osadía y tanto descaro en aquel hombre que atribuye a otros la causa de una calamidad ocasionada únicamente por su codicia; que, sospechoso de tener tratos con piratas, acusa a otros de traición.”

 

  1. Sobre la contumacia en el comportamiento indigno de un  mal gobernante:

 

“Parece, jueces, que ya nada puede añadirse a tanta depravación, demencia y crueldad, y de seguro si compitiera en perversidad con los demás malvados, les excedería considerablemente. Pero compite consigo mismo, procurando que sus nuevas maldades superen siempre las anteriores.”

 

  1. Sobre la compra de apoyos y voluntades con los bienes públicos:

 

“Verdaderamente no hay nada que no pueda comprarse dando cuanto quiere el vendedor.”

 

“Despojemos, pues, al mundo entero, vendamos las rentas públicas, vaciemos el erario público para comprar a gentes odiosas o perversas.”

 

  1. Sobre la confusión entre beneficio propio e interés público:

 

“Con esta excepción que tú llamas beneficio, siendo en realidad precio y merced, conviertes en vergonzoso tráfico la majestad de la República, aminoras los auxilios debidos al pueblo romano, y destruyes su derecho de soberanía.”

 

  1. Sobre los adversarios de un mal gobernante:

 

“No fuiste, repito, enemigo solo de un hombre o un pueblo; Lo fuiste también de la causa común de la libertad.”

 

  1. Sobre la forma de acceder al gobierno:

 

“Aquello que el candidato no sea capaz de hacer, debe amablemente negarse a hacerlo o no negarse:  lo primero es propio de un hombre bueno, pero lo segundo es propio de un buen candidato.”

 

“Mira bien la diferencia entre ambos casos. En el primero la acusación sería imposible; En el segundo lo es la defensa.”

 

¿Seremos capaces hoy en día de frenar a nuestros modernos catilinarios que quieren apoderarse del estado y doblegar a su antojo las leyes?

 

Como le gustaba recordar a Cicerón, citando a Ennio, “La República romana se funda en la moral tradicional y en sus hombres”. Nuestra democracia actual también. Nosotros tenemos la palabra.

 

(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Ex Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999 - 2019

 

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