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Arturo Aldecoa Ruiz
Miércoles, 03 de Enero de 2024 Tiempo de lectura:

El fútbol vasco, ¿antídoto del toreo?

Si hay un lugar donde la llamada “Memoria histórica”, necesita “refrescarse” ese es el País Vasco, donde desde el siglo XVI el pasado se inventa, recrea, modifica u olvida a conveniencia, según las necesidades de los dirigentes políticos del momento.

 

Tan arraigada es la costumbre social en nuestro solar vasco de creer a pies juntillas los mitos que convienen a nuestro interés presente  y que gratifican a nuestro ego, que muchísimos ciudadanos están firmemente convencidos, sin siquiera cuestionárselo, de que desde siempre somos “diferentes” al resto de los españoles y de que  además somos “mejores” que ellos.

 

Cuando la verdad es que todo el genero humano (al que pertenecemos aunque a algunos parece que les gustaría ser especie aparte) es muy parecido en lo bueno y en lo malo.

 

Para comprobarlo, basta leer las cosas disparatadas que afirman algunos en las televisiones o radios, o las que escriben en sus comentarios en los medios de comunicación a las noticias del día.

 

Se realizan afirmaciones muchas veces ayunas de un mínimo conocimiento de la historia real del pueblo vasco, España y Europa, pero no ya de lejanos asuntos de la prehistoria y la edad antigua, sino incluso de los últimos siglos, especialmente el XIX y XX, llenas de mitos, fábulas y lugares comunes del “pensamiento único” de una sociedad acostumbrada a las unanimidades, a mirarse el ombligo y a aceptar como historia cualquier pastiche útil a quien ostente el poder.

 

Así que conocer la realidad de lo que fue nuestro pasado, de lo que vivían y escribían sobre el mismo nuestros abuelos, puede resultar sorprendente y hasta traumático, pues no nos reconoceremos en esos antepasados de los que creíamos ser continuadores creados casi, como dice la Biblia,  “a su imagen y semejanza” en nuestro eterno y casi invariable Paraíso Foral, cuya historia no es la que nos han contado y creíamos.

 

Vamos a poner un ejemplo de lo diferentes que fueron las cosas respecto a lo creíamos conocer sobre ellas.

 

Hace unos años un conocido político vizcaíno, José Luis Bilbao, candidato entonces a Diputado General de Vizcaya afirmó sin despeinarse que  «Lo más grande es ser del PNV, del Athletic y de la Virgen de Begoña».

 

Hasta hoy nadie le ha respondido quizás porque al público no le ha extrañado tal mezcolanza de conceptos que aúna política, cultura y religión en su frase. Pues para José Luis Bilbao (y para muchos ciudadanos) ese concreto equipo de fútbol no es sólo un “hecho deportivo”, sino que va mucho más allá, y es un “hecho cultural” característico de los de Bilbao y Vizcaya, como el propio PNV y como la Amatxu: una Santísima Trinidad unida indivisiblemente para los vizcaínos desde hace un siglo.

 

Pero, ¿se vio favorablemente por el PNV el futbol desde la llegada de este deporte a nuestra tierra a comienzos del siglo XX?

 

Curiosamente, no: se aceptó “con calzador”, y como forma de disminuir la afición al toreo, por motivos “raciales”.

 

Para comprobarlo basta leer este artículo de  la “Revista Euzkadi” (fundada por Sabino Arana), número 11,  mayo 1915, páginas 215 y 216. Las negritas y subrayados son míos. Mantengo la curiosa grafía original y su peculiar forma de redactar.

 

“El Arte y el Sport

 

[Img #25337]“No por inclinación insensata hacia lo importado, sino tan solo por hacer mera justicia, damos hoy lugar en esta sección a un sport vigoroso y sano, aunque no de procedencia vasca, no característico de nuestra raza.

 

El foot-ball inglés ha llegado a adquirir tal importancia en el País Vasco que bien puede considerarse uno de los favoritos ejercicios físicos de nuestra juventud en las villas y poblaciones de mayor vecindario. ¿Qué pudo ocasionar tal incremento?

 

Inferior como medio de desarrollo físico a la pelota, en cuyo ejercicio todos los miembros toman parte (y no como en el del foot-ball en que los brazos son casi inútiles), deja también de ser el ideal bajo el punto de vista estético, desde el momento en que produce la desproporción que puede observarse entre los brazos y piernas del foot-ballista.

 

Es, así mismo, verdad que la vasca juventud no tenía, para su esparcimiento, necesidad alguna de un sport nuevo y exótico, teniendo en el juego a largo de su propio sport, el más bello y más difícil y meritorio de los juegos higiénicos al aire libre. No había, pues, bajo ese respecto, motivo alguno para que el sport británico llegase entre nosotros a tomar tal incremento.

 

Y, sin embargo, debemos saludar al foot-ball y aplaudirlo con el aplauso más sincero. Porque, al tiempo de su iniciación en Euzkadi, el vasco no era ya el vasco, no era ya el antiguo euzkel-dun que en los días de regocijo en sus vistosos juegos se explayaba con natural alegría, modestia y sencillez; sino el discípulo degenerado de gentes antagónicas a su raza, el émulo de vulgos chulescos y callejeros, antitéticos con su alma noble y morigerada, por su incultura, sus costumbres, carácter y espíritu nacional.

 

Olvidado de sus propios y admirables ejercicios atléticos, uno de los cuáles ha recorrido el mundo conquistando el entusiasmo y la admiración universal de todos los pueblos y al que empresas de vulgares especuladores han convertido en materia de innoble juego de azar, el vasco habíase lanzado por la pendiente sur de sus aficiones, hasta dar, huyendo acaso de aquella timba, en la inculta barbarie de la mezquita con entusiasmo nunca conocido.... En tan críticos momentos de obsesión flamenca y, por ende, ultraiberista, cuando Euzkadi había llegado a ser fértil suelo productor de astros del toreo, se presentó el foot-ball que ha restado y viene restando fuerzas y contingentes al mortal enemigo, a ese factor poderosísimo de la ruina del alma vasca, de nuestra pura y nacional idiosincrasia.

 

He aquí el motivo por el cual damos hoy en esta sección un lugar al foot-ball británico, no, como al principio decíamos, por inclinación insensata hacia lo importado, sino tan solo por hacer mera justicia, y más claramente aún, por agradecimiento.

 

[Img #25336]El retrato que hoy publicamos es el del capitán del Athletic, a quien entendemos que, por el momento, corresponde, mejor que a otro alguno, la representación de todos los foot-ballistas vascos, ya que, perteneciendo al equipo que hoy lleva en el campo la primacía, es al propio tiempo su capitán.

 

No haremos aquí su historia sportiva, pues no se trata de glorificar al hombre; trátase sólo de testimoniar un homenaje de cariño y reconocimiento a todos los foot-ballistas vascos, representados en Izeta, por que así lo hemos creído pertinente.

 

Por lo demás, hoy es el capitán del Atletic, mañana lo será el de la Real, el del Racing-Sporting, el del Arenas, el de Jolastokieta; no le hace el lugar ni el nombre, no importa la procedencia.

 

Solo atendemos al origen vasco, a la patente de nacionalidad. Esta ha demostrado, con ese juego exótico, haber sabido vencer la nefasta influencia extraña y ser deportivamente superior a la raza nuestra invasora y, mientras reivindicamos nuestro sport, ese es bajo ese respecto, nuestro ideal. Solo eso nos basta.

 

T.”

 

El artículo incluye una foto del capitán del Athletic con la copa del campeonato y la camiseta del equipo en 1915.

 

Es difícil encontrar un texto sobre deporte más xenófobo, llegando a cotas que sorprenden con conceptos como “inculta barbarie de la mezquita” y la “obsesión flamenca” para despreciar a los emigrantes que trabajaban en minas y altos hornos y a los que, por lo visto, gustaba el toreo de entonces. Por cierto, como a muchísimos vascos, pues curiosamente reconoce el autor del artículo que habíamos llegado a ser un “fértil suelo productor de astros del toreo”.

 

Está claro que el PNV de 1915 aceptó el fútbol entonces como mal menor frente al toreo. Ignoro si está actitud contraria a la “fiesta nacional” nacía entonces de considerarla “española”, a pesar de la larguísima tradición histórica del toreo en el País Vasco, o por un respetable rechazo a la muerte de los animales. Esto último sería curioso pues el deporte preferido de Sabino Arana era la “caza”, como el fundador del PNV reconoce en la misma “Revista Euzkadi”.

 

En todo caso, pese a esa actitud contraria del nacionalismo de 1915 hacia la tauromaquia por motivos políticos, más de un siglo después la afición de los vascos al toreo sigue existiendo, y contamos con grandes plazas de toros en las tres capitales y varias localidades importantes. Lo que prueba para mí que en cuestión de gustos la gente es menos manipulable de lo que algunos desearían.

 

En cuanto a la relación del Athletic con la Virgen de Begoña fue inexistente hasta el 22 de junio de 1930, primer año que se le ofrendaron trofeos ganados a la Amatxu. Por cierto, un doblete.

 

Así, que la Trinidad “PNV - Athletic de Bilbao - Virgen de Begoña” es bastante reciente y forzada, y surge del intento del primer nacionalismo sabiniano de hacer  de la necesidad virtud, y dado que el juego de pelota (el propio de nuestra idiosincrasia racial vasca para la “Revista Euzkadi”) no era rival para el toreo, se aceptó a regañadientes el fútbol, un juego foráneo donde el vasco podría “vencer la nefasta influencia extraña y ser deportivamente superior a la raza nuestra invasora”. Todo ello con la intención de debilitar el interés popular en el toreo.

 

Vamos que en el futbol vasco sabiniano “se salía al campo no a por setas, ni a por Rolex, sino a defender la raza”, que diría el propio José Luis Bilbao con su frase favorita.

 

(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999 - 2019

 

 

 

 

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