Los deberes del maestrillo Urkullu
![[Img #25033]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/11_2023/5580_screenshot-2023-11-04-at-10-37-12-urkullu-busqueda-de-google.png)
En la prensa nacional española, y particularmente en los medios de Madrid, es moneda corriente la especie de que Iñigo Urkullu, el lehendakari, es el moderado, mientras que Andoni Ortuzar y sus secuaces del Euscadi Vuru Vachar, son los amontarados, integristas, trabucaires, con la boina calada a rosca y que adoptan las posturas más intransigentes de todas. A estos últimos se habría debido, según esa teoría, la decisión de dejar de apoyar a Mariano Rajoy y favorecer así la moción de censura de Pedro Sánchez, allá por el 1 de junio de 2018 y a ellos se debe en la actualidad el apoyo a Pedro Sánchez en la anterior legislatura y su continuación en ese gobierno Frankenstein, 2ª parte, que se está gestando ahora en el Congreso o más bien a espaldas del Congreso. Vamos, que sería como si Urkullu asistiera a estas decisiones, radicales y que nos llevarán no se sabe dónde, como convidado de piedra y sin intervenir para nada, aceptando pacientemente las tomas de posición de esa cuadrilla que supuestamente gobierna el partido.
Mi teoría, en cambio es la contraria. Es Urkullu el que verdaderamente manda en el PNV y tiene engañada a mucha gente, haciéndose pasar por el bueno del partido, para Madrid, mientras que los otros serían los malos. Nada más lejos de la realidad. Ahí el que manda es Urkullu, y manda hasta tal punto que tiene engañado a todo el mundo con su supuesta moderación, dejando para sus compañeros de partido el papel de intransigentes.
Urkullu empezó como maestro en una ikastola. Profesión digna donde las haya pero que a nuestro personaje se le quedaba corta, parece ser. A pesar de su apariencia pánfila y robótica, este lendacari que tenemos y que amenaza con endosarnos un cuarto mandato seguido al frente del Gobierno vasco, ejerce un férreo control sobre su partido y encima, como acabo de explicar, tiene la capacidad de hacernos creer que él obedece las órdenes del Euscadi Vuru Vachar, que es el máximo órgano de dirección del PNV, al frente del cual hay un señor con pinta de carnicero de barrio (otra profesión digna y honrosa donde las haya, aunque de capa caída por la competencia de los grandes centros comerciales), que se llama Andoni Ortuzar.
Pero eso de que Urkullu obedece las órdenes del Euscadi Vuru Vachar es toda una pantomima. Porque él fue quien puso al frente de ese órgano de dirección a su amigo Ortuzar, que a su vez previamente le había sustituido al frente del Vizcay Vuru Vachar, en una cadena de cargos y sustituciones que entre los dos se guisaron y se comieron a plena satisfacción para controlar, como lo hacen hoy, el partido, pero siempre al frente el del labio caído, el maestrillo Urkullu.
Y es que cuando Urkullu se enfada, que le pasa muy a menudo y cada vez más, se le cae el labio inferior un poco más de lo normal y esa imagen nos la ha estado ofreciendo en los últimos meses de una manera más intensa que en todos los anteriores años que lleva al cargo. Y cuando el maestrillo Urkullu se enfada y se le cae el labio inferior, cuando eso pasa, también ocurre que regaña a la gente, le manda más deberes de lo habitual y se pone más serio de lo que suele. Es el típico maestrillo, con la misma imagen hierática, impenetrable y distante, profundamente desagradable, que conocimos en algunos maestrillos que nos tocaron en suerte durante nuestros primeros años en la todavía escuela nacional franquista, pero sin llegar a alcanzar nunca la categoría de maestro de verdad, la que pudimos comprobar también y disfrutar en algunos grandes maestros que tuvimos entonces, y que nos dejaron los buenos recuerdos y las buenas costumbres y las buenas maneras que hemos intentado mantener de por vida quienes asistimos nuestros primeros años a la última etapa de la escuela nacional franquista. Si al maestrillo Urkullu le valiera, nos pondría más deberes todavía de los que habitualmente nos pone y hasta nos castigaría y todo, por no hacerlos o por hacerlos mal.
Hace poco dio un discurso delante del empresariado español en pleno, con el Rey delante y todo, y se puso a decir unas cuantas frases en eusquera, como suele hacerlo siempre en todos sus discursos para luego pasarse al castellano. Pues resultó que se enfadó, porque en medio de sus frasecillas en eusquera la gente empezó a carraspear, a toser y a murmurar. Y él entonces se paró y miró a la gente como de refilón, desafiante incluso, con el labio inferior supercaído, haciendo ver que estaba enfadado porque la gente parecía no sentirse agusto con su discurso. Y claro, luego vino el encargado de turno de su partido para decir, ¡oh Dios!, que el lendacari estaba enfadado y que había que pedirle disculpas. Y resultó que estaba enfadado porque la gente no le había atendido debidamente a sus frasecillas en eusquera. No se le ocurrió pensar que a lo mejor era porque estaba siendo descortés y maleducado él, dirigiéndose en eusquera a unas personas que, en su inmensa mayoría, siendo procedentes de todos los rincones de España, no le entendían en esa lengua. Y él lo sabía perfectamente, que no le iban a entender. Y luego salió diciendo, a través de sus correligionarios, que es que el lendacari siempre dice unas frasecillas en eusquera al principio de sus discursos para luego decir lo mismo en castellano. Pero cómo quiere que quien le escuche y no entienda el eusquera sepa que va a decir lo mismo luego en castellano. Los que no le entienden en eusquera no tienen por qué saber que luego va a decir lo mismo en castellano o que lo que diga luego en castellano es lo mismo que lo que dijo antes en eusquera. No lo entienden y punto.
Pues nada, luego el maestrillo Urkullu, como era previsible después de su enfado, volvió a poner deberes, y esta vez a todos los españoles, diciendo que todos los españoles tienen la obligación de saber que en el País Vasco hay dos idiomas oficiales. Hombre, como si no lo supieran.
Y es que el maestrillo Urkullu se está enfadando mucho últimamente, con todos, con la policía, con los médicos, con los maestros que, a diferencia de él, sí ejercen, con los empresarios, con los funcionarios, con los jueces. Todos están yendo a la huelga últimamente –y en el caso de los empresarios, haciendo informes para demostrar que la cosa no va todo lo bien que debiera– y entonces el maestrillo Urkullu arremete contra los que van a la huelga y les dice que van a la huelga por ir, que van mal a la huelga, que hacen muy mal yendo a la huelga por la huelga en sí, sin motivo y sin razón. Y los empresarios también hacen mal, según él, por dar malos pronósticos de cómo va el País Vasco. Según el maestrillo Urkullu no tenemos derecho a ir a la huelga viviendo tan bien como vivimos aquí, con un concierto económico a la medida, con un cupo que es de risa, con una influencia en Madrid a la que ahora se ha sumado EH Bildu… ¿Será por eso que está el maestrillo Urkullu más enfadado de lo habitual, porque EH Bildu está empezando a hacer lo que su partido, el PNV, lleva haciendo desde hace más de cuarenta años: aprovecharse todo lo que podía del terrorismo, cuando había terrorismo, y así sacar tajada allí, yendo de pacificador, de domador de la bestia? Ahora que la bestia está como narcotizada y ha decidido copiar lo que hacía el domador, el maestrillo Urkullu se enfada más de la cuenta. Como si el chollo tocara a su fin.
También se ha enfadado con quien fuera jefe de los jueces vascos, ahora ya retirado, porque a este se le ha ocurrido denunciar lo que supone una campaña de acoso contra los jueces, orquestada desde el nacionalismo, para deslegitimar su papel en el País Vasco, considerándolos enemigos de lo vasco porque han dictado algunas sentencias donde se contradice el papel que las autoridades nacionalistas quieren reservar al eusquera en el acceso a la función pública o en la actividad normal de los ayuntamientos. Es imprensentable, inaudito, improcedente o no sé qué es lo que ha dicho Urkullu, que el anterior jefe de los jueces, ahora ya jubilado, compare esta predilección por el eusquera y este rechazo a los jueces, con las campañas de deslegitimación contra el poder judicial de los tiempos del terrorismo. Cuando estamos ante el mismo ambiente insoportable generado por el nacionalismo para imponer sus criterios alucinantes en materia lingüística, que es lo mismo que ETA hizo cuando asesinó a Fernando Buesa, uno de los gestores de los modelos lingüísticos en la administración pública, o atentando contra José Ramón Recalde, el otro pilar del socialismo vasco encargado de esos menesteres. Se repite la historia, ahora ya sin terrorismo, pero con la misma intención totalitaria por parte del nacionalismo. La denuncia del que fuera jefe de los jueces vascos es completamente pertinente, necesaria y además cierta. Pues bien, ante esto Urkullu responde con el enfado, dejando caer todo lo que puede su labio y poniendo cara de pocos amigos, que es la habitual que tiene solo que reforzada. Y no solo eso, sino que esta vez él mismo es quien ha encendido el fuego y ha llevado a animar al resto de la borrocada a montar una manifestación contra los jueces. Ahora la manifestación y la queja van a ser buenas y pertinentes, porque son para protestar contra los jueces que actúan contra el eusquera. Todas las demás manifestaciones y quejas, las de los ertzainas, sanitarios, funcionarios, profesores o empresarios están fuera de lugar, según el maestrillo Urkullu.
Hace poco el maestrillo Urkullu estuvo en Japón. Cuando fue al viaje, en la propaganda anunciadora del mismo, decía que era un motivo de gran satisfacción poder hacer un viaje que iba a suponer una gran oportunidad de encuentro para “los dos países”, o sea, Japón y Euskadi, tal cual. Y no se le cayó el labio inferior de vergüenza, entonces, porque estaba muy contento. No era para menos. Compararse con Japón, ahí es nada, 124 millones de habitantes, la tercera potencia económica mundial y Euskadi tratándola de tú a tú. El caso es que allí se encontró con alcaldes y concejales de distrito, algún gobernador, similar a los subdelegados del gobierno de aquí y poco más. Porque dijo que se había visto con no sé cuántos ministros del gobierno japonés, pero él, que se había llevado sus fotógrafos oficiales, no se sacó ni una foto con esos ministros, ni una sola. Otra tomadura de pelo. Y dijo también que fue con una comitiva de 52 empresarios, entre los que, claro, si cuenta como empresarios a los que montan una startup dedicada al pintxo de gilda, que se fueron allí a hacer demostraciones gastronómicas, pues seguro que le salen 52, no le van a salir, y muchas más. Y hasta se quedaría corto.
Ahora sí, antes de irse a Japón también nos puso deberes. Por si nos relajábamos mientras duraba el viaje. Y publicó un artículo en el principal periódico de la región titulado “El progreso y el bienestar de Euskadi” donde nos endosó una retahíla de datos para demostrar que la situación del País Vasco no es tan mala como los agentes sociales se empeñan en airear para justificar así sus movilizaciones. Varias veces en el artículo decía que hay que utilizar “datos objetivos”, “datos reales, objetivos y contrastables” para hablar con propiedad de nuestra situación social y económica, para comprobar, de ese modo, que no estamos tan mal como algunos quieren hacer ver. Y así el grueso del artículo nos endosaba una retahíla de datos económicos para hacernos ver que estamos a la altura de los más importantes países europeos en productividad, empleo, nivel de vida, bienestar y demás parámetros con los que los economistas nos pretenden convencer de las bondades de la sociedad en la que vivimos.
Y es que el nacionalismo, además de no tener fundamento histórico tampoco tiene vergüenza alguna para decir lo que le parezca. Porque si utilizamos “los datos reales, objetivos y contrastables” de la sociedad vasca en que vivimos nos saldría, por ejemplo, una composición de apellidos vascos, según sus portadores, en la que, como ya sabemos en esta serie, solo un 20% de los vascos tienen los dos primeros apellidos eusquéricos, un 30% uno sí y otro no y el 50% no tienen ningún apellido vasco. Así que los datos objetivos son que ustedes, los nacionalistas, gobiernan sobre una sociedad vasca completamente distinta de la que creen. Que aquí los vascos como ustedes, los que copan todos los gobiernos, el autonómico, los provinciales y los locales, con todos sus apellidos eusquéricos, son una minoría. Esos son los datos objetivos de la sociedad vasca actual sobre la que ustedes gobiernan, intentándonos hacer creer que quienes no son “pata negra”, como ustedes, somos una minoría social a integrar en su mundo de ilusión nacionalista. Por lo tanto, maestrillo Urkullu, no nos dé usted clases de “datos objetivos” sobre la sociedad vasca actual, porque los primeros que no actúan sobre la sociedad vasca real, objetiva y contrastable son ustedes, los nacionalistas.
Y más deberes que le voy a poner a usted también. Y es que, si tanto dice que los españoles, todos los españoles, tienen la obligación de saber que aquí hay dos lenguas oficiales, la castellana y la vasca, ¿por qué luego solo se prioriza la lengua eusquera en la enseñanza, como si la castellana no se mereciera que aprendamos su gramática, su literatura y su historia, que es de las más ricas del mundo, tratándose como se trata de la segunda lengua materna más hablada, con 600 millones de personas detrás? ¿No se le cae la cara de vergüenza, o el labio inferior, tanto da, marginando a una de las lenguas más importantes de la humanidad, creyendo, como el fundador de su partido, que es una lengua inferior al eusquera?
Y más deberes: si resulta que todos los españoles, como usted dice, tienen que saber que aquí hay dos lenguas oficiales, por qué usted no acepta que vivimos en una monarquía parlamentaria y que España también es una nación, como puede ser la que usted considera nación vasca. Una nación española que tiene, al menos, los mismos derechos que la suya para existir en tierra vasca, que siempre ha sido parte de España, desde muchísimo antes de que existiera el PNV.
Y más deberes y termino por hoy: ¿por qué usted, como lendacari y por tanto representante ordinario del Estado en la Comunidad Autónoma Vasca, no va nunca a las celebraciones del día de la Hispanidad en Madrid y tampoco ha ido ahora a la jura de la Constitución de la princesa de Asturias, heredera al trono de España? ¿Por qué nos pone deberes a todos los vascos y a todos los españoles y en cambio no se pone alguno, de vez en cuando, a usted mismo, como si estuviera por encima de los demás? Y luego se quejará de que llamemos supremacista a su partido y supremacista a todo el nacionalismo y supremacista al que lo fundó y supremacistas a todos los que le siguieron de todas las ramas, la terrorista y la aprovechategui, y supremacista, en fin, a usted mismo, lendacari Urkullu, el del labio inferior caído cuando se enfada, el maestrillo que pone deberes y se enfada, como si tuviera siempre la razón.
En la prensa nacional española, y particularmente en los medios de Madrid, es moneda corriente la especie de que Iñigo Urkullu, el lehendakari, es el moderado, mientras que Andoni Ortuzar y sus secuaces del Euscadi Vuru Vachar, son los amontarados, integristas, trabucaires, con la boina calada a rosca y que adoptan las posturas más intransigentes de todas. A estos últimos se habría debido, según esa teoría, la decisión de dejar de apoyar a Mariano Rajoy y favorecer así la moción de censura de Pedro Sánchez, allá por el 1 de junio de 2018 y a ellos se debe en la actualidad el apoyo a Pedro Sánchez en la anterior legislatura y su continuación en ese gobierno Frankenstein, 2ª parte, que se está gestando ahora en el Congreso o más bien a espaldas del Congreso. Vamos, que sería como si Urkullu asistiera a estas decisiones, radicales y que nos llevarán no se sabe dónde, como convidado de piedra y sin intervenir para nada, aceptando pacientemente las tomas de posición de esa cuadrilla que supuestamente gobierna el partido.
Mi teoría, en cambio es la contraria. Es Urkullu el que verdaderamente manda en el PNV y tiene engañada a mucha gente, haciéndose pasar por el bueno del partido, para Madrid, mientras que los otros serían los malos. Nada más lejos de la realidad. Ahí el que manda es Urkullu, y manda hasta tal punto que tiene engañado a todo el mundo con su supuesta moderación, dejando para sus compañeros de partido el papel de intransigentes.
Urkullu empezó como maestro en una ikastola. Profesión digna donde las haya pero que a nuestro personaje se le quedaba corta, parece ser. A pesar de su apariencia pánfila y robótica, este lendacari que tenemos y que amenaza con endosarnos un cuarto mandato seguido al frente del Gobierno vasco, ejerce un férreo control sobre su partido y encima, como acabo de explicar, tiene la capacidad de hacernos creer que él obedece las órdenes del Euscadi Vuru Vachar, que es el máximo órgano de dirección del PNV, al frente del cual hay un señor con pinta de carnicero de barrio (otra profesión digna y honrosa donde las haya, aunque de capa caída por la competencia de los grandes centros comerciales), que se llama Andoni Ortuzar.
Pero eso de que Urkullu obedece las órdenes del Euscadi Vuru Vachar es toda una pantomima. Porque él fue quien puso al frente de ese órgano de dirección a su amigo Ortuzar, que a su vez previamente le había sustituido al frente del Vizcay Vuru Vachar, en una cadena de cargos y sustituciones que entre los dos se guisaron y se comieron a plena satisfacción para controlar, como lo hacen hoy, el partido, pero siempre al frente el del labio caído, el maestrillo Urkullu.
Y es que cuando Urkullu se enfada, que le pasa muy a menudo y cada vez más, se le cae el labio inferior un poco más de lo normal y esa imagen nos la ha estado ofreciendo en los últimos meses de una manera más intensa que en todos los anteriores años que lleva al cargo. Y cuando el maestrillo Urkullu se enfada y se le cae el labio inferior, cuando eso pasa, también ocurre que regaña a la gente, le manda más deberes de lo habitual y se pone más serio de lo que suele. Es el típico maestrillo, con la misma imagen hierática, impenetrable y distante, profundamente desagradable, que conocimos en algunos maestrillos que nos tocaron en suerte durante nuestros primeros años en la todavía escuela nacional franquista, pero sin llegar a alcanzar nunca la categoría de maestro de verdad, la que pudimos comprobar también y disfrutar en algunos grandes maestros que tuvimos entonces, y que nos dejaron los buenos recuerdos y las buenas costumbres y las buenas maneras que hemos intentado mantener de por vida quienes asistimos nuestros primeros años a la última etapa de la escuela nacional franquista. Si al maestrillo Urkullu le valiera, nos pondría más deberes todavía de los que habitualmente nos pone y hasta nos castigaría y todo, por no hacerlos o por hacerlos mal.
Hace poco dio un discurso delante del empresariado español en pleno, con el Rey delante y todo, y se puso a decir unas cuantas frases en eusquera, como suele hacerlo siempre en todos sus discursos para luego pasarse al castellano. Pues resultó que se enfadó, porque en medio de sus frasecillas en eusquera la gente empezó a carraspear, a toser y a murmurar. Y él entonces se paró y miró a la gente como de refilón, desafiante incluso, con el labio inferior supercaído, haciendo ver que estaba enfadado porque la gente parecía no sentirse agusto con su discurso. Y claro, luego vino el encargado de turno de su partido para decir, ¡oh Dios!, que el lendacari estaba enfadado y que había que pedirle disculpas. Y resultó que estaba enfadado porque la gente no le había atendido debidamente a sus frasecillas en eusquera. No se le ocurrió pensar que a lo mejor era porque estaba siendo descortés y maleducado él, dirigiéndose en eusquera a unas personas que, en su inmensa mayoría, siendo procedentes de todos los rincones de España, no le entendían en esa lengua. Y él lo sabía perfectamente, que no le iban a entender. Y luego salió diciendo, a través de sus correligionarios, que es que el lendacari siempre dice unas frasecillas en eusquera al principio de sus discursos para luego decir lo mismo en castellano. Pero cómo quiere que quien le escuche y no entienda el eusquera sepa que va a decir lo mismo luego en castellano. Los que no le entienden en eusquera no tienen por qué saber que luego va a decir lo mismo en castellano o que lo que diga luego en castellano es lo mismo que lo que dijo antes en eusquera. No lo entienden y punto.
Pues nada, luego el maestrillo Urkullu, como era previsible después de su enfado, volvió a poner deberes, y esta vez a todos los españoles, diciendo que todos los españoles tienen la obligación de saber que en el País Vasco hay dos idiomas oficiales. Hombre, como si no lo supieran.
Y es que el maestrillo Urkullu se está enfadando mucho últimamente, con todos, con la policía, con los médicos, con los maestros que, a diferencia de él, sí ejercen, con los empresarios, con los funcionarios, con los jueces. Todos están yendo a la huelga últimamente –y en el caso de los empresarios, haciendo informes para demostrar que la cosa no va todo lo bien que debiera– y entonces el maestrillo Urkullu arremete contra los que van a la huelga y les dice que van a la huelga por ir, que van mal a la huelga, que hacen muy mal yendo a la huelga por la huelga en sí, sin motivo y sin razón. Y los empresarios también hacen mal, según él, por dar malos pronósticos de cómo va el País Vasco. Según el maestrillo Urkullu no tenemos derecho a ir a la huelga viviendo tan bien como vivimos aquí, con un concierto económico a la medida, con un cupo que es de risa, con una influencia en Madrid a la que ahora se ha sumado EH Bildu… ¿Será por eso que está el maestrillo Urkullu más enfadado de lo habitual, porque EH Bildu está empezando a hacer lo que su partido, el PNV, lleva haciendo desde hace más de cuarenta años: aprovecharse todo lo que podía del terrorismo, cuando había terrorismo, y así sacar tajada allí, yendo de pacificador, de domador de la bestia? Ahora que la bestia está como narcotizada y ha decidido copiar lo que hacía el domador, el maestrillo Urkullu se enfada más de la cuenta. Como si el chollo tocara a su fin.
También se ha enfadado con quien fuera jefe de los jueces vascos, ahora ya retirado, porque a este se le ha ocurrido denunciar lo que supone una campaña de acoso contra los jueces, orquestada desde el nacionalismo, para deslegitimar su papel en el País Vasco, considerándolos enemigos de lo vasco porque han dictado algunas sentencias donde se contradice el papel que las autoridades nacionalistas quieren reservar al eusquera en el acceso a la función pública o en la actividad normal de los ayuntamientos. Es imprensentable, inaudito, improcedente o no sé qué es lo que ha dicho Urkullu, que el anterior jefe de los jueces, ahora ya jubilado, compare esta predilección por el eusquera y este rechazo a los jueces, con las campañas de deslegitimación contra el poder judicial de los tiempos del terrorismo. Cuando estamos ante el mismo ambiente insoportable generado por el nacionalismo para imponer sus criterios alucinantes en materia lingüística, que es lo mismo que ETA hizo cuando asesinó a Fernando Buesa, uno de los gestores de los modelos lingüísticos en la administración pública, o atentando contra José Ramón Recalde, el otro pilar del socialismo vasco encargado de esos menesteres. Se repite la historia, ahora ya sin terrorismo, pero con la misma intención totalitaria por parte del nacionalismo. La denuncia del que fuera jefe de los jueces vascos es completamente pertinente, necesaria y además cierta. Pues bien, ante esto Urkullu responde con el enfado, dejando caer todo lo que puede su labio y poniendo cara de pocos amigos, que es la habitual que tiene solo que reforzada. Y no solo eso, sino que esta vez él mismo es quien ha encendido el fuego y ha llevado a animar al resto de la borrocada a montar una manifestación contra los jueces. Ahora la manifestación y la queja van a ser buenas y pertinentes, porque son para protestar contra los jueces que actúan contra el eusquera. Todas las demás manifestaciones y quejas, las de los ertzainas, sanitarios, funcionarios, profesores o empresarios están fuera de lugar, según el maestrillo Urkullu.
Hace poco el maestrillo Urkullu estuvo en Japón. Cuando fue al viaje, en la propaganda anunciadora del mismo, decía que era un motivo de gran satisfacción poder hacer un viaje que iba a suponer una gran oportunidad de encuentro para “los dos países”, o sea, Japón y Euskadi, tal cual. Y no se le cayó el labio inferior de vergüenza, entonces, porque estaba muy contento. No era para menos. Compararse con Japón, ahí es nada, 124 millones de habitantes, la tercera potencia económica mundial y Euskadi tratándola de tú a tú. El caso es que allí se encontró con alcaldes y concejales de distrito, algún gobernador, similar a los subdelegados del gobierno de aquí y poco más. Porque dijo que se había visto con no sé cuántos ministros del gobierno japonés, pero él, que se había llevado sus fotógrafos oficiales, no se sacó ni una foto con esos ministros, ni una sola. Otra tomadura de pelo. Y dijo también que fue con una comitiva de 52 empresarios, entre los que, claro, si cuenta como empresarios a los que montan una startup dedicada al pintxo de gilda, que se fueron allí a hacer demostraciones gastronómicas, pues seguro que le salen 52, no le van a salir, y muchas más. Y hasta se quedaría corto.
Ahora sí, antes de irse a Japón también nos puso deberes. Por si nos relajábamos mientras duraba el viaje. Y publicó un artículo en el principal periódico de la región titulado “El progreso y el bienestar de Euskadi” donde nos endosó una retahíla de datos para demostrar que la situación del País Vasco no es tan mala como los agentes sociales se empeñan en airear para justificar así sus movilizaciones. Varias veces en el artículo decía que hay que utilizar “datos objetivos”, “datos reales, objetivos y contrastables” para hablar con propiedad de nuestra situación social y económica, para comprobar, de ese modo, que no estamos tan mal como algunos quieren hacer ver. Y así el grueso del artículo nos endosaba una retahíla de datos económicos para hacernos ver que estamos a la altura de los más importantes países europeos en productividad, empleo, nivel de vida, bienestar y demás parámetros con los que los economistas nos pretenden convencer de las bondades de la sociedad en la que vivimos.
Y es que el nacionalismo, además de no tener fundamento histórico tampoco tiene vergüenza alguna para decir lo que le parezca. Porque si utilizamos “los datos reales, objetivos y contrastables” de la sociedad vasca en que vivimos nos saldría, por ejemplo, una composición de apellidos vascos, según sus portadores, en la que, como ya sabemos en esta serie, solo un 20% de los vascos tienen los dos primeros apellidos eusquéricos, un 30% uno sí y otro no y el 50% no tienen ningún apellido vasco. Así que los datos objetivos son que ustedes, los nacionalistas, gobiernan sobre una sociedad vasca completamente distinta de la que creen. Que aquí los vascos como ustedes, los que copan todos los gobiernos, el autonómico, los provinciales y los locales, con todos sus apellidos eusquéricos, son una minoría. Esos son los datos objetivos de la sociedad vasca actual sobre la que ustedes gobiernan, intentándonos hacer creer que quienes no son “pata negra”, como ustedes, somos una minoría social a integrar en su mundo de ilusión nacionalista. Por lo tanto, maestrillo Urkullu, no nos dé usted clases de “datos objetivos” sobre la sociedad vasca actual, porque los primeros que no actúan sobre la sociedad vasca real, objetiva y contrastable son ustedes, los nacionalistas.
Y más deberes que le voy a poner a usted también. Y es que, si tanto dice que los españoles, todos los españoles, tienen la obligación de saber que aquí hay dos lenguas oficiales, la castellana y la vasca, ¿por qué luego solo se prioriza la lengua eusquera en la enseñanza, como si la castellana no se mereciera que aprendamos su gramática, su literatura y su historia, que es de las más ricas del mundo, tratándose como se trata de la segunda lengua materna más hablada, con 600 millones de personas detrás? ¿No se le cae la cara de vergüenza, o el labio inferior, tanto da, marginando a una de las lenguas más importantes de la humanidad, creyendo, como el fundador de su partido, que es una lengua inferior al eusquera?
Y más deberes: si resulta que todos los españoles, como usted dice, tienen que saber que aquí hay dos lenguas oficiales, por qué usted no acepta que vivimos en una monarquía parlamentaria y que España también es una nación, como puede ser la que usted considera nación vasca. Una nación española que tiene, al menos, los mismos derechos que la suya para existir en tierra vasca, que siempre ha sido parte de España, desde muchísimo antes de que existiera el PNV.
Y más deberes y termino por hoy: ¿por qué usted, como lendacari y por tanto representante ordinario del Estado en la Comunidad Autónoma Vasca, no va nunca a las celebraciones del día de la Hispanidad en Madrid y tampoco ha ido ahora a la jura de la Constitución de la princesa de Asturias, heredera al trono de España? ¿Por qué nos pone deberes a todos los vascos y a todos los españoles y en cambio no se pone alguno, de vez en cuando, a usted mismo, como si estuviera por encima de los demás? Y luego se quejará de que llamemos supremacista a su partido y supremacista a todo el nacionalismo y supremacista al que lo fundó y supremacistas a todos los que le siguieron de todas las ramas, la terrorista y la aprovechategui, y supremacista, en fin, a usted mismo, lendacari Urkullu, el del labio inferior caído cuando se enfada, el maestrillo que pone deberes y se enfada, como si tuviera siempre la razón.