Libertad, igualdad y solidaridad
(Dedicado a la generación de nuestros padres)
El sorprendente discurso navideño de S.M el Rey ha levantado una polvareda inusitada que a mí me ha devuelto la fe en la figura democrática del Jefe del Estado español. A consecuencia de tal hecho y sus derivadas me he puesto a pensar y repasar esos viejos conceptos-conquistas que desde el Nuevo Régimen surgido a finales del siglo XVIII son núcleo intangible para el desarrollo legislativo de las democracias occidentales.
El Jefe del Estado debe ser el primer español. Con tal concepto no sólo aplaudo su discurso, es que lo echaba en falta. ¿Qué tiene de incorrecto defender a España como nación e identidad, su unidad y la Constitución de 1978 como punto de encuentro? Los que se han sentido molestos tienen dos problemas. Explicarle al pueblo español qué intenciones tienen para con nuestra nación. Dejar muy claro lo que pretenden hacer con ese juramento que prestaron en relación a la observancia de los preceptos contenidos como mandatos en la Constitución.
Denuncio el uso y abuso con ignorante desconocimiento sobre los manidos términos derecha e izquierda. Viene a ser los mismo que aquello superado cuando se tachaba o presumía de ser conservador o liberal.
Denuncio la moda exultante para los movimientos feministas contra los machismos en la polémica del género y sus distribuciones en el orden jerárquico de la sociedad. Creía, inocente de mí, trabajador sanitario en un medio laboral mayoritariamente feminizado, que la ciudadanía y su ejercicio no tenían género. Pero ha sido la veta que he enriquecido la única ideología para algunas formaciones políticas que se han arrogado la capacidad de otorgar cartas de naturaleza feminista, hasta la perversa situación que en vez de convivencia busca enfrentamiento entre varones y mujeres, amén de dislates para determinar géneros nuevos a los que de inmediato se les aplica un cursi lenguaje inclusivo.
Denuncio que las mentiras ahora sólo sean cambios de opinión, que la palabra dada sólo sea algo coyuntural, que el señorío y la educación sean conductas rancias cargadas de sospechoso machismo, que las inquietudes morales o religiosas sean algo casposo. Que la imbecilidad sea una pandemia al servicio de los dueños con el mando entre sus manos para jugar con la especie humanoide.
Libertad supone vivir y escoger. No hay libertad con pobreza. No hay libertad en la dependencia. No hay libertad en la ignorancia. No hay libertad en el aislamiento. No hay libertad cuando se impone la manipulación.
Solidaridad dónde el Estado debe intervenir. Redistribuyendo los recursos de más a menos fortuna social. Solidaridad no supone dejar en manos de las ONGs el tratamiento de la escasez o de la no accesibilidad a los bienes y calidad de vida.
Igualdad más allá del concepto utópico de cómo nacen los seres humanos. Es la presencia de mecanismos para garantizar las mismas oportunidades. Y ahí es donde el uso de las competencias y capacidades del poder popular entregado a las instituciones democráticas tienen su principal reto. Partiendo de algo muy significativo. Los derechos ni son favores, ni son mercancías. Son derechos ciudadanos.
Va siendo tiempo para quitar del medio a esos profetas del contubernio para establecer las coordenadas que señalen los viejos envoltorios de las derechas y las izquierdas, que muestran su torpeza al no ser capaces de ordenar su pensamiento y es que muchas veces para avanzar hay que retroceder, al menos en el conocimiento, aplicando luego políticas sencillas y populares dónde la brillantez está no en cómo se expresa sino en los resultados para cambiar el mundo. mitigando desigualdades, desequilibrios, injusticias y prelaturas o privilegios.
Hechas las pertinentes consideraciones ideológicas por las que me jugué la vida en el país de los vascos- una región de la nación España- asisto con indignación a los acontecimientos dónde unos ganan y avanzan mientras los demás perdemos y retrocedemos. Ahí está ese pacto cobardemente silenciado, pero puesto en evidencia, sobre Navarra y más pronto con la salida de todos los presos de ETA que serán recibidos con aurreskus en sus aldeas profundas. Esto tampoco va de derechas o de izquierdas. Va de alta traición al pueblo español.
Tendremos tres citas electorales en el 2024. Galicia será el castigo para los socialistas-sanchistas. Euskadi será la decadencia para el PNV que se verá superado por los herederos de aquella HB que ha logrado su sueño en el recuerdo cuando predicaban la alternativa KAS. La Eurocámara recibirá más parlamentarios para el grupo Popular, mientras los nacionalistas se quedarán a verlas venir.
Desde mi atalaya marinera seguiré mirando al horizonte cada alba tratando de encontrar respuestas y esperanza para un mundo mejor, sin guerras pero con la dignidad paisana que me impulsa a seguir defendiendo mis creencias sin dar un paso atrás.
Una vez más. No esperemos que el nuevo Año nos traiga lo que necesitamos para nuestra España. Seamos nosotros con nuestra iniciativa los que hagamos orgullo e identidad hispana. Se lo debemos a la memoria de nuestros padres...
(Dedicado a la generación de nuestros padres)
El sorprendente discurso navideño de S.M el Rey ha levantado una polvareda inusitada que a mí me ha devuelto la fe en la figura democrática del Jefe del Estado español. A consecuencia de tal hecho y sus derivadas me he puesto a pensar y repasar esos viejos conceptos-conquistas que desde el Nuevo Régimen surgido a finales del siglo XVIII son núcleo intangible para el desarrollo legislativo de las democracias occidentales.
El Jefe del Estado debe ser el primer español. Con tal concepto no sólo aplaudo su discurso, es que lo echaba en falta. ¿Qué tiene de incorrecto defender a España como nación e identidad, su unidad y la Constitución de 1978 como punto de encuentro? Los que se han sentido molestos tienen dos problemas. Explicarle al pueblo español qué intenciones tienen para con nuestra nación. Dejar muy claro lo que pretenden hacer con ese juramento que prestaron en relación a la observancia de los preceptos contenidos como mandatos en la Constitución.
Denuncio el uso y abuso con ignorante desconocimiento sobre los manidos términos derecha e izquierda. Viene a ser los mismo que aquello superado cuando se tachaba o presumía de ser conservador o liberal.
Denuncio la moda exultante para los movimientos feministas contra los machismos en la polémica del género y sus distribuciones en el orden jerárquico de la sociedad. Creía, inocente de mí, trabajador sanitario en un medio laboral mayoritariamente feminizado, que la ciudadanía y su ejercicio no tenían género. Pero ha sido la veta que he enriquecido la única ideología para algunas formaciones políticas que se han arrogado la capacidad de otorgar cartas de naturaleza feminista, hasta la perversa situación que en vez de convivencia busca enfrentamiento entre varones y mujeres, amén de dislates para determinar géneros nuevos a los que de inmediato se les aplica un cursi lenguaje inclusivo.
Denuncio que las mentiras ahora sólo sean cambios de opinión, que la palabra dada sólo sea algo coyuntural, que el señorío y la educación sean conductas rancias cargadas de sospechoso machismo, que las inquietudes morales o religiosas sean algo casposo. Que la imbecilidad sea una pandemia al servicio de los dueños con el mando entre sus manos para jugar con la especie humanoide.
Libertad supone vivir y escoger. No hay libertad con pobreza. No hay libertad en la dependencia. No hay libertad en la ignorancia. No hay libertad en el aislamiento. No hay libertad cuando se impone la manipulación.
Solidaridad dónde el Estado debe intervenir. Redistribuyendo los recursos de más a menos fortuna social. Solidaridad no supone dejar en manos de las ONGs el tratamiento de la escasez o de la no accesibilidad a los bienes y calidad de vida.
Igualdad más allá del concepto utópico de cómo nacen los seres humanos. Es la presencia de mecanismos para garantizar las mismas oportunidades. Y ahí es donde el uso de las competencias y capacidades del poder popular entregado a las instituciones democráticas tienen su principal reto. Partiendo de algo muy significativo. Los derechos ni son favores, ni son mercancías. Son derechos ciudadanos.
Va siendo tiempo para quitar del medio a esos profetas del contubernio para establecer las coordenadas que señalen los viejos envoltorios de las derechas y las izquierdas, que muestran su torpeza al no ser capaces de ordenar su pensamiento y es que muchas veces para avanzar hay que retroceder, al menos en el conocimiento, aplicando luego políticas sencillas y populares dónde la brillantez está no en cómo se expresa sino en los resultados para cambiar el mundo. mitigando desigualdades, desequilibrios, injusticias y prelaturas o privilegios.
Hechas las pertinentes consideraciones ideológicas por las que me jugué la vida en el país de los vascos- una región de la nación España- asisto con indignación a los acontecimientos dónde unos ganan y avanzan mientras los demás perdemos y retrocedemos. Ahí está ese pacto cobardemente silenciado, pero puesto en evidencia, sobre Navarra y más pronto con la salida de todos los presos de ETA que serán recibidos con aurreskus en sus aldeas profundas. Esto tampoco va de derechas o de izquierdas. Va de alta traición al pueblo español.
Tendremos tres citas electorales en el 2024. Galicia será el castigo para los socialistas-sanchistas. Euskadi será la decadencia para el PNV que se verá superado por los herederos de aquella HB que ha logrado su sueño en el recuerdo cuando predicaban la alternativa KAS. La Eurocámara recibirá más parlamentarios para el grupo Popular, mientras los nacionalistas se quedarán a verlas venir.
Desde mi atalaya marinera seguiré mirando al horizonte cada alba tratando de encontrar respuestas y esperanza para un mundo mejor, sin guerras pero con la dignidad paisana que me impulsa a seguir defendiendo mis creencias sin dar un paso atrás.
Una vez más. No esperemos que el nuevo Año nos traiga lo que necesitamos para nuestra España. Seamos nosotros con nuestra iniciativa los que hagamos orgullo e identidad hispana. Se lo debemos a la memoria de nuestros padres...











